Encuesta sobre el Encuentro Plural de Educaciones Posibles: aprendizaje, red y comunidad (crónica 5 del EPEP 2021)

Al final de los tres días del Encuentro Plural de Educaciones Posibles (EPEP) celebrado en San Francisco del Monte de Oro, en noviembre pasado en San Luis, me acerqué a varios de los asistentes para saber cómo se habían sentido. Les hice tres preguntas: ¿Por qué habían venido? ¿Qué se llevaban como experiencia? ¿Cambiarían o propondrían algo?

Teo (14 años, CABA). «Vine al EPEP para encontrarme con gente que estuviera en una situación parecida, que también busca la educación libre. Y me fui con eso mismo, conociendo gente que esta en mi misma situación. Me pareció lindo y positivo. Me hubiera gustado que fuera más extenso, pero la verdad es que me gustó».

Andrea (Moreno, Buenos Aires). «Soy trabajadora social y trabajo en la educación formal hace siete años. Es la segunda vez que concurro porque mucha de mi práctica laboral profesional me interpela en un montón de aspectos, y siento que estos espacios, donde conozco otras experiencias, donde vienen trabajando en educación de otras maneras, me sirven para seguir pensando y también modificando mi práctica. Me llevo conocimiento, experiencia de compartir, de charlas que sobre todo generan más preguntas y más tareas. Yo estoy super ajena a la responsabilidad de que todo lo que se plantea acá suceda, va a depender mucho de las personas que vienen trabajando en educación alternativa hace mucho más tiempo y tienen mucho saber en estos temas. Siento que falta generar otros espacios donde las experiencias educativas se conozcan de otras maneras. La agenda libre tiene su potencialidad pero tiene la dificultad de poder aprovechar estos espacios. Creo que hay tantas experiencias en las que focalizar en temas más puntuales y urgentes».

Pedro (16 años, CABA). «Vine al EPEP para acompañar a mi padre y ver qué onda. Es un evento muy lindo, me gustó bastante ver los movimientos, los grupos, el poder hablar. Para mí está perfecto como está, doy gracias por haber participado».

Luciana (Espacio Ayni, CABA). «Vengo siempre porque entiendo que es un espacio de crecimiento personal y colectivo, y hoy lo revalorizo con lo que aprendí en este EPEP: que la mirada hacia adentro de los proyectos se tiene que completar todo el tiempo con la mirada hacia afuera. Ir y venir, algo recíproco, todo el tiempo, porque ahí está el crecimiento, en lo individual y en lo colectivo. Creo que tenemos que definir más esta agenda colectiva para profundizar en los ejes en los que nos movemos en los proyectos, conocernos más, traer prácticas de trabajo corporal que estén ligadas directamente con las reflexiones teóricas que acompañan».

Jésica (Venado Tuerto, Santa Fe). «Soy mamá de 3 nenas desescolarizadas. Hace tres años estoy en una búsqueda de la educación que quiero para mí y para mis hijas. Para mí, muy profunda. Me trae al EPEP el sentirme parte y ser una más, sentirme adentro de la comunidad».

Verónica (Proyecto Amanecer, Rojas, Buenos Aires). «Me encantó porque nos vamos con muchos contactos y redes que, para el funcionamiento de los proyectos y para tener una perspectiva más ampliada de lo que sucede, me parece súper importante. Corregiría el tema de los horarios, me gusta la precisión en los horarios. Por lo demás, estuvo muy bueno».

Agustina (CABA). «Vine al EPEP por primera vez para que mi hijo de 14 pueda vivir esta experiencia y yo poder aportar al diálogo sobre cómo se aborda la neurodiversidad en la educación libre. Creo que se podría mejorar la organización de los espacios de la agenda y cómo se superponen las actividades. Luego, ordenar el inicio y final de las charlas, como para darle un marco de introducción de algunos temas y un cierre conclusivo con otros temas. Que haya un moderador para asegurar el equilibrio de la palabra y ordenar lo que se está trayendo realmente al diálogo. Podría estar bueno definir también desde qué lugar vamos a abordar un tema: desde la pregunta, la incertidumbre, o desde un conocimiento del que estamos empapados y queremos compartir, que pensamos que es útil divulgar. Y frente a eso, tal vez, se defina cómo se articula la charla, si hay un tiempo para comunicar ese conocimiento y que, ahí sí, las incertidumbres dialoguen. Definir el rol de quien modera, que esté a cargo de que eso circule, que haya lugar para la pregunta y que no sea una presentación tampoco».

Silvana (CABA). «Vine para buscar ayuda e información más que nada, mi hijo de 14 está desescolarizado. Me llevo muchísimo, más que nada gente, seres que están en la misma situación que nosotros. Vi mucha apertura».

Giselle (Proyecto El Canto del Fuego, Mar del Plata). «Vine porque me gusta el encuentro de personas que estamos trabajando en alimentar una nueva mirada sobre el vínculo con las infancias. Me llevo un montón de aprendizajes, nuevos vínculos y la inspiración de continuar por donde estoy caminando como educadora».

Celina (Proyecto Sentido, Mendoza). «Vine porque hemos empezado en marzo un proyecto y queríamos saber en qué nos estábamos metiendo, ver el contexto. Me llevo mucho aprendizaje, preguntas con las que venía de las que me llevo respuestas de cómo abordar ciertas cosas. En cuanto a lo educativo, en cuanto a cómo sostener el proyecto… Muchos mentores me he encontrado por acá, proyectos de 7 u 8 años de historia. Me llevo la esperanza de que puede funcionar. Sobre la organización, es una dinámica nueva para mí el que sea horizontal, me pareció muy interesante».

