Niños y niñas con altas capacidades: una carrera de obstáculos y malentendidos en el sistema educativo formal

“No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”, decía Jiddu Krishnamurti. «La religión de todos los hombres debería ser la de creer en sí mismos», afirmaba también el líder espiritual que inspiró, incluso, el ideario de algunas escuelas. En contradicción con estos preceptos sencillos, juzgamos como inadaptados a quienes no logran amoldarse al sistema de enseñanza uniforme que impone la escuela. Es patente para quienes se distinguen por alguna discapacidad o rasgo neurodiverso, pero menos se sabe de lo que sufren los niños y niñas con «altas capacidades». En Argentina todavía se habla poco y bajito sobre esto, pero ya hay grupos de familias organizadas en todo el país. Incluso, esta forma de vivir y aprender está contemplada en varias leyes. No me sorprende que lo que falla, como casi siempre, sean las reglamentaciones y la puesta en práctica.

Conversé con dos familias argentinas cuyos hijos/as tienen el diagnóstico de altas capacidades (AC) -o están en proceso de evaluación- para charlar acerca de la situación en el país y para desmitificar lo que les pasa a las personas que solían llamarse «superdotadas». Carina vive en Santa Cruz y acaba de formar junto a otras la organización «Altas Capacidades Santa Cruz«. Se me graba a fuego su primer audio y puedo imaginar perfectamente la desesperación de ser tratados como locos. «Es un alivio sentir que no estás equivocado y pasar a ver que el de tu hijo es un derecho que se está vulnerando».

-¿Cómo suele detectarse si un chico o chica tiene altas capacidades?

-La detección deviene de buscar por dónde seguir cuando en casa la situación se vuelve insostenible, con somatizaciones de toda clase: fiebre, malestar estomacal, dolores abdominales, cólicos, llantos incontenibles. Y la negación a seguir yendo al jardín o a la escuela. Es decir, la sospecha de que algo no anda bien empieza en casa, y a ese malestar del niño le siguen las reuniones entre los padres y la institución escolar. En ese proceso, muchas veces las familias debemos soportar escuchar comentarios tales como: “nosotros no vemos lo que vos ves, mami”; “no termina antes que el resto”; “su letra no es legible y casi no copia, no me inclinaría por pensar que tiene altas capacidades”; “todavía le cuestan las tablas, no nos parece que vaya por ahí la cosa”. Así, se ponen sobre la mesa una infinidad de mitos a los que sistemáticamente se vincula con las altas capacidades y que no tienen, en realidad, nada que ver.
Paralelamente a la comunicación con la escuela, las familias empiezan su búsqueda por medio del pediatra, que es uno de los primeros profesionales externos a la escuela que suele enterarse de la situación. Pero que muchas veces no conoce sobre el tema. Y ahí arranca un camino de búsqueda que suele pasar por terapistas ocupacionales, psicopedagogos, psicólogos, neurólogos y hasta psiquiatras. Un camino que muchas veces termina con un niño medicado por un mal diagnóstico, cuando en realidad corresponde realizar un psicodiagnóstico hecho por un profesional con formación teórica y práctica específica.

-¿En qué consiste ese diagnóstico?

-Es un proceso de indagación a través de una serie de sesiones, entrevistas y de tests validados en distintas áreas como la cognitiva, la emocional y la social. Se suele creer que sólo mide el Coeficiente Intelectual, cuando en realidad abarca lo académico-curricular, lo cognitivo-intelectual, la creatividad y pensamiento divergente y el aspecto socio-afectivo y emocional. Este proceso incluye recomendaciones tanto para la escuela como la para la familia.

¿Vos tenes hijos en esta situación?

-Sí, nuestra hija menor, de 6 años, está actualmente en proceso de evaluación. Y evaluaremos a nuestro hijo de 8 años más adelante, ya que, por un lado, él ha venido siendo mucho más funcional al sistema, y, por el otro porque evaluar a un niño por sospechas de altas capacidades no es en absoluto económico y debe costearlo la familia.

