«Hay que resistir la tentación de agregarle cosas a Montessori, porque hecho bien y completo, comprende casi todo»

Hace poco leí a alguien en una red social decir que María Montessori se revolcaría en su tumba si supiera del negocio que se hace con su método. Lo cierto es que en vida defendía con uñas y dientes el valor económico de su trabajo. Madre soltera y médica a principios de un siglo XX dominado por hombres, afrontó los primeros años profesionales mantenida por su padre y sin poder conseguir una cátedra que reconociera sus asombrosos descubrimientos y le permitiera vivir de ello.

«Todo el riquísimo material didáctico que Maria Montessori ha elaborado y patentado se fabrica en Milán y se envía por encargo. A ella se le entrega un porcentaje por cada set vendido. Sobre el precio del material existe un primer documento, fechado en 1916, con un coste de 650 liras por el set completo. Si se considera que en aquella época el salario anual de un empleado público italiano es de 3000 liras, las cifras nos indican dos cosas: que el coste del material es muy elevado y que Maria tiene un gran interés económico en su producción. Se trata de un detalle fundamental, ya que una de las críticas repetidas al método Montessori es que ha sido también un negocio. Maria vive de su método desde el principio. Patenta el material y contrata con varias empresas —primero en Italia, luego en el extranjero— su producción y venta. Cada nueva Casa de los Niños que se inaugura exige la compra de material didáctico y, por tanto, sustenta económicamente a Maria, así como la demanda de nuevos enseñantes, que rápidamente dan lugar a cursos de formación de pago. Sus críticos señalan que por aquellos mismos años otra mujer científica, Marie Curie, elabora el método para aislar el radio, pero renuncia a patentarlo y lo deja para la libre utilización de la ciencia. No obstante, hay que tener en cuenta que, a la muerte de su marido, Marie Curie hereda su cátedra de la Sorbona. Maria Montessori, por el contrario, no tiene una plaza fija, e incluso abandona pronto la enseñanza para dedicarse a su método», detalla en la página 150 el ensayo de la periodista italiana Cristina De Stefano, «El niño es el maestro. Vida de Maria Montessori» (Lumen, Barcelona, 2020).

Me parece central despejar este tema en la entrevista que tengo con Constanza Carballo, una de los seis creadores de la Fundación Argentina María Montessori (FAMM) en 2006, la única afiliada en Sudamérica a la AMI, la Asociación Montessori Internacional creada por la médica y pedagoda italiana y su hijo Mario. Como tal, tiene en la región el único centro de entrenamiento certificado de guías y asistentes (como se llama a los maestros en el método). Si bien la historia de esa pedagogía en Argentina no empieza con ellos (leer mi nota acá), lo cierto es que son un motor crucial de su expansión.

Sentadas en el jardín interno del convento de las Trinitarias que aloja la sede actual, en Boulogne, me adelanta que hoy existen unos 60 proyectos con estas características en el país.

