Entrevista con Juli Garbulsky, el zombie que despertó cuando salió de la escuela

Dijo en voz bien alta lo que piensa cualquiera en el secundario. Lo que nosotros, que ya somos adultos, parecemos haber olvidado. Un secreto a voces guardado generación tras generación. Ávidos por saber quiénes somos, por aprender y participar, nos condenan a muerte en plena vida. «Pizarrón, carpeta, prueba. Mi vida se divide en la escuela y en la vida real. Somos zombies en la escuela», explicó sin medias tintas a su auditorio de las charlas TEDx Río de la Plata en 2017.

Esa noche, Juli Garbulsky se fue a su casa con muchos aplausos. Poco después, 2 millones más lo vieron en YouTube. Y tan contundente como su oratoria fue el diálogo que abrió el video en los comentarios. Chicos y chicas agradecidos por nombrar «eso que nos pasa a todos», porque ahora «ya no se sienten solos». Si se toman el trabajo de leer las casi 3 mil opiniones, verán que no son críticas vacías. Son personas jóvenes deseosas de aprender, de sentirse útiles. Que reclaman lo que Juli pidió en su charla: poder elegir qué aprender y que la escuela se parezca a la vida. Demuestran que la de Juli es una percepción generalizada.

«Mi sueño es cambiar el sistema educativo, que le enseñen a cada estudiante qué es lo que le gusta y elegir».

«Yo quiero elegir qué materias quiero aprender. Me gusta el deporte, no me acribillen con matemáticas avanzadas».

«Desde mi perspectiva debería ser diferente a las clases donde te sientas a una carpeta y escuchas, debería haber más dinámica, no solo preguntar cosas, sino también hacerlas, salir del salón y quizá salir del colegio para aprender de manera práctica y no solo teóricamente. No sé si tu, pero yo aprendería mucho mejor así».

«A mí me pasa que casi todo lo que hago gira en torno a la escuela. Me levanto porque tengo escuela, estudio porque estoy en la escuela, hago la tarea de la escuela, hago alguna actividad que me gusta y disfruto el momento porque no tengo tarea de la escuela. Me voy a dormir temprano porque mañana escuela, no quiero despertarme porque se vuelve a repetir… Lo peor es que este año no tengo educación artística, ni música ni plástica, y esas eran las únicas materias que por lo menos tenían algo diferente».

«Mi sueño es tener un colegio donde los alumnos hagan el colegio y no el colegio a ellos».

«Más bien, es culpa de todos los que te exigen sacar esa buena calificación, y que si no la alcanzas, decepcionas. Termina uno, muchas veces, por traumatizarse por querer sacar buenas calificaciones para pasar la materia y no decepcionar a los padres, no sentirse como unos fracasados. Por eso es que una simple calificación puede afectar tanto a una persona».

Todos nos dicen «hay que aprovechar el tiempo» y nos mandan a la escuela. Donde perdemos mucho tiempo.

Y así. Léanlos todos. Son la mejor lección de pedagogía, porque ellos pueden reconocer y nombrar lo que de chicos no podían. Esa sensación palpable de que algo está mal en la escuela. Incluso, los comentarios reflejan debates pedagógicos que tenemos en el mundo de la educación no convencional: ¿debemos o podemos todos aprender lo mismo? ¿Por qué cuesta tanto confiar en la motivación como motor para el aprendizaje?

Cinco años después de su charla TEDx, nos encontramos con Juli en una heladería de Buenos Aires. Estuvimos de acuerdo en vernos cara a cara, en vez de hacer la entrevista por zoom. Lo felicité por la valentía de nombrar esa incomodidad escolar cuya utilidad nadie puede explicar. Me contó que, cuando apenas estaba en el jardín, su mamá le hizo una especie de entrevista preguntándole por qué no le gustaba ir. El papelito con sus respuestas salió de un cajón muchos años después, cuando preparaba el texto de su charla. Me doy cuenta, entonces, de que Juli es parte de esa minoría que es capaz de nombrar su malestar desde chiquito y resistirse a ser convencido de que todo está bien. Incluso, a contramano de la marea de adultos que, con amor y convencimiento, repetimos que es lo que hay que hacer.