Las características de nuestra hija que nos ayudaron, como familia, a buscar por el lado de las altas capacidades fueron: la adquisición sucesiva de hitos a temprana edad (voltearse, gatear, dejar los pañales solita, juego simbólico, etc.), su amplio vocabulario, su alta sensibilidad sensorial y su emocionalidad, su rapidez al aprender nuevas cosas y generalizar ese conocimiento, la autoiniciación en el proceso de lecto-escritura, su nivel de independencia y su perfeccionismo, su creatividad.

Sin embargo, las características que suelen reconocerse en estos niños son mucho más abarcativas, y no se dan todas en todos, ni de la misma manera ni con la misma intensidad. Las más comunes: son extremadamente persistentes y poseen largos períodos de atención siempre que la tarea les genere un desafío y no sea repetitiva; son intelectualmente curiosos; tienen muchos intereses y aficiones; poseen gran energía personal, a veces manifestada a través de conductas hiperactivas o disruptivas, sobre todo los varones, cuando no se ven satisfechas sus necesidades de aprender; tienden a ser impacientes; suelen aprender habilidades matemáticas a edades tempranas, aunque suelen no prestar atención a cuestiones como la letra y la prolijidad; suelen ser críticos; asumen riesgos con sus ideas y pueden no reconocer la autoridad impuesta; su edad cronológica, emocional e intelectual suelen no coincidir; es común que tengan dificultades para relacionarse con sus pares y que prefieran la compañía de niños mayores.

-¿Qué los motivó a formar la Asociación, qué intentan lograr?

-Haber pasado nosotros mismos con nuestros hijos por situaciones de desolación. Uno como mamá o papá piensa -y esto, muchas veces, lamentablemente, alimentado directamente por la institución- que está completamente solo en todo esto, que el problema es del hijo por no adaptarse a la institución, a los ritmos, que como familia se lo sobreprotege, que en realidad uno está viendo cosas que no son tan así, etc. Por eso, buscamos:
 Brindar a las familias un espacio de interacción y contención
 Instalar el tema de las altas capacidades a nivel local y provincial
 Visibilizar que existe un grupo de niños y niñas con estas características y que están siendo vulnerados en su derecho a aprender por el sólo hecho de aprender diferente.

Luego, como una agrupación ya constituida, aspiramos a brindar contacto con profesionales especialistas en AC y trabajar sobre un proyecto que implique al municipio desde el Consejo Deliberante y a la provincia toda. Y desde la Dirección Regional Zona Norte lograr una capacitación docente que le permita al propio maestro reconocer a estos niños y trabajar en consecuencia.

-¿Qué avances lograron hasta ahora, en Santa Cruz o a nivel nacional?

