El Capítulo 4 del documental «Escuela Serena», de la Secretaría de Educación y Cultura de la ciudad de Rosario, incluye testimonios de dos personas influyentes en el impulso de los últimos años hacia la trasnformación educativa en Argentina. Velia Bianco, profesora de Letras y formadora, acompañó la fundación de varias escuelas que intentan ser reflejo actual de aquella escuela viva de las hermanas Cossettini, mientras que Ginés del Castillo fundó la propia en un gallinero, en principio para su hijo, y hoy para más de 100 niños, niñas y adolescentes en las afueras de Santa Fe, con la única propuesta democrática del país.
«Las escuelas han tenido que abandonar gran parte sino toda su cultura escolar, esa cantidad de formas de actuar, tratamientos, costumbres, que por ahí ya no tenían demasiado sentido, los llamados rituales escolares. Creo que es positivo porque ahora estamos con la educación y nada más, o con el vínculo humano, que adquiere mayor importancia», analiza, refiriéndose al contexto de la educación escolar en pandemia. «Por otro lado, las familias han estado detrás de las cámaras participando, escuchando, es un viejo sueño el de llevar la escuela a casa o traer la familia a la escuela y de pronto esto ocurrió«. Sin embargo, es crítico sobre la permanencia de estos aprendizajes. «En muchos espacios gubernamentales uno ve que se toma esto como una pausa, un tiempo de espera para poder volver a lo mismo. Ojalá no encuentre eco en la realidad, ojalá que sea el cambio que necesitamos, con el estudiante en el centro». Algo en lo que su escuela, La Cecilia, tiene práctica de más de 25 años. «Hay que aprender por interés, y si encontrar sus intereses les lleva tiempo, que se lo tomen. De esa manera se preparan personas que se puedan mover en el mundo por el impulso de su propio interés, reconociendo y dedicándose a lo que pueden hacer, y aportan al bien común».
Por su parte, Velia Bianco recordó una época en la vida de Olga Cossettini poco mencionada, que fue su paso por La Plata como directora general de escuelas dentro del ministerio de educación de la provincia de Buenos Aires en 1958, cuando inició la presidencia Arturo Frondizi. «Pienso, visto a la distancia, que se consideró que había que reparar la tremenda injusticia de haber exonerado a una personalidad como ella y su obra, y haber clausurado esa experiencia señera que fue pionera en el país dentro de la educación público», ensaya. «Ella estuvo poco tiempo, yo la conocí en 1959 y en el ´60 dejé mi tarea en la Asociación de Maestras y ya no tuve contacto. Fue impresionante lo que hizo: creó una escuela piloto en un barrio apartado de Berisso, donde renovó la educación desde los cimientos. Por supuesto, fue combatida, especialmente por un párraco que había ahí y tenia su escuelita, y no quería que hubiera otra», recuerda.
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