La educación en cuestión: reflexiones de la primera encuesta de AlterEdu entre lectoras y lectores

El cierre de escuelas dio lugar, sin planearlo, a una gran encuesta «a cielo abierto» sobre las percepciones que todos y todas tenemos acerca de la educación. Que se volvió remota en relación al aula o el espacio educativo, pero más cercana que nunca en relación a nosotros, los padres, madres o tutores, en casa. Para aprovechar esta efervescencia, lancé al ciberespacio mis preguntas y ustedes, lectores y lectoras, me recompensaron con decenas de respuestas. Hoy les traigo los resultados de mi primera encuesta, anónimos y resumidos, para pensar entre todos. El sorteo del libro «Más allá de la escuela. Historias de aprendizaje libre» entre los 74 correos que enviaron, lo hice el 10 de junio mediante la web www.sortea2.com. El ganador fue el correo l………o@gmail.com y el libro ya está camino a Rosario.

¿Por qué mandamos a nuestros hijos/as a la escuela realmente?

La primera pregunta que hice fue: ¿por qué mandás a tus hijos/as a la escuela? A simple vista la respuesta parece obvia, pero AlterEdu nació para no dar nada por sentado en materia de Educación. Se podían elegir varias opciones a la vez, y «Para que socialicen» fue la más votada, con 55%. «Para que aprendan» apareció en segundo lugar, con 30,5% de los votos, y le siguieron:

«Van a una escuela o espacio de aprendizaje alternativo» (25,3%)

«Porque es obligatorio» (21,1%)

«No van. Hacemos homeschooling/unschooling/worldschooling» (16,8%)

«Para que los cuiden mientras trabajo» (13,7%)

«Para que pasen al siguiente nivel educativo» (8,4%).

«Porque es la única forma de aprender/enseñar que conozco» (3,2%).

¿Cómo reaccionó la escuela de tus hijos/as a la pandemia?

En segundo lugar quise saber cómo evaluaban la forma en que las escuelas/espacios de sus hijos e hijas habían reaccionado a la situación de aislamiento. De cuatro respuestas cerradas, el 43% eligió la opción: «Bien. Es flexible, no atosiga con trabajo, se preocupa de forma visible». En segundo lugar, el 22,8% respondió: «Igual. Envía trabajo con el mismo formato presencial, pone fecha de entrega y evalúa». El 19% cree que reaccionó «Mal. Reproduce lo peor de la escuela presencial y exige como si nada sucediera». Por último, con el 15,2%, la menos elegida fue la reacción ideal: «Muy bien. Es creativa, aprende y ha asumido un nuevo rol en esta situación».

Si estás pensando en otra opción para educar, ¿qué te haría falta para poder empezar?

En la primera de las preguntas abiertas, donde lectoras y lectores pudieron usar sus propias palabras, quise saber qué piensan que necesitarían para elegir otra opción educativa para su familia. Es decir, qué variables harían que se animen a dar un salto. Estas fueron las respuestas representativas: «Que resulte fácil incorporarse al sistema cuando lo desee o precise» / «Que pueda ponerme de acuerdo con le padre de mis hijes» / «Ambos necesitamos trabajar y las opciones no convencionales están fuera de nuestro alcance. Pero logré reducir mi tiempo fuera de casa y estoy más tranquila con la escolaridad de nuestra segunda hija» / «No hay alternativas en el lugar donde vivo y me resulta inviable tomar ese rol con mis hijos» / «Que haya una escuela viva o comunidad de aprendizaje para adolescentes» / «Me gustaría que hubiera una opción bilingue y fuerte en ciencias para que aprendan a pensar. Después, que hagan lo que quieran» / «Poder crearla todo el tiempo, que no necesariamente estuviera en un lugar o país» / «Que estén certificadas, reconocidas por el Ministerio de Educación» / «Una red de familias unschoolers o ua escuela democrática cerca» / «Una escuela con menos alumnos, espacios multiedad y maestras preparadas» / «Estabilidad financiera para desescolarizar» / «Me gustaría poder elegir una escuela pública con pedagogía alternativa» / «La burocracia impide el reconocimiento de las alternativas y terminamos yendo a lo que hay» / «Valentía para enfrentar al sistema» / «Valoro la socialización del sistema oficial pero me gustaría que se valoren las diferentes capacidades y aportes de cada alumno, y en eso es obsoleto» / «Que otra opción sea compatible con la logística familiar» / «Que tenga en cuenta los intereses de los niños, dé lugar a sus emociones y los contenidos tengan relación con su vida real» / «Les escolarizamos para que su educación no se base en el privilegio de clase de tener padres universitarios qué les pueden brindar educación con más recursos que el resto. Lo que me gustaría para desescolarizar es que todas las familias pudieran brindar a sus hijes esa oportunidad» / «Que esté consolidada y tenga proyecto de futuro sostenido» / «Más herramientas y materiales apara poder acompañarlos» / «Una escuela con más actividades prácticas de la vida, de expresión, donde no pasen todo el tiempo sentados, con heterogeneidad y buen uso de la tecnología» / «Que haya continuidad de grupo a lo largo de los años».

