Visité Puerta Abierta, la Primaria inspirada en Reggio Emilia que nació para continuar un Jardín muy querido

No siempre se puede, pero hice una nota como debieran ser todas: pasé el día en la escuela primaria Puerta Abierta de Vicente López, en el conurbano de Buenos Aires, recorriendo los diferentes espacios con los directivos, coordinadores y docentes. Estuve en el patio durante el recreo, participé de una sesión donde convivían una atelierista, las maestras de grado y una bióloga invitada para el proyecto «Bichos», estuve en la reunión que el equipo tiene cada mediodía y recorrí por la tarde las zonas de Inglés y «Lenguajes».

Pero lo más lindo fue conversar mano a mano con los dos cursos de sexto grado, que ya sabían de mi visita: ellos hicieron preguntas sobre mi trabajo como periodista y yo les pedí que me contaran qué les gustaba de la escuela y qué quisieran mejorar. «Nos falta una secundaria Puerta Abierta, un kiosco y una cancha». Sobre lo que aprecian, me dijeron: «si te pasa algo, acá todos te ayudan»; «la forma en que nos enseñan es divertida, amigable, y podemos elegir»; «si les contamos ideas a las maestras, nunca nos van a decir que están ocupadas»; «también nos dicen cuando aprenden ellas de nosotros»; «se nota que nos ayudan a estar unidos y a formar una comunidad»; «siempre te dan una segunda oportunidad». Algunos adultos presentes también pidieron hablar. Dijeron estar emocionados «porque eso que ustedes dijeron es la educación que soñamos».

Detrás de cada escuela con un proyecto pedagógico claro hay una genealogía que vale la pena contar. Puerta Abierta es de esas que nacen por insistencia de las familias, que están muy felices con el jardín de infantes de sus hijos y piden más. Las fundadoras del Jardín Puerta Abierta y profesoras de nivel Inicial, Trixie Levy y Patry Gutman, intentaron hacerlo dentro del partido de San Isidro, donde sigue estando el Jardín, pero es vox populi que la DIEGEP no autoriza nuevos proyectos en la zona. 

Mucho más atrás en la historia, me cuentan Trixie y Patry que estaban en la universidad de Harvard tomando un curso sobre inteligencias múltiples con David Perkins cuando conocieron la filosofía Reggio Emilia. Les pareció que condensaba en la práctica todo lo que ellas abrazaban. Era el año ´98 y nada de eso existía por Argentina, así que se colaron en un grupo de estudios con docentes norteamericanos y viajaron a Italia a conocer los Nidos y Casas de infancia en el municipio que Loris Malaguzzi llevó a la fama de la pedagogía mundial.

La particularidad de Puerta Abierta es el entramado entre los contenidos curriculares y la cultura del Atelier que propone Reggio Emilia para desarrollarlos, con proyectos que utilizan distintos recursos expresivos. Esa es la función de la atelierista del equipo, diseñar y acompañar experiencias de aprendizaje en conjunto con los maestros. Por ejemplo, cruzar el módulo de mitología griega de Prácticas del Lenguaje con Teatro. O llevar el proyecto de Naturales sobre la atmósfera al terreno de la expresión corporal. O, también, diseñar durante el último año una intervención en el edificio escolar para dejar como legado (me señalan una palestra, un mural, un recolector de agua de lluvia y una casita de madera para jugar).

La tarde es exclusiva para Inglés y los Lenguajes, que según explican «poseen todos los individuos, porque las personas aprenden y utilizan el conocimiento de muchos y diferentes modos». En Puerta Abierta están organizados en los que son iguales para todos, los «Fijos» (Acrobacia, Naturalista, Robótica, Teatro, Filosofía), y los electivos: «Combinados» (Arcilla y Expresión, Banda, Carpintería, Literatura, Ciencias, Medios, Corporal) y «Lúdicos» (Juegos corporales, Arte y Juego, Espacio de Juegos Digitales, Juegos de mesa y Ajedrez, Cuerpo y Movimiento). Lo interesante es que estas propuestas desarman la lógica de los cursos: para los obligatorios se juntan los dos cursos de cada grado y para los electivos se forman grupos por ciclos en función a los intereses. Ciertamente, están atentos a pensar distintas conformaciones grupales para darles más posibilidades de socialización genuina a los chicos.

En Inglés se hicieron cambios importantes recientemente. Hay un área de Skills más ligada a la gramática y las nociones básicas, y otra llamada Workshop, donde la lengua se lleva a la acción, se vive más y aparece en otros espacios de la escuela. «Una lengua es algo que te atraviesa, es cultura, no puede ser sólo un contenido. Por eso en el taller de los más grandes ahora hacemos cosas como un fanzine o un podcast. Y certificamos con exámenes internacionales», me cuenta la responsable del área.