-¿Es posible desarmar el mito -casi siempre pronunciada como una acusación-, de que crear un ambiente Montessori cuesta muy caro? Me refiero a la formación tan específica que se necesita y los materiales que se usan en las escuelas y ambientes en general.
-En relación a las formaciones en español que tomamos como referencia, las de México y España, las nuestras son las menos caras. Para nosotros no hay secreto, en el sentido de que es lo que cuesta traer a las formadoras en un mercado dolarizado con pasajes, hotel, honorarios y el porcentaje que se paga por alumno a AMI (de un dígito), a lo que hay que sumarle el trabajo de nuestra organización. Sin embargo, tenemos una manera diferente de considerar al alumno argentino, que paga en 24 cuotas en pesos cursos que duran 18. Acompañamos todo lo posible a los estudiantes del país, porque vienen de todos lados. Hacemos descuentos por grupos, si ya hicieron otra formación o si vienen de escuelas Montessori de acá. Y la verdad es que eso nos hace súper competitivos en cuanto al valor.
En relación a los materiales, el crecimiento de Montessori en el mundo, que ha sido global, ha hecho que estallara un poco todo en varios sentidos. Lo sabrás y lo habrás visto en las redes sociales: es evidente que hay un montón de cosas que no son parte del método, pero como son de madera o artesanales, se muestran como objetos comprables mejores que otros.
En relación a si debe haber proveedores certificados, acá nunca fue así. El que tenemos en las salas de entrenamiento de las formaciones sí, porque como afiliada tenemos que ofrecer lo mejor. Pero eso no aplica a las personas, así que los proyectos han hecho mucho con sus carpinteros y artesanos. De hecho, las puertas siempre están abiertas a las personas en formación con nosotros para venir a medir materiales y poder hacerlos.
Hasta hoy no hemos tenido tiempo de profundizar como nos gustaría, pero ya estamos convocando proveedores para armar un equipo que pueda hacer cosas de calidad. Ya como parte de nuestro programa de Desarrollo Humano, dirigido al sector público y las organizaciones de la sociedad civil, proveemos materiales para los ambientes de sectores más vulnerables. Y estamos pensando en compartir diseños descargables en la web de mobiliario, estanterías, bandejas, por ejemplo. Ahora que estamos más maduros, podemos salir a compartir para cumplir nuestro mayor compromiso, que no es con AMI, sino con Argentina y sus niños. Entendemos que cuando ayudamos a cualquier espacio, incluso a las familias en sus casas, ahora que tanta avidez hay, ayudamos a la infancia. Esas sugerencias no serán una verdad revelada, pero son las que María Montessori usaba y sugiere.
Ahora, por suerte, hay más conciencia de las personas de la necesidad de un conocimiento más profundo y científico del método. Para bien o para mal, esto de que sea de dominio universal ha ayudado a extenderlo pero en detrimento de la calidad. Y por más que un gobierno habilite escuelas, no puede acompañarlas en la calidad de la implementación.

-Entonces, ¿se viene un curso FAMM de formación para inspectores y supervisores escolares?
-Lo hemos hablado en estos 15 años, y han habido esporádicamente reuniones con distintos niveles del sistema formal. No con fuerza, pero sí hemos hecho acciones aisladas cuando estuvimos cerca de un municipio u otra organización del Estado. Siempre serán bienvenidos, sobre todo a nuestros cursos más introductorios de fundamentación, de adulto y ambiente preparado, de libertad y disciplina, esas cosas que creemos que tendrán impacto. Quizás sea hora de convocar encuentros, sobre todo en las provincias donde ya hay ambientes Montessori, organizar algo sencillo y gratuito para apoyarlos y al sistema educativo formal, que no tiene herramientas para acompañar la calidad, que siempre es una preocupación grande para nosotros: que esto pueda crecer de la mejor manera posible.

-Es decir que en los jardines de Argentina ya no hay que salir corriendo a separar a los chicos por edades cuando viene el inspector.
-No. Todas las escuelas Montessori habilitadas funcionan con todas sus características, con el ambiente completo, la multiedad. En general, cuando empiezan, los ministerios les piden justificación para la integración de edades y cómo dan respuesta a la currícula oficial. Están supervisadas sin restricciones en general, y es importante saberlo porque es una preocupación de quienes están considerando crearlas. Incluso los jardines municipales Montessori que existen están por normativa supervisados por inspección de educación privada, y eso permite entender por qué el método está llegando a algunos lugares sí y a otros no.
Las primeras escuelas ya han avanzado mucho y trazado un lindo camino en la provincia de Buenos Aires, abriendo el camino y ayudando a las demás. Cuando ha habido, alguna vez, alguna intención desde lo verbal de poner alguna traba, finalmente no ha sucedido, ha quedado en palabras. Ahora hay iniciativas también en Tierra del Fuego, Tucumán y San Luis.

