Activismos inteligentes para lograr la diversidad educativa: el deseo de AlterEdu para 2024

Opinión – Por Dolores Bulit

Desde que nació AlterEdu en 2019, cada año renuevo con palabras mis deseos para una Educación que pueda ver a los niños, las niñas y adolescentes como protagonistas. Este año coincide con un cambio de gobierno en Argentina que nos permite hacer un balance de los últimos cuatro años.

Balance 2020-2024

Aunque la pandemia por COVID-19 fue una catástrofe, en el ámbito de la Educación dejó algunas huellas. Muchas familias vieron cómo sus hijos aprendían de otras maneras y, aunque no es lo mismo, pudieron saber de la existencia de la educación en casa (leer más acá). Por fuerza, la educación híbrida se transformó en algo real, avalado por la modificación del artículo de la Ley de Educación Nacional que habilitó la educación a distancia para menores de 18 en caso de catástrofe (leer más acá).

Yo creo que lo que las escuelas cerradas tanto tiempo demostraron es que somos seres sociales, y lo que necesitamos es el encuentro: la «pérdida de aprendizajes» nombrada por docentes y expertos sólo ocurrió desde los parámetros escolares. Si los más pequeños registraron un desarrollo del lenguaje ineficiente no fue por la falta de enseñanza escolar sino, probablemente, por una suma de factores: la falta de encuentro con pares y con adultos dedicados específicamente a su desarrollo cuando la familia no ofrece un estímulo cultural suficiente, el exceso de pantallas, la falta de contacto con el afuera y sus estímulos, sumado a padres ocupados y desesperados ante la situación de emergencia. Además del récord de tiempo con escuelas cerradas, nunca me voy a olvidar de que en Argentina estaba permitido salir a pasear perros pero no niños.

Sobre la crisis de salud mental que siguió, no había por qué hacer cargo a la escuela. Que en los hechos hayan demostrados ser lugares centrales para la socialización y la contención, no significa ni que sea su rol, ni que lo hagan bien. Cada quien verá el «efecto pandemia» de acuerdo a lo que ha vivido, pero recordemos que el 99% de los educadores y funcionarios equiparan educación con escolarización y no conciben otra forma de aprender y socializar que no sea la escuela convencional. 

Los avances

En materia de normativa, durante los últimos cuatro años tuvimos movimientos importantes. Dos escuelas alternativas de la provincia de Buenos Aires obtuvieron reconocimiento provincial para funcionar tal como son a través de una resolución que las integra a la gestión pública estatal, con el consecuente pago de sus salarios docentes (El Junquero de Villa Arcadia y El Ombú de Ayacucho). Otra recibió en comodato el edificio de una escuela rural en desuso por parte del Consejo Escolar local (Sauce Criollo, en Coronel Suárez).

Se publicó el primer informe del Relevamiento Nacional de Experiencias Educativas Comunitarias, Cooperativas y de Gestión Social (leer acá). El envío de información fue voluntario y como resultado se registraron 285 rexperiencias educativas de 17 jurisdicciones del país, la mayoría dedicadas a la primera infancia.

Para respaldar la reglamentación de las escuelas y jardines de Gestión Social, contemplados como tercera vía en la Ley de Educación Nacional, se presentó un proyecto de ley en ese sentido (leer más acá). En paralelo, la Federación de Escuelas de Gestión Social de la provincia de Buenos Aires impulsó la creación de otra Federación que incluye a los espacios educativos de todo el país (leer acá).

Por otra parte, se presentó un proyecto de ley para regular la educación en casa (homeschooling) y crear escuelas autónomas con financiamiento mixto, estatal y privado (leer acá) en la ciudad de Buenos Aires. También se aprobó en esa urisdicción una ley que permite la promoción anticipada y la adecuación/enriquicemiento curricular para quienes tienen Altas Capacidades Intelectuales (leer más acá). Y otro hito histórico es que cuatro adolescentes con autismo rindieron libre la Primaria mediante el examen previsto para mayores de 14 años pero adaptado a sus necesidades (leer más acá). 

