En Argentina existe un debate nacional acerca de la eficacia de la escuela para alfabetizar a las personas, impulsado por malos resultados de pruebas estandarizadas y encuestas de ONGs dedicadas al tema.
Según el criterio de AlterEdu, la escuela no es la única ni necesariamente la mejor forma de lograrlo. La educación no formal puede ser mucho más eficaz porque no tiene las restricciones de burocracia, control y masividad de la formal.
Por eso, para ampliar la perspectiva, consultamos a la fundadora de un Centro Kumon en Argentina para saber cómo trabajan la enseñanza de la lectura y la escritura en sus aulas. Las premisas de este sistema inventado por un padre japonés para ayudar a su hijo, pueden conocerlas en esta nota anterior: https://alteredu.com.ar/kumon-una-forma-de-estudiar-en-la-que-el-ritmo-lo-dicta-el-que-aprende/
El Centro Kumon Fisherton donde Antonela Viano es orientadora y en Funes junto a su marido Valentino Cicconi ofrece también Matemáticas e Inglés, pero para esta nota decidí enfocarme en el área de Lectoescritura. Desde que nos conocimos durante la pandemia a hoy, Antonela fue mamá. Su testimonio es doblemente valioso porque ahora su hijo es parte de la propuesta.
Para aprender a leer y escribir, recibe en su centro a niños menores de 6 años, a niños de escuelas primarias convencionales y alternativas y también a homeschoolers. Hasta ahora, calcula haber participado en la alfabetización de 900 niñas y niños de esa zona.
-Se está cuestionando la forma en que la escuela formal alfabetiza y se me ocurrió contar cómo lo logran ustedes.
-Nosotros tenemos un programa de Lengua. Se empieza con la lectura antes que la escritura. El programa es fijo y es el mismo para todos. Tiene varios grupos, y dentro de cada grupo hay tres niveles con su objetivo. Cada uno va avanzando individualmente, porque esa es la visión pedagógica de este método. Paula es la auxiliar del centro, encargada de preescolares y quien trabaja con los chicos durante la semana, en el aula de nuestro centro y corrigiendo los cuadernillos que también los chicos completan en sus casas.
El avance depende del potencial que tenga cada niño. Por ejemplo, tenemos el caso de una nena que empezó con cuatro años y el proceso de alfabetización le llevó un año. También llegó otra nena de tercer grado que no estaba alfabetizada; a ella le tomó dos meses.
-¿Llegan madres y padres interesados en que aprendan a leer antes de entrar a la escuela?
-Las familias llegan con todo tipo de inquietudes. Incluso llegan de escuelas tradicionales y alternativas donde no han aprendido a leer en los primeros años. Otras buscan que estén preparados para que la transición del jardín al primer grado no les cueste tanto.
-¿Cómo está diseñado el proceso de aprendizaje?
-Primero arranca con una parte 100% oral. Se trabaja la oralidad por medio de la relación entre imagen, sonido y palabra con unos libritos que tenemos. Se fortalece la memoria a corto plazo. Primero retienen dos palabras, luego tres, luego cuatro y luego la oración. En ese mismo grupo empiezan a delinear lo que llamamos laberintos, para ablandar la mano y adquirir motricidad. Cuando estamos muy seguros de que la lectura está asimilada, pasa a otro grupo donde ya trabaja la escritura. Después ya entran en el programa completo y agrupan oraciones en sujeto y predicado.
Pensando en este problema de la alfabetización, pensamos que el secreto no está tanto en la forma, sino en tener una mirada individual para poder ayudar puntualmente en lo que necesite cada uno. Cuando no lo logran en la escuela es posible que sea porque los padres no tienen herramientas para poder ayudar y dar soporte en casa, y por cómo está diseñado el sistema educativo en general.
Nosotros vemos en nuestro centro cómo lo hacen porque hay una mirada individual y un material preparado para la auto-instrucción. Además, hacemos escuela para padres para que no se sientan solos en el proceso, porque eso es lo que nubla y abruma a la familia.
También llegan familias que optan por la educación libre, que suelen pensar que hay que esperar a que ellos tengan interés. Puede pasar que aprendan solos, claro, pero se necesita de un otro para aprender los símbolos. Nosotros hacemos que ese proceso sea simple, y eso genera un bienestar para el nene, su familia y la sociedad en general. Como adultos nos cuesta ponernos en su lugar, es un momento estresante. Yo pude entenderlo una vez que me dieron en Kumon el mismo material de Inglés, que conozco casi de memoria, pero en japonés. Para mí fue revelador sentir lo que sienten ellos frente al símbolo.
-¿De cuánto tiempo son las sesiones? ¿Cómo se organizan con el tiempo, el espacio y los educadores?