Cecilia (Proyecto de campamentos en las sierras del noroeste de Córdoba). «Me trajo la inquietud de la crianza, del vínculo con la educación pública, como mamá y como formadora de jóvenes en el monte. Me llevo claridades, muchas herramientas, conectividad con otras personas y proyectos. No cambiaría nada, porque como estamos en transición, lo importante es estar en el camino».

Denise (CABA). «Vine porque hace dos años volví al país y quería encontrar tribu, y este es un lugar para encontrar esta mirada alternativa que tanto estoy buscando para mi y mi familia. Trabajaría más sobre la alimentación: hacer talleres, sacar el plástico, sobre la consciencia de lo que consumimos. Cambiaría los horarios para poder asistir a varias charlas. También se me ocurre que tal vez entre los padres y las madres nos podemos organizar y turnarnos para que haya un espacio de cuidado y podemos asistir a más rondas. Todo lo demás, hermoso, me sentí acompañada y me parece hermoso que esto exista».

Roxy (Proyecto Lunara). «Lunara se encarga de formar comunidades, que suelen ser ecoaldeas, donde haya centros de salud y de educación que no forman parte del sistema convencional. Vine porque quería seguir tejiendo lazos porque la idea es hacer una gran red de comunidades que ya están formadas o se están gestando. Un sistema nuevo de educación y una forma de vivir. Me llevo nuevos vínculos, conocí gente linda que está con las mismas ideas. Agregaría alguna web o base de datos donde consultar esos otros proyectos y hacer trabajo colaborativo».

Celina (Proyecto Juego Libre, Mendoza). «Vinimos al EPEP para conocer otros espacios, tejer redes, aprender entre todos. Me llevo el haberles escuchado a un montón de proyectos, muchas ideas, mucha fuerza y convicción de que vamos bien. Particularmente me distrajeron mucho nuestros hijos, así que nuestra participación era muy itinerante. Los minutos en los que sí lograba estar fueron muy hermosos».

Mercedes (Juego Libre, Mendoza). «Vine para conectar con otras personas que vibren en la misma sintonía. Que compartimos principios y valores en la educación libre. Me llevo la sensación de no estar sola, de que hay gente trabajando, algunos más adelante y otros que vienen atrás, pero que estamos en el mismo camino».

Lily (Concordia, Entre Ríos). «Vine con mi familia buscando encontrarme con personas, experiencias, proyectos y organizaciones que estén pensando y actuando en la educación que quieren que exista. Vinimos en una búsqueda familiar porque nuestres hijes no están escolarizados y también porque participamos de proyectos de educación popular en un espacio donde estamos armando una huerta soberana, es un espacio de educación no formal en un barrio popular excluido de la ciudad. Me llevo confianza en el camino: vine buscando eso y es lo que me llevo. No somos los únicos, somos un montón somos cada vez más. Es muy complejo ser o hacer la contrahegemonía, y muchas veces es un lugar de soledad, pero veo que hay una red sosteniendo. Sentí que en distintos círculos faltaba la parte política y en otros sí estaba, me interesa ese diálogo, y que escuchemos lo que está diciendo el otro».

Liliana (Potrero de lo Funes, San Luis). «Hace cuatro años fundamos la escuela generativa Nueva Humanidad. Somos una escuela de Gestión Social y Cooperativa respaldada por una asociación civil que ahora queremos fortalecer para ganar autonomía, generar recursos y tener más fuerza en la comunidad. Yo estuve en el EPEP de Paraná y como escuela éste es el tercero del que participamos. Tenemos 120 buscadores en ambos niveles, así les llamamos a los estudiantes. Nuestra matriz pedagógica es el desarrollo de las siete dimensiones del ser que propone la Pedagogía 3000, que son los pétalos de una flor, cuyo tallo son las familias y el ministerio de Educación, que sostienen por fuera. Y con raíces en la educación emocional, la cultura de paz, el amor a a la tierra y la Educación Sexual Integral, que tratamos que impregnen todas nuestras prácticas cotidianas. Seguimos en estado de génesis, remando en un montón de cuestiones. Somos conscientes que hay cuestiones que ir visualizando y luchas internas que vamos sorteando de a poco. Tenemos 7 coordinadores (como llamamos a los y las docentes) y 5 talleristas. pero hemos elegido este camino y lo importante es lo que está sucediendo todos los días en la escuela. Tratando de cada año acercarnos más al proyecto como ideal. El año próximo haremos por primera vez talleres vivenciales pensados para las familias, que ellas puedan vivir el proyecto, atravesarlo con el cuerpo y acompañen con un mismo código. No todas entienden lo que estamos haciendo. Me llevo de este EPEP mucha confirmación. Estuve muy atenta escuchando esto de poner límites claros, de orden, ya que al principio empezamos con una organización horizontal que se abrió mucho y fue caótico, que nos trajo de vuelta. Me llevo claridad y me voy nutrida de escuchar a los compañeros que consideran a las niñeces y adolescentes como seres integrados».

Flavia (Proyecto Vuela El Pez, San Antonio Oeste, Río Negro). «Soy nueva, esta es mi primera vez y me vuelvo flasheada. Me llevo mucha información y aprendizaje. Sigo aprendiendo y cada día me convence más de que estoy en el lugar correcto».

Natalia (Proyecto Vuela el Pez, San Antonio Oeste, Río Negro). «Tenemos un espacio de aprendizajes libre y gratuito. Nos encantó, nos pareció muy bueno. Le agregaría tiempo para el debate, porque siempre es corto. Me llevo mucho lo de la gestión social y que haya cada vez más fuerzas que entiendan que la educación es un derecho inalienable y que tenemos que ser parte de la oferta del Ministerio de Educación de la Nación porque tode pibe que ande por ahí tiene que poder elegir a qué sistema puede asistir».

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Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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