Crip Camp y otras revoluciones iniciadas por jóvenes con discapacidad

No tengo ni una coma para agregar al documental candidato al Oscar que acaba de subir Netflix: es probable que lo que miles de personas con discapacidad quisieran decir esté en «Crip Camp«. Lo interesantísimo de esta peli, producida por los Obama, es que no está hecha desde la vehemencia o la victimización, sino desde el registro en primera persona de un puñado de activistas que en su adolescencia fueron marcados a fuego por un simple campamento de verano para personas con diferentes tipos de barreras de salud, motoras y cognitivas, en el estado de Nueva York.

«En Camp Jened me enseñaron a besar, y fue una de las mejores terapias físicas que tuve», confiesa uno de sus protagonistas, que terminó casado con una compañera. La experiencia había empezado en 1951, pero en los ’70 los hippies y el movimiento por los derechos civiles le pusieron su sello. Larry Allison y los jóvenes consejeros contratados crearon un ambiente único, donde nadie podía sentirse distinto porque allí «todos tienen problemas con su cuerpo». Se hacían asambleas para cocinar, todo era traducido a la lengua de señas y todos, incluso los que no podían ser comprendidos, tenían su tiempo en el micrófono.

«Ahí podíamos dedicarnos a ser solamente adolescentes. Era una utopía; cuando estabas ahí no existía el mundo exterior», describe otro de los protagonistas. Hablar sin tapujos sobre la sobreprotección y la dependencia de los padres, tener novia, contagiarse ladillas. Ese ambiente único de libertad fue la semilla de muchos de los activistas que consiguieron la reglamentación que obligó por primera vez a los espacios públicos y privados a adaptar sus entornos a las necesidades del colectivo de la discapacidad en Estados Unidos. Fue en 1977, cinco años después del primer encuentro de este grupo en el campamento Camp Jened.

Del espíritu de aquel campamento tomó impulso también algo que ahora llamaríamos co-housing, un centro de vida comunitaria con apoyos en Berkeley, California. Una revolución para la época -para la nuestra también- donde las personas con discapacidad tenían acceso a ser todo lo independientes que pudieran ser gracias a la ayuda mutua. En el documental también se cuenta que muchos de los chicos y las chicas iban a escuelas especiales; poder acceder a las comunes fue una de las demandas de la revolución.

El documental completo de Netflix acá:

«All the way to the top» es un libro infantil inspirado en una niña que fue parte de esa revolución y puede conseguirse acá: https://www.amazon.com/-/es/Annette-Bay-Pimentel/dp/1492688975

Mariela va a la escuela

La argentina Ameris Peiretti escribió el cuento «Mariela va a la escuela» para escenificar una educación inclusiva en ese ámbito. Se presenta este viernes 7 de mayo y pueden saber más escribiéndole a amerispeiretti@hotmail.com. En Instagram: @yoguitas.sembrar

Cuerpos en guerra

Matías Fernéndez Burzaco es argentino, tiene 22 años y una enfermedad muy rara. Es rapero freestyler y escritor, y acaba de publicar el libro «Formas propias, diario de un cuerpo en guerra», colección Mirada crónica de Tusquets, Editorial Planeta, que se consigue en todas las librerías del país. Para envíos al exterior: Cúspide, Buscalibre, Librenta y SBS hacen envíos internacionales del libro en papel. Matías también escribió dos crónicas para la revista Orsai. En una, denuncia el maltrato de una docente universitaria. Leelas acá: https://revistaorsai.com/category/escritores/matias-fernandez-burzaco/

Cambiar el enfoque para cambiar la vida

«Esa idea de que deberíamos ser «no discapacitados» durante nuestra vida es ilusoria. El día en que dejé de combatir mi discapacidad y me di cuenta de que tenía derecho a vivir como discapacitado, todo cambió». «Hacer una rampa, ¿es una adaptación para mí o la corrección de un error arquitectónico?» Este testimonio forma parte del video de una entrevista traducida por @Resonancias_BsAs que elegí para esta nota porque complementa de maravillas al documental. Vean «Relocalizando “el problema de la discapacidad” (y las implicancias que esta premisa tiene para terapeutas). Extractos de una conversación entre Norman Kunc, Emma Van der Klift, Vikki Reynolds y Aaron Munro«:

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

Tambien puede interesarte...