-Los chicos vienen dos veces por semana en turnos de 35 minutos. El resto de los días tienen que trabajar en sus casas por 15 minutos. Cuando vuelven, chequeamos lo que hicieron y en función de eso se les da nuevo trabajo. Vienen hasta 2o 3 chicos por turno. En otras unidades Kumon de México he visto trabajar auxiliares con hasta 5 niños en el proceso de alfabetización en simultáneo. Depende de cada centro, de cómo es su dinámica administrativa.
Yo lo prefiero así, con menos. De hecho, pongo un cupo de ingreso porque buscamos la orientación cara a cara. Paula está con dos o tres niños en una misma mesa. El objetivo no es sólo lograr la primera parte de la lectura y el inicio de la Escritura, sino que intentamos lograr una postura.
De esa forma, avanzan mucho más rápido porque es intencional el trabajo. No les damos las mismas sílabas una y otra vez sino las que todavía necesitan aprender.
Para poder pasar de la isla de orientación inicial al sector de los «grandes», hacemos una evaluación no sólo de lo que aprendieron sino también de lo actitudinal. Cuando pasan a ser 15 niños en simultáneo en el aula general, se busca desarrollar otras cuestiones para que sea posible un correcto seguimiento semanal.
Usamos el método global de alfabetización. Trabajamos primero con la sílaba entera y no con las letras individuales. Otra característica es que solamente enseñamos minúsculas, porque así se escribe en todos lados. Sin saberlo y con buenas intenciones, a veces la escuela o la familia sale a comprar un alfabeto con mayúsculas, cundo ese pasaje implica mayor esfuerzo para aprender.
Sobre las orientadoras, como llamamos a quienes acompañan el aprendizaje, te cuento que está dos veces por semana 35 minutos con los chicos, pero el resto del tiempo hay una corrección del material didáctico que se hace aparte. Se hace un balance del progreso para armar nuevas programaciones y se los espera con todo armado apenas llegan. Cada uno en función de sus logros, porque para nosotros no tiene sentido avanzar por avanzar.
-Vos me decís que es muy efectivo.
-Es muy efectivo, pero tiene que haber una familia que acompañe el proceso de la alfabetización en casa. Hay que estar también dispuestos a acompañar desde otro lugar, no tanto como maestro. Porque ser papá y cumplir ese rol es pesado, tiene mucha carga mental que se agrega a la maternidad y la paternidad. Por eso les pedimos que sigan nuestras indicaciones y en el momento exacto, porque observamos el proceso y sabemos qué es adecuado en cada paso.
Acá vienen chicos desescolarizados y de todo tipo de escuelas: Waldorf, Montessori, libres. Y el avance depende siempre del niño y la familia, porque algunas agarran el hábito más rápido y a otras les cuesta más dedicarle el tiempo.
Se trata de aprender a leer primero, pero no sólo decodificar los símbolos, sino con buena velocidad, precisión y buena entonación. Es la base de la pirámide que necesito personalmente y emocionalmente para seguir alfabetizándome. Además, este logro tiene un impacto enorme a nivel familiar. Se logra en equipo, nosotros y las familias.
Creo que hay que entender que en este proceso de la alfabetización es importante saber que para asimilar se necesita hacer los cuadernillos, repetir, para después poder seguir adelante. Y puede que alguien diga «a mi hijo no le gusta repetir», pero para nosotros es esencial ir paso a paso y hacer las cosas en el momento indicado en el que es importante hacerlas.
-¿Y puede pasar que no funcione?
-Claro. Hay chicos que no querían estar, entonces se enojan con la propuesta. O puede que estén necesitando otra cosa. Y por suerte creo que ahora somos una generación de padres que está más dispuesta a observar a cada hijo para pensar y replantearse algunas cosas referidas a la educación.
-¿Por qué pensás que en algunas escuelas no logran alfabetizarse bien durante el primer ciclo (6 a 9 años)?
-Si no hay una maestra interesada en este punto, pasa lo que hemos visto: que un chico puede pasar a tercer grado sin saber leer. No podés no darte cuenta de eso. Tiene que haber una persona interesada en el proceso. Yo veo chicos que provienen de todos los métodos y ninguno es la llave maestra.
También hay que ser realistas. Una docente de aula con 40 niños, ¿verdaderamente piensa que va a poder generar una actividad en la que esos 40 responden en simultáneo?
En un grado tradicional es perfectamente lógico que alguien no pueda rendir lo que se espera en términos del curriculum porque está en otro proceso. Lo importante es poder conocer en qué proceso está y qué es lo que verdaderamente necesita individualmente.
Lo que yo veo es que el método global se usa en muchas partes del mundo en las escuelas. Nuestro programa de Inglés en todos los centros Kumon de países hispanos, además, es como el de Lengua de las escuelas de Estados Unidos.
