Lecciones Montessori en un espacio de aprendizaje libre: «Todas podemos armar ambientes preparados»

Muchos ya saben que con Malala Erhart fundamos y sostuvimos Tierra Fértil, una comunidad de aprendizaje que se inició para nuestros hijos y que sumó a distintas familias a lo largo de sus 9 años de historia (2013-2020) en la zona norte del conurbano de Buenos Aires. Este año, ella se sumó al equipo de educadores/as del Proyecto C, un espacio con espíritu muy similar iniciado por Germán Doin, también para sus hijos y con impronta colectiva.

Malala estudió para maestra de nivel Inicial en Argentina y se formó empíricamente en la primera Casa de Niños Montessori del país, que continúa hasta hoy en Olivos dirigida por las hijas de sus fundadoras. Sin embargo, tal como proclaman las pedagogías llamadas alternativas en todas sus versiones, la clave en la formación de un educador es su propio camino de autoconocimiento y la búsqueda, también personalísima, de herramientas que le permitan cuidar y educar niños de forma integral. En el caso de Malala, el arte y el pensamiento analógico, entre otros, son recursos que la acompañan siempre.

Quizás, lo más interesante de su perfil es su negativa a encasillarse en un dogma pedagógico único. Desarrolló un radar para detectar cuando algo se hace en contradicción al sentido común o a las necesidades de un niño o un adulto en un colectivo de educación. No la encandilan las modas o las resurrecciones pedagógicas cuando son puestas en escena o puro método. Por eso, aproveché para entrevistarla y que me cuente cómo preparó su primera Gran Lección Montessori en un espacio que no lo es, para mostrar que siempre es posible aprovechar las mejores ideas del mundo porque la educación es el más grandioso patrimonio de la humanidad.

¿Qué son las 5 Grandes Lecciones de Montessori?

-María Montessori concebía a la educación a partir de una cosmogonía y creó las «5 Grandes Lecciones» para que los niños y niñas, desde los 6 años, desarrollen la curiosidad a partir de relatos científicos. Lo llamó “educación cósmica”.
Primera gran lección: «El Principio del Universo y la Tierra» o «Dios sin manos»
• El Universo
• El Sistema Solar
• Composición de la tierra
• Volcanes
• Rocas
• Química: los tres estados de la materia
• Historias de creación

Segunda gran lección: «La historia de la vida en la Tierra»
• Bacterias
• Plantas
• Fósiles
• Dinosaurios
• Seres vivos e inertes
• Clasificación
• Reino Animalia (Clasificación y partes de: insectos, peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos)
• Océanos
• Glaciaciones

Tercera gran lección: «La historia de la humanidad»
• Civilizaciones antiguas
• Necesidades fundamentales de los seres humanos
• La historia de:
o Herramientas
o Preparación y almacenamiento de alimentos
o Ropa
o Techo/refugio
o Transporte
o Medicina
o Defensa
o Arte
o Religión / Espiritualidad

Cuarta gran lección: «La historia de la comunicación y la escritura»
• Historia de la escritura
• Escritura jeroglífica y cuneiforme.
• Diferentes alfabetos
• Diferentes sistemas de escritura (letras y caracteres)
• Civilizaciones antiguas
• La prensa impresa

Quinta gran lección: «La historia de los números»
• Historia de los números
• Historia de las matemáticas
• Diferentes sistemas de números
• La historia del «cero»
• La invención del calendario
• Sistemas y Unidades de Medición

El principio del Universo y la Tierra

-¿Cómo la preparaste y cómo fue recibida en el grupo de 6 a 12 del Proyecto C? Por lo que te conozco, vos no te autopercibís montessoriana estricta.

-En general, la Primera Gran Lección se comienza a dar a principio del año y luego se continúa con todas las demás. Sin embargo, en Proyecto C comencé a darla casi a fin de año. Y esto tiene que ver con que este año tuve que organizar en una primera instancia los ambientes preparados, presentar materiales a los niños y niñas, armar un grupo no graduado de 6 a 12 años y dar formación al equipo de educadores. Además, por la pademia, hasta después de mitad del año tuvimos que separarnos en grupos más pequeños y habitar 3 lugares distintos: la plaza, un centro cultural y la casa del proyecto.

