River Plate transformó su secundaria: «Diseñamos este modelo para que a los jugadores deje de pesarles la escolaridad»

Semanas después de la final del Mundial de Qatar, uno de los jugadores de la selección argentina salió en los medios, medio avergonzado, a contar que no había terminado la secundaria. Qué tristeza pensar que un atleta que nos consagró campeones de fútbol pueda sentirse menospreciado socialmente por ese motivo. ¿Cómo es que la escolaridad no puede adaptarse a estos deportistas que motivan y causan admiración a millones de personas en todo el mundo?

«No es culpa de ellos, sino de un modelo escolar tradicional que jamás los miró como lo que son: atletas súper talentosos que le dedican muchas horas a su entrenamiento. Si la escuela no es compatible con eso, terminan eligiendo no abandonar su carrera deportiva», confirma Mercedes Miguel, líder del nuevo programa de bachillerato «River DAR» que el Club Atlético River Plate implementó a partir de este año para sus jugadores juveniles. «Es verdad que a jugadores ya hechos y armados les pesa no haber terminado la escuela».

Miguel es una suerte de «DT pedagógica» a cargo del giro educativo innovador que el club inició con los juveniles y seguirá con los infantiles del Instituto River. La escuela, que ahora funciona debajo del estadio del barrio porteño de Núñez, se mudará a un nuevo edificio a construirse al lado de la Casa River, donde están la residencia, la Fundación River y, provisoriamente, las aulas-laboratorio del nuevo bachillerato.

-¿Cómo surgió la iniciativa para mejorar el área educativa de River?
-Fue una elección mutua. River me convocó y cuando entré al Instituto lo primero que vi fue cómo sufren la escolaridad los deportistas. Me pareció que había que hacer algo contundente, y cuando presenté mi proyecto lo aceptaron al instante, porque se sabe desde siempre cuánto les tira para abajo. Lo cierto es que a un jugador que se le exige su máximo potencial en el campo de juego pero en su mochila escolar tiene catorce materias, más las previas, más uno o dos años de repitencia, le pesa mucho en su autoestima. Y termina convenciéndose de que no es inteligente. Se instala el no. Por eso, crear un modelo educativo que les aliviane esa mochila y les haga saberse capaces, termina dando resultado. Mínimamente, en la impronta y la actitud con la que entran a la cancha. Ya vamos 16 semanas de funcionamiento del proyecto y es muy lindo ver que, así como empezaron en una situación desfavorable, hoy vienen a contarte como están progresando.

-¿Cómo es el cronograma diario de los chicos?
-El horario de estos chicos los hace extraordinarios como estudiantes, más allá de sus resultados. Arrancan a las 6, entrenan toda la mañana y almuerzan a las 12. A partir de las 14 y hasta las 18 hacen la escuela.

-¿Duermen siesta?
-Una muy corta. Estamos tratando de enseñarles a que hagan las famosas power nap para que se reactiven, porque vienen cansados físicamente. Son chicos que en el colegio tradicional se quedaban totalmente dormidos.

-¿Cómo diseñaste el proyecto?
-Para desarrollar el programa River DAR estudiamos las competencias y las demandas que tiene un jugador de alto rendimiento al momento del juego. Pensamos cómo podíamos hacer para que el modelo educativo pudiera enriquecer esa demanda y no paralizarla o detenerla. Tomé el modelo relacional de Fontán, que desarrolla la autonomía, la autogestión del tiempo, la regulación de tu propio aprendizaje y lo fusionamos con el bachillerato orientado en Educación Física, que es el que tenemos acá.
Durante el partido, un jugador de fútbol, según la posición que juegue, toma una serie de micro decisiones continuamente. Entonces, necesita tener la inteligencia emocional súper bien ordenada. ¡Hay que jugar con el Monumental totalmente lleno! Después, la capacidad de tomar decisiones en frío, con pelota, sin pelota. La capacidad para el trabajo en equipo, el razonamiento crítico, la solución de problemas, todo esto de lo que hoy se habla tanto en el mundo educativo, un deportista, y especialmente uno de alto rendimiento, lo desarrolla en lo cotidiano. Nosotros lo que estamos haciendo en River DAR es fusionar el mundo y la cabeza del jugador de alto rendimiento con la cabeza del estudiante. Porque si hay algo que no son estos chicos es estudiantes que a la mañana juegan a la pelota. Ellos son deportistas de alto rendimiento que tienen que estudiar. Ése es el cambio de paradigma que está en la base de nuestro modelo.

