Arandú: «Creamos una escuela oficial con el espíritu de los espacios alternativos que conocimos»

Esta historia empezó como muchas otras, con una pareja que busca una educación diferente para sus hijos. Mariana Soler y Martín Romano se plantearon una crianza respetuosa desde el nacimiento de su primera hija. Mientras sus dos hijos crecían, buscaban compañía e inspiración en grupos de crianza y se informaban sobre las distintas miradas pedagógicas. Ella es docente de música y él trabaja en contabilidad y gestión de proyectos, además de animar desde siempre grupos de exploradores y comunitarios.

Conversamos un viernes, ellos desde Arandú, la escuela activa que fundaron en 2017 en la zona de Gorina, partido de La Plata. Les pido que me describan sus motivaciones para arrancar.

Martín y Mariana

«Como grupo de crianza nos planteamos hacer nosotros mismos un jardín. Llegamos a esbozar un proyecto con otras dos familias, pero finalmente nos abrimos y nos dedicamos a pensar lo que hoy es Arandú. Habíamos pasado por «Soles del Faro», un espacio de aprendizaje inspirado en la mirada de la Pedagogía 3000. Y desde ahí surgió la idea de poder llevar adelante una institución estable con el espíritu de los espacios que nos han gustado. Ese es el desafío. No quedarnos con una, sino buscar diferentes herramientas en función de cada grupo o niño. La Educación Viva y la Pedagogía 3000 tienen esa forma de entender la educación. Tenemos incluso algunos materiales Montessori y Waldorf y tratamos de hacer hincapié en los proyectos e intereses de los chicos. Donde ellos sean protagonistas en ambientes relajados, para poder concentrarse y que las ganas de aprender no se pierdan», me explica Mariana.

-¿Cómo van llevando esto de ser una institución escolar oficial y conservar la frescura de los proyectos que no están enmarcados?

-En estos seis años trabajamos para intentar sentar bien las bases. Estamos buscando permanentemente el punto de equilibrio donde podemos estar. Porque no podemos ser como un espacio de aprendizaje donde van 15 chicos. No hemos tenido tanto problema en adaptarnos a la normativa, alguna resistencia alguna vez pero hemos podido superarla. Vemos sobre todo en estos últimos años que las inspectoras están avalando este tipo de proyectos. Porque ya hay un cambio en los diseños curriculares, que quizás en la escuela tradicional no se ven porque hay patrones instalados. Nosotros le damos lugar a la multitarea, a que se acceda al conocimiento de distintas maneras. A principio de año, cuando los nenes que lo necesitan hacen la adaptación con sus padres en el Jardín, las inspectoras lo ven como una rareza, pero lo aceptan.

-¿Qué buscan las familias que llegan hasta ustedes?

-En general tenemos un común denominador de familias que tienen una mirada de la infancia que implica pasar tiempo con los chicos, escucharlos. A las que también les interesa la alimentación saludable y la educación nutricional: acá no hay quiosco y eso no suele pasar en otras escuelas.

También llegan familias de grupos y espacios de aprendizaje que cerraron, o donde les demandaba más tiempo, o porque se quedan sin chicos de las edades mayores. Incluso, las que buscan una educación alternativa pero que no se animan a salir del sistema formal.

Y otro grupo son los que vienen dolidos de otras escuelas, y de repente se encuentran muy bien acá. Para esos padres es un alivio ver que sus hijos entren y salgan contentos. Es lindo cuando te cuentan cuando alguien que antes no quería ir a la escuela con nosotros está muy bien. Y otras veces no funciona bien la inserción en nuestra propuesta. Les cuesta sobre todo a los chicos acostumbrados al premio/castigo.

No siempre tenés al cien por ciento de la comunidad alineada, pero sí existe un núcleo fiel. Hace unos días, en la puerta, una de las madres me dijo que me veía cansado en la puerta y me preguntó como estaba. Por suerte, sentimos ese apoyo.

-¿Cómo se van formando?

-Si bien tenemos muchos docentes que quieren hacer las cosas de otra manera, lo cierto es que a veces no sabés cómo. Hicimos cursos con Ayni y se van afianzando las formas de intervenir tanto en lo afectivo como en lo pedagógico. En estos años además se sumó Verónica, que está muy formada en lectoescritura. Y cada 15 días tenemos reuniones docentes para trabajar esos temas junto a los emergentes. Nos aseguramos de que haya coherencia entre los tres niveles educativos, por eso siempre nos reunimos el equipo completo.