-A nivel local, y si bien hemos salido a la luz muy recientemente, a fines de julio, hemos logrado una reunión preliminar con el Honorable Consejo Deliberante en la que planteamos la idea de visibilizar este colectivo, de un proyecto de capacitación docente y de la necesidad de declararlo de interés municipal, cuestión que se aprobó el 24 de agosto.
A nivel provincial y nacional hay que tener en cuenta los antecedentes otorgados por la Ley Provincial de Educación No. 3305 que toma en su artículo 143 el texto tal cual lo redactara la Ley Federal de Educación 26.206, en su art. 93: “Las autoridades educativas jurisdiccionales organizarán o facilitarán el diseño de programas para la identificación, evaluación temprana, seguimiento y orientación de los/as alumnos/ as con capacidades o talentos especiales y la flexibilización o ampliación del proceso de escolarización”. Es decir, reconoce que los niños con AC existen y que hay que atenderlos.
También a nivel nacional, el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, junto con la mayoría de las organizaciones que trabajan con altas capacidades y profesionales de Argentina, publicó un cuadernillo sobre Educación Inclusiva que habla de las necesidades educativas específicas de los chicos con altas capacidades y las pone en el mismo grupo que los chicos con autismo, trastorno de déficit de atención e hiperactividad e hipoacusia, considerando que tienen necesidades educativas específicas.
A nivel legislativo nacional, existe un Proyecto de Ley realizado por MENSA. En provincia de Buenos Aires está el Proyecto de Ley 1193/19-20 que presentó «LaPlataAC» con la Diputada Carolina Barros Schelotto. También en provincia de Buenos Aires está la Comunicación Normativa, la Comunicación conjunta No. 5/2019 que sacó la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires en 2019. Documento conjunto de apoyo a la enseñanza con trayectorias escolares con altas capacidades. El Hospital Interzonal de Quilmes hace detecciones rápidas de chicos con altas capacidades. La provincia de Jujuy está trabajando con la Dirección De Alta Inteligencia en el marco de la Ley N° 5807, que en su art. 9 sostiene que “el Estado Provincial facilitará las condiciones pedagógicas e institucionales que aseguren a los niños con necesidades educativas especiales, a las personas con discapacidad, sean éstas temporales o permanentes, y a aquellos con altas capacidades intelectuales, el desarrollo de sus posibilidades, la atención de dificultades del aprendizaje, la integración escolar y social y el pleno ejercicio de sus derechos”. La provincia de Catamarca, con su Ley Nro. 5545/2018 – Dcto. N° 1214 – Atención Educativa para los Alumnos con Capacidades y/o Talentos Especiales, presentada por la diputada Silvina Carrizo. En la provincia de Misiones se sancionó el Proyecto de Ley Programa Provincial D51085/2019 que contempla la atención de estos niños. En la provincia de Chaco se sancionó la Ley Nro. 2712-E que en su art. 1° dice: «Créase el Programa Provincial de Educación para Alumnos con Talentos Especiales o Altas Capacidades, en el ámbito del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, en virtud de lo dispuesto en el artículo 93 de la ley nacional 26.206 – Ley de Educación Nacional-«. En la provincia de Córdoba, la Universidad de Córdoba, desde el Área de Psicología con la Psicóloga Paula Irueste, hace detección de estos chicos que, además, es gratuita. Por último, también existe un dictamen del Poder Judicial de Entre Ríos que pidió que se atendieran los niños con altas capacidades de la provincia. Pese a todos estos antecedentes, desde mi conocimiento y a la fecha, no hay nada hecho.

-¿Qué fichas les ponen al homeschooling y otras alternativas como estrategia para conseguir una educación respetuosa para estos niños y niñas? ¿O más bien apuestan a que puedan estar en escuelas convencionales?

-Por ahora, toda nuestra lucha tiene que ver con pelear por la visibilización de estos niños dentro del sistema educativo que nos toca, malo o bueno, pero intentar pelearlo desde ahí. Al mismo tiempo, exigir que haya capacitación docente para que los maestros puedan hacer el primer reconocimiento. Y que, paralelamente, se incluya la temática de altas capacidades dentro de la formación en los profesorados ya sea terciarios o universitarios. Reclamamos que la escuela lleve a cabo las intervenciones educativas pertinentes para trabajar con estos chicos, como trabajar por proyectos, por agrupamientos, por ámbitos de experiencia, por programaciones flexibles, trabajos cooperativos y talleres dentro del aula, entre otras.
En principio, lo que buscamos lo buscamos dentro del sistema que nos toca, el Estado no debiera desentenderse de su obligación de educar. Pero, como agrupación, también queremos informar a aquellas familias que, habiendo intentado todo, sin sentirse escuchadas y viendo que el derecho a la educación de sus hijos sigue siendo sistemáticamente vulnerado, sepan que existen alternativas viables que vienen desarrollándose desde hace muchos años con muy buenos resultados.