Si tus hijos/as están desescolarizados, ¿qué te haría falta para estar mejor?

Mi siguiente pregunta apuntó sólo a aquellos adultos cuyos hijos o hijas no están escolarizados. Quise saber qué necesitarían para estar mejor. Estas fueron las respuestas que representan el total: «Tener una red de sostén o a la familia más cerca» / «Que fuera legal para estar más tranquilos», que las familias puedan tener más libertad para elegir» / «Más materiales, formación, guías» / «Que en los espacios colectivos la participación de las familias sea mayor» / «Más familias para poder crear un proyecto común» / «Menos presión laboral para tener más tiempo con mis hijos» / «Que el Estado no nos discrimine por no elegir la educación oficial, por ejemplo, no otorgándonos las AUH» / «Que la escuela mantenga su esencia, porque la ha ido perdiendo al tener que encuadrarse a los requerimientos oficiales» / «Mayor contacto con la naturaleza, sustentabilidad económica, organización comunitaria» / «Que hubiera una opción en Argentina para acreditar sin rendir libre» / «Más compañeros y dinero para pagar a educadores, talleristas» / «Regularidad de encuentro con otros y otras» / «Apoyo de los organismos» / «La aceptación de la sociedad» / «Que el Estado reconozca y apoye la Educación en Casa en todas sus variantes y reconozcan las diferentes escuelas alternativas, sin ser perseguidos y juzgados, sin tener que pagar anualmente colegios extranjeros para certificar o gastar en abogados para defendernos»

¿La pandemia te trajo alguna reflexión acerca de la educación/escolarización?

Cuando pregunté a todos, con hijos/hijas escolarizados o no, si la pandemia les había traído alguna reflexión acerca de la educación, estas fueron las principales cuestiones que surgieron:

«Sí. Que a nuestros hijos también debemos enseñarle en casa sobre valores, sobre responsabilidad, meternos más en su vida, guiarlos. Nos ayudó mucho a comprenderlos y no dejar todo librado a la escuela».
«Que recién ahora otros notan que no está bien o falla».
«En nuestra realidad personal no cambió demasiado, ya que no escolarizamos ni nos ajustamos un sistema de enseñanza determinado. Sí nos comenzó a afectar el no encuentro físico con amig@s y familia, y en nuestro caso la reducción de posibilidades de movimiento ya que no tenemos una casa con verde y patio amplio».
«Que la escuela tradicional frustra el aprendizaje».
«No. Siempre estuve preocupada por el sistema educativo tan deficiente basado en la competencia y el individualismo. Además, las escuelas son lugares que propician el bullying».
«Me dí cuenta de que soy mucho más relajada de lo que yo pensaba con los tiempos de educación de mi hija mayor. Cuando quiere hacemos tarea, cuando no tiene ganas, no hacemos nada… Va aprendiendo de otras experiencias, a pesar de que mi marido y yo seguimos trabajando».
«Con la menor, busqué en Internet actividades para ponerla a «hacer tarea» cuando la hermana hace. Aprendimos las figuras geométricas pintando de un color los triángulos, de otro los cuadrados, etc.».
«Que los chicos van a valorar más el educarse, más allá de que les cuesta enfocarse en casa».
«El privilegio, placer y honor de observar a mi hijo aprender a su ritmo».
«Claramente, la pandemia, como en muchos otros ámbitos, ha puesto en evidencia problemas preexistentes en la escuela. Los docentes no están preparados para adaptarse a un formato no presencial, hay mínima interacción con los alumnos. Observo que no están tomando nota si los chicos van asimilando los temas planteados o no».
«Mis hijos son muy maduros, se adaptan a la nueva situación, pero es para ellos fundamental socializar también y es lo que más extrañan de la escuela. Por lo demás, están contentos de poder compartir más tiempo juntos».
«Refuerza lo que ya veía, que el sistema educativo es anacrónico y su paradigma ya obsoleto».
«Mi hijo extraña a sus amigos. No extraña ni a sus maestros ni a la escuela. «Es lamentable. Pienso que podríamos mejorar entre todos la escuela pública»
«Confirmar nuestra decisión».
«Afirma lo que ya pensaba antes».
«Sí. ¡Que el colegio tradicional es al pedo!».
«Que aprende muchísimo en casa».
«Qué importante es la libertad de elegir qué quieres o cómo quieres hacer algo. Que el encierro solo reduce la imaginación, que es muy difícil recrear la mente encerrado en cuatro paredes, que es muy importante aprender haciendo, ¡que es la mejor manera de aprender!».
«Que necesitamos más meditación y trabajo de autoconocimiento, trabajo corporal-psíquico. Herramientas para otras dimensiones del humano. Puede estar llevado al «servicio» , compasión, etc. Transversalizarlo todo. Discapacidad, arte, ciencia espiritual, analfabetismo, educación ancestral, autosanación».
«La importancia de estar presente acompañándolos, la disciplina para estudiar todos los días un poco, el compromiso, la presencia, la creatividad».
«Muchas, muchas preguntas. Veo cómo mi hija si no le querés enseñar, aprende, se arma proyectos, preguntas y pide charlarlas, buscar información».
«Que ellxs siguen aprendiendo e interesándose en proyectos más allá de asistir a espacios destinados para ello».
«Sí… me trajo de vuelta la pregunta de por qué no me animo a hacer algo nuevo. Soy docente primaria».
«Volver a hacer unschooling como lo hicimos hace un año».
«Sí. Que tan solo prestar atención a las propias curiosidades de mi hijo nos llevó a investigar y profundizar en temas que no están en la “currícula”. Y la forma en que asimiló esa información fue dinámica y alegre. Jamás había pensado seriamente en unschooling hasta hoy. Me he encontrado con las herramientas para afrontarlo y lo estoy considerando como un cambio a futuro no muy lejano».
«Sí. Que pueden aprender en casa con algunas técnicas alternativas pueden hacerlo de manera semi-presencial».
«El método educativo me parece que es muy antiguo y no considera otros aspectos de la vida en la que los niños deberían ser educados».
«Reforzamos mucho los vínculos… La presencia del papá al no trabajar, el vínculo como hermanas al no ver a sus amistades. Nos replanteamos la economía familiar, el ritmo de vida que llevamos… Nos preguntamos cómo sería nuestra vida si mi compañero no trabajara afuera y pudiéramos encontrar formas alternativas y más soberanas de satisfacer necesidades básicas».
«La escuela debe cambiar las prioridades y las alternativas también deben ponerse a pensar. No está todo dicho».
«Sí, que los chicos pueden aprender igual aún sin ir a la escuela».
«La escuela está muy desactualizada. Han tenido que ver cómo adaptar los contenidos, y muchos profesores no tienen herramientas didácticas ni pedagógicas adaptadas a la educación virtual».
«Estamos felices con la decisión de no mandarlo. No podríamos cumplir con las tareas. Lo vemos en nuestros sobrinos».
«Reafirmación en la búsqueda por fortalecer la autonomía, la mirada critica y la capacidad de accionar buscando una salida colectiva, cruzando todos los ejes: educación, salud, alimentación, economía, política, etc.».