-¿Cómo funciona en la práctica?
-No hay materias sino áreas del conocimiento. Y cada área se va desarrollando en cuatro etapas: Punto de partida, Investigación, Producción y Relación. En este cuadro podés ver a cada jugador y su avance individual en las distintas áreas de aprendizaje: Comunicación, Ciencias Sociales, Exactas y Aplicadas, Inglés, Profundización, DAR y Proyectos Especiales.
En el área de Inglés, nos aseguramos de que tengan una enorme exposición al idioma todos los días, divididos por niveles. Nuestro objetivo es que salgan con una certificación del inglés que les permita comunicarse fluidamente, porque es algo que se les va a demandar mucho. Son jugadores argentinos que, probablemente, terminen siendo muchos de ellos jugadores del mundo.
En el área de Ciencias Exactas y Aplicadas están Matemáticas, Física, Química y Biología, mientras que en Sociales están Historia, Geografía y Ciudadanía. El área de Comunicación está dedicada a hablar, leer, escribir e interpretar textos correctamente.
Las áreas se cubren de lunes a jueves, y los viernes hacen profundización del saber. Durante la semana ellos se ponen una meta y chequean el cumplimiento de meta cada semana con sus tutores. Si no lograron adquirir algunos conocimientos, no pasaron de etapa o no pudieron resolver una actividad, los viernes se quedan profundizando con sus docentes. Por eso vas a ver que cada jugador avanza distinto: puede estar en el plan 1 en Sociales y el 2 en Exactas. No pasan a la siguiente hasta haber aprendido. La etapa de Relación es el fin de la unidad, donde tienen que dar cuenta de que todos los conocimientos previos los lograron.
En este modelo no existe llevarse materias previas. Acá lo que hacen es avanzar en su plan de aprendizaje. Como es personal, ellos abren la computadora, entran a su plan y tienen todas las consignas dadas por el profesor. Cuando necesitan intervención directa del profesor, lo llaman. Y si necesitan una intervención mucho más profunda, se anotan para hacer lo que necesitan los viernes.
Acá no se estudia para probar, eso no existe y no podrías hacerlo. Simplemente vas a tener que poder explicar y relacionar ese contenido con el que estuviste trabajando.

-¿Cómo se adapta esto al calendario de partidos y torneos?
-Nosotros toda la escolaridad la adecuamos al calendario AFA. Todo River DAR está en la nube; trabajamos con Google Education y cada uno de los jugadores tiene una computadora. Ellos se trasladan a las distintas provincias según donde les toque jugar, o son convocados por la selección nacional y se tienen que ir a Ezeiza y quedarse allá durante días.
En un modelo tradicional, eran días perdidos de clase, les ponían ausente. En nuestro modelo hay una continuidad del aprendizaje. Se llevan la computadora, ingresan a su plan de aprendizaje y van avanzando. Si viajan, se llevan su plan y cuando regresan los docentes saben perfectamente dónde estuvieron, por qué estuvieron ahí, y hablan de eso.
Les pasaba en otras instituciones que se llevaban Educación Física porque se quedaban libres por las faltas. Y en verdad faltan porque como deportistas de alto rendimiento tienen que cuidar su físico, su alimentación, ir a kinesiología, hacer sesiones médicas de todo tipo y color. Entonces, nosotros diseñamos este modelo para que, lejos de pesarles la escolaridad, que es lo que pasaba antes, se convierta en una parte de su desarrollo. Esa es la nueva impronta del área de fútbol formativo de River.
Desde todos los ángulos, tratamos de que puedan recibir su educación obligatoria pero desde un lugar que sea significativo para lo que saben que quieren ser. No tiene ningún sentido someterlos a un modelo educativo que niega su condición de deportistas de alto rendimiento.