-¿Qué estás haciendo ahora?

-Empecé la licenciatura en Matemáticas en la Universidad de Buenos Aires. Pero en 2019 no me estaba copando y la dejé. Y hace un año volví a la facu porque extrañaba, sobre todo, la parte social. Hago materias y trato de aprobarlas, pero no porque me interese el título sino porque quiero seguir aprendiendo. Me encanta estar con la gente y el ambiente que hay, conocer gente nueva.

Ahora estoy en la carrera de Ciencia de Datos. Hay muchas materias en común y es difícil decir en qué carrera estás. Cuando pinta, hago materias de datos, y si no, de mates. Si algún día me recibo, no sé qué va a decir mi título.

-¿Cómo fue que decidiste dar la charla TEDx?

-La di casi un año después de terminar la escuela. Una de las organizadoras estaba armando un bloque sobre educación y quería tener varios puntos de vista. Había un director, un neurocientífico, una maestra y alguien que haya estado en el secundario. Yo una vez había ido a una charla suya sobre aprendizaje y ella sabía mi postura, que desde muy chiquito no me gustaba la escuela. Y me propuso darla con todo eso que yo pensaba. Fueron seis meses de prepararla, que durara menos de 15 minutos, todo un proceso de quedarme con lo más importante. Creo que, en definitiva, lo único que hice fue decir lo que muchos pensamos de la escuela. Que repetimos de memoria, que no pensamos y que no elegimos. Es muy loco que no tengamos nada de elección en todo lo que aprendemos en 12 años. Eso me motivó a hacerla. También nombré algunas cosas, chiquititas, que vi y que sí me gustaron, para que se haga más de eso.

-¿Cuál fue la reacción de las personas cercanas?

-Mi familia y mis amigos me ayudaron mucho, la practiqué muchas veces con ellos. Me tiraban ideas. Prácticamente todos se sentían identificados. Como mi escuela era muy grande, no sé cuantos vieron mi charla. Y el que la vio quizás ni sabe que fui su alumno. De hecho, en la charla no mencioné la escuela porque tenía miedo de que se interprete que hablaba mal de mi escuela, cuando estaba hablando de todas. Siempre pensé, ¿sería mi escuela? Pero no, porque casi toda la gente que conozco piensa lo mismo. Incluso en la mía, dentro de todo, había muchas cosas que me gustaban, como un montón de talleres para elegir.

¿En el horario de clases?

-Bueno, no, en el almuerzo o después. Aunque a veces lograbas hacerlo en horario de clases, te justificaban. Yo lo hacía con el taller de Olimpíadas Matemáticas.

Una vez me escribió un profe con el que tenía una relación copada. Había visto la charla, bah, en realidad un recorte que habían viralizado en TikTok; habían sacado la parte positiva. Y me dijo, pero che, nosotros hicimos un montón de cosas piolas… Y le expliqué que había visto la versión recortada. El era uno de los piolas. Hace pocos años me encontré con otro que la vio y, medio en chiste, no me quería preguntar por miedo a que le diga que el no era de los copados.

-Es una de las charlas más vistas y comentadas la tuya. Por lo menos de las que han dado personas de tu edad.

-No sé. De vez en cuando me escriben a mi Instagram diciéndome que me vieron. Me imagino que me ve gente más de mi edad o chicos que ahora están en la escuela. Se había viralizado un poco en el momento y ahora con TikTok se volvió a viralizar. Yo no tengo, así que cada tanto me avisan amigos que encuentran pedacitos de mi charla a los que los editan con música triste o pianos de fondo. El mensaje, por suerte, llegó a mucha gente. Me escriben diciendo que los hice pesar en algo que no habían pensado, que se ven completamente identificados. De vez en cuando me escribe algún un profe contando que lo miraron con sus alumnos para pensar juntos qué podían hacer.