-¿Qué formas de «manejar» estas situaciones existen en el resto del mundo, han encontrado estrategias que funcionen de las que podamos aprender?

-En las escuelas tradicionales de varios países estamos al tanto, sobre todo, de la situación española. Que viene implementando distintas intervenciones educativas según lo requiera cada caso en particular. Porque como dijimos antes, cada niño, aun presentando algunas características comunes al colectivo que nos reúne, es totalmente diferente y presenta desafíos educativos diversos. Algunas de estas intervenciones, como las nombrara más arriba, son, entre otras, trabajos por proyectos, por agrupamientos, por ámbitos de experiencia, por programaciones flexibles, trabajos cooperativos dentro del aula, organización de talleres dentro del aula, enriquecimientos curriculares, aceleración, etc.

En cuanto a antecedentes de legislación sobre la temática y hasta donde nosotros sabemos, a nivel internacional, en países vecinos como Uruguay, hay un proyecto de ley que plantea que la ANEP deberá identificar a estos estudiantes, además de “formular y ejecutar planes y programas de formación que favorezcan el enriquecimiento curricular de acuerdo con las necesidades, a los efectos de facilitar a los alumnos con estas características el desarrollo máximo de sus capacidades”. Declara “de interés nacional el estudio, análisis, investigación y desarrollo de políticas educativas tendentes al desenvolvimiento de una educación diferencial para aquellos alumnos que sean calificados como personas con altas habilidades/superdotación”. Por su parte, Chile, con su Proyecto de Ley Altas Capacidades Cognitivas 13047-04 2019, proclama potenciar el talento académico generando las condiciones educativas para ello.
En España, la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), aprobada por las Cortes Generales en 2013, es la norma en vigor para regular la actividad educativa y en su art. 58 se afirma que: “Corresponde a las Administraciones educativas adoptar las medidas necesarias para identificar al alumnado con Altas Capacidades intelectuales y valorar de forma temprana sus necesidades. Asimismo, les corresponde adoptar planes de actuación adecuados a dichas necesidades”. El art. 77 afirma: «El Gobierno, previa consulta a las Comunidades Autónomas, establecerá las normas para flexibilizar la duración de cada una de las etapas del sistema educativo para los alumnos con Altas Capacidades intelectuales, con independencia de su edad». Luego, también en España, se aprobaron el Real Decreto 126/2014, de 28 de febrero y el Real Decreto 1105/2014, que establecen que: «Corresponde a las Administraciones educativas adoptar planes de actuación, así como programas de enriquecimiento curricular adecuados a dichas necesidades, que permitan al alumnado desarrollar al máximo sus capacidades. La escolarización del alumnado con altas capacidades intelectuales, identificado como tal según el procedimiento y en los términos que determinen las Administraciones educativas, se flexibilizará en los términos que determine la normativa vigente; dicha flexibilización podrá incluir tanto la impartición de contenidos y adquisición de competencias propios de cursos superiores como la ampliación de contenidos y competencias del curso corriente, así como otras medidas. Se tendrá en consideración el ritmo y estilo de aprendizaje del alumnado que presenta altas capacidades intelectuales y del alumnado especialmente motivado por el aprendizaje».
Estos países han logrado que se visibilice el colectivo de chicos con altas capacidades y que, desde la reglamentación, se los tenga en cuenta. El problema deviene siempre a la hora de poner en práctica la reglamentación vigente.


Romina Buttazzoni es la mamá de una adolescente que a los 14 terminó el secundario y a sus 16 estudia matemática en la Universidad del Litoral. Su historia tomó relevancia a raíz del fallo judicial en el que se le reconocía a la adolescente su derecho a aprender. Tanto desde Ministerio de Educación de la Provincia de Entre Ríos como desde Defensoría de Menores se intentó penalizar los cuidados que su mamá, en soledad y con trabas de todo tipo, intentaba brindarle a su hija, que no eran más que garantizarle un experiencia de aprendizaje significativa y acorde a sus necesidades. Felizmente, los diferentes fallos judiciales en las distintas instancias reconocieron ese esfuerzo y los derechos vulnerados, que deberían haber sido provistos por quienes sólo intentaron impedírselo. Romina es docente y se dedica a la estimulación cognitiva y el acompañamiento de Necesidades Educativas Especiales (NEE) desde su propio espacio Increa en Paraná.