-¿La normativa escolar de la ciudad, acompañaba un proyecto así?
-River lo que hizo fue habilitarnos a diseñar y poner en práctica este nuevo modelo y el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires aprobó este plan de estudios. Además, la Secretaría de Deportes de la Ciudad sacó una resolución que define qué es ser deportista de alto rendimiento (realizar actividades físicas relacionadas con la disciplina a la que se dedican con una carga horaria mínima de doce horas semanales; ser deportista fichado en una institución deportiva de segundo grado reguladora de la actividad en jurisdicción provincial o nacional y/o representar a la República Argentina en su disciplina deportiva), algo que en el resto del país no existe. La Ciudad de Buenos Aires es la primera del país y de la región que tiene un diseño curricular para deportistas de alto rendimiento. Con todo esto logramos encauzar nuestro proyecto formativo, que es darle educación de calidad a los jugadores en la medida en que no interrumpa su proyección y su calendario deportivo.

-Lo que me estás mostrando no se parece mucho a una escuela…
-Estamos ocupando espacios totalmente provisorios hasta tener nuestro nuevo edificio. Pero habrás visto que no hay pizarrones. En cambio, los chicos y los docentes pueden escribir en todos los espacios, como mesas y paredes.
Vas a ver que todas las mesas tienen ruedas abajo. Algunos chicos buscan más soledad y se sientan apartados o vienen a estas mesas más altas. Los grupos se autorregulan y ellos ya van conociendo qué necesitan para cada momento. Tienen la libertad plena de tomar mate, de sentarse en equipo, de sentarse solos: ellos van viendo de qué manera se sienten más cómodos para el avance según la etapa del plan en el que están.
Cuando llegan a la parte de la Producción, puede significar hacer una tesis, una obra de arte, salir a hacer un vídeo. El otro día salieron por el club a hacer entrevistas, por ejemplo. Y una vez que tienen la etapa de Producción terminada viene la cuarta etapa, en la que ahí sí es un mano a mano con el docente, que aprueba que todo ese plan de aprendizaje haya sido logrado.

-¿Dentro de las áreas está el conocimiento específicamente relacionado con el deporte de alto rendimiento?
-Todas las áreas del conocimiento acercan lo más que pueden el contenido curricular al mundo deportivo. Inglés, educación financiera, educación contractual. También como parte de la orientación de deporte de alto rendimiento aprenden sobre nutrición deportiva, video-análisis, educación emocional, y todas aquellas áreas que sabemos que ellos van a necesitar a lo largo de su vida y a lo largo de su carrera.
Junto con la gerente del área educativa y la rectora del Secundario trabajamos mucho con el Departamento Deportivo de Fútbol Formativo, dirigido por Sebastián Pait. Todos sus coordinadores y entrenadores trabajan con nosotros: entran a los espacios de aprendizaje, recorren las mesas, ven cómo están los chicos en su avance.
Por ejemplo, usamos todos los datos estadísticos que producen los jugadores en su GPS para trabajar en Matemática. Convocamos a una experta, la doctora Daniela Reyes, que junto con su equipo tradujo todo el diseño curricular a la experiencia del juego, a la cancha y el entrenamiento. Hay mucha presencia de Matemática y Física en la cancha de fútbol y en el movimiento de la pelota.
Tratamos de traducir lo más que podemos el contenido curricular al mundo deportivo. La Historia y la Geografía las relacionamos con los campeonatos mundiales, con la historia de los clubes y cada una de las selecciones que participan, los clubes de fútbol de las grandes copas y las grandes ligas europeas. También vamos al Museo de River, que compara la línea histórica de la Argentina con la evolución del club.

