Kumon: una forma de estudiar en la que el ritmo lo marca el que aprende

Es importante recordarlo una y otra vez: las opciones de enseñanza que difieren del estilo escolar no son nuevas. Se las puede encontrar en todos los tiempos y en diferentes culturas. Sólo hace falta recuperarlas y, a veces, reconocerlas ahí donde nadie parece ver. Hace tiempo escuché hablar del método Kumon porque algunas familias que educan sin escuela recurren a él como una de sus herramientas. Dice la historia que «nació del amor de un padre por su hijo en 1954. Toru Kumon, experto profesor de matemáticas de secundaria, se dio cuenta de que su hijo Takeshi tenía ciertas dificultades con esa materia del colegio. Como profesional, creía que los educadores tienen la responsabilidad de fomentar la capacidad de los niños para aprender por sí mismos, así que creó una serie de materiales para animar a Takeshi a trabajar de forma autónoma. Cada día, preparaba unas hojas de estudio de matemáticas que su hijo tenía que resolver. Los resultados mejoraron notablemente y, tras el éxito de su hijo, Toru Kumon invitó a algunos niños de su entorno a estudiar del mismo modo».

Hoy es una empresa internacional con franquicias en todo el mundo. A través de un lector supe que hay uno en el barrio de Fisherton, en Rosario (Argentina), y escribí para entrevistarlos. Hablé con Antonela Viano y su marido Valentino, ambos comprometidos con esto de no dar la educación por sentada.

-¿Por qué se te ocurrió abrir un centro Kumon en tu zona? ¿Viste alguna necesidad u oportunidad en particular?

-Vivo en el barrio de Fisherton desde hace algunos años. Conociendo las propuestas educativas de la zona, algo que siempre me llamaba la atención es que la mayoría de los niños va a colegios de mucha carga horaria y muchos complementan con profesores particulares. Es muy común que algunos vayan a hacer la tarea del colegio con el profesor particular, o que éste les explique los contenidos que enseñan en el colegio día a día. Muchos se atrasan pero el colegio debe seguir con la agenda curricular programada. Considero que ayudar a los niños de mi zona a través del autodidactismo y la confianza en sí mismos los va a fortalecer para tener un recorrido académico más placentero.

-¿Cómo funciona el método y cuál es su objetivo, su filosofía?

-Kumon es un método de estudio de origen japonés para todas las edades y tiene como principal objetivo la formación de alumnos autodidactas, a través de un material didáctico auto-instructivo. Actúa en la formación de habilidades importantes para mejorar la conducta de estudios y el rendimiento, tanto en la vida educativa como en la personal. En Kumon un alumno aprende a tener mejor hábito de estudio, más concentración, más velocidad de cálculo, fortalece el raciocinio lógico, la comprensión lectora, el gusto por la lectura desde muy pequeños y también el aprendizaje de un idioma extranjero como si fuera su lengua materna.

-¿Quiénes se acercan a tu propuesta?

-Pueden acceder niños de todas las edades, generalmente a partir de los 4 años. También asisten niños con distintas potencialidades, y aquí se da nuestro punto de inicio con cada cual. Trabajamos tanto para fortalecer el potencial de cada niño como para desarrollarlo al máximo. 

-¿Hay un método general o se ejercitan disciplinas? ¿Hay alguna que sea la más elegida?

-Nosotros ofrecemos 3 asignaturas: Matemáticas, Lengua e Inglés. Los chicos y las chicas vienen fuera del horario escolar. No existe una disciplina más popular que otra dentro de Kumon, ya que en las tres trabajamos de la misma forma, practicando el autodiactismo y poniendo al alumno en el centro de nuestra mirada.

-¿Cómo es una rutina Kumon? ¿Por qué destacan que es diferente al apoyo escolar?

-El material no está pensado en función de los grados escolares, aunque nosotros sabemos bien qué momentos del estudio se corresponden con lo que pide la escuela. El alumno estudia a su propio ritmo, avanza y no tiene tope. Precisamente, tratamos de que no tenga que acudir a un profesor particular en su paso por la educación formal. Estamos fascinados de ver cómo esto funciona, y cuando los chicos llegan a los requerimientos de su grado los atraviesan sin problemas porque ya tienen el hábito bien formado. Saben que cada día hacen un poco, que empiezan y terminan. Pueden prever que lo que están haciendo sirve para el paso siguiente y no se sienten obligados. Yo lo comparo con los atletas, que tienen incorporado el trabajo diario para lograr objetivos a largo plazo. Nuestras asignaturas en realidad son sólo un canal para fortalecer cuestiones más internas que tienen que ver con eso, con los hábitos, la confianza en uno mismo, la motivación intrínseca.

-¿Tenés entre tus alumnos niños o niñas que se eduquen sin escuela?

-Sí, dentro de la unidad hay niños estudiando con todas las modalidades educativas: colegios tradiciones, Montessori, homeschoolers, etc. Para cada uno de ellos estar en Kumon es bellísimo, porque sin importar la modalidad educativa que los papás hayan elegido para ellos, nuestro material está pensado de forma individual. Entonces, las tareas son actividades que pueden hacer sin ningún tipo de problema. Me parece interesante plantear que no se trata de no hacer tarea o no estar acostumbrado a hacerla. Si yo te doy una tarea pensada para vos, que no te cueste, ¿no la harías?

