Ayni, la experiencia de educación viva que abrió el camino en Buenos Aires

Luciana Passini y Pablo Fidalme visitaban Tierra Fértil (el espacio de aprendizaje del que fui parte fundadora con otras familias) antes de tener a sus hijas. Ella, psicomotricista, y él, profesor de Educación Física, ya sabían que algo parecido era lo que querían cuando les tocara educar. Y así, mientras amasaban un proyecto pionero en la gran ciudad de Buenos Aires y criaban a sus hijas, nació Ayni. Con el empuje suficiente para atravesar los contratiempos necesarios, con el corazón puesto en ir creando algo propio y único en relación a todo aquello que los había inspirado.

A mí me emociona, para qué negarlo, pensar que nuestro trabajo inspiró al suyo. Son la prueba de que la transformación es posible, contagiosa, replicable, cada uno a su modo. De que las redes funcionan y sostienen cuando parece que no hay donde apoyarse. De que el tiempo está de nuestro lado para conseguir alguito de legitimidad dentro del campo de la Educación entendida como un amplio ejercicio cultural humano. Además de madre, padre y responsables por Ayni, Luli y Pablo coordinan la red de experiencias educativas de CABA y provincia de Buenos Aires, unida a su vez a otras redes regionales dentro de una «red de redes» argentina. Esta es la charla que tuve con ellos.

-¿Cómo funciona Ayni en el día a día?

-Es un espacio de juego espontáneo del cual pueden nutrirse las/os niñas/os y sus familias. Incluye espacios preparados para acompañar las necesidades y deseos particulares desde los 2 hasta los 9 años de edad, actualmente, con proyección de acompañar hasta 12. Nuestro eje central es el respeto a los “procesos de vida” de cada niña/o. Este proyecto implica un acompañamiento personalizado, con plena aceptación de las diferencias, las maneras de ser, sentir, pensar y vivir de cada una/o.
Creemos que es fundamental desarrollar la autonomía y la responsabilidad a través del respeto por sus inquietudes, su unicidad, los límites claros y concretos, y la presencia amorosa de las/os adultas/os acompañantes que actúan como guías.

En Ayni, las/os niñas/os eligen en qué lugar estar y qué hacer en cada momento. El espacio está preparado y cada espacio cuenta con reglas específicas que se anclan en sus 3 ejes: cuidado de una/o misma/o, cuidado del otre y cuidado del espacio común compartido.
El rol de las familias es disponerse a acompañar a su niñe dentro del espacio en su proceso de inicio, participar de reuniones individuales y grupales, todo lo cual permite una gran vinculación e implicación en el proyecto. Estos encuentros apuntan a que las/os adultas/os también contemos con un espacio de intercambio y reflexión y podamos realizar actividades vivenciales y/o convocar a especialistas que nos orienten en un tema determinado en relación a la crianza/educación/desarrollo.
También invitamos a las familias a participar en el funcionamiento logístico a través de áreas y misiones de trabajo, que hacen al sostén colaborativo del proyecto.

-Mirando con perspectiva todo el recorrido de Ayni desde 2014, ¿qué atesoran? ¿Qué han aprendido? ¿Qué los hace sentirse orgullosos y felices?

-El aprendizaje en relación a gestión de proyectos es inmenso: el recorrido en relación a lo comunitario, a los roles que cada une quiere o puede ocupar, nos acompañó a asumirlos, a potenciar nuestra energía de concretar y sostener este proyecto y, sobre todo, a priorizar el cuidado y el fortalecimiento de los objetivos de Ayni.
La investigación y el desarrollo en relación a pedagogías alternativas sigue re-significando y desarrollando nuestras bases teóricas, que vienen de la psicomotricidad y la docencia.
Nos sentimos orgullosos y felices de compartir un espacio que soñamos para nuestras hijas, que propone cuidar y respetar los procesos naturales de desarrollo de les niñes. Y, más aún, que sea dentro de la ciudad de Buenos Aires, en donde hay muchas familias que comparten esta perspectiva.