-¿No tenés una sensación de que todos aplauden pero después no hacen nada? Yo muchas veces la tengo.

-No tengo un dato concreto de si algo cambió ni qué. A mí, con que un profe me haya visto y cambie algo, vale la pena. De hecho, me comentaron que en México en algunas capacitaciones docentes pasaban el video. Hay que ver qué hace con eso la gente que la mira… Otra vez me escribieron de una escuela contándome que en una materia iban a empezar a aprender por proyectos.

-Cuando crecemos, nos olvidamos de muchas cosas. ¿Vos creés que te vas a olvidar de cómo te sentías en la escuela? ¿Y si tuvieras un hijo y te dice lo mismo que vos le decías a tu mamá y tu papá, qué harías?

-Me cuesta mucho imaginarme con hijos, porque creo que falta mucho. Tendría que ver qué siento en el momento. Empatía me generaría, como cuando cualquier persona me dice que no le gusta la escuela. Ahora que pasó un tiempo lo revivo cuando algunos primos más chicos me piden ayuda en matemáticas, me da pena ver lo mecánico y repetitivo, que no entiendan por que están haciendo. Veo las cosas que hacen y me pone triste recordar. Las pocas veces que entré a mi escuela para saludar me agarró la sensación de que la pasaba peor de lo que recordaba. Espero no olvidarme, creo que tuve la suerte de dar la charla para dejarla como evidencia para mí mismo.

-¿Cómo reaccionaban tus padres cuando te quejabas de la escuela?

-Lo hablamos varias veces, en especial cuando estaba en secundaria, en segundo o tercero, que fue la época de mi bronca más fuerte. Si en ese momento hubiese sabido que podía haber algo diferente, algo hubiera hecho. En ese sentido, mis viejos son bastante abiertos y siempre hablamos de esto. Creo que ahora deben saber más que antes, yo mismo me voy enterando ahora de formas alternativas de educación. Ellos siempre me re apoyaron con la escuela, si bien el final de la conversación era siempre: «la escuela la tenés que hacer igual».

-¿Entraste algunas vez a una escuela «alternativa»? A vos que te gustan las matemáticas, por ejemplo, se aprende muy distinto en las Montessori.

-Conozco un par de personas que fueron y me contaron. Pero vos sabrás más así que ahora te voy a preguntar. Justo un amigo me mandó un libro de matemáticas que se llama «Demostraciones sin palabras». En vez del teorema y la catarata de fórmulas y palabras, hay fotos con dibujos que te prueban el teorema.

-En tu charla proponés como solución «para dejar de ser zombies», poder elegir los aprendizajes. Y, sin saberlo, nombraste escuelas que existen hace décadas y hacen precisamente eso. Son las Escuelas Democráticas y ha y cientos repartidas en todos los continentes. Ni siquiera te ponen notas, sino que hacen documentos explicando tus habilidades e intereses. Y si las ponen, es solo para los que aplican a los exámenes para entrar a una universidad.

-No las conocía. Me encanta eso que sea una descripción de una persona y no un número. Como la charla TEDx de Sofía Camussi, con la que estoy muy de acuerdo. De hecho, somos amigos, nos conocimos en unos campamentos científicos.

Juli mira su celular y me avisa que se suspendió la clase que tenía que dar. Y que, entonces, tenemos más tiempo.

-¿De qué das clases?

-De creatividad, programación, de ingenio matemático. Para chicos que quieren aprender a pensar, que les guste la lógica. Bien alejado del apoyo escolar. Aunque eso también lo hice, pero la del cole no es la que más me copa por ser repetitiva y porque aunque le ponían toda la garra, ellos querían sacársela de encima. Enseñarle a alguien que tiene ganas de aprender me apasiona. Durante la pandemia di muchas clases de ingenio para chicos de 12 a 16 años. Al estilo de lo que hace Adrián Paenza.

-Y ahora, en la facultad, ¿sentís que se parece a esa escuela que criticás, o no?