Constanza Carballo, Directora Ejecutiva de FAMM

-En la práctica, entonces, ¿existe ya una red de ambientes Montessori?
-Todos los proyectos que tienen guías y asistentes formados por AMI están dentro de nuestra red de trabajo. Son lugares de observación y prácticas. Ahora estamos trabajando precisamente en un sistema de membresías, con bolsa de trabajo y otros beneficios, para vincularnos con los graduados.

-Ustedes certifican personas, no escuelas o ambientes.
-Sí. Pero precisamente están probándose unos estándares globales como prueba piloto en algunos países y la idea es que en los próximos años llegue a los centros de entrenamiento, incluida la Argentina a través de FAMM, para apoyar de una forma más sostenida la implementación y la calidad de las escuelas, con un certificado que será necesario revalidar. AMI lo hace desde hace muchos años en EE.UU. y Canadá.

-Veo en la web de FAMM que están creando un mapa de Montessori en Argentina.
-Sí. La condición para estar en el mapeo es que tengan formación AMI, porque todos sabemos que hay más proyectos. Queremos que quienes formen parte tengan un recorrido de compromiso con la formación y que hayan dado algún paso. Es un camino sinuoso el de la formación, el recambio de guías es complejo, no hay tantas como se necesitan y muchas en este contexto consideran las ofertas de trabajo afuera porque nuestro certificado tiene reconocimiento global. A pesar de todo, apostamos a no discontinuar las formaciones, que damos desde 2008. Porque queremos que se sigan desarrollando los proyectos.
Hay unos 60 en Argentina, y no todos son escuelas formales: incluimos en ese número cualquier ambiente en una ONG con guía certificada o en formación y trabajando a conciencia. Unificamos todas las iniciativas que han surgido en contextos público, privado o social. Un 60 por ciento de esa cifra está en sectores de vulnerabilidad social. Es interesante saberlo precisamente por el mito que rodea Montessori de a quiénes está dirigido. Es importante hablar con números y ver que ha crecido en todos lados. Y eso hace a la misión de FAMM con su compromiso con la primera infancia sobre todo en los contextos de mayor vulnerabilidad, con las ONGs que han sido punta de lanza en los territorios donde ya tenían presencia y aceptación.
En esos casos, hemos dado becas completas o medias becas, o hemos ido a buscar un donante externo puntual para que tomen la formación. Los ambientes en contextos de vulnerabilidad están agrupados en Montessori Solidario: a ellos les damos apoyo sostenido y gratuito, porque muchas veces son proyectos que se ocupan de otras cosas y no tienen dentro de la organización quien los ayude con las dificultades que puedan surgir en la implementación.

-¿Cómo se financia la FAMM?
-Con las actividades que hacemos, que agrupamos en tres áreas. La que llamamos de difusión, con su propia agenda de jornadas y talleres para maestras de nivel inicial, padres y abuelos, incluidas las jornadas de pantallas abiertas, que a veces son gratuitas. Son actividades con las que mostramos nuestro trabajo y difundimos Montessori cobrando algo. Luego, las formaciones certificadas por AMI, los cursos de Guía y Asistente para el rango de 0 a 12, y ahora también estamos desarrollando un programa para el nivel secundario. Más un nuevo programa de AMI que se trata sobre los fundamentos Montessori del deporte.
Y el tercer pilar son los proyectos especiales, donde llegamos a los contextos vulnerables en cuerpo y alma a dar formación porque no se puede llevar la formación estándar. Armamos el ambiente con su mobiliario y materiales y acompañamos en servicio. Lo hacemos hace años de distintas maneras. Un proyecto grande que hicimos se llamó Crianza Juntos, donde transformamos nueve espacios de primera infancia junto con el ministerio de desarrollo social de la provincia de Buenos Aires, la Universidad Torcuato di Tella y financiado por el Consejo Federal de Inversiones (CFI). El trabajo con distintos tipos de gestión fue muy interesante. De esa experiencia sobrevino un formato con su manual operativo que luego conseguimos replicar con otras ONGs o municipalidades. Incluso creamos un ambiente en el hospital Laura Bonaparte (ex CENARESO), que tiene un jardín Montessori adentro. Toda esa experiencia ahora la volcamos en esta área que llamamos Desarrollo Humano. Está pensado para organizaciones de envergadura para sostenerlo, porque aprendimos que hay buenas intenciones detrás del que inicia pero muchas veces no se puede sostener. Así que tenemos criterios de postulación porque ha sido frustrante para todos, no solo para nosotros. Hoy, algunas de las personas en nuestra formación son parte de esos proyectos, así que es un círculo virtuoso y permite que les quede la capacidad instalada.