Para dar esta Primera Gran Lección me preparé intercambiando información con otras guías de distintos países y molesté muchísimo a amigos y conocidos que se formaron en distintas áreas. Investigué también en las redes, compartí todo junto a educadores del proyecto y debatimos sobre el tema. Tuve que pensar y repensar todo una y mil veces cómo armar una narración sobre la Creación del Universo porque, tal como decís, no soy una montessoriana purista. No me es afín ninguna religión y no quería incluir el concepto de Dios, como tampoco estaba segura sobre dar información a partir de la Teoría del Big Bang. Así que, sin dejar de lado el aspecto científico y lo místico que conlleva la Creación del Universo, logré armar la narración. Luego, trabajamos a partir de material concreto y experimentos.
Todo el proceso fue muy hermoso: niños y niñas intercambiando información y preguntas. Ahí es donde se puede observar la genialidad de María Montessori al crear estas grandes lecciones desde lo concreto para despertar la curiosidad, y que las y los educadores puedan ir acompañando según las necesidades que van surgiendo.
A la noche recibí mensajes de niños y niñas que me contaban en qué fase estaba la luna, y durante los días posteriores a la presentación siguieron haciendo erupcionar volcanes en sus casas. Otros se interesaron en investigar sobre las distintas piedras y luego escribimos en una cartulina opciones de películas o documentales sobre el universo. ¡Terminamos viendo E.T.!

Amo la filosofía Montessori porque todo tiene que ver con todo: respetar cada etapa evolutiva y poder ir colaborando para que niños y niñas puedan desarrollar la autonomía del ser a partir de lo cotidiano. Si bien presento materiales de todas las áreas, no me interesa que trabajen en el ambiente exclusivamente cada día ni ningún día. Verdaderamente pueden usarlos cuando lo necesiten. Puede que haya días que ni los tocan y, de pronto, ves que alguno desenrolló una alfombra y está completamente absorbido con algún material trabajando. Los materiales sirven muchísimo porque a partir de lo sensorial, lo concreto y la prueba y error colaboran para ir hacia el camino de la abstracción sin la intervención de un adulto. Eso lo pude comprobar, pero siempre tengo en cuenta que es solo una forma posible. Muy bien desarrollada, por cierto. Para mi lo más importante son los vínculos, si no se trabaja primero desde ahí no importa qué filosofía sigas porque estarás perdiendo el foco de lo importante: la posibilidad de conocernos a nosotros mismos.

Muchos materiales pueden ser confeccionados en casa o se pueden comprar a personas que los están desarrollando a precios más accesibles en nuestro país. Pero si no los tienen o desconocen cómo usarlos hagan como dijo María Montessori: “No me sigan a mí, sigan a los niños”. Todos y todas podemos armar ambientes preparados en nuestras casas, que irán mutando según las necesidades de cada etapa que vamos viviendo. Montessori no es un método, es una filosofía y, en mi caso, no es la única que sigo. A esta altura de la vida, podría decir que cada día soy más hereje.

-En este casi año de trabajo en Proyecto C, ¿cómo llevaron la formación y el trabajo conjunto con el equipo de educadores? ¿Cuáles fueron los logrs, las dificultades y los próximos objetivos?

-Los niños y niñas asisten al proyecto los lunes, martes, jueves y viernes. Los miércoles son exclusivamente para formación. Esto es clave, porque en educación libre no hay mucha gente formada, así que es fundamental poder tener este espacio.

Voy a comenzar con lo que sí pude hacer y que nos sirve hasta el día de hoy. Son ejes para darle un marco a cada día de formación. En un primer momento, trabajé desde lo sistémico. En ese sentido, todas las charlas que pude tener con María José Vaiana fueron clave. Definimos los roles, las responsabilidades y dónde estábamos situados. También trabajamos conceptos como saber llegar, saber estar y saber partir. ¿Sabemos dónde estamos? ¿Queremos estar ahí? ¿Cómo será nuestra presencia en el espacio y cómo retirarnos del proyecto si alguna vez ya no quiero ser parte?