A nuestros niños homeschoolers les encanta venir, tengo un excelente concepto de cada familia porque estoy maravillada con su acompañamiento en el hogar. Para que funcionemos de manera efectiva necesitamos lograr un trípode (niño, familia y unidad Kumon) y ellos lo comprenden muy rápido. Respetar el tiempo de aprendizaje de cada niño es algo que me gusta muchísimo, y con estas familias es muy fácil. No quiere decir que el resto no lo haga, pero destaco que en esas familias esto es un pilar en su estructura.

-¿Conocer homeschoolers cambió tu perspectiva acerca de la educación?

-Sí, fue un antes y un después. Todo ocurrió como una gran búsqueda sobre qué educación queríamos para nuestros hijos. Primero llegó Kumon, luego conocimos familias que no asistían a colegios tradicionales y hoy, dentro de mi recorrido pedagógico y académico, considero más que nunca que los niños necesitan estudiar a su propio ritmo sin pensar en grados escolares estandarizados sino a través de sus potencialidades individuales. En las familias homeschoolers o unschoolers ví que ellos buscan que sus hijos progresen desde otro lado, tienen realmente otra mirada. Cuando conocí a los primeros empecé a prestar mucha atención para aprender de ellos, a hacerme preguntas nuevas. Todos los que tenemos ahora están «adelantados» al grado que les correspondería por la edad.

-¿Tenés hijos? ¿Cómo encaraste su educación?

-No los tengo aún. Inicié mi búsqueda pensando justamente qué educación querría para mis futuros hijos. Parece al revés mi análisis, pero ocurrió de este modo. Todo evoluciona con el tiempo menos la educación. Mirando teorías educativas, hice un recorrido por cada una de ellas, haciendo mi propia valoración de los puntos positivos y negativos. Busqué qué cosas podrían ayudarme a mejorar el  método tradicional, y ahí llegó Kumon acomodando todos mis pensamientos en una sola vía. No podemos cambiar el sistema tradicional de enseñanza, entonces ayudemos a través de un complemento educativo con otros paradigmas donde pongamos al niño como centro.

Hoy más que nunca considero que estoy en el camino que elijo y cuando tenga mis propios niños no tengo dudas de que no seguirán los viejos modelos educativos. Apuesto con mucha convicción porque lo veo en el aula, que todos los niños pueden avanzar a su propio ritmo y confiando en sí mismos a cada paso. El homeschooling sería una opción posible, claro que sí.

-¿Siguen trabajando en esta etapa de distanciamiento social obligatorio?

-Sí, continúan trabajando desde su casa, igual que en vacaciones de verano e invierno. El aprendizaje no frena cuando estamos adquiriendo habilidades para nuestra vida. Ellos tienen el material, lo completan cada día y nos encontramos por videollamada dos veces por semana para sacarnos las dudas y guiarlos en su propia autocorrección.

-¿Se necesita una formación específica para estar a cargo de una unidad Kumon?

-Yo estudié cuatro años de Farmacia hasta que tuve un problema grave de salud y tuve que dejar. Me reconvertí organizando eventos, y ya más grande me puse a estudiar el profesorado de Historia. Fue ahí donde conocí que existían otras formas de educar, distintas teorías, proyectos. Hice mi propia valoración y más tarde llegué a Kumon de la mano de mi suegro, que había estado investigando de tanto que nos escuchaba hablar con mi marido acerca de nuestra búsqueda. Hay que pasar por varias instancias formativas para trabajar de esta forma. Entre otras cosas, los orientadores tenemos que hacer el mismo material que van a hacer los niños y niñas. Por eso sabemos cómo se siente y podemos acompañarlos.

-¿Tienen feedback de las familias y las escuelas?

-La impronta que le damos nosotros a nuestra unidad es muy social, conversamos mucho con cada familia, sobre nuestro trabajo pero también sobre sus expectativas, sobre nuestro punto de vista acerca de la educación en general. También me gusta organizar charlas en nuestro centro con otros profesionales de la infancia para transmitir una concepción integral de la educación. Y me capacito por mi cuenta más allá de mi rol como orientadora. Tengo claro que tenemos que cambiar el paradigma de los adultos, que crecimos pensando que fulanito no es bueno para las matemáticas, que este otro aprendió a leer más tarde, que éste es un burro o que aquel no tiene poder de síntesis.

-¿Qué sentís que podría aportar Kumon a la organización convencional de la escuela?

-A veces los directivos de escuelas vienen a nuestras charlas, eso es una oportunidad. Diría que se abran a otros paradigmas, que prueben. Nosotros no buscamos la nota, buscamos desarrollar una habilidad. Incluso, como un mensaje, usamos sólo notas que valen 100 y con color rojo, el que se usa o se usaba en la escuela para corregir el error. Con eso ya buscamos que haya una reflexión.

Antonela y el equipo de Kumon en Fisherton, Rosario.

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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