-¿De dónde surgió esto de los deportes Montessori?
-El curso es producto del trabajo que hizo AMI con especialistas del AJAX, el club de futbol holandés de Amsterdam, con las inferiores juveniles. Esa experiencia tomó entidad propia con un programa de certificación. Este de 2023 es el primero, abierto y enteramente online. Y no es sólo de fútbol, sino acerca del deporte en general.

-¿Cuál es la relación de FAMM con el sistema educativo argentino formal? ¿Tienen como objetivo también acercarse a la formación docente oficial?
-Hace muchos años que nos preocupa y esperamos poder dar un paso más. Por lo pronto, es un gran primer paso para nosotros el hecho de que la Universidad Católica Argentina (UCA) co-certifica el diploma de 3 a 6 años. Soñamos con que Montessori sea parte de la formación docente de nivel Inicial o al menos algo adyacente y con cierto grado de reconocimiento. Nuestro objetivo final es que la formación sea lo más parecido a una carrera docente.
Es un recorrido que hemos hecho desde el principio, pero con dedicación parcial. La UCA empezó certificando desde su área de Extensión los diplomas de asistentes, y después hicimos una «traducción» de nuestro certificado de guía al formato oficial y calzó con el de una especialización docente, que es el diploma superior docente en el grado más alto de postítulo por la cantidad de horas. Es el más accesible también porque no tiene requisito de licenciatura, y es lo que queremos, estar lo más cerca de la base de formación docente que se pueda. Tiene reconcimiento de Nación y ahora también de la ciudad de Buenos Aires, que da puntaje y habilita licencias para observación o prácticas. Es reconocida por el Ministerio y los extranjeros pueden apostillar en cancillería y hacer la revalidar en sus países. Eso mismo que hacemos de 3 a 6 podríamos hacerlo con 0-3 y 6-12. El objetivo final es que sea lo más parecido posible a una carrera de formación docente. Hay que aclarar que para AMI tener un título docente no es requisito para formarse como guía o asistente. Eso trae una riqueza especial a la formación, porque llegan interesados que la enriquecen con bagajes bien distintos. No es, quizás, una carrera de iniciación. Por supuesto que se forman con nosotros maestros, pero también hay muchos psicólogos, ingenieros, han venido hasta sacerdotes ligados a organizaciones sociales o barrios. La infancia aúna cuando lo que convoca realmente es la infancia.

-¿Va la FAMM a los profesorados docentes?
-Hemos hecho distintas cosas en estos años, pero no hay mucho margen en el sentido de que la currícula es rígida o no hay muchos espacios donde poder meterlo. Los intentos han sido en general infructuosos. Pero ahora en nuestro Consejo de Administración están tomando este tema para iniciar ese camino que, creemos, sería mutuamente beneficioso. Mientras tanto, de los profesorados vienen bastante a conocer el ambiente preparado, son siempre alumnas mujeres, muy jóvenes, y no se lo quieren perder. Incluso a veces tratamos de que puedan dar una clase acá, no solo venir a ver. En general salen encantadas, pero después la realidad de la práctica es bien distinta, en algunos casos muy contranatural, depende del paradigma que tengas de relación con el niño. La ciencia no siempre es suficiente, están las creencias, los discursos, lo que te sale, lo vivido, tu propia experiencia. No siempre se entiende que es mejor poner un estímulo y generar movimiento y autonomía, y valorar eso sobre todo en un contexto de vulnerabilidad, donde los niños en su casa no tienen el espacio o esa estimulación.