“Desde que mi hija comenzó a rendir libre tuvimos que cambiar de vida. Era consciente de que no podía proveerle una educación de calidad si no me dedicaba a ello, pues desde la escuela no se estaba haciendo nada para ayudarla, todo lo contrario. Dejé mis cargos docentes y me dediqué a brindarle la educación y la contención que no le estaban brindando. El bullying sufrido llegó al punto de justificar las agresiones de sus compañeros, desde la mismísima escuela. Llegaron a decirme que algo habría hecho mi hija para que la agredan constantemente. Era inaudito”, me cuenta Romina. «Sufría bullying hasta de los docentes”, contó en una nota para Infobae. «Es realmente alarmante que quienes deben velar por los derechos de los chicos y las chicas lleguen a estas situaciones de negación sin el más mínimo pudor». Como ella misma trabaja en educación, comenzaron a contactarse otras familias que atraviesan situaciones similares. “Respondo muchas veces como docente y otras tantas como madre, porque muchas veces las familias se comunican conmigo porque no encuentran un espacio que las escuche. A veces necesitan ayuda con cuestiones técnicas, de tipo educativas, entonces el Centro es el espacio para brindárselas, pero muchas veces también se comunican para desahogarse y contarle a alguien que no los juzgue y que los entienda. Ahí actúo como mamá, ya no desde el Centro, conteniéndolos desde mi experiencia personal con mi hija y como parte de esta comunidad de familias que no encontramos espacio”, describe.

Hoy, la prioridad de Romina no pasa por educar a su hija, porque logró encontrar el espacio que tanto ansiaba. “Desde que comenzó la facultad, me desentendí de lo educativo y lo delegué a sus docentes, porque no puedo seguirla y porque no me corresponde tampoco”, asume. “Ahora mis energías están en brindarle la autonomía necesaria para que su experiencia universitaria sea lo más cercano a la normalidad y pueda desarrollarse de manera sana y feliz”. Ella sostiene que así como las discapacidades cuentan con acompañamientos específicos, también deberían contemplarse en relación a las altas capacidades: “Mi hija necesitaría un acompañante terapéutico que le permita desarrollarse de manera autónoma, porque no puede viajar sola a la facultad. Pero al ser imposible de costear a nivel económico, debo hacerlos personalmente ese trabajo, con todo lo que ello implica de pérdida de tiempo que no me permite trabajar lo suficiente, considerando que mis ingresos son los únicos que nos sostienen”.

“No fue sencillo atravesar todo el dolor que nos hicieron pasar a nivel judicial. Y ahora, hasta que mi hija no sea una joven independiente, sigo preocupada pero en otro rol: el de fomentar su independencia en el ámbito universitario y que pueda llevar una vida lo más saludable posible”. Como ella misma trabaja dentro del sistema educativo, conoce más que nadie la complejidad de pedirle más a los docentes. «Tenemos una situación grave a nivel mundial, aunque en nuestro país es mucho más grave y debería resolverse en relación a la atención de las necesidades educativas especiales (NEE). El docente no puede ser especialista en todo, por eso existe la maestra integradora, la maestra acompañante, el equipo interdisciplinario y el sistema de salud que acompaña a las familias reconociendo las NEE en la discapacidad. El problema es que en las altas capacidades no tenemos eso. A veces pensamos que con un diagnóstico solucionamos todo y queremos que el docente acelere o enriquezca, y nos frustramos cuando eso no se cumple, porque no saben o no pueden verlo. Si bien el problema es estructural, también es cierto que al Estado le corresponde ponerse de lleno en relación a encontrar una solución a esto, más si consideramos que tenemos la misma cantidad de niños con altas capacidades que de niños con discapacidad. Si tenemos una manera de incluir, debería ser a todos, no sólo una parte. La legislación en relación a las altas capacidades es mínima y a nivel nacional. A nivel provincial debe legislarse e instrumentarse de verdad, no sólo en las escuelas sino también en la formación profesional, para que el concepto de inclusión que venimos trabajando a nivel educativo sea real». También, subraya, «se necesita más investigación científica sobre esto en el campo de la salud mental. No tenemos en Argentina protocolos, estadísticas o material científico producido con data de nuestro país que nos ayude a trabajar el tema”.