-¿Desde qué edad se puede aprender a leer? Por lo menos en las alternativas educativas suelen haber opiniones muy distintas…
-Nuestro programa se llama método Kumon lectura, genera la alfabetización de forma completa y busca formar alumnos para lograr la síntesis de textos. No puedo dar una receta, pero si la familia está dispuesta a acompañar el proceso se puede hacerse de forma más progresiva. Puntualmente nosotros tenemos niños desde los 3 años. Aunque ahora en algunos centros de Brasil hay un Baby Kumon desde los 6 meses. Ahí se usan flashcards para aumentar vocabulario. También escuchan canciones y arman rompecabezas, está estudiado que estimula la memoria. Algo que es importante desarrollar para aprender.
La decisión de cuándo empezar depende de la estructura que hay que tener para recibir a niños chiquitos. Y a mí en lo personal me gusta trabajar desde los tres porque considero que están más listos desde la actitud y estamos mejor parados como familia en la crianza a esa altura.
También, no es menor, los adultos tenemos que tener la apertura suficiente para poder sostener eso en el tiempo. Porque no sirve mucho que entre a los seis meses a una clase y después no venga nunca más, porque el secreto del método Kumón es la habilidad diaria que se va adquiriendo.
-¿Cómo es ahora tu experiencia como mamá?
-Con él empezamos a hacer algunas cosas al año en casa. Ahora, con dos, va al centro una vez por semana. Hace Matemática e Inglés. Logramos que se quede sentado durante su rutina, sin tener que obligarlo.
Igual, ahora que tengo un hijo veo lo difícil que puede ser sostenerlo como mamá. Me acuerdo de cosas que les pedía a otras madres y me asombro. ¡Cómo pude pedirle esto a estas mujeres! Ahora estoy dimensionando mejor la magnitud de la responsabilidad que tienen acompañar Kumon en casa.
-¿Y qué pasa con un chico que hace este proceso tan personalizado de Kumón y después en la escuela se enfrenta con una enseñanza que no va a su ritmo sino al del curriculum y los NAPs? ¿Está adelantado y se aburre, por ejemplo? ¿Qué has observado y qué feedback has tenido?
-Es muy buena tu pregunta. Lo que vemos es que al ingresar a un primer grado ya alfabetizado es un niño, de alguna manera, distinto. No porque tenga superpoderes, pero tiene mayor dominio corporal, sabe cómo moverse en un aula con otros niños. Tiene una capacidad también de dirigir su atención y su intención. Tiene una buena autoestima y una fortaleza interior porque ya conoce las letras y sabe escribirlas, maneja el código. Y en cualquier actividad que se presente, tanto en un aula tradicional como en un espacio de aprendizaje libre, es un niño que va a estar predispuesto a generar mayores desafíos porque confía en lo que puede dar.
A nivel del comportamiento, si ve que otros no están en su mismo estadio, lo entiende. Ya ha estado en un aula Kumón con otros de distintas edades que trabajan diferentes cosas. Tiene mayor respeto por las diferencias del otro, entiende el esfuerzo que le costó llegar hasta ahí y hasta quizás se proponga a ayudarlo.
Ellos en Kumon van viendo gráficamente sus avances. Valora todos los días que viene haciendo el material para poder llegar hasta un punto y se empieza a dar cuenta de la fuerza que tiene. Incluso pueden replicar esa organización en otras áreas de sus vidas. Conoce la habilidad que le dan sus rutinas.
-¿Qué características tiene que tener alguien para poder alfabetizar según el método Kumon?
-Para ser orientadora/or hay que tener terciario completo, sin importar cuál. Después hay que tomar una capacitación muy larga donde hacemos todo el material didáctico que usan los chicos. Y después están las características personales. Algo que tenemos en común, considerando que estamos en todo el mundo y en culturas diferentes, no es ser docentes precisamente. Porque hay de todo, ingenieros, contadores, psicólogas, psicopedagogos. Lo que sí tenemos en común todos los orientadores es que buscamos descubrir el potencial individual, el querer ayudar al otro. Esto se parece más a un plan de vida.
-Claramente, en un centro Kumon suceden aprendizajes relacionados con las mismas habilidades que se esperan que genere la escuela. Sin embargo, no están habilitados como tales. ¿Cómo es eso?
-La habilitación municipal, en nuestro caso, es como «Taller educativo y social». Tuvimos que presentar un proyecto y explicarlo para que ellos pudieran encuadrarlo. Ellos se aseguran de que el ambiente sea 100% seguro para la actividad que se realiza, pero no tienen nada que decir en materia educativa.
En cuanto al método Kumon, lo cierto es que son selectivos con las personas que pueden abrir un centro. Hay varios pasos que seguir, evaluaciones con psicólogos. Y se fijan que el interés principal no sea el lucro, sino realmente ayudar a aprender.
Comentarios recientes