Mercedes, un municipio que decidió apoyar a una escuela diferente

Arrancó en un terreno prestado por un abuelo, ahí por el acceso sur de Mercedes, la ciudad donde nacieron mi mamá y mi papá. Ya no me acuerdo en qué año fue que tomé unos mates, cuando se podía, con Joaquín, su fundador. «El Pampero» fue la primera escuela «alternativa» -hoy hay también un impulso Waldorf-, que sigue el modelo «experimental» del Instituto «Roberto Themis Speroni» de La Plata, al igual que otras 40 en el resto del país. Como la mayoría, empezó al margen, autogestionando la construcción y la economía cotidiana, con participación total de las familias y sin reconocimiento legal. «Era el año 2008. Dos vecinos de Mercedes les prestaron a los maestros fundadores un quincho de su casa y ahí se dio comienzo a una panadería», dice la nota que cuenta la historia de la escuela publicada por el sitio «Somos arraigo». “Fue una posibilidad de encontramos los adultos para compartir un trabajo. O sea, los maestros y padres nos juntábamos a cocinar. De esta manera empezó la escuela, ni siquiera iban los chicos”, cuenta allí el maestro Joaquín Bustos Berrondo.

En el año 2016, el intendente Juan Ustarroz decretó que se convirtiera en una escuela municipal, pública de gestión estatal, y hoy ya existen otras tres propuestas más en la misma línea: Las Carquejas, en Agote, y las escuelas Los Caranchos y Los Cardos, para adultos. El apoyo político a las escuelas que rompen el molde no es usual, y por eso este caso es relevante en la historia de las alternativas educativas en Argentina. El Municipio de Mercedes ha seguido los pasos del de Ushuaia, que también abrazó a las escuelas experimentales y las acopló a su sistema formal, incluso con normativa provincial que reconoce sus particularidades (por ejemplo, elegir y formar a sus propios docentes). Y si bien las autoridades de educación de las provincias son quienes las regulan, el apoyo del gobierno local es esencial. Acercarse a conocer, aprender de y legitimar los espacios donde la educación comunitaria es un deseo y una necesidad genuina de los vecinos es el primer paso. Y para esas familias y educadores, es el abismo entre sentirse acompañados o perseguidos.

Las escuelas experimentales se formalizaron por primera vez en 1984 vía decreto nacional, ya que también habían arrancado de manera marginal en La Plata por el impulso de dos mujeres, Dorothy Ling y Nelly Pearson, alentadas luego por familias que buscaban una educación diferente para sus hijos e hijas. Tienen en común que la literatura y las artes son los disparadores de situaciones de aprendizaje, el trabajo en el piso, sin sillas ni pupitres, y que las familias se involucran en un proyecto productivo para ayudar a sostener la economía cotidiana. La mayoría fue construida por las propias familias en terrenos donados o propios, y las de Ushuaia y Mercedes cuentan además con el reconocimiento municipal que les permite cubrir los sueldos de los docentes con fondos públicos.

Pueden leer una nota actual sobre El Pampero acá: http://somosarraigo.com.ar/

Fotos: Somos arraigo. Historias que nacen del interior. http://somosarraigo.com.ar/

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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