«Me doy cuenta lo pobre que es la educación oficial y que mi hijo aprendió mucho más en casa que en el jardín. Además, lo noto más feliz a pesar del aislamiento».
«Sí, que estoy lejos de ser lo que yo desearía y lejos de ser lo que mi hijo necesita».
«La pandemia me está alejando del colegio más. Estoy analizando todo».
«Sí. Que desescolarizar es posible».
«Sí. ¡Que en casa estamos bárbaro! Que mi hijo desplegó la creatividad más que nunca y que, al contrario de lo que creía, puedo enseñarle a mi hijo de todo y de muchas maneras distintas. Sólo es cuestión de disponibilidad emocional y tiempo».
«Lo más importante para mí hoy es poder haber elegido vivir en comunidad». «Mi hija de 6 años fue al jardín público con pedagogía Montessori. Las tareas que le mandan de primer grado le resultan aburridísimas. Fue un cachetazo de realidad (aunque lo imaginaba), saber que a partir de ahora, durante su paso por la escuela primaria, todo su impulso y alegría por el conocimiento quedarán debilitados en pos de la uniformidad y del «hacer lo que dicen». Estoy bastante contenta con la cuarentena, porque no le damos mucha bola a la tarea que nos mandan, ella investiga sus temas, está en una etapa de explosión de lectura y escritura. La veo y me alivia saber que no tiene que dejar de hacer eso para cumplir con el programa de la escuela.»
«Completamente. Ya desde antes inclusive».
«Me doy cuenta ya con la de 15 los resultados en el proceso educativo, que son los mismos que responden a estándares a cumplir y que no reflejan absolutamente nada. Son lo único que importa. Y juntas estamos haciendo las tareas. Ambas sufrimos igual la frustración de no entender ciertas cosas. Creo que disfruto más yo que ella aprendiendo por primera vez en mi vida por interés propio algunas materias. Las cosas que ella realmente odia las hago yo y después le explico lo que entendí. No tengo ganas de obligarla realmente a hacer cosas que no desea, ni le interesan. Es muy probable que no interfieran en su vida».
«Me ha llevado a preguntarme, una vez más, qué persona estoy criando. Y qué le quiero transmitir. Nos ha desafiado ampliamente en nuestros conceptos, positivamente».
«Ha reforzado la decisión. Seguimos acompañando sus desarrollos y pensando y observando sus intereses, interacciones y elecciones. Solo falta el factor social y el natural, el espacio verde, y se nota. Lo virtual acerca pero por suerte no es suficiente».
«Crecer en educación emocional».
«No específicamente por la pandemia, ni he tomado ninguna resolución. Sí sigo reflexionando sobre el sistema en el que estamos y en cuánto queremos seguir formando parte del mismo».
«Sí, que vivir en una gran urbe es cada vez más contraproducente para tener un buen vivir».
«Nos ayudó a organizar mejor algunos espacios de la casa y a tomarnos tiempos más relajados. Reforzamos desde el extrañar, el valor de el encuentro con otres niñes y el aprendizaje en comunidad en espacios preparados».
«Que la escuela tiende a igualar a todos sin notar individualidades».
«Que las escuelas no tienen un rumbo, ni toman al niño como el centro y menos se ocupan de los valores y el bienestar».
«Que la escuela es un lugar de encuentro, socialización, importante».
«Sí, me confirma lo de siempre. No fomentan el interés por aprender, sólo cumplen con la currícula, y que al final siempre la que enseña soy yo».
«Lo que ya sabía, que la escuela es un lugar para domesticar sujetos para que sean serviles al status quo».
«Sigo confirmando que una de las mejores decisiones ha sido no escolarizar a mi hijo, al igual que sigo sintiendo la gran importancia de la naturaleza y cuidar los vínculos con ella y con las personas».
«Confirmar que el camino no es la escolarización, que no pierden nada, sino que ganan mucho: saber de sí mismos, de sus deseos, aprender con pasión y elección. El aprendizaje está en todos lados y los niños guían ese camino, estando en casa eso se ve con claridad. Solo basta con estar disponibles para observar y atender sus necesidades».
«Sí. Que necesitamos re-estructurarnos y desandar muchas viejas costumbres instalada,s como el cumplir a toda costa. Los chicos y las maestras lo entendieron antes que las familias, creo».
«Me hizo tomar mayor dimensión sobre los cambios profundo que la escuela debe realizar. Si bien usan terminología y conceptos como aprendizaje significativo, se pierde la importancia del vínculo, del feedback que necesitas para aprender, y el respeto por los tiempos de cada ser para aprender. Eso se debe cambiar».
«Sí. Cuántas cosas importantes olvidamos enseñar, y que difícil se hace sostener».
«Sí. La tranquilidad de sentir que estamos haciendo bien y la alegría de esta forma de vida, mucho antes de la pandemia».
«Como familia sentimos con más confianza que el camino es fuera de la escuela, con experiencias enriquecedoras y aprendiendo de toda persona que la vida nos cruce».
«No considero que haya sido la pandemia en primer lugar. Tengo una hija adolescente en último grado de secundaria y desde que ingresó al sistema educativo sentí que no era lo adecuado para ella. Y si no lo era para ella, tampoco para muchísimos niños más. Los niños aprenden con una facilidad asombrosa, pero la escuela es la forma que conocemos y los limita mucho». «El sistema que prevalece no está adaptado al mundo actual, por lo tanto a los estudiantes no les interesa. Cumplen, pero no les interesa».
