Acompañar la escolaridad: otra tarea invisible de la economía de los cuidados a cargo de las mujeres

«Mandar» a un hijo/a la escuela no es sólo eso. Hay una larga lista de tareas que acompañan a la escolaridad que, en general, suelen ser ejecutadas por las mujeres. Por eso, si como colectivo pedimos el reconocimiento de la economía de los cuidados, tenemos que nombrarlas también. Sobre todo cuando el gobierno de Argentina acaba de anunciar que la economía de los cuidados representa el 16% del Producto Bruto Interno (PBI) del país. Las escuelas cerradas por la COVID-19 pusieron de manifiesto la importancia económica de los cuidados de las personas dependientes (niños, discapacitados y tercera edad). Y las escuelas también se sinceraron como cuidadoras más allá de su rol formativo, con la diferencia de que que a ellas les pagamos, con el Estado o el mercado.

El informe “Los cuidados, un sector económico estratégico. Medición del aporte del Trabajo doméstico y de cuidados no remunerado al Producto Interno Bruto” puede leerse completo acá: https://www.argentina.gob.ar/noticias/la-direccion-de-economia-igualdad-y-genero-presento-el-informe-los-cuidados-un-sector

Además de reconocerlas en los números del PBI de un país como parte esencial de la reproducción de la humanidad y el sistema productivo, nombrar estar tareas puede ayudar a las propias escuelas a disminuir las exigencias que sobrecargan a las madres, para concentrarse sólo en las verdaderamente importantes para construir comunidad. O, al menos, para repartirlas con los varones. Recordemos que, también hace poco, se conoció un informe que indica que casi el 90% de las mujeres en Argentina no podrá jubilarse a la edad que le corresponde por no contar con la cantidad de años de aportes que estipula el sistema previsional. Es decir que, con nuestro trabajo no pago, aportamos a la economía más que la industria o el comercio pero no vamos a poder recibir por eso una jubilación.

En casa, yo me hice cargo de las tareas de crianza y educación, primero desescolarizada y ahora escolarizada. En este tiempo vi cómo, fuera o dentro de la escuela, somos las que mayoritariamente nos preocupamos y ocupamos de la educación de los hijos. Esta es la lista de las tareas complementarias típicas que solemos hacer las mujeres y que se multiplica por cada hijo/a. Yo encontré 20 antes de la escuela remota pandémica. Si te parece que fata alguna, avisame:

. Elegir la escuela. Visitarlas y averiguar los requisitos. Ir a las entrevistas.

. Interiorizarse sobre el proyecto pedagógico, buscar referencias, etc.

. Hacer la «adaptación».

. Comprar guardapolvos o uniformes. Lavarlos, repararlos.

. Comprar y/o fabricar los materiales que se piden durante todo el año.

. Ir a las reuniones grupales de padres y madres y a las reuniones particulares de nuestrxs hijxs.

. Ir a los actos, muestras, recitales, obras, partidos, etc.

. Llevar y/o traer. En su defecto, organizar pool de transporte o completar los trámites del boleto estudiantil.

. Ayudar en las tareas que la escuela manda para el hogar (que deberían estar prohibidas porque sobrecargan a las mujeres).

. Colaborar en la Cooperadora u otras instancias de trabajo voluntario o de construcción de comunidad.

. Ayudar a estudiar para los exámenes. O conseguir profesores particulares para que ayuden.

. Asegurar que el estudiante coma bien y sano. Desayuno (a las corridas), almuerzo y merienda, en viandas o pagando la cantina/comedor.

. Asegurar que el estudiante duerma bien. Para eso, orquestar o ayudar cada día en tiempos de ocio y juego, higiene y comida en familia.

. Estar atenta a los intereses de nuestros hijos que no se satisfacen en la escuela y ayudarlos a buscar en otros ámbitos.

. Coordinar las invitaciones de amigos o amigas a casa.

. Participar en grupos de WhatsApp y mantener la comunicación con la escuela.

. Generar comunidad: relacionarse con las otras familias, educadores, directivos, etc.

. Buscar ayuda psicopedagógica cuando la escuela lo solicita, organizando horarios, reuniones de devoluciones e informes, tramitar certificado de discapacidad si hiciera falta, docente auxiliar en el Consejo escolar y con la obra social o prepaga.

. Presionar para que lean en el verano los libros que les dejaron de tarea «para fomentar la lectura».

. Estar atentas a que la escuela sea un ambiente que los/las acompañe bien en esta etapa formativa esencial, a nivel humano y de la motivación para el aprendizaje. Si no sucede, vuelta a empezar: peregrinar por otras escuelas o luchar cada mañana cuando no quiere ir.

En España el feminismo pidió participar activamente en una mesa de crisis ante la situación vulnerable de las cuidadoras. «No es algo coyuntural, la crisis de los cuidados es estructural. Por eso es necesario cambiar el paradigma, cambiar el modelo neoliberal impuesto basado en la creencia de autosuficiencia individual y poner de una vez la vida en el centro. No sabemos ya cómo decirlo», expresaron las vascas en un video.

Sin embargo, aún en este reclamo de poner los cuidados en el centro de la discusión, sigue faltando la voz de los dependientes. ¿Da lo mismo la calidad de esos cuidados para los niños, las niñas, los/las discapacitados/as y los ancianos? Loana, madre dos y administradora del grupo Maternidades Feministas y la página Des-Madre, denuncia en un texto escrito para Eltresde que «los proyectos políticos planteados en torno a los cuidados apuntan a liberarnos de ellos más que a apuntalarlos o garantizarlos. Así es que se desvirtúa la idea de “cuidar” y se entiende por ella la necesidad de institucionalización de lxs niñxs o la profesionalización de quienes cuidan».

«Institucionalización, por un lado, que jamás cubre las necesidades ya que las vacantes públicas suelen ser menores a la demanda, lo que obliga a tener que recurrir a instancias privadas, a la contratación de cuidadorxs particulares o a la buena voluntad de amigxs y/o familiares que puedan cubrir los cuidados, en su mayoría mujeres».

«Por otra parte», se pregunta: «¿qué tipo de cuidados se brindan en estos contextos? ¿Cuánto se devalúa la trascendencia de las tareas de quienes cuidamos cuando se asume que queremos escapar de ellas para asumir un “trabajo de verdad”?».

¿Qué nos dice esta foto? Que el Ministro cobra sueldo de cinco ceros y no atiende niñxs cada día. Son las mujeres que lo rodean las que lo hacen, con un cero menos y, seguramente, dos cargos.

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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1 Respuesta

  1. 19 de diciembre de 2020

    […] una nota donde escribí cómo las mujeres sostienen la industria escolar con su trabajo voluntario: https://alteredu.com.ar/2020/09/02/acompanar-la-escolaridad-otra-tarea-invisible-de-la-economia-de-l…. También me extendí sobre el tabú del dinero en la educación alternativa en el capítulo que […]