-Prácticamente no. Por lo menos, las clases y profesores que conozco, no. Acá la primera diferencia importante es que yo elegí estudiar matemática, y en la secundaria nunca elegí. No se como será en otras carreras, pero en Matemáticas la gente que suele estudiarla tiene mucha pasión, y los profes también. Hay mucho de eso de que te apasione algún tema y te recomienden qué leer. por dónde investigar.

En el Ciclo Básico Común y primer año sí sentí más que repetía de memoria sin saber qué estaba pasando. Como en los exámenes de la escuela, que aprobaba porque sabía qué hacer pero no por qué. Creo que eso es porque ahora estoy más adelante en la carrera y se requiere pensar lo que está pasando.

Me gusta hacer materias con amigos. En pandemia hacíamos campamentos con una amiga y un amigo. Nos quedábamos despiertos para «darle» a las guías. Eso de estar y aprender con otros me encanta. A veces trato de hacerme un plan de materias, pero se me termina cayendo porque me entero de otras y me anoto. Necesito estudiar y hacer las cosas con otros, así que eso me influye mucho. Me gusta divertirnos entendiendo lo que estamos estudiando. Ahora se va poniendo más interesante y creo que esta carrera de Ciencias de Datos se parece más a lo que buscaba originalmente.

-¿Por qué?

-Porque las mates son muy abstractas. Y eso me encanta, pero… Hay una canción que dice algo como «qué lindo sentir en las manos que has trabajado algo por vos». Cuando programás podes ver toda esa matemática haciendo algo piola.

-¿Qué te imaginas haciendo en el futuro cercano?

-Cuanto más pasa el tiempo, más me convenzo de que nunca voy a saber qué hacer con mi vida. Hay mucha gente que le pasa igual. Dicen, como no sé qué hacer, van haciendo muchas cosas. El mundo cambia tan rápido que no sabemos que va a pasar en 5 años. Así que prefiero concentrarme en cada momento de mi vida. Esto de hacer materias y dar clases.

-¿Creés que eso es de tu generación o más de tu personalidad?

-Sí, creo que más de mi generación. Un poco de presión todavía hay en la sociedad. La mayoría de la gente que me rodea en algún lado de la cabeza tenemos esa presión de que hay que hacer algo determinado. Pasa el tiempo y más me lo cuestiono. Hay pocas cosas que estés segura que vas a hacer dentro de cinco años. Sé que lo que hago y aprendo ahora me sirve a largo plazo, porque además de herramientas técnicas siento que aprendo a pensar. Me conformo con eso.

-¿Podés distinguir qué aprendiste en la escuela y qué en la vida? Porque aunque se las suela usar como sinónimo, escolarización no es lo mismo que educación.

-Qué buena pregunta. A ver, voy a tratar de responderte usando esa nomenclatura que aprendí hace 15 segundos. Mi vida se dividía en escuela y en mundo real. La escuela sentía que era lo opuesto a la vida cotidiana, y no lograba rescatar algo que me sirviera. Creo que aprender a leer y otras cosas son importantes, pero la mayoría de las cosas que aprendía era copiando del pizarrón. Con la facultad siento que, por lo menos en mi carrera, aprendo a programar y cierta filosofía del pensar que me sirve en mi vida cotidiana. Las mates no solo sirven para resolver un problema o hacer una App, sino porque programando, por ejemplo, aprendés a crear una serie de instrucciones, a saber cómo se comporta un proceso de instrucciones. Tenés que pensar un montón para programar. Identificar un problema y ver cómo arreglarlo siento que me sirve en mi vida cotidiana.

-¿Y qué sentís que aprendiste en la vida?

-Hmmm… las cosas del día a día las aprendés sin darte cuenta y muchas veces no las pasás a palabras. Te puedo decir que aprendí la diferencia entre escolarización y educación acá charlando con vos y tomando un helado. Dando clases siento que aprendí mucho a pensar en cómo decir las cosas para que el otro me entienda. Cuando le explico algo a alguien me sale cada vez mejor. También pienso en todo lo que es socializar y los códigos sociales que se aprenden en la práctica. Yo justamente tengo un drive donde anoto cosas que aprendo. Y a veces me sirve para no cometer el mismo error.