-¿Qué tipo de agrupamientos hacen?

-Los grados son los agrupamientos principales. Además, agregamos lo que llamamos «situaciones simultáneas», donde franjas de tres edades diferentes pueden elegir qué hacer. Pueden ir a la ludoteca, la cocina, la biblioteca, la sala de movimiento o la huerta. Lo hacemos en Inicial y en Primaria. Que puedan elegir entre las situaciones que podemos plantear es para nosotros un valor. En el nivel Inicial hay momentos de juego libres frecuentes.

También hay interrelación entre los grados. A la tarde, los que se quedan no están separados por edad.

-Sus hijos crecieron en esta escuela desde el principio. ¿Cómo los ven?

-Sofía está en sexto y Matías en tercero. Lo primero que vemos es que para ellos la escuela es una situación agradable en general. Los vemos contentos. Ellos se apropian de la escuela. Van teniendo autonomía y tomando decisiones a largo de los años. Para eso, estamos de a poco estableciendo la situación de asamblea. Incluso, como acá no hay mucho examen, los más grandes hasta lo piden. Porque encarado desde otro lugar, para ellos es un juego. También a veces piden aprender alguna cosa, así que vemos una aproximación más positiva al aprendizaje.

-¿Es económicamente sustentable?

-Hasta el crecimiento pospandemia fue un desafío sostenerlo. Ahora está empezando a ser sustentable. Desde el principio tuvimos el apoyo de una familia, así que sabíamos que era cuestión de tener paciencia y ser conscientes de que no se trata de una gran inversión. Tenemos dos docentes por cada 29 niños y sabemos que con una cuota más alta las familias no podrían afrontarlo.

-¿Están comunicados con otras escuelas o proyectos con inquietudes similares?

-Hemos visitado Ayni en Buenos Aires. Queremos conocer ahí al Proyecto C y a La Cecilia en Santa Fe. Pero estamos mucho tiempo ambos acá porque tenemos mucho equipo docente y menos equipo no docente.

Durante la cuarentena hicimos una formación del CAIEV y siempre estamos mirando a otros proyectos de España. También dialogamos con alguno de Uruguay. Estuvimos en la FAMM, porque en su momento arrancamos un jardín Montessori, pero finalmente decidimos que no.

Nos llaman de proyectos, por ejemplo de Pringles, de Cañuelas, de Traslasierra. Estamos abiertos a compartir nuestra corta experiencia. Nos gusta mostrar que sí se puede hacer algo dentro del sistema escolar con otra mirada. También nos sentimos acompañados y aprendemos de las experiencias de otros. Con Ayni nos llamamos cuando se da alguna situación en la que necesitamos cotejar. Y ofrecemos nuestro conocimiento sobre las normativas de la provincia de Buenos Aires. En definitiva, queremos transmitir que hay que animarse, porque se puede y la experiencia es muy linda.

-¿Qué deseos y objetivos tienen para los próximos años?

-Presentamos los papeles para abrir la Secundaria. Ya tenemos los planos para construir y esperamos que esté funcionando el año que viene con los primeros egresados que saldrán este año. Vamos creciendo de a un año, así que ya hay un grupito de adolescentes y se suman algunos más de afuera.

Y seguir afianzando la idea de que es posible un equilibrio entre una escuela formal y un lugar donde nadie pierda las ganas de aprender. Queremos afianzar eso y sabemos que para lograrlo tenemos que hacer una formación continua. No se puede aflojar.

Arrancamos con 30 y hoy la matrícula es de 210. Estamos llegando al máximo. En la pospandemia tuvimos un crecimiento de golpe. Cuando llegan desde otras escuelas hay que hacer todo un proceso de adaptación porque tenemos otra lógica. Recién ahora vemos que se acomodan. Creemos que la masividad es una limitación, así que no vamos a seguir agrandándonos. Estamos creciendo en cantidad, en espacio y, creemos, en solidez en cuanto al proyecto pedagógico.

Para conocer más sobre Arandú:

https://www.escuelaarandu.com/

https://www.facebook.com/escuelaarandu/

Fotos: Sofía Ricci

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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