El 2020 las encerró, como a todos, en plena crianza de hijos pequeños, que ahora tienen 4 y 2. Después del primer aislamiento obligatorio, cuando -no olvidemos nunca- dejaban pasear perros pero no criaturas humanas, ellas eligieron no regodearse en la desesperación. En cambio, usaron las redes sociales para amplificar su búsqueda. Estaban seguras de que ahí afuera había otras madres que querían criar y educar en colectivo, en sintonía con sus ideas de una maternidad consciente e informada acerca de las necesidades auténticas de ellas mismas y sus crías. Especialmente en ese momento, cuando los espacios habituales para las infancias estaban clausurados.
La red de redes les tiró un salvavidas y la cuenta de «Vicu» Ferreyra explotó: @tinderdemadres se puso a juntar familias según el barrio de Buenos Aires donde vivían, animándolas a formar tejidos por toda la ciudad. Hoy siguen activos unos 200 grupos diferentes que son autogestivos, de madres y padres, de madres de adolescentes, de puerperio y destete, de niños y niñas con discapacidad. A la cuenta de Vicky Voltan (@soycondora) le pasó algo parecido: un posteo donde proponía armar grupos rodantes de juego y homeschooling se hizo viral. Con su pareja empezaron a organizar los datos en planillas de Excel para, también, ayudar a que la gente de la misma zona pudiera juntarse.
Ambos planetas -o sus cuentas de Instagram- se encontraron en una misma órbita. Las Victorias se cruzaron en la formación en Educación Viva que da Ayni, un espacio en Devoto, se llamaron y se vieron. «En realidad, yo lo que quisiera es hacer para otros la misma escuela que quiero para mi hija», le dijo Vicky a Vicu. Fue entendimiento a primera vista, y desde ese día empezaron a juntarse con frecuencia quincenal para una puesta en común que iba dando frutos a toda velocidad (dicen que la pandemia aceleró muchas cosas). Así nació Kuntur, un nuevo espacio de aprendizaje en Villa Urquiza para la franja etaria de 1 a 6 años.
Cuentan que fue fácil desde el principio, porque «ambas teníamos un trabajo personal previo muy profundo. Nos fuimos amalgamando. Somos diferentes, pero estamos dispuestas a la comunicación, a que vengan los elogios y las críticas. Argumentamos nuestros puntos, nos damos manija, y nos repartimos las dos áreas principales de este proyecto: una se dedica más a los social y pedagógico y la otra a lo administrativo», me cuentan mientras cambiamos de tema y de lugar mil veces para acompañar a lxs niños en sus requerimientos.
Vicu es puericultora y estudiante de medicina, mientras que Vicky es maestra del nivel Inicial y doula. La primera es una figura de acción: dicen sus amigas que es experta en materializar proyectos. La segunda es más cautelosa, sin dejar de ser insistente con lo que se propone. Cuenta Vicky que le llevó mucho tiempo conectar con su deseo, y que siente que esa es la experiencia que un espacio educativo más respetuoso te puede ahorrar. “Perdí por lo menos 10 años encontrándome, que si la escuela me hubiera dado otro espacio y otro tiempo… Lo que más me maravilla de la educación alternativa es que habla del deseo, y que eso esté puesto sobre la mesa es un montón. ¿Cómo hacer para desear si no estás en contacto con vos misma? El deseo tiene una relación intrínseca con la identidad y creo que en ese sentido no podemos hacer un espacio de aprendizaje que erradique el deseo, porque es el camino hacia la desconexión”, explica.
“Hoy siento que hoy estoy en el lugar que siempre quise, de poder armar el proyecto y tomar decisiones. Me recibí de docente de nivel Inicial y estuve en distintas escuelas privadas y estatales. Hice después otras formaciones y cursos, y en el profesorado del Normal 10 Moira Paine fue mi mentora. Ella fue la que me acompañó mucho en el descubrimiento de las alternativas, que era lo que más me convocaba. Siento que ella fue la que me sembró la semilla, y luego el recorrido es muy personal. Al principio yo quería ir y cambiar las cosas desde cada lugar, pero cuando lo intenté sentí que me devoraba. Era más joven e idealizaba mis posibilidades”.