«Sí, fortaleció nuestra opción de unschooling».
«Lo afortunados y agradecido que somos/estamos».
«Sí. La necesidad de volver a las bases, a la lectura, al pensamiento y la creatividad».
«No en particular de la educación. Creo que es un momento de crecimiento profundo, una preparación para poder soltar todo lo que no nos sirve como sociedad y comenzar a vivir una nueva etapa de la humanidad. Sí estoy más segura de que lo mejor que puedo brindarle a mis hijxs es una educación espiritual (no religiosa) y las herramientas para poder transformarse siempre y aprender, sea lo que sea que nos desafíe. Siento que nos obliga a establecer prioridades y actuar en consecuencia. La batalla no es afuera, es adentro. Aceptar las leyes no implica doblegarse ante ellas».
«Sigo eligiendo una escuela cercana, municipal, de jornada simple, y el resto del tiempo, libertad para elegir itinerarios potentes de aprender fuera de la escuela».
«Si fuera por mí, ya no iría más. Lo mandaría a un club y que los contenidos necesarios los aprenda en casa».
«Que siempre hay más para conocer sobre tu hijx».
«Que la tarea de enseñar no es sencilla. Y que les niñes disfrutan mucho aprendiendo en cualquier momento. Y que cualquier momento de curiosidad es ideal para enseñar».
«Sí, que el aprendizaje vivo es la vida misma. Pero vivir al ritmo del sistema a veces lo dificulta o desvirtúa».
«La importancia de los amigos».
«Que la educación tiene que cambiar urgentemente. Tengo una beba de un año, pero los hijos de mi pareja son cuatro y tienen una educación tradicional».
«Sí. Confirmando lo poco útil que es. Y viendo cómo los vecinitos están cargadísimos de tareas».
«La reflexión es que la escuela tradicional emite verdades absolutas e impide cuestionarse y ser crítico. Y estas verdades ya se están cayendo en la sociedad común».
«Que es muy estructurada y previsible, muy lejos de lo que se necesita para el incierto presente, que es la adaptación al cambio y habilidades básicas para la supervivencia: huerta, construcción, cocina, manualidades y, sobre todo, autoaprendizaje y desarrollo de las mejores habilidades individuales».
«Que afortunadamente está en una escuela con una señorita a cargo que es muy piola. Que veo las escuelas convencionales y respiro aliviada de que mi hija no vaya a una de esas».
«Sí, muchas. Aún estoy trabajando en ellas. Que estar con él a tiempo completo me resulta muy difícil. Que tengo que aprender muchas, muchas cosas. Que pensé que mis principios eran más sólidos y esta cuarentena me encuentro en lugares que pensé que no cedería. Que tengo que invertir tiempo y energía con él y para él para darle la crianza que elijo. Más de la que venía poniendo».
«La educación de mi hija no se vio afectada por la pandemia, pero sí las actividades deportivas que hacía, tuvimos que inventar actividades para espacio reducidos para tratar de cubrirlas. Al escuchar los comentarios de familiares que escolarizan, las conferencias de prensas oficiales del Ministro de Educación y sus decisiones y al acceder a los contenidos oficiales, afirmo una vez más que el sistema educativo argentino actual ya no sirve para nada y no me arrepiento haber sacado a mi hija de ese sistema prehistórico. Lo bueno de la pandemia es que muchas personas en Argentina conocieron la Educación en el Hogar, incluido el Gobierno e incluso varios han usado la palabra HOMESCHOOLING».
«Sí. Cada día pienso con más firmeza en abandonar la educación oficial».
«Que es más fácil de lo que creí hacer actividades y enseñar/aprender».
«Sí. Estoy feliz de poder seleccionar sus tareas, de ser partícipe del aprender a leer de mi hija, de todo lo que pueden aprender dentro de un juego».
«Confirmó pensamientos: que la escuela para mi hijo sólo es importante como espacio de socialización y que aprende mejor y más cuando está en casa. A veces aprende más mirando videos en YouTube y preguntándonos que yendo a la escuela».
«Soy docente. Es más importante ayudar a los alumnos a ubicarse en la presente situación que exigirles demasiadas actividades, principalmente aquellas que se desarrollan mejor en la presencialidad. Ahora debo aprovechar las circunstancias para «rearmarme» y potenciar las herramientas digitales para que al volver podamos mejorar y complementar la estructura y funcionamiento tradicional».
«Muchísimas reflexiones. Tristeza. Una gran oportunidad de ver muchas dinámicas en ellxs y en lo que propone la escuela en este contexto».
«Que en la escuela se aburre y creo que no la pasa bien, que necesita algo mucho más intrigante».

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Por último, les pregunté a mis lectoras y lectores qué temas les gustaría ver en mi sitio y tomé nota de todo. Espero poder ir publicando lo que les interesa de a poco. Si no llegaste a responder, no te preocupes, podés escribirme todo el año al correo altereduinfo@gmail.com. Les recuerdo que el sitio se actualiza dos veces por semana y aviso en las redes sociales: Instagram: @altereducacion Twitter: @BulitDolores y Facebook.

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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