-Ustedes, en principio, el gran impulso que sintieron para crear Ayni fueron sus hijas. ¿Ayni es una continuidad de su cultura familiar, de sus valores o también fue sucediendo al revés, que Ayni fue contagiando los espacios de intimidad familiar?

-Siempre tuvimos un gran deseo de maternar y paternar, soñábamos mucho con ese momento y cómo sería. Era muy clara para nosotres la decisión de no escolarizar, desde antes de concebir a nuestras hijas. Así nos conocimos con vos en Tierra Fértil, en su gestación del 2012.
En el proceso de AYNI, desde sus inicios hasta ahora, fuimos nutriéndonos mucho como familia por estar sumergidos en una red de familias que nos disponemos a mirarnos, a re-aprender con nuestres hijes.
Vivenciamos y valoramos que el aprendizaje es permanente y todas las experiencias nos van nutriendo en todos los roles que asumimos.

-¿Creen que su formación profesional y su mirada personal en el trabajo con niños los ha ayudado a construir Ayni? ¿Han tenido que desandar algo de esa formación?

-Sin duda. Desde nuestra formación profesional y nuestra práctica cuestionábamos la experiencia que ofrecía el sistema tradicional. Eso nos llevó directamente a construir y crear, ya desde nuestra práctica, nuevas maneras de acompañar. Y a investigar y conectarnos con proyectos que han sentido los mismos interrogantes.
Hemos tenido que desandar principalmente mandatos familiares y culturales que están instalados en las personas y las instituciones en las que nos desarrollamos desde pequeños. Y, entonces, re-significar las teorías que nos inspiran en el acompañamiento a la infancia que hoy elegimos transitar.

-¿Qué dicen las familias y los nenes/nenas que pasan por Ayni sobre el proyecto?

-Les preguntamos a las familias y dijeron que es “una escuela para familias, para la vida”; “la escuela a la que me hubiera encantado ir, soy feliz de que mi hija pueda disfrutarla”.

Les niñes nos dijeron: “Ayni es divertirme con las amigas y saltar en el colchón” (Vera, 4 años); “es la mejor escuela de mi vida” (Felipe, 8 años); “un lugar donde aprendo a divertirme mucho con mis amigos” (Fidel, 5 años); “Ayni es una escuela que tiene cocinita, arenero y un parque para jugar. Es buena” (Violeta, 4 años); “Ayni es una casa que es de todo el mundo” (Mora, 4 años); “Me gusta porque tiene escaleritas para subir y saltar en el plástico” (Amapola, 3 años).

-¿Cuáles son las dificultades más frecuentes a la hora de querer transformar la educación en el aquí y ahora, en la práctica, en la realidad de la comunidad que tienen en Buenos Aires?

-La dificultad más grande es la de encontrarnos con «adultos niños». Adultos que no se permiten desaprender, transitar la educación viva. Que cueste poder lograr consensos comunitarios y tener que depender de decisiones verticales. Encontramos la comodidad de posicionarse como usuarios de un servicio o un «jardincito cool«. Como contraparte, las responsabilidades civiles y comerciales son asumidas por unos poquitos, lo cual suele volverse una carga muy grande. Que muchas veces no es vista o valorada por quienes exigen como comunidad. Mejorar la comunicación es otro reto pendiente.

-¿Cuáles son los principios de Ayni de los cuales no claudican, cueste lo que cueste?

-En primer lugar, asumir que los principales responsables del acompañamiento de las/os niñas/os son las madres y los padres. Consideramos que la educación de las/os niñas/os sucede en su vida naturalmente y los adultos son quienes acompañamos sus conquistas de aprendizaje.
En segundo lugar, por nuestra experiencia, observamos que Ayni es susceptible de querer ser modificado desde dentro por las familias participantes, considerando necesidades particulares, que no siempre representan los objetivos y la esencia del proyecto Ayni. Desde nuestro rol (coordinación u equipo pedagógico), asumimos una actitud de escucha activa y, al mismo tiempo, somos responsables de ser guardianes del proyecto para cuidar sus objetivos en el acompañamiento a las/os niñas/os y sus familias.