-¿Cómo evaluás estos primeros meses del programa?
-Todo lo que tratamos de hacer en River Dar es que los chicos comprendan que hay una mirada formativa integral para que sean excelentes jugadores y personas. A River no le da lo mismo que tengan o no un buen nivel educativo. Este modelo relacional nos permite una cosa que un modelo tradicional no permite, porque es híper excluyente en ese sentido, y es que acá podemos trabajar desde el punto de partida de cada jugador. Porque si bien estamos radicados en Buenos Aires, vienen de casi todas las provincias con un bagaje educativo y formatos muy dispares. Así hayan cursado el mismo grado en Tucumán, Catamarca, Chubut, Jujuy o Chaco, su escolaridad no fue igual.
Acá los tomamos exactamente como son, de dónde vienen y desde el punto de partida que tienen. Por eso hacen una prueba diagnóstica apenas ingresan, para poder trabajar con ellos desde su conocimiento real. No nos importa poner una nota, acá queremos que aprendan de la mejor manera.
River DAR nos tiene a todos muy desafiados y muy contentos a la vez. Trabajamos mucho la autonomía, la autogestión del tiempo, que son todas competencias que un deportista de alto rendimiento tiene que tener. Acá o trabajando con el director técnico de primera tienen exigencias de altísimo nivel que después las van a tener que poder replicar en cualquier club del mundo. Están en la edad en que la experiencia de ser jugadores de River la empiezan a vivir, pero no nos olvidamos de que son chicos, adolescentes, que están en una etapa de aprender, de equivocarse, es una etapa formativa. Si no hay error no hay aprendizaje. Los acompañamos en sus estados anímicos, porque si juegan, si no juegan, si los citan, si no los citan, afecta mucho a su personalidad, y River DAR contempla todo eso. Hay feedback permanente con ellos.

-¿Cómo consiguieron profesores idóneos para este modelo tan diferente a la secundaria convencional?
-Los profesores están preparados para acompañarlos en su etapa de adolecer, de ser niños. Acá juegan, hacen arte, trabajamos mucho con la parte creativa y salimos de este espacio físico. Incluso les pido que vayan a ver a los chicos a los partidos, porque necesito que los vean mientras hacen lo que les apasiona. Nos acordamos constantemente de que nuestro rol es educarlos, formarlos, lograr sembrar en ellos el interés y el amor por aprender, más que nada. Así que se conjugan dos cosas muy complejas, ¿no? Porque ellos tienen la presión del fútbol y nosotros les queremos dar el amor por el aprendizaje.
Los seleccionamos con la Fundación Enseñá por Argentina, de la que soy co-fundadora, y de la que me fui cuando asumí la función pública (como Secretaria de Innovación Educativa durante el ministerio de Educación Nacional de Esteban Bullrich). Lo que hicimos fue pedirle a la Fundación una pre-selección de docentes que hubiesen tenido la experiencia de enseñar en ámbitos complejos con desigualdades de aprendizaje. Luego hice una selección final, contándoles acerca de la identidad de River, lo que se esperaba de ellos y del programa.
Cada laboratorio, como llamamos a las aulas, tiene a los tres docentes de área. Se dividen a los jugadores por nivel de autonomía y nivel de incorporación del aprendizaje, de la comprensión, y cada laboratorio tiene un tutor. La idea la saqué de lo que lo vi en Finlandia hace muchos años, donde en cada aula hay un docente fijo que acompaña las necesidades especiales de aprendizaje, que pueden provenir de una discapacidad o no. Acá lo traduje a estas tutorías, que también son parte del modelo de Fontán. El tutor lo que hace es resguardar el cumplimiento del plan de aprendizaje, enseñándole al jugador a administrar su tiempo. ¿Cuántas metas te vas a poner? ¿Crees que las vas a poder cumplir? ¿Estás muy cansado? ¿Venís de un torneo, te vas de gira? ¿Por qué te pones tantas metas? Fíjate, podes tener menos. Estamos creando hábitos, y esos hábitos en un modelo como éste, quedan muy a la vista.

