¿Cómo respetar las necesidades infantiles durante el distanciamiento social obligatorio?

Hasta el 31 de marzo por lo menos, y quizás más, millones de personas al mismo tiempo nos dedicaremos casi exclusivamente a lo que en economía se llama trabajo reproductivo: alimentar, cuidar, atender, jugar, amar, reparar, organizar. Eso que llaman amor, y que las feministas preferimos llamar «trabajo no pago». Estos días, desde AlterEdu voy a invitarnos a pensar lo que esta situación tan única pone de relieve acerca de las tareas de cuidados, el sistema educativo y las necesidades auténticas de la infancia. Se trata de una oportunidad para quienes hasta ahora no hayan podido experimentar cómo es cuidar, educar y criar 12 horas al día. Esta situación inédita puede dejarnos aprendizajes profundos que nos ayuden en el corto plazo a replantear acuerdos, tanto en el ámbito público como en el privado: políticas públicas y convivencia al interior de nuestras familias.

En los países donde ya llevan varios días de confinamiento algunas voces han salido a defender a los niños y las niñas de dos cosas: el encierro y el exceso de carga escolar. Heike Freire es una educadora española que se dedica a difundir el derecho de niños y niñas a vivir y aprender en contacto cercano y frecuente con la naturaleza a través de lo que se dio en llamar «pedagogía verde». Esta semana, viendo en España extremarse en su país la penalización de la circulación para evitar la propagación del coronavirus, reflexiona sobre los límites de estas medidas. El decreto general que en España estableció el estado de alarma por 15 días, con posibilidad de prórroga, establece entre otras cosas que los adultos no pueden salir a la calle con sus niños y niñas, pero sí con sus mascotas.

«Aunque no son una población de riesgo específica, los niños y niñas están siendo los más perjudicados de todas las generaciones, por esta crisis del coronavirus. Más incluso que los animales domésticos, a los que el texto en el que se decreta el estado de alarma hace referencia varias veces. Sin embargo, por sus características especiales, por el hecho de que están en período de crecimiento, forman parte de las personas más vulnerables a las que tenemos que prestar especial atención», explica en su sitio HeikeFreire.com.

La autora y conferencista cree que es necesario tomar en cuenta las necesidades vitales de esta franja etaria de «movimiento, aire fresco y sol» antes de elaborar cualquier medida de emergencia. «Es imprescindible que ellos y sus familias puedan salir a oxigenarse y liberar tensiones en los parques cercanos, aunque sea de una manera regulada, con cierto orden», reclama. De hecho, a contramano de la mayoría de los países, Bélgica ha decidido que la gente pueda seguir pasando tiempo al aire libre. Es más, lo recomiendan.

Sus dos argumentos más potentes para cuestionar esta restricción son: primero, que es probable que la situación se mantenga por más de dos semanas, y, segundo, que de otra forma saldrán más perjudicados aún los niños y niñas sin acceso a balcones, jardines o terrenos donde «potrear». Entonces, ¿deberían pensarse bordes más precisos a la hora de redactar el distanciamiento social como medida de prevención? ¿Qué lugar ocupa en la agenda de las sociedades el movimiento y el juego en espacios abiertos como parte de las necesidades esenciales de la niñez?

En España también apoya este pedido la Asociación por la Libre Educación, que explica que allí los niños y niñas sólo pueden salir para acompañar a los adultos a lugares cerrados como el súper, mientras que en otros de Europa se ha «legislado teniendo en cuenta la salud de todos, con permiso para pequeños paseos en familia manteniendo las medidas de seguridad necesarias». Forma parte de la iniciativa también Ludus, un listado de escuelas libres, Montessori y Reggio Emilia de ese país.

Por otra parte, ¡qué difícil cuidar a los niños con restricciones de movimiento, cuando tocan todo, viven y aprenden sensorialmente por definición! Y cuando es precisamente el contacto con el medio ambiente el que mejor va construyendo la inmunidad. En la plaza de mi barrio clausuraron el acceso a los juegos. Mi hijo, con 13, ya casi no la usaba. Pero veía esta semana a dos mujeres acompañando a sus hijos pequeños y lo primero que pensé fue: «cómo las entiendo, chicas». Mi reacción instintiva de madre y cuidadora no fue, en absoluto, de condena.

El aire libre es el curriculum

En Chile, por otra parte, una psicóloga y una investigadora han salido a pedir mesura a los colegios para que no sobrecarguen con trabajo escolar en las casas. «Nos preguntamos si es EQUIDAD y justo que en meses de catástrofe por pandemia, los hijxs alumnxs de la elite, puedan continuar con la educación en casa con todos los recursos que cuentan, por ejemplo más de un computador, impresoras, mamás y papás tranquilos económicamente, mientras que otrxs, que son la mayoría de nuestro país, están presionados para continuar en condiciones tan distintas. ¿Es equitativo? La respuesta es no. Es injusto y angustioso. Es acentuar más la desigualdad en que vivimos como país», dice la psicóloga clínica Leslie Power Labbe en sus redes. «Pero además la continuidad del colegio en la casa, una medida “fuera de foco”, una medida escindida de la realidad que comienza a vivir de manera crítica en salud y economía cada familia. Es una medida absolutamente poco empática», subraya.

En cambio, sugiere: «Ocupémonos principalmente de proteger nuestra salud, trabajo, de estar en buena onda familiar de ser resilientes y si hay espacio para activar funciones cognitivas hacia el curriculum educativo, que sus hijxs lo hagan de manera tranquila. Ustedes saben lo mejor para su familia. Nadie puede tomar decisiones ni obligarlos a nada, menos en momentos de catástrofe mundial. La vida se está encargando de enseñarnos temas en extremo importantes, a ver si aprendemos».

La psicóloga reproduce además una solicitada publicada en su país donde una investigadora social sugiere que el rol de las escuelas en estos momentos debería ser más de acompañamiento y contención que de delivery de trabajo cognitivo:

Mucho antes de esta pandemia, ya existían en todo el mundo iniciativas de aprendizaje y juego que tienen a la naturaleza y el aire libre como principal escenario. Además de promover una vida más saludable, con aire fresco y movimiento diario, la naturaleza como organismo vivo, diverso y cambiante ofrece múltiples situaciones de aprendizaje, interdisciplinario y sensorial: biología, geometría, observación y registro (método científico), cuidado ambiental, respeto y empatía, matemáticas, química, meteorología, lenguaje y expresión, habilidades de supervivencia, trabajo en equipo, auto-observación, motricidad. En Argentina, por ejemplo, existen propuestas como Ronda al sol en Monte Hermoso y Panambí en el Delta de Tigre, ambas en la provincia de Buenos Aires.

Podés ver el texto completo de Heike y su petición acá: https://www.heikefreire.com/2020/03/coronainfancias-2.html?fbclid=IwAR12pYyIMkdl5JcwW9h5r9EnmyuKP5e3EbAGZQR7B3UQK_bY8Ign7MEk50I

Texto de Dolores Bulit

Fotos de Heike Freire, Grao y Alberto Daniel

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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