-¿Qué recomiendan o aconsejan en base a su experiencia a los espacios nuevos de educación viva que quieran abrirse?

-En relación a la gestión, no ser tan pretenciosos de querer crear un espacio educativo alternativo y al mismo tiempo que se gestione comunitariamente desde el vamos. Recomiendo ir un paso atrás en este aspecto, para ordenar y, sobre todo, para cuidar la continuidad del proyecto, teniendo en cuenta que quienes lo inician pueden tener esa intención pero no todos los que llegan la comparten. Asumir que todos los cambios representan movimientos grandes (salidas de familias, guías, enojos, críticas) y empezar a construir modos de gobierno más acordes con las posibilidades de las personas que son parte. Darnos tiempo para aprender y desaprender las teorías de gobierno y autogobierno. Y, casi sin direccionarlo, aparece el momento para ejercitarlo. La gobernanza social en pequeñas instancias, como dentro del equipo o ante determinadas decisiones.

-¿Cuál es la postura política de Ayni? Es decir, ¿cómo creen que estos espacios de educación transformadora encajan en el conjunto de la sociedad? ¿Cuál es su rol, qué necesitan, cómo se articula con otros espacios y con el conjunto de lo que consideramos “educación formal”? ¿Reivindican autonomía o se quiere formar parte del sistema formal?

-Políticamente no tenemos asumido un perfil. Sabemos que apoyamos los movimientos sociales y culturales con su rol transformador y educativo. La gestión privada en nuestro caso es simplemente por no contar con personería jurídica que respalde otro tipo de gestión, que sin dudas sería más del tipo social, cooperativo y comunitario. No estamos en contra del sistema educativo formal, pero pretendemos ser una alternativa diferente para aquellas familias que busquen otras maneras de criar y relacionarse con sus hijes. Proponiendo un cambio cultural y social en el mismo entorno familiar, ya que el camino requiere modificar los arquetipos sociales preestablecidos para volcarse de lleno a la crianza respetuosa, el auto-conocimiento y la educación viva.

Necesitamos simplemente el reconocimiento de estar «educando» a nuestros hijes, como demanda la ley. Además, entendemos que podemos aportarle muchísimas herramientas a la educación formal, y también nutrirnos de ella. De otros espacios intentamos aprender e intercambiar constantemente, tanto en lo pedagógico como en la gestión, y también compartiendo la comunidad.

-¿Qué marcos teóricos, formaciones, lecturas, sitios, personas u otros proyectos pueden mencionar que los hayan ayudado, formado, inspirado?

-Desde el inicio, la teoría y práctica psicomotriz íntegra. De la psicología, la Gestalt, sistémica y el psicoanálisis. De experiencias, «El Pesta» de Rebeca y Mauricio Wild, Summerhill, Ojo de agua, La Cecilia, Tierra Fértil. La película «La educación prohibida», la red REEVO, los Encuentros Plurales de Educaciones Posibles (EPEP). También, visitar y realizar observaciones en espacios diversos que estén funcionado.

Para saber más sobre Ayni Educación Viva, visitá https://www.facebook.com/aynieducacionviva

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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2 Respuetas

  1. 2 de enero de 2021

    […] uno de los primeros y únicos espacios de educación viva en la ciudad de Buenos Aires (se puede leer acá). Es un espacio de juego espontáneo para niñas y niños de 2 a 9 años, con proyección de […]

  2. 18 de enero de 2021

    […] con el arte. Días después y ya decidida a explorar nuevos caminos, tomé contacto con el espacio Ayni, que aún funcionaba en la casa de una de las acompañantes, y semanas después estaba siendo parte […]