-Ah, te gusta registrar. Ahora, a eso que hacés le dicen metacognición.

-Sí, me gusta mucho tener registro de las cosas que pasan. Tengo un excel con tres columnas. Que empecé a hacerlo cuando tenía la impresión de que pasa el tiempo y no aprendo nada. Es tan de a poquito el aprendizaje de la matemática, que me cuesta mucho sentir que avanzo. Así que hice esta planilla, donde anoto lo que aprendo, de lógica, de matemática, que cursé tal materia o si algún amigo me manda un acertijo, si busqué algo en wiki. En otra columna anoto lo que hice para avanzar en saber enseñar o preparar clases, o si subir algo a Instagram. Y en una tercera anoto qué cosas de música aprendo. Me gusta cantar pero tengo la sensación de que no avanzo.

-Si te ofrecieran ser profe en una escuela o una institución parecida, ¿aceptarías?

-Depende. Si es una clase convencional, seguro que no, porque la mayoría de los chicos no tiene ganas de estar aprendiendo el tema que me piden que les enseñe. Creo que hay cosas que no sirven para nada si no tenes la motivación para aprender. A lo sumo, para enseñar a pensar lógica, cuándo un argumento está bien o cómo usar los números para entender cosas del mundo real.

-Creo que en una escuela menos convencional podrías aportar mucho. De a poco, hay cada vez más lugares así. Mirá si de pronto hay mucho mercado para alguien como vos…

-Ah, no lo había pensado.

-Viste que se dice que la familia es la primera educadora.

-Lo escuché por primer vez en una charla sobre cómo podemos aprender en casa, donde se decía que los padres se preocupan mucho por la escuela pero que lo que pasa en la casa es muy importante. Y me pongo a pensar que hay muchas cosas que me gustan o me marcaron que vienen de casa. Jugar al ajedrez desde los 4. Tiene mucho de lógica y de pensar cómo llegar a un objetivo. Cuando juego siento que después pienso mejor en la vida cotidiana. Me hace hacerme preguntas en la vida cotidiana. Me pasa, ponele, que tengo que llevar muchas cosas de mi pieza a la cocina y pienso cómo hacerlo en un viaje o pocos.

También cosas que hacíamos en casa con mi viejo desde que era muy chiquito. A veces le hacía una pregunta y el me proponía un experimento y me decía «veamos». Él de chico era muy manija de la ciencia y me contaba, hicimos termómetros con botellas de agua y esas cosas. O me encantaban esos circuitos de pelotitas que caen, así que hacíamos embudo para para cambiar los circuitos y ver qué pasaba.

A mi vieja le gusta más que nada la música, así que de chico iba a un taller de música con mi hermano. Después, tomamos clases de bateria con él y mi vieja. Eso me ayudó en un montón de cosas. No solo a entender qué es un ritmo o un acorde, sino algo que es mucho más abstracto. Tocar algo y sentir si suena bien o no. O el aprender un instrumento, que al principio no te sale, y entender cómo vas aprendiendo para que te salga, practicando.

-Por lo que contás, aunque no te haya gustado la escuela, te sentías acompañado por ellos. Y ellos te habilitaban tus preguntas.

-No lo había pasado tanto a la conciencia. Las pruebas cuando era más chico no creo que las hubiera aprobado si no era por ellos. Mi viejo estudió Física así que me ayudaba mucho con las exactas. Y mamá con Historia o Lengua. Ellos se copaban leyéndome y ayudándome. Una vez escuché que algunos compañeros estudiaban solos, por la razón que fuera, y me acuerdo de haber pensado, ¿pero eso se puede? Era sentarme con ellos para tratar de entenderlo.

Juli entrevistado por su papá

-Claro. Ese es uno de los argumentos que usa en contra de mandar tarea a la casa como algo generalizado. Que no es equitativo con los chicos que no tienen quien los ayude, ya sean familiares o profesores particulares. Y el otro argumento es que después de 8 horas tenemos derecho a tener una vida por fuera de lo que pide la escuela, claro.

-Por suerte hay cada vez más evidencia científica. Cada tanto veo algún paper de investigaciones en educación.

-Es cierto, por suerte. Pero ojo con el sesgo de la jaula del mono o la ballena en el parque acuático. Muchos de esos estudios analizan el aprendizaje humano en el formato del aula y la escuela. Y claro que algunas cosas solo se pueden estudiar en laboratorio, pero ya existen muchas pruebas que son los chicos y chicas que aprendieron sin escuela o en escuelas llamadas «alternativas».

-Entiendo. Es muy distinto aprender para una prueba que para la vida cotidiana.

Con unos amigos estamos haciendo un video para difundir las cosas que creemos que hay que cambiar de la escuela. Nos conocimos en unos campamentos científicos a los que fui varios veranos. Hace un año que nos reunimos para hacer el guión y ahora estos días filmaron un sketch con actores. Queremos hacer llegar el mensaje.

-¡Qué bueno! Me vas a avisar cuando salga, ¿no?

-Dale. Mirá, te voy a agregar a mi lista «Cuando A, hacer B». Es una lista de cosas para hacer que solo puedo hacer cuando antes pase otra cosa.

Me maravillo una vez más con la mente organizada, reflexiva y fresca a la vez de este pibe de 23. Apago el micrófono y le aviso que, para los fines de esta nota, mi curiosidad está satisfecha.

«La mía no. Te voy a seguir haciendo preguntas».

Mirá la charla TEDx Río de la Plata «Zombies en la escuela»:

Otras charlas TEDx de jóvenes argentinos que cuestionan la escuela:

Paloma Rieznik. «Si la escuela no cambia, yo tengo que encontrar mis propios caminos de aprendizaje. Yo lo encontré en la tecnología. Un espacio sin límites ni condiciones para aprender. Tal vez tenemos que encontrar a otros como nosotros, para no encajar juntos y sentirnos menos solos. Les propongo que hagamos una revolución para que no encajar sea el nuevo encajar». https://www.youtube.com/watch?v=xD5WKZjZhA4

Santiago Aranguri. «Lo que quería aprender lo aprendí por fuera del colegio. Aprendí porque quería resolver un problema. Me decían que era muy chico, que era difícil o que iba a perder el tiempo. Pero cuando vos lo querés hacer, entonces usás las herramientas que tenés y seguís intentando porque lo querés hacer». https://www.youtube.com/watch?v=r8DIwpk4z9M

Sofía Camussi. «La escuela es la única referencia oficial que tenemos los chicos sobre nuestro rendimiento intelectual y este es el resultado que puede tener una simple calificación en el sistema, no dedicarte a lo que te apasiona. Porque no solo te sacás un 3 o un 4, sino que sos un 3 o un 4. Termina pasando que los alumnos aprender a ser alumnos y responder únicamente lo que se nos pide. Pero aprender de verdad, ¿dónde queda eso? Requirió mucho esfuerzo entender que yo era más que mis notas. Pero ¿hasta qué punto podes evadir las notas? Esta es una revolución que no podemos hacer solos». https://youtu.be/H-yXOlzZ-eo

Manuel Fernández Burda. «Chocamos de frente contra una pared enorme: los adultos. Con todo el acceso a la información, me siento empujado a entrar al mundo adulto, pero no tengo el derecho a decidir. La adolescencia se termina haciendo eterna. A los jóvenes dennos la oportunidad que ahora no tenemos, de tener más libertad para tomar nuestras propias decisiones». https://youtu.be/xDEmoMj_stM

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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1 Respuesta

  1. José Antonio Cabello Gil dice:

    Ese zombie no despertó cuando salió de la escuela. Despertó en la escuela y gracias a la escuela. Lo que le gustó fueron las olimpiadas de matemáticas y esas las organizó la escuela. Por lo demás, muchas cosas más se podrían decir.