-Siempre que hablo con referentes de distintas miradas acerca de la educación les pregunto qué ideas sencillas podrían aportar para la escuelas o jardines de gestión pública estatal.
-Bueno, en nuestro caso, para los jardines, porque es nuestra especialidad. Estoy pensando si decirte algo muy práctico, porque a veces un cambio chiquito y concreto, aunque no sepas muy bien por qué, hace que empiecen a suceder cosas que llaman tu atención, entonces desde ahí vas recién a la fundamentación. Me parece que Montessori tiene mucho que decir de la bajada a la práctica, así que sin dudas les diría que traten de crear un ambiente preparado. Hay ciertas cosas de la disposición de los espacios físicos que funciona y genera esos momentos eureka. Yo estuve toda mi vida protestando por esto, es una batalla lograr tal cosa en la sala, y resulta que puse correctamente las cosas y deja de serlo. Tener una sola bacha pero con jabón y una toalla que de verdad seque, por ejemplo. O antes de que entren a la sala, generar mesas donde se pueda elegir. Colocar algo que antes estaba todo en una caja, o pocos libros pero en buen estado. Bajar los percheros y ponerlos fuera de la sala, que ya está atestada, por ejemplo. Aunque sea una mesa de libros y otra de Dakis. Aprovechar la calma del momento de la entrada. ¡No concentrarlos para luego desconcentrarlos! Generar un lugar para que puedan ir a tomar agua solos. Esas pequeñas cosas tendrían un impacto enorme aunque no se entienda aún el valor de la libre elección y el movimiento. Los chicos pueden adquirir esa clama y se suavizan cosas que hasta ese momento eran un estrés.
Una vez llevamos de visita al psicólogo del aprendizaje Sebastián Lipina (CONyCET) a uno de los ambientes en Villa Ballester y no salió tan exultante como suele hacerlo quien entra por primera vez a un espacio montessoriano. Nos aclaró por qué: nos dijo que no le sorprendía tanto lo que veía en los niños, sino que debería estudiar a los adultos, que lucían tanto menos estresados educando así.

-Por ahora las entrenadoras de los cursos en FAMM son de otras filiales AMI. ¿Cuándo calculan tener las primeras formadoras argentinas?
-Hay tres terminando la de Casa de niños. No en los otros niveles sencillamente porque la de 3 a 6 es la que más hicimos. Además, hay que tener al menos 5 años de trabajo para postularte a ser formador de formadores. Fuimos sede del primer programa que se hizo en español y justo empezó la pandemia. Es global, así que teníamos esa semana de marzo unos veinte de habla hispana. Que ahora están ya terminando. Eso nos dará la posibilidad de ser más creativos y estar menos limitados por las agendas de los formadores internacionales.

FAMM tiene un centro de entrenamiento de guías AMI en Argentina

-¿Creés que actualmente hay más apertura del sistema educativo formal hacia otros formatos pedagógicos?
-Me parece que sí, pero creo que el paso de ajustarse al método y sostenerlo en el tiempo, no es tan común. Gusta más una especie de mezcla que creo que no termina dando una respuesta muy asertiva a nada. La cuestión más científica no está mucho en nuestro ADN. Encima, es aprendida para todos, porque nos formamos en la escuela común. Por eso, aún lo veo difícil. Veo más preocupación por ofrecer diversidad y pluralidad que entender, estudiar, analizar y jugarse por un camino y sostenerlo.
Nosotros no hemos encontrado nada mejor que AMI para transmitir y replicar a María Montessori, todo lo otro que ha surgido son copias. AMI nos da la tranquilidad de tener toda la bibliografía original, además de un comité pedagógico y científico permanente.