Sobre el vínculo entre educadores, algunos venían del año anterior y otras entraron este año, junto conmigo. Lo segundo que trabajé fue el concepto de equipo y pasárnoslo por el cuerpo, abrirnos, permitirnos la vulnerabilidad y encaminarnos a volvernos familia. Mucho se habla de la diversidad en estos tiempos, pero a la hora de vivirla no es nada sencillo. Cada una trae lo suyo, así que ¿cómo vamos a convivir? ¿Cómo vamos a vincularnos? ¿Qué tanto nos conocemos? ¿Nos aceptamos? ¿Qué cosas rechazamos? ¿Cuáles son nuestros prejuicios? También le dimos una estructura a nuestros encuentros pedagógico: puesta en común de propuestas, talleres, actividades y la premisa de siempre cuestionar nuestras prácticas pedagógicas.

Sobre el vínculo entre educadores y niños/niñas, penamos cómo acompañar, desarrollar la observación, cómo moderar y resolver conflictos y poner límites.

Respecto del vínculo con y entre las familias, durante las reuniones individuales fui invitando a las y los educadores para que participen y vayan conociendo necesidades y dudas de las familias para que puedan ir aprendiendo a acompañarlas e integrarnos para conformar una comunidad.

Aprendimos sobre qué significa la educación libre, cuáles son las pedagogías o filosofías que son afines a nuestro proyecto y qué críticas les podemos hacer.

Hasta aquí lo que pudo ser, es y va siendo. Confieso que la formación que había planeado antes de entrar al proyecto no fue posible tal y como lo había imaginado. A lo mejor era mucho, o no era el momento. También confieso que en un momento no supe cómo seguir y hasta me enchinché. También me aburrí, y lo agradezco. Este grupo de educadores me obligó a volverme creativa. Armé charlas virtuales con algunos referentes de la educación libre/democrática en Latinoamérica que fui conociendo y eso renovó la energía. Otras voces aparecieron, con los mismos problemas y formas distintas para resolverlos.

Hace unos meses pude dar comienzo a otra etapa que tanto anhelaba y que sabía que iba a ser muy nutritiva: que nos visiten talleristas. Las y los talleristas son personas que vienen a ofrecer sus habilidades al proyecto. Tienen que venir los miércoles al espacio de formación para conocer primero al equipo y contar qué actividad van a dar y cómo lo harán. Al otro día, son presentados a las y los niños en la ronda de inicio y les cuentan qué taller se dará. Siempre es optativo participar, y durante esa actividad estoy siempre acompañando.

Otro gran momento de formación sucedió en el Encuentro Plural de Educaciones Posibles (EPEP), ya que pudimos ir todo el equipo. Cierro el año sintiendo mucho agradecimiento. A Germán Doin que me convocó para coordinar el espacio de 6 a 12 años, a los educadores que se abrieron a trabajar conmigo en formación y cada tarde en el proyecto, a las familias y, siempre pero siempre, a les niñes ¡que son lo más! Ya que estoy en plan agradecimientos, quisiera darle las gracias a Dolores y Alteredu, porque es un lugar de referencia para investigar, para compartir en los espacios de formación y entre las familias.

Para el año que viene está planeado tener una primera hora de trabajo por proyectos cada día. La Primera Gran Lección sirvió como puntapié para continuar con lo que sucederá y el resto de las grandes lecciones traerán nuevas preguntas para seguir investigando y aprendiendo. Todo, sin dejar de jugar. Porque así aprenden los niños y las niñas.
A nivel de la formación, quisiera que desde los distintos proyectos de educación libre podamos hacer intercambio de educadores por una semana para ir aprendiendo en campo desde cada lugar. De todas formas, si hay algo que me enseñó la pandemia es que puede que sí, puede que más o menos, puede que no. Vamos viendo.

Fotos: Proyecto C

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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