Educación científica fuera de la escuela: hay 1000 clubes de ciencia en Argentina

La alfabetización científica suele encontrar terrenos de entusiasmo en los clubes de ciencias, de los cuales se estima existen unos 1000 en Argentina. Originalmente surgidos de la iniciativa de docentes, se sumó más adelante el apoyo de los organismos científicos. Se fundan por impulso de sus propios integrantes o de las instituciones educativas o barriales, en bibliotecas o espacios compartidos. Suelen ser entornos de gran creatividad al no estar restringidos por la normativa de la escuela formal con su compartimentación en materias, edad cronológica y evaluaciones.

Ahora están agrupados en la Red de Clubes de Ciencia del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que los apoya de diferentes maneras. Están guiados por el entusiasmo, por actividades de «poner las manos en la masa» y no tienen fines de lucro, salvo para seguir financiando sus actividades.

¿Fueron iniciativas independientes del sistema educativo y del Estado? Algunos testimonios indican que en sus inicios solían estar estrechamente relacionados con la docencia. «Desde los años 60 el Estado comenzó a impulsar iniciativas de educación formal y no formal en ciencias, como las olimpíadas de ciencia, las ferias de ciencia y los clubes de ciencia y tecnología. En particular el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCY) se ocupa de reunir y capacitar a los clubes de todo el país desde 2011. En 2013, hace 10 años, fundamos la Red de Clubes de Ciencia, que comenzó con 200 clubes inscriptos y al presente se quintuplicó. Además las diferentes jurisdicciones de nuestro país tienen o no sus propias políticas públicas de clubes de ciencia», me contó la vocera de la Red.

Sobre cómo se financian, dependen de subsidios oficiales o iniciativas privadas. «El MINCYT invierte un presupuesto generoso cada año para los encuentros de la Red de clubes, que incluyen capacitaciones y la participación de científicas y científicos jóvenes. Hemos realizado 29 de estos encuentros en 14 localidades de todas las regiones del país, más unos cuantos encuentros virtuales. Además, este año otorgamos financiamiento para actividades de los clubes de ciencia. Por otro lado, hay provincias que tienen sus propias políticas de financiamiento directo y casi todas realizan algún tipo de actividad con los clubes. Además, se sostienen con fondos que pueden aportan algunas instituciones o los propios integrantes, según el caso».

La Fundación Azara también alienta el trabajo en red de los clubes de ciencia, que sirven «de puente entre el mundo académico y el cotidiano, ayudando a que los científicos dejen de ser vistos como “genios” y a los “simples mortales” a sentirnos menos ignorantes». En esta web se pueden postular los clubes argentinos para ser parte de la red: https://fundacionazara.org.ar/clubes-de-ciencia/

La bióloga y profesora Cecilia Diminich me explica que hace más de 30 años, al menos en la Ciudad de Buenos Aires, había un deseo de docentes de mejorar la formación científica en el nivel primario. También, explica, en muchos países los grandes museos de ciencias ofrecen actividades abiertas sostenidas en el tiempo. Acá, en Argentina, los clubes dependen de privados o de subsidios de la nación o de provincias, que suelen cubrir honorarios y materiales».

Un origen posible de estos clubes en el mundo se sitúa en la figura de Morris Meister, un profesor de ciencias de escuelas públicas de Nueva York, Estados Unidos, que durante la primera posguerra mundial se dedicó a entusiasmar a sus estudiantes con experimentos activos tanto en sus clases como en clubes que se fueron formando fuera del horario escolar, y para los que aplicó la metodología del entonces popular pedagogo John Dewey. Los avances que la guerra había impulsado bien podrían usarse para la paz, pensaba (Sevan Terzian, «Orígenes de los clubes y ferias de ciencias»).

Contacto con la Red de Clubes de Ciencia del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación:
Tel. (5411) 4899-5000 int. 1355 / pcramer@mincyt.gob.ar / http://clubes.mincyt.gob.ar / https://www.facebook.com/clubesenred / https://www.instagram.com/redclubesdeciencia 

 

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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