-Hablando de eso, ¿ese comité se ha planteado alguna vez un aggiornamiento del método, considerando que ya pasa los 100 años?
-Es un comité que trabaja puertas adentro, pero como ya es una entidad global, es raro que se le escape alguna novedad. Cada tanto surgen algunas cuestiones; por ejemplo, que de la etapa de desarrollo humano de 0 a 3 años hay estudios nuevos en neurociencia y neuropsiquiatría que tienen que ver con la evolución propia de la ciencia y las investigaciones. No porque el método cambie tanto en sí, sino la fundamentación y el abordaje. Y si alguna vez hace falta, calculo que se hará. Es tranquilizador saber que siempre hay un comité estable global dedicado a eso. Por eso nos apoyamos en esa organización paraguas que es AMI, el resto del trabajo es de nuestra propia organización, porque nuestro compromiso y convicción es con este país, con nuestra realidad. Y compartimos Montessori también con quienes no van a hacer Montessori. Tenemos respeto por aquel que está ahí todos los días con los chicos, sea donde sea, porque la educación formal es la que se pone esa tarea al hombro. Sería necio decir lo contrario, pero también sentimos que tenemos una voz y queremos aportar.

-¿Se puede ser montessoriano sin seguir el método?
-Claro, las personas más montessorianas que hemos conocido tenían que ver con su manera de entender al ser humano, que no necesariamente con la aplicación del método. No todas hacen Montessori, ¡y tampoco todas las virtudes son montessorianas! No podemos abrocharnos todas las medallas, no somos la única cosa buena que existe en educación. Sin embargo, Montessori es una voz que tiene gran impacto, fácil y de sentido común. Por eso, aunque no sean Montessori, muchas escuelas vienen acá a hacer sus espacios de mejora institucional (EMI). Ver otra cosa genera diálogo, inspira. La conversación con la educación formal es inevitable, es ahí donde todos quisiéramos estar.

-Viendo que quizás haya muchas cosas en común con otras miradas sobre el niño, en el sentido de ver a la educación como una formación integral, la autonomía y el movimiento, el uso de materiales nobles, etcétera, ¿no sería bueno trabajar juntas para dialogar con la educación formal?
-Hablo desde mí: estamos abiertas a eso, pero no hemos rechazado ninguna convocatoria porque no la hemos tenido. Me parece que es porque tenemos tanta tarea, y eso nos lleva un trabajo full life más que full time. Y me parece que a todos les ha pasado lo mismo, porque en general todos trabajamos muy solos. Ha estado en nosotros poder hacer lo que hacemos medianamente bien y dar respuesta a nuestro crecimiento, que tiene desafíos incesantes.

-Se me ocurre, al menos, formar un grupo que pueda ser asesor del Consejo Federal de Educación, por ejemplo.
-Sí, eso lo veo, armar un equipo técnico. Acá formándose está una persona que es parte de la mesa nacional de primera infancia, Ana Valazza, con quien trabajamos en propuestas para el sector público.
Lo que ha pasado es que quienes vienen a proponer alguna cosa generalmente quieren encasillar. O viene un gobierno de turno que quiere tener un Waldorf, un Reggio, un Montessori, pero de una manera muy superficial y no sostenida. Como cuando nos hacen una nota, en general el periodista dice que está obligado a hablarme de otras pedagogías y comparar. No tengo especialidad en otras pedagogías, pero lo que digo es que Montessori es muy sólido: la formación, la fundamentación y el cómo. Tiene todo para pensar en algo escalable.
Nadie de ningún gobierno vino jamás, por ejemplo, a ver cómo se aprende a leer y escribir en nuestros ambientes, trayendo un tema que ahora es gran preocupación nacional. Nosotros podemos mostrar el recorrido de lectoescritura, igual con los números, algo que se empieza a hacer desde los 3. Se podría hacer una cosa concreta, clara, replicable, entrenando a personas y mandando los packs, como se hace con tantas otras cosas. Y probar solo eso. No hace falta inventar la rueda todo el tiempo. Es difícil entender a la política cuando no usa algo que está al alcance de la mano. Es conmovedor lo que pasa con Montessori en oros continentes y culturas diferentes. Hay algo de anclaje en la naturaleza del ser humano que es adecuado a las leyes internas que guían su desarrollo.