Los pendientes

Las alternativas educativas sufren dos fenómenos igualmente dañinos: la mayoría de las veces, la falta de apoyo, el desinterés y la inacción normativa. Pero a veces puede ser peor: denuncias, espionaje, trabas burocráticas. Como la Escuela Secundaria Agorecológica «Antonio Brailosky» de Concordia, Entre Ríos, construida por el proyecto TAGMA y voluntarios a la que sorpresivamente le han quitado el apoyo oficial. O la Escuela Amanecer, en Rojas, provincia de Buenos Aires, que no es homologada por la jefatura escolar de su región por no tener aulas graduadas, algo que no corresponde para un proyecto educativo multiedad inspirado en las pedagogía Montessori, Pestalozzi y las escuelas rurales. Incomprensible teniendo en cuenta que ya existen escuelas no graduadas (Montessori y Experimentales) dentro del sistema público, tanto estatal como privado, en la misma provincia.

En busca de la legitimación

En general, las escuelas alternativas buscan dos cosas: legitimar sus proyectos pedagógicos tal cual son y participar en la distribución de recursos públicos destinados a la escolaridad obligatoria. Claro que también hay espacios de aprendizaje que quieren mantenerse independientes, al igual que homeschoolers y unschoolers, que piden esencialmente igualdad de acceso a la acreditación y titulación. ¿Por qué sigue importando tanto cómo se adquieren los conocimientos?

Mi deseo y mi activismo, a través del periodismo de soluciones, están orientados a un país donde la diversidad educativa sea aceptada no sólo porque lo pide la demanda: familias que quieren otra educación para sus hijos, por diferentes motivos, o niños, niñas y adolescentes para quienes la escuela convencional no sirve. Lo esperable es que los gobiernos vean los beneficios de permitir y apoyar que las escuelas se adecuen a las necesidades y deseos de cada una de sus comunidades, tanto en su mirada pedagógica como en el tipo de gestión que prefieran.

Como vimos en el balance, la aceptación de diversidad de métodos para llegar a un mismo objetivo (el curriculum nacional básico) es lenta pero cierta. Falta extenderla a todo el territorio nacional, porque hasta ahora que una escuela alternativa sea incorporada a la enseñanza oficial depende del conocimiento y profesionalismo, las buenas intenciones o incluso el partido político de inspectores y supervisores que NO están entrenados para observar aprendizajes en entornos no convencionales.

De todo eso se desprende que serían buenas medidas para implementar:

  1. Capacitar a inspectores y supervisores para que sepan ver cómo ocurre el aprendizaje en escuelas y espacios no convencionales.
  2. Abrir mesas de examen libre en todas las provincias, para Primaria y Secundaria (como en Chile y Uruguay).
  3. Actualizar o adecuar los requerimientos arquitectónicos a las escuelas. El edificio y sus espacios tienen un propósito pedagógico en las diferentes alternativas educativas. A su vez, el uso de barro, madera u otros materiales naturales no siempre significa precariedad, sino enseñanza y aprovechamiento de los recursos locales.

La puja social por los recursos

Sobre el punto más álgido de la distribución de recursos, pienso que al declararse la educación escolar obligatoria el Estado debería financiarla. Si la oferta estatal no alcanza o no ofrece la calidad que la sociedad exige, debería ver la forma de financiar todas las propuestas. Incluso, podría ofrecer descuentos en transporte, cultura y educación no formal a quienes hacen homeschooling, como sucede en otros países. Todos los contribuyentes tienen derecho al acceso a una educación, escolar o no, y a no tener que duplicar sus gastos cuando no eligen la provista por el Estado. 

El tema es cómo hacerlo -le robo el título a un podcast muy bueno- en un país millonario en recursos pero ineficiente para asignarlos. «No toda escuela de gestión privada es escuela de elite» dijo Flavio Pinto, de la asociación que nuclea a escuelas privadas, durante el debate del proyecto de ley para aumentar el presupuesto nacional para Educación al 8% del PBI. Recordemos, además, que muchas escuelas alternativas inician como privadas porque es la forma de poder crear con autonomía un proyecto pedagógico propio. Y porque la gestión social no está reglamentada aún en la mayoría de las provincias. Una enorme cantidad de escuelas privadas, entonces, no tiene fines de lucro.