-¿Cómo es el recorrido que hiciste con tu hija?

-Desde los cuatro ya su maestra de jardín, que también era psicopedagoga, me dijo que veía que tenía altas capacidades y me sugería cambiarla a una escuela especial para niños con talentos en Buenos Aires. Pero eso me pareció un disparate, porque para mí es inconcebible el hecho de una escuela diferenciada, con tanta lucha y tanto recorrido que tenemos en relación a la discapacidad, entendía que era discriminar para el otro lado. Encima, la supuesta escuela estaba en una ciudad a 2 mil kilómetros de donde vivíamos en ese momento y no entendía cómo la docente me proponía que desarraigue a mi hija y me la llevara a vivir otra vida, quién sabe con qué medios, para insertarla en un espacio donde se la diferenciaba del resto. Me parecía horroroso. Lo que hice en realidad fue, por fuera de la escuela, darle lo que necesitaba a nivel cognitivo. A los cuatro me pidió que le enseñara a leer, pero como no quería apurarla, preferí que aprendiera otras cosas, como desarrollar la motricidad fina a través del arte, por ejemplo. Años después me enteré que leía bajo la cama, escondida, porque aprendió sola y creía que podía enojarme. Cuando daba clases particulares, en mi casa, ella, al salir de la escuela, se sentaba conmigo y mis alumnos. Yo siempre lo interpreté como una necesidad de pasar más tiempo conmigo, porque trabajaba todo el día. Entonces, le armaba cuadernillos para que trabajara como una alumna más, pero era como un juego: no estaba preocupada porque aprendiera porque la veía bien para la edad. Sí me importaba lo emocional, y la escuela siempre la consideré más como un factor social que por lo cognitivo.

El colapso fue en secundaria, porque emocionalmente no estaba bien. La saqué de la escuela e hice dos diagnósticos en Paraná y Buenos Aires, más que nada para demostrar que no era un capricho. Pero hicieron oídos sordos y el supervisor me denunció. Fui a Defensoría y parecieron entenderme, pero al mes el Consejo de Educación vuelve a interpelar al Defensor y comienza el hostigamiento, ya de las dos partes. Los supervisores de privada no la dejaban rendir libre a pesar de que la ley nacional contempla las altas capacidades y que la ley provincial de Entre Ríos contempla la figura de alumno libre. Entonces, me fui a hablar con Supervisión de estatal e hicimos un acuerdo con el Jefe de Departamental, donde se expresaba que mi hija podía rendir libre todo lo que quisiera adelantar, considerando la legislación vigente y las recomendaciones del terapeuta especializado en altas capacidades que la atendía en el momento. Rindió un año en una semana y luego el acuerdo se cayó porque se negaron a dejarla seguir rindiendo desde la escuela. Y como ella ya venía haciendo escolaridad en otro lado, en paralelo, determinamos en conjunto con el terapeuta y mi hija que era en extremo doloroso para ella continuar intentando insertarse en un espacio donde evidentemente nadie la quería. Continuó simplemente con la escolaridad que ya venía haciendo en paralelo en otro país y terminó la secundaria.

-¿Cómo fue que el tema escaló tanto en la Justicia?