-Ya hay primeros egresados de secundaria de escuelas Montessori (en Luján). Pero aún no hay una formación para ese rango de edad, ¿verdad?
-No, pero AMI está preparando una. Nosotros lo que estamos haciendo ahora es una primera aproximación para poder acompañar a los proyectos que van creciendo, ayudándolos a diseñar un programa de secundaria, dar una orientación para que por ahora tomen buenas decisiones. La misión de FAMM es la etapa de 0 a 6, así que lo que hacemos por fuera de eso es porque nos sentimos comprometidos a acompañar en el seguimiento de calidad.

-Veo que también ofrecen cursos de Montessori para la tercera edad. ¿De qué se trata?
-Nos parece fascinante porque resuena con todo lo que uno sabe de Montessori hacia al niño puesto al servicio de las características del adulto mayor, y a su vez le da incluso más sentido al enfoque para niños. Existe algún ambiente compartido en el mundo.
Lo conocimos porque una vez conseguimos fondos para ir a un encuentro de «Educadores sin fronteras», que es la rama social de AMI, y ahí presentaron este programa, que empezó en Australia. Ahora ya hay entrenadores y cursos. Es muy revelador y tiene tanto sentido, es cerrar el círculo.

-¿Ustedes empezaron la FAMM motivados por sus hijos?
-No en nuestro caso, aunque sé que suele ser el impulso para la mayoría de los colegios. Los seis fundadores veníamos de trabajos independientes distintos, pero sentíamos la misma necesidad de trabajar por el ser humano argentino en la primera infancia, donde creíamos que mayor impacto se puede tener. Y pensamos en todos los niños, incluso sin olvidarnos también del que más tiene. Sabemos que la clase media está bastante desatendida con esto también.

-Pienso en esta crisis de salud mental de la que se habla luego de la pandemia. Conociendo ambientes Montesssori, se me ocurre que pueden ser muy beneficiosos.
-Hay mucho para aportar, hay cosas de la aplicación del método que son reveladoras. Está de moda el mindfulness en el aula, pero eso ya era el ABC de Montessori desde siempre: cuerpo, mente y espíritu puestos al servicio de una actividad inteligente. Con respecto al bullying, que tantos programas hay ahora, el respeto y la cortesía son ejes de Montessori. Creo que hay que resistir la tentación de agregarle cosas a Montessori. Hay que hacerlo bien y completo, y eso lleva tiempo. El potencial de lo que pasa ahí bien hecho comprende casi todo. No hay cosas que estén apareciendo en Educación que sean novedades para nosotros. Movimiento y cognición, por ejemplo, ya están comprendidas y de una forma súper orgánica.

-¿Qué puede ofrecer Montessori a las personas con discapacidad o neurodiversidad?
-Justo vamos a dedicarle una parte de la jornada anual del 26 de agosto a eso. En los ambientes han pasado distintas cosas. Y no podemos pensar que va a dar una buena respuesta a todos los casos. Por eso queremos darlo a conocer para que pueda ser una lección consciente de los padres, para que vean si esto que ofrecemos funciona para cada uno. Porque son ambientes de alta estimulación y mucho movimiento, con edades integradas y con todo el alcance de la mano. A veces funciona muy bien, sobre todo porque da tiempo para alcanzar algunos objetivos que pueden ser diferentes para cada uno. Y en la medida en que hagan falta maestros integradores que no son Montessori, es un desafío grande.

-¿El asistente no podría cumplir el rol de maestro integrador?
-Como el rol del guía es dar presentaciones de materiales, el manejo del resto del ambiente lo hace el asistente. Y muchas veces tiene además el rol del segundo idioma. Cuando el ambiente está normalizado (cuando los niños apenas tienen ya necesidad del guía porque lo hacen todo solos), tiene menos trabajo tiene y puede dedicarse más a la observación. Hay un balance para encontrar. Me gusta volver a la idea de que los padres deben saber de qué se trata, porque a veces los pediatras o terapeutas lo recomiendan sin conocer, y no todo lo no tradicional es bueno para todos. A veces no lo es.

AGENDA 2023 DE LA FAMM:
Desde el 30 de mayo: seminario de Introducción a Montessori para profesionales y maestros. Inscripción acá
Junio y Noviembre: fundamentos Montessori para el Desarrollo Humano. Inscripción acá
29 de Junio: jornada de Pantallas Abiertas Online. Para todo público. Gratis. Inscripción acá
7 de Julio: desayuno para nuevos proyectos. Destinado a directivos de jardines de infantes tradicionales. Gratis. Inscripción acá
26 de agosto: jornada anual de FAMM. Inscripción acá
20 y 27 de septiembre y 4 de octubre: taller para madres y padres de niños de 3-6. Inscripción acá.
8 de Noviembre: taller para abuelos de niños hasta 5 años. Inscripción acá
Formaciones anuales: https://www.fundacionmontessori.org/montessori-formacion-ami/

Otras citas que muestran que, en vida, María Montessori era muy celosa de la economía y exclusividad de su  método (extraídas del libro de Cristina De Stefano):

«La radicalidad de Maria asusta. Su método no admite medias tintas. Exige una formación propia de iniciados y un replanteamiento general de la manera de organizar la enseñanza. Basta considerar la abolición de los premios y castigos, innovación que provoca en todas partes la resistencia de los enseñantes, que protestan y sostienen que no pueden trabajar sin ellos. «¡Los castigos! No sabía que fueran una institución indispensable, dominante en la vida de toda la humanidad infantil —comentará Maria—. Todos los hombres han crecido bajo esta humillación» (página 152).

«El método exige que los adultos realicen un profundo trabajo sobre sí mismos y tengan la humildad de reconocer que no son ellos el motor del aprendizaje. El desarrollo no se puede enseñar, explica Maria, y nadie puede crecer en lugar del niño. «Quien crea al niño desde luego no somos nosotros», afirmará años después, con una de sus frases fulminantes. Los adultos pueden facilitar, eliminar los obstáculos. A partir de ahí, el niño, sí está en la situación adecuada, actúa por sí mismo (página 159).

«Ante tal estallido de interés, Maria se siente halagada pero también inquieta, dividida entre el deseo de dar a conocer su método en ese gran país lejano (EE.UU) y el miedo de que se aplique de forma apresurada e inexacta» (página 179).

«Pocas semanas antes, Maria Montessori ha inaugurado el primer curso de formación internacional en su gran casa de la via Principessa Clotilde. Se ha decidido a hacerlo ante la presión internacional, preocupada ante la idea de que su método se difunda de manera incontrolada, sobre todo por iniciativa de los estadounidenses, que la asedian a preguntas. «Estos, sin el curso, habrían venido aquí a ver, y con el ver y el libro ya entienden lo suficiente para aplicar el método: por tanto, de igual modo estas personas harían Casas de los Niños, pero sin darnos nada a nosotros, sin depender de nosotros. El curso puede proporcionarnos las riendas, puede aportarnos amigos, tal vez apóstoles», explica a Donna Maraini» (página 185).

«Sus dudas sobre el instituto de formación estadounidense tienen su origen en razones personales, porque no está dispuesta a trasladarse a Estados Unidos unos meses y dejar a su hijo en Roma. Además, existen razones económicas. Impartir los cursos en Roma significa cobrar todas las tasas de inscripción, mientras que hacerlos en Nueva York supone repartirlas con el empresario. Cuando la candidata elegida para dirigir el instituto acude a Roma con intención de discutir la cuestión, de inmediato capta el meollo del problema. «La doctora quiere dinero para su escuela, pero no quiere crear un centro en Inglaterra o en Estados Unidos que pueda llevarse estudiantes de Roma» (página 179).

Mi reseña sobre este libro puede leerse acá

 

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

Tambien puede interesarte...