Educar sin escuela puede ser muy gratificante a pesar de ir contracorriente: la historia familiar de Marta Obiols

«Da miedo convertirte en una outsider e ir a contracorriente; da miedo formar parte de una minoría por primera vez, convertirte en alguien no normal. En esos momentos, agradeces tener una guía». La frase forma parte del libro «Vida sin cole», de la española Marta Obiols, y cumple perfectamente esa función. Difícil no identificarse cuando relata los detalles de los ciclos por los que pasó: los pormenores de tomar la decisión, el desconcierto inicial, los asuntos económicos, las diferencias entre cada hijo e incluso reflexiones sobre la pareja. La transición desde el homeschooling al unschooling también está bien fundamentada, para que se entienda que ni por asomo significa «tirarse a chanta».

El libro me gustó mucho: es ágil y está muy bien narrado. Y tiene dos detalles encantadores: el prólogo lo escribió el hijo mayor, además de que cada capítulo empieza con una frase de la abundante bibliografía de John Holt. Tiene detalles cotidianos, marchas y contramarchas y el condimento de mostrar cómo funciona educarse sin escuela para cada uno de los tres hijos, con edades y personalidades diferentes. Demuestra cómo eso de aprender sin clases ni currículas es absolutamente opuesto a «no hacer nada», el prejuicio más habitual sobre esta forma radical de vida sin escuela. Marta no para de buscar, investigar, prever, cambiar de rumbo y reconvertirse ella misma para acompañar a sus hijos. Lo que al principio parece imposible, termina convirtiéndose en una vocación que se acepta con placer.

«Este es el primer cambio que percibí. Mis hijos tenían más tiempo de juego y socialización que cuando estaban en el colegio. Además, pasaban una gran parte de la jornada al aire libre, en la naturaleza». Registros como éste me recuerdan mi propia decisión de educar sin escuela y los beneficios que notaba, en general visibles solo para quiénes pueden apreciarlos. También, cuando sugiere que para aprovechar todos los recursos que ofrece una ciudad para educar hay que mirarla como lo hace un turista. Así, las posibilidades gratuitas o de bajo costo afloran como por arte de magia: museos, centros culturales, bibliotecas, voluntariados, acuarios, parques, talleres, conferencias, torneos, campamentos, organizaciones sin fines de lucro, polideportivos y programas gubernamentales, por ejemplo.

La vida de Marta y su familia se desarrolla en Estados Unidos, un país donde la regulación de cada estado apoya en menor o mayor medida la educación en casa. Esa es la única salvedad para quienes la leemos desde el cono sur o países donde no es una posibilidad tan real. Sin embargo, la autora enfatiza que también allí es parte de una minoría y que eso la ha motivado a escribir para animar a las familias que lo eligen aun sin contar con una seguridad normativa.

Otro de los aportes interesantes del libro es mostrar cómo funcionan las cooperativas de homeschoolers habituales en Estados Unidos, una forma organizativa que bien podría replicarse en nuestra región. Y, por supuesto, funciona como documentación de cómo pueden aprender los seres humanos por fuera de los formatos escolares, material escaso para quienes estudian Educación en todas sus variables.

Sobre el libro

«En el año 2012, después de reiteradas experiencias decepcionantes en varias escuelas de Atlanta, Marta Obiols toma la valiente decisión de sacar a sus tres hijos del sistema escolar y educarlos en casa.

Siempre pensando en el bienestar de los tres niños, esta licenciada en Educación Especial apostó por el unschooling, una modalidad del homeschooling (‘educación en casa’) que permite a los niños guiar su propio aprendizaje, a su ritmo y en un entorno amigable y favorecedor de su curiosidad natural. Así pues, la mujer que nunca soñó con ser ama de casa y mucho menos con criar a sus hijos sin escuela, se vio sumergida en una vida que jamás se imaginó, pero que resultó muy gratificante. Y sus niños, libres de repente para jugar y explorar pasiones como montar a caballo o tirar al arco, se convirtieron en estudiantes voluntarios de la vida, absorbiendo conocimientos y aprendiendo sin cesar y por placer.

En el camino de la educación libre, Marta, su marido y sus tres hijos han pasado por algunos momentos complicados, pero sobre todo han disfrutado experiencias vitales maravillosas, irrepetibles e inesperadas, compartidas con familias afines que han ido conociendo en distintas cooperativas de educación en casa».

(Reseña en Amazon)

CONTACTO CON LA AUTORA:

Web: https://linktr.ee/vidasincole

Correo: mollbkg@gmail.com

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Comprar el libro: https://www.amazon.com/dp/B0B1QL3YK4/ref=tmm_pap_swatch_0?_encoding=UTF8&qid=1653350549&sr=8-4

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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