-Quien hace que esto escale es Supervisión de Educación Privada, que en un cuestionamiento ilógico y sin haber conocido a mi hija ni lo que le venía pasando, determina que ella deba hacer tal cosa, más allá de que la legislación proponga otros caminos también. Nunca les interesó su bienestar. Los chicos con altas capacidades no tienen problemas en socializar ni problemas emocionales, como se cree en general. Si existen devienen exclusivamente de sus necesidades no atendidas. Imaginate que no iba a permitir que mi hija continuara teniendo cada vez más problemas sólo porque esta gente no comprendía la situación.

La causa cae porque mi hija termina el secundario; de hecho, eso se reconoce. Pero el Consejo General de Educación continuó hostigándola, no porque cuestionara el título secundario que ya tenía, sino porque argüía que más allá de tener la secundaria terminada debía volver a la escuela para estar con sus pares cronológicos. Un disparate.

-¿Cómo vivió ella todo esto y cómo está ahora?

-En su momento no quería volver a la escuela, la había pasado muy mal allí, tanto con los compañeros como con algunos docentes. Comenzó una terapia con un especialista en altas capacidades en Buenos Aires, y en paralelo, retirarla de la escuela fue lo mejor que le pudo pasar. Logró el equilibrio emocional que necesitaba, pudo resolver sus inquietudes de aprendizaje y logró recuperarse de una situación de vulneración que venía atravesando en la escuela. A partir de allí, todo fue muy positivo para ella: demandó que el Defensor no la representara en la causa, por pedido expreso de ella. No comprendía cómo una persona que no la conocía podía determinar pasar por encima de mi rol materno. Me pidió hacer ese pedido y fuimos con la abogada, solicitó tener parte en la causa.

Actualmente, con todo finalizado a nivel judicial, está muy bien. Disfruta mucho estudiar, participa de un espacio educativo que la contiene y se siente parte de un grupo a los que considera sus pares. Ha sido la mejor decisión tomar este camino, porque le dio lo que ella necesitaba, que era nada más que hacer lo que le gusta y poder tener el derecho a aprender más de lo que se le estaba ofreciendo, poder tener pares con quienes tener referencia. En fin: tener una vida saludable y feliz. Es algo muy simple en realidad, aunque haberlo logrado no fue tan sencillo.

Le pedí a Romina que me recomendara materiales para conocer más sobre la perspectiva de las altas capacidades de aprendizaje y ella me sugirió los siguientes:

https://aacclarebeliondeltalento.com/

https://www.javiertouron.es/

https://steven-pfeiffer-psychology.com/

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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1 Respuesta

  1. 25 de marzo de 2021

    […] Esos supuestos referidos a la organización temporal, sumados a otros supuestos en crisis de la escuela moderna, son la verdadera razón por la cual discursos como las “adecuaciones curriculares”, la “adaptación a ladiversidad” y la “diversificación curricular” no funcionan. Por más buenas intenciones, se topan con la muralla infranqueable de la exigida simultaneidad. Eso le pasó a Carina y otras madres que hace unos días manifestaron su preocupación porque a sus hijos no se les permite adelantar grados, según piden ellos mismos y aconsejan los terapeutas que los atienden por considerarlos portadores de altas capacidades intelectuales (ACI). El diario Infobae publicó su reclamo y la Asociación Altas Capacidades de La Plata, también, un comunicado en el que expresa que “los alumnos con altas capacidades no han sido atendidos en su derecho a aprender”, refiriéndose a casos similares en Santa Cruz, Chubut y provincia de Buenos Aires donde se les impide avanzar aunque esté contemplado en el artículo 93 de la Ley Nacional de Educación. Lo mismo pasó en Entre Ríos, donde una madre vivió un calvario legal que conté en esta nota: https://alteredu.com.ar/2020/09/07/ninos-y-ninas-con-altas-capacidades-una-carrera-de-obstaculos-y-m… […]