-¿Tienen pensado extender lo que hacen en el DAR al nivel Primario del Instituto River?
-Absolutamente. Cuando se inaugure el nuevo edificio para el área educativa el DAR va a tener dos años de funcionamiento y experiencia. Usualmente lo más lindo de la educación sucede en el nivel inicial, yo siempre digo que hay que «inicializar» la escuela. Ese amor por el juego, la creatividad, lo vamos perdiendo en la Primaria y la Secundaria. Los sentamos cada vez más derechitos y terminamos con personas que estudian siete horas antes del examen para aprobar. Eso no es aprender, eso es estudiar.
Ya se respira algo muy lindo y me apasiona la posibilidad de hacer un nuevo colegio con esa envergadura. Los docentes, como hicimos con los del programa DAR, tendrán una etapa formativa desde fines de enero y todo febrero de una inmersión profunda de ocho horas por día en este modelo. Sabiendo que toda práctica docente hay que re-aprenderla todo el tiempo. Ahora, nos reunimos todos los viernes durante una hora y media para generar la conversación, hacernos como equipo nuestro chequeo, ver si pudimos cumplir lo que nos propusimos o cuán lejos estamos, qué necesitamos perfeccionar. No se puede ser parte de este programa sin querer trabajar en equipo.

-¿Existen otros clubes de fútbol con programas educativos así?
-Lo primero que vi fue al Ajax de Amsterdam. Ruben iounking creó el programa Montessori Sports, que pude hacer, y fue la primera persona con la que empecé a entender esta relación del mundo deportivo con el educativo. Fueron absolutamente visionarios. También fui a ver el programa de Independiente del Valle, en Ecuador, y estuvimos trabajando juntos. Visité los clubes españoles y aunque no llegué al Barça, conozco cómo funciona su programa 360. Así que hay muy pocos que tengan esto que ahora tiene River.
Hay una gran demanda de todos los clubes, que se preguntan cómo escolarizar y educar a sus deportistas. Ahora estoy yendo a conocer la academia IMG en Estados Unidos, pero es ya de nivel terciario, para mayores de edad. La gran complejidad es cumplir con el derecho a la educación obligatoria cuando se tiene una vocación y un talento tan desarrollado. Generalmente, los chicos vienen con la idea de que si juego al fútbol no estudio. Eligen entre una cosa y otra.
Acá «La Bruja» Verón hizo una escuela en Estudiantes, más tradicional, con todas las asignaturas, pero que dura cuatro años en vez de cinco. Nadie se la quería aprobar y yo la autoricé cuando fui funcionaria en el Ministerio de Educación de la Nación. Vélez también tiene su escuela, que es tradicional, pero están viniendo a preguntar. Nosotros compartimos el modelo en las reuniones que hacemos en las residencias de los clubes.
También tomamos algunas cosas de Pepe Sánchez, director del Programa Educativo en Alto Rendimiento del CABB. La importancia del orden, los hábitos, hacerse la cama… vas a ver unos carteles con esos mensajes acá en Casa River.

-¿Qué pueden hacer los jugadores ya mayores de edad que quieren terminar la secundaria?
-Estamos trabajando con un grupo importante de jugadores que no tuvieron la oportunidad y los estamos ayudando a inscribirse en la plataforma gratuita de la ciudad de Buenos Aires. Los acompañamos con tutorías con profesores y tenemos el firme propósito de que todos terminen la secundaria. Es una visión que comparten desde el presidente del club hasta Martín Demichelis, con quien hemos hablado mucho del tema. Que sepan que River armó todo un dispositivo para acompñarlos.

-¿Te parece que un modelo como el de River Dar podría usarse también para los chicos artistas?
-Lo hemos hablado con Soledad Acuña (actual ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires) cuando compartimos la gestión pública. Cuando ella aprobó nuestro proyecto trajo a colación precisamente esto. Por ejemplo, la doble exigencia que tienen los bailarines del Teatro Colón. Sé que está sobre la mesa el tema. Si entrás al SEADEA, que era lo único que existía hasta ahora, ves que hay muchos actores que desde edad temprana tienen contratos de filmación súper extensos. Sin ninguna duda, el sistema debe terminar de romper una estructura vieja y obsoleta para una sociedad que hoy va a otra velocidad, donde hay otras visiones y futuros trabajos que ni siquiera conocemos. Hay una demanda imperiosa de flexibilizar para que se adecue a los gustos y las pasiones de los chicos. Nosotros nos ocupamos de los deportistas, pero cada vez más los jóvenes van a exigirle esto al sistema educativo.

-Vos fuiste deportista también, ¿no?
-Sí, juego al Hockey desde chiquita, aunque en el país es un deporte amateur. Hasta el año pasado, que me rompí la rodilla. Yo entrenaba 4 veces por semana, así que los entiendo perfectamente. Mi pasión es el deporte: yo los veo jugar y me tiembla el cuerpo. Si les tira un músculo, sé qué se siente. ¡Me hubiera encantado la vida que tienen ellos acá! Y sé también que cuanta más educación y cultura general les ofrezcamos, mejor para ellos. Son ciudadanos argentinos pero son jugadores del mundo.

-¿El hecho de ser hipoacúsica también influyó en tu forma de entender el aprendizaje?
-Te agradezco la pregunta porque nunca me la habían hecho. Tengo una discapacidad auditiva por la que escucho sólo el 40%. Hice toda mi escolaridad sentada en el primer banco. Me puse audífonos recién a los 30, por negación mía, hasta que fui madre y por una cuestión de supervivencia me dije que tenía que escuchar a mi propia cría. Me sirvió mucho también en la política, porque muchas veces estuve, casi como única mujer, en mesas de hombres donde se tomaban decisiones difíciles, con muchas contrapartes. Cuando vos no escuchás bien, ves, y el lenguaje del cuerpo es fundamental para la comunicación. Aprendí que aprendemos con todo el cuerpo. Por eso, cuando veo a alguien sufrir durante su aprendizaje, necesito parar las rotativas. Por eso en mi libro hablo de «experienzaje«, porque el aprendizaje es una experiencia que necesita de un contexto educativo, de un ambiente preparado, un docente determinado que es más guía que maestro. Por eso mi cercanía con Montessori o mi amistad con Rosan Bosch y su capacidad de entender que el espacio, la infraestructura, educa tanto como un docente. Aunque también he estado en África, donde un chico aprende abajo de un árbol. Ahí está la magia de esta persona que se pone en el lugar de maestra con el que tiene el deseo de aprender. Porque uno no puede hacer nada cuando el que está del otro lado no quiere aprender.

-Desde hace unos diez años a esta parte la llamada «educación alternativa» ha crecido en Argentina. Incluso, con modelos financiados por Estados, como en Tierra del Fuego o San Luis. Más las escuelas de gestión social y las de gestión privada con modelos pedagógicos como Montessori, Waldorf. ¿Qué opinión tenés?
-Lo veo como una necesidad absoluta. La educación alternativa son todavía los pequeños destellos que nos van mostrando que es posible, que es necesario, así como en su momento fue la educación inclusiva de las personas con necesidades especiales, que hoy nadie discute. Esto es como el cupo femenino: ojalá algún día dejemos de hablar de eso porque no haga más falta. Ojalá dejemos de llamarla educación alternativa, porque lo alternativo es lo que se viene.
Es imposible pensar que la única educación posible va a ser dada en un único edificio físico, con un docente que entrar en un horario específico cada 45 min. Decirlo ya me suena absurdo. Ahora, ¿que el sistema está programado y financiado para funcionar así? Sí. ¿Se puede cambiar? Absolutamente, sí. ¿Requiere una compleja decisión y liderazgo político para hacerlo? Sí.
También es alternativo lo virtual, aprender a distancia. Nueva Zelanda ya tiene toda su escolaridad en línea, por ejemplo. Vamos hacia comunidades de aprendizaje donde la gente va a querer aprender de una determinada manera, con un determinado grupo de gente afín. No sé si vas a elegir la universidad más prestigiosa o la más cara para tener un título: se viene también la transformación del sistema universitario tal como lo conocemos. ¿Y quiénes van a liderar esta transformación? Los estudiantes.
En mi libro hablo del valor agregado de ser docente de acá a 40 años. Creo que va a ser más parecido a lo que hizo la genia de María Montessori en 1900, tiene más que ver con cómo acompañamos ese aprendizaje. A un docente que viene haciendo lo clásico eso le va a costar. Pero otros te van a abrazar cuando les rompas una estructura que los estaba ahogando. Hay que regular menos y confiar más en los docentes.

 

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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