Deseo que dejemos de repetir como loros consignas que nos dividen y desenfocan de un objetivo común, como la clásica «yo defiendo la escuela pública» o «las escuelas privadas/alternativas son para ricos». Hay varias discusiones interesantes que son boicoteadas por dogmatismo ideológico (ideas tenemos todos, pero no deberíamos ser dogmáticos ni fanáticos). Hay un miedo a las palabras y una necesidad de posicionarse en una vereda o la de enfrente. Yo siento que seguimos hablando un lenguaje muy viejo, un léxico castrense que, encima, las nuevas generaciones no entienden

Los modelos charter (financiamiento mixto) o los vouchers (financiamiento de los estudiantes) son bloqueados en la discusión con el argumento de que «no han funcionado en otros países». Claro que no es aconsejable copiar ningún modelo, pero lo cierto es que en los hechos muchas escuelas alternativas en Argentina funcionan con financiamiento mixto: reciben aportes económicos de las familias, a veces de empresas, emprendimientos locales, universidades e incluso de los estados (nacional, provincial o municipal) a través de convenios, comodatos, programas, partidas, etc. Sobre financiar a los estudiantes, ya se hace con las Becas Progresar o Belgrano para secundarios y universitarios.

¿Un Estado grande es realmente sinónimo de un Estado presente? Honestamente, prefiero pocas oficinas administrativas y todos los recursos volcados a las comunidades educativas. Un Consejo Federal de Educación como organismo decisor asambleario tiene mucho más sentido que un Ministerio o una Secretaría Nacional para planificar políticas públicas en un país que se declara federal. Las escuelas alternativas, autónomas en la pedagogía y en la gestión, son una clara demostración de que se pueden administrar mucho más eficiente y sosteniblemente los recursos cuando se responsabiliza directamente a los interesados.  

Activismos inteligentes

En mi vida personal, hace rato que dejé de seguir partidos políticos para enfocarme en las ideas, las acciones y las personas. He visto las grietas inútiles que produce agrupar el mundo en un binario ideológico. Deseo que, al decir de Paul Preciado, no caigamos como colectivo en prácticas identitarias ni ideologías como método para analizar proyectos. Que seamos más bien una banda inspirada respecto a ideas y formas distintas de habitar el mundo. Que defendamos la diversidad educativa, un paradigma de nuestra época que puede alojar diferentes pedagogías y formas de gestión. Que el «optimismo revolucionario de la infancia» sea nuestro método.

«Menos escuelas, más comunidades de aprendizaje», dijo el nuevo secretario de Educación Nacional, Carlos Torrendell, durante su primera reunión del Consejo Federal de Educación. Coincido profundamente con él en que «la escuela no es hija del Estado, es hija de la sociedad«. La educación de calidad y adecuada para cada quien no es patrimonio de liberales, conservadores, socialistas o justicialistas.

Por otra parte, en un país enorme y federal como es Argentina, donde el gobierno del sistema educativo formal lo tiene cada provincia, es urgente que nuestros activismos sean fuertemente regionales

En resumen, para salir de los eslóganes vacíos deseo que nuestros activismos estén mucho más llenos de contenido, sean activos y creativos, generosos, pacíficos y con las escuelas abiertas. Con objetivos sutiles o gigantes, que sean transversales: que estemos juntos los Waldorf, los Montessori, las populares, los homeschoolers, los estatales, los privados y los de gestión social. Que dejemos atrás los individualismos y las diferencias, respetando cada una de nuestras identidades, y nos animemos a compartir la información y trabajar juntos. 

Deseo que todos tengamos la comunidad educativa, acogedora y de calidad, que nos merecemos y que podamos construir. Es altamente probable que ningún gobierno, del color que sea, nos vaya a dar nada que no sepamos pedir. Por eso, este año y los que sigan, espero vernos bien despiertos en las ahora múltiples redes del activismo por la diversidad educativa.

Fotos de @hernanpaulos en el Encuentro Plural de Educaciones Posibles 2023 realizado en la escuela La Cecilia (Vera, Santa Fe).

Foto de portada: Escuela Guayacán (Los Cardales, provincia de Buenos Aires)

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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