Vicu, por su parte, cuenta que se fue a vivir con su pareja actual cuando era muy joven y terminó la escuela casi al mismo ritmo que los hijos de su marido, que hoy son adolescentes de 14 y 16. Con el nacimiento de Astor descubrió otras formas de criar que “no figuraban en mi vocabulario, a las que no tenía acceso desde mi familia de origen”. Leyó a Laura Gutman, Carlos González, se formó con Laura González, hizo un diplomado en ESI y aprendió de otras mujeres que se atrevían a pensar la maternidad feminista, los cuidados y otros temas aun tabú de la crianza y compartían sus reflexiones en las redes (Loana Dorfman, Violeta Osorio, Delfina Medeot). “Yo las iba encontrando y las estalkeaba, estaba ávida de esa información. Así también llegué a AlterEdu e hicimos con Tinder de madres el primer vivo con vos”, me recuerda.
La vida más allá del jardín de infantes
Con sus respectivas convocatorias en redes sociales descubrieron que la mayoría de las consultas y el interés en armar espacios de juego se concentraba especialmente en algunos barrios: Saavedra, Villa Urquiza, Núñez, Villa Ortúzar, Parque Chas. Pareciera que en algunas zonas hay un público más “educado” acerca de las opciones educativas que ponen al respeto del desarrollo en el centro y que, además, tienen la posibilidad de elegir.
Sobre el camino tan veloz que las trajo a la materialización del proyecto, cuentan que originalmente pensaron en arrancar en marzo de 2022, “pero se fue sucediendo esto genuino y había que tomar decisiones. Hasta habíamos hecho un listado de cosas que queríamos para que el espacio fuera confortable y estético. En la búsqueda de una casa para la familia de Vicky apareció esta casa. Trabajamos también la estructura formal y para eso hicimos asesorías con otros espacios educativos de la ciudad como Ayni, Casa Mistral y Proyecto C. “Aun teníamos preguntas que nos desvelaban y sabíamos que los que ya están en el baile nos podían ayudar”.
Así que Casa Kuntur ya está en acción. Hay grupos de juego libre en la semana con un máximo de 12 niñxs. También hacen “ediciones especiales” los sábados para los que viven lejos y lo piden. Y si bien ambas están guiando esas propuestas, lo cierto es que preparándose para el 2022 ya están buscando personas para sumar al equipo. “Pueden ser personas que no tengan formación específica en Educación Viva, pero que al menos cuestionen las prácticas del sistema convencional. Después, el camino se construye con la práctica y la observación”, aclaran.
También son muy transparentes en cuanto a que, más allá del aporte a la sociedad de proyectos como el suyo, están construyendo su propio espacio laboral. “Vamos a vivir de esto porque le ponemos nuestro tiempo y energía, es importante decirlo desde el día uno. Porque si no es imposible, tiene que haber un equilibrio entre lo que damos y lo que recibimos. Hay cosas en las que no estamos dispuestas a transar porque son el corazón del proyecto. Las personas que van a venir a participar tienen que sentir que es su elección, y saber que quizás este lugar no sea para todes. Sacar la precariedad de estos proyectos es parte del respeto que queremos privilegiar, hacia les niñes pero también hacia les adultes”, destacan. “Pensar que porque sos alternativo rechazás cierto confort o porque sos mujer te adaptás a cualquier cosa, no está en nuestro ideario. En ese sentido la crianza consciente tiene su parte negativa, parece llenarte de una exigencia sin fin”.
“Yo siempre digo que el nivel inicial es pionero, y mal que mal, tiene toda la impronta de aprender jugando. Sin embargo, se va notando una industrialización del ser que es agotadora. Hay una exigencia de lo que tienen que saber ya desde jardín, hay como una check list”, piensa Vicky. “Ahora también en cualquier cosa chiquita se ve el error, ya no pueden ni hacer travesuras”, acota por su parte Vicu.
Cuentan que reciben familias asustadas o con malas experiencