«Muchas de las escuelas innovadoras están fuera del sistema, y ya sabemos la lucha que es ser reconocidas»: entrevista con Dora Ciappini, fundadora de la Red Cossettini

Durante este 2022, Dora Ciappini está de gira presentando su libro «La escuela de Olga y Leticia Cossettini. Mirar el pasado para recrear el presente», editado por Chirimbote. Dora forma parte de un grupo explosivo, la Red Cossettini, que agrupa a docentes jubiladas sin pelos en la lengua que han tenido una trayectoria larga, variada y crítica dentro del sistema educativo formal de Argentina. Son parte de la historia viva de un país que nunca se animó del todo a la escuela nueva y activa que propusieron las hermanas en Rosario allá por los años ´30.

Les recomiendo conocerla si pasa por sus localidades con el libro bajo el brazo. Y, si no, les dejo esta entrevista exclusiva que le hice para AlterEdu.

-¿Cuál es tu relación con la escuela Carrasco y las hermanas Cossettini para haberte inspirado a escribir este libro?
-Esta pregunta me lleva a mis orígenes y trayectoria como docente. Soy Maestra Normal Nacional, y apenas egresada comienzo a trabajar en una escuela de la ciudad de Buenos Aires con un proyecto educativo que se nutre de pedagogos del movimiento Escuela Activa. Allí, Luis Parrilla, que también está en el libro, me da tres textos para leer. Uno era “Vida de un maestro”, de Jesualdo Sosa; el otro, “Si yo volviera a ser niño”, de Januz Korczak, y el tercero era “El niño y su expresión”, de Olga y Leticia Cossettini. Desde ese momento ellas fueron inspiradoras de lo que yo sentí y viví acerca de cómo debe ser la educación y la escuela como institución.

Transité mis años dentro del sistema educativo llevando donde sea esta pedagogía cossettiniana. Y no por casualidad termino mi carrera profesional en el Instituto Olga Cossettini de la ciudad de Córdoba. Siendo directora allí, por una capacitación que hacía en Unquillo conozco a Amanda Paccotti. Junto a ella y otres docentes, entre elles Velia Bianco y Alvaro Escobar, fundamos la Red Cossettini, que tiene el objetivo de difundir y mantener viva la pedagogía de las hermanas.

Amanda (izquierda) y Dora, fundadoras de la Red Cossettini

-¿Qué te parece que diferencia tu libro de otros escritos sobre esa experiencia?
-No me detuve en pensar en ello, pero ahora que me lo preguntás creo que mi libro es un aporte más para conocer, por un lado, esta pedagogía cossetiniana de forma no aislada ni única, sino como parte de un movimiento que se daba en nuestro país junto a otres educadores transgresores e innovadores. Compartir mi experiencia como docente que trabajé vivenciando estas pedagogías; que se conozcan experiencias que hoy están existiendo dentro y fuera del sistema educativo y dejar la propuesta, a través de una serie de preguntas, para que el lector de manera colaborativa las vaya respondiendo y formulándose otras. También, invitándolos a crear sus propios proyectos como espacios educativos y/o como docentes en sus lugares de trabajo.

-¿Por qué la escuela viva de las Cossettini no se replicó en el país a una escala más significativa?
-Interesante pregunta, y compleja de responder en pocas palabras, porque hay muchos factores que a mi entender son los que incidieron para que estos proyectos no se hayan multiplicado. En el capítulo “Escuela Nueva – Escuela Activa”, desarrollo un poco esto que me preguntás. Lo sintetizaría diciendo que analizo cómo se origina este movimiento en nuestro país y las políticas educativas que, más allá del partido que gobierne, sus fundamentos y propósitos respondían a sostener valores de la escuela de la modernidad. También valoro el aspecto socio cultural, de ser una cultura del cumplimiento, y desde ese lugar el cómo de la formación docente y el qué de los deseos de padres, madres y sociedad.
Recordemos que siempre estuvieron dentro del sistema como escuelas “experimentales”, y que en algún momento dejaban de serlo. En el libro cuento sobre cuatro proyectos educativos de escuela activa, tres de Argentina y uno de Uruguay. De ellos queda solo uno en la actualidad, porque los otros tres los cerraron.
Tuvieron más trascendencia proyectos importados como las escuelas Waldorf y las Montessori, que proyectos nuestros que tengan en cuenta la contextualización de las pedagogías que se implementaban. Esto último, a mí entender, responde a la característica argentina de pensar que todo lo de afuera es mejor.

En la actualidad, muchas de las escuelas innovadoras y transformativas están fuera del sistema como “escuelas alternativas”, queriendo algunas de ellas ingresar al sistema y ya sabemos lo que cuesta esta lucha.

-Además de la soledad de los docentes que mencionás en tus encuentros con ellos, ¿qué otras cosas te cuentan o buscan?
-En esto entran algunas variables: según el contexto en el que trabajan, si están en actividad o no, si recién se recibieron, a qué nivel educativo pertenecen o quieren pertenecer según su título (niveles inicial, primario, secundario y/o terciario), la formación, entre otros. Una de las cosas que percibo es la no satisfacción, la no felicidad y el no disfrute del ser docente.

En algunos casos poniendo afuera la problemática, con quejas hacia les padres, les autoridades, la sociedad que “no los deja hacer”. Y en otres docentes, con una necesidad de mayores herramientas para entender a les niñes y jóvenes. Otra cosa en común que dicen todes es que “no llegamos a cumplir con los contenidos”. Por eso yo destacaba lo de “la soledad” como sensación de todes por diferentes motivos. No está en la vivencia el trabajo colaborativo, en equipos donde puedan apoyarse y ayudarse unes a otres.

Me preocupa y me ocupa la formación docente inicial y las capacitaciones como inherentes al logro de un nuevo docente, no el que todos traemos desde nuestras vivencias. Es necesaria la deconstrucción del ser docente.

Si Dora pasa por tu ciudad, no dejes de ir a conocerla

-¿Qué opinás del sistema de evaluación con calificaciones? ¿No creés que es la primera limitante para un buen clima escolar y para que la comunidad se oriente a aprender en vez de aprobar?
-No estoy en absoluto de acuerdo con la evaluación con calificaciones ya que fomenta la meritocracia, la competencia, y no se tiene en cuenta la diversidad de los procesos, cambiando el aprender por el aprobar desde un parámetro normalizador donde existen los que pueden y no pueden desde una lógica homogeneizadora de normalidad. Es una herramienta que favorece el individualismo, donde no se valora el trabajo en equipo de manera colaborativa.

En estas propuestas de pedagogías activas, participativas, democratizadoras, donde se tienen en cuenta a les niñes como protagonistas de sus aprendizajes, respetándoles los procesos, fomentándoles sus capacidades que son múltiples y todas valiosas, es una contradicción “calificar”. Ese no es el propósito, sino el de crecer teniendo en cuenta el proceso como variable primera y no el fin que supuestamente da una calificación. Evaluar, se evalúa siempre, y lo hacen les niñes y jóvenes en su proceso cuando van viendo qué aprendizajes van logrando, cómo lo hacen, qué cosas tienen que sostener y cuáles cambiar, si puedo solo o con la ayuda de otres. Hay muchas metodologías y estrategias pedagógicas que van por ese camino.

-¿Recordás alguna época de oro educativa, o el caso de alguna provincia o ciudad en relación a sus prácticas escolares?
-Si entiendo tu pregunta como si en nuestro país existió un momento donde llegaban a las escuelas propuestas innovadoras que hacían que se discutiera y se pusieran en cuestión lo instituido, te digo que sí lo hubo. No de manera que modificara el sistema educativo, pero que sí hacía que hubiera más escuelas que implementaran nuevas propuestas.

Esto fue en los años ´80, donde aparece la teoría de Jean Piaget, la alfabetización desde la teoría de E. Ferreiro, el constructivismo en lengua y matemática, y, un poquito más adelante, la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner. El error en muchas escuelas es que todas esas teoría se tomaban como metodologías, y eso no permitía crear propuestas innovadoras. Entonces, se sentía como fracaso, y fueron muy criticadas luego, desvalorizándolas mucho en los años ´90.

-¿Qué hacés cuando estás al frente de un curso?
-Estuve frente a cursos de primaria, de capacitación docente y de terciario. Actualmente estoy jubilada desde hace unos años, pero sigo acompañando proyectos de escuelas de gestión social y cooperativa en Córdoba. Ahí se ponen en juego pedagogías de las que cuento en el libro, aggiornadas a la realidad actual tanto contextual como de les niñes de hoy.

En el libro cuento lo que hice como maestra en la escuela de Luis Parrilla, donde trabajé desde el año 1969 al año 2002. Allí figuran algunas propuestas que nos caracterizaban, como por ejemplo las asambleas diarias; el trabajo por proyectos que surgían de los intereses de les niñes; la no rigidez en los grados; educación sexual, hoy ESI, desde jardín hasta séptimo grado; la evaluación formativa; el uso de los cuadernos; el juego y el arte como metodologías de aprendizaje; el trabajo en equipos rotativos; etc.

De eso que cuento, hoy haría lo mismo en cuanto a formar personas para una nueva sociedad. Pero recrearía actividades, metodologías y recursos que sean los que les niñes de hoy nos demanden.
Aprendí de Luis Parrilla la importancia de que la escuela descubriera y conociera el “universo interior”, tanto en las personas adultas como en las infancias, y es desde allí que construí mi ser docente.

Mientras te contesto pienso que, en toda mi historia docente, de 53 años, y de lo que leí siempre de educadores innovadores, la escuela siempre está en crisis. Lo que diferencia las crisis es que siempre tienen que ver con el contexto. Creo que la crisis actual es la más fuerte porque, a mi entender, la escuela como existe ya no sirve más. Hay que hacer como decimos con Veyi, simbólicamente, desarmar para volver a construir algo totalmente diferente.

Fechas de la gira de presentación del libro:

14 de setiembre: 19 hs. en ISPEL N3 Villa Constitución, Santa Fe.
15 de setiembre: 17 hs. en la Feria del libro de Rosario.
24 de setiembre: 10 hs. en la Escuela El Caracol, San Marcos Sierra, Córdoba.
30 de setiembre: 17 hs. en el Profesorado Pueblos de América, CABA.

Contacto con Dora Ciappini: dciappini@gmail.com / Instagram: @dorasusanaciappini

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Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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