El recurso asambleario se utiliza para promover la participación en varios niveles. Existen las asambleas semanales de grado (las llaman Comunidad), donde se unen los dos cursos para intentar romper el esquema clásico del A y el B. Otra, con las familias, que es mensual y breve, salvo que se quieran tratar temas específicos. «Acá las familias entran a la escuela, no es sólo una participación de chat o para los cumpleaños», ejmeplifican.

Por último, hay una asamblea de toda la escuela. «Las empezamos cuando éramos poquitos, pero ahora que somos casi trescientos las hacemos cuando hay algún hecho conmemorativo o coyuntural que sentimos que hay que tratar. Por ejemplo, se usaron cuando surgió la necesidad de organizar cómo usar el patio del recreo de forma tal que todos pudieran tener un lugar, para que la pelota no anulara otras posibilidades. Otro año, los de segundo pidieron hacer asamblea con los de sexto, porque se sentían poco respetados».

«Nosotros nos damos cuenta de que para los chicos es muy importante sentirse bien. Está en el imaginario que hay que hacerlos pasar por situaciones más estructuradas y frustrantes para que estén preparados. Pero también sabemos que no vivimos aislados, y hay quienes dan examen de ingreso para el Secundario, así que los acompañamos para que estén a la altura. Somos personas que nos interesa mucho el conocimiento, la didáctica, pero también el cómo se enseña y se aprende. Buscamos diversas maneras para entrarle a nuestra currícula, que nos da una diversidad maravillosa de puertas de entrada», resumen. «Durante la pandemia, cuando pensábamos cómo salir al mundo de la virtualidad con una escuela interesante, surgió la pregunta de los padres de cómo se aprende en Puerta Abierta. Así que trabajamos mucho también en cómo hacemos visible eso que sucede».

«Construir colaborativamente el conocimiento nos caracteriza muchísimo como escuela. Aun así, nunca se termina el desafío de enriquecer con los lenguajes cualquier espacio de enseñanza y aprendizaje para que no queden como separados en talleres. Y que los profesionales de la educación que tenemos miren de esa forma. Porque las escuelas tienen una estructura compleja y compartimentada con la cual es difícil romper. Y la idea de democratizar el conocimiento está en la base de ofrecer lenguajes para que todos los puntos de entrada estén valorados».

Otra de las cosas que trabajan con sus asesoras externas de Eutopía -un equipo consultor en innovación que une en red a varias escuelas del país-, es qué conceptos tienen acerca de la evaluación. «Acá llamamos pausa evaluativa a la clásica prueba, que de ser una mala palabra entre los maestros pasó a ser una herramienta necesaria. También pensamos cómo hacer visibles los aprendizajes para las familias más allá del boletín. Sabemos cómo los padres facilitan el aprendizaje cuando acuerdan con la escuela. Sin embargo, aunque trabajamos mucho la evaluación formativa, la autoevaluación y la recapitulación de los proyectos, hay algo que pareciera que se transmite por ósmosis, que está como tatuado: das una devolución conceptual y preguntan ¿qué nota me saqué? Si bien entregamos boletín, explicamos qué hay detrás», detallan.

Tiempo para los docentes

Un dato importante es que tanto las docentes de las áreas curriculares como los talleristas tienen tiempo para planificar, supervisar y compartir gracias a una ingeniería que les permite hacerlo durante su jornada de trabajo en la escuela, entre las 13 y las 14.30.

Les pregunté cómo logran reclutar maestros afines al proyecto institucional. «Nos fijamos que se haga preguntas, que no asuma que las cosas son porque siempre se hicieron así. Indagamos sobre la mirada que tiene acerca de la infancia, y que tenga cierta flexibilidad. Preguntamos qué otros intereses tienen por fuera de la vida escolar. En este momento se nota una escasez de docentes y también un cambio generacional sobre el trabajo. Cuando abrimos la Primaria, trajimos gente del Jardín para armar el equipo. La documentación que propone Reggio Emilia, por ejemplo, allá fluye más. Acá seguimos trabajándola con los docentes el sentido que tiene, que no es que se vea bonito, sino más bien para que sea una herramienta de transformación del maestro en su mirada».

-¿Cómo se relacionan las inspectoras escolares con esta forma de trabajar?
-Cuando lo ven y les contamos se fascinan, y hasta nos dicen que contemos y presentemos más nuestro proyecto.

-¿Con el esfuerzo que significa construir la Primaria, se arrepienten de haberles hecho caso a las familias?
-Con el Jardín, para nuestra vida profesional ya estaba, así que esto es más que nada la concreción de un sueño. Lo único que nos faltó en todos estos años fue espacios físicos que acompañen la propuesta, sobre todo en cuanto al área verde. ¡El nogal y la huerta ya nos quedan chicos! Pero de todas formas estamos siempre hackeando el espacio que tenemos y salimos mucho a la Quinta Trabucco, que nos queda enfrente. Y también sabemos que hay escuelas con lindos espacios que no se aprovechan porque no ha cambiado la mirada.

Contacto con Puerta Abierta (Florida, Vicente López): https://www.puertaabierta.edu.ar/

 

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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