Diversidad educativa en Bahía Blanca: aprenden en familia y aprovechan todo lo que ofrece la comunidad

Mi paso por Bahía Blanca me permitió detectar lo que ocurre también en otras ciudades argentinas: que hay alternativas a la educación escolar convencional y que se están haciendo cada vez más visibles. Como esos racimos de hongos después de la lluvia constante. Pareciera que, por fin, se hace carne eso que dicen todas las leyes y convenciones: que las familias tienen el derecho preferente a elegir su educación. Por eso le saqué una foto a esa extraña señal vial que vimos mientras paseábamos por la ciudad: es una metáfora visual perfecta para mostrar que podemos optar, y que la educación no necesita ser de «dirección obligatoria».

Ya les conté de dos opciones que conocí en la ciudad durante mi viaje en Febrero: el ambiente Montessori FloreSer y el Espacio Tecno (pueden leer esas notas anteriores haciendo click). Hoy agrego la tercera: una familia que educa sin escuela. Tamara y Sebastián se enamoraron en la secundaria y siguieron juntos mientras estudiaban en Buenos Aires. El, Diseño Gráfico; ella, Diseño de Indumentaria. Se enamoraron y, como ellos mismos me contaron, hicieron allá la vida febril de porteños hasta que decidieron tener hijos. Sabían que ese era el punto de inflexión en el que querrían mudarse a un lugar más tranquilo. Y volvieron a su tierra, otro puerto, pero con un ritmo que se parece al de pueblo. Donde todavía, dicen, «nos conocemos todos».

La maternidad y paternidad de sus tres hijos los fueron guiando en la búsqueda, porque en este campo no abundan las opciones concretas: todo está por construirse. Con el tiempo, su experiencia en distintos proyectos y espacios de crianza y educación no convencional fue afirmando y puliendo lo que deseaban: un aprendizaje verdaderamente libre y autodirigido, en familia y en comunidad. En eso los encontré en esta etapa de sus vidas. Nos invitaron a su casa y terminamos cenando junto con nuestros anfitriones en la ciudad, Leonardo y Sofía. Es muy placentero encontrarse con gente que entiende y comparte la opción de educar en formatos mucho más flexibles que la escuela.

Se mudaron a Villa Ventana un tiempo y ahora planean irse a alguna playa bonaerense para pasar por la experiencia de vivir junto al mar. Mientras, los chicos forman parte de distintos espacios de aprendizaje no formal y recreativos. Tamara, que también es profesora de yoga, se ocupa de organizar junto a otras familias salidas a distintos espacios de la ciudad como chispas que puedan motivar aprendizajes e intereses. El espacio está en formación y aún no tiene nombre: de eso se están encargando los mismos chicos, que hoy tienen hasta 13 años. Sebastián, por su parte, dice que trabaja de «inquieto», generando proyectos que generen impacto en la comunidad. Especialmente en los ámbitos del medio ambiente, la educación, la salud y la convivencia. Además, es consultor en decodificación bioemocional y organiza junto a Tamara actividades relacionadas con la meditación y el yoga.

Sebastián fue, además, coordinador pedagógico de «Infinito x Descubrir«. Esa propuesta, que en principio perteneció al Ministerio de Educación de la Nación y ahora a la Municipalidad de Bahía Blanca, le resultó atractiva porque proponía eso que defiende: que niños y adolescentes deben ser protagonistas y adueñarse de los espacios que los adultos les ofrecemos. El aprendizaje por motivación, las posibilidades de la mediación tecnológica, la libertad de movimiento y el trabajo por proyectos fue parte de lo que ayudó a materializar en ese tiempo junto a los facilitadores. No sin dificultades, me cuenta, porque la mayoría estamos condicionados por esperar a que nos digan a cada paso qué hacer.

También, es parte de un proyecto colectivo que propone mucho de lo que está haciendo con sus hijos. Se llama AIRE: Aprendizaje Impulsado por Recorridos Elegidos (tanto físicos como virtuales). Una plataforma pensada para la formación y ejercitación permanente de las habilidades que se necesitan hoy y durante toda la vida. Los recorridos, que se irían curando y diseñando de forma personalizada, cruzan intereses con habilidades para jóvenes entre 15 y 24 años. La idea es producto del encuentro con otros inquietos, como Laura Benbenaste, Federico Waisbaum y Belén Castro. En esta etapa están en busca de financiamiento (ver http://airecorridos.com.ar/).

Mirá si, además de la Capital Nacional del Cubanito con Dulce de Leche (y otros rellenos fusión), resulta que Bahía es la Capital de las Opciones Educativas. ¿Qué lindo sería, no? Una ciudad cuyo orgullo fuera ése y que dedicara toda su capacidad humana y normativa a facilitarlo y defenderlo.

Contacto con Tamara y Sebastián:

Correo: sebaluce@gmail.com

WhatsApp: 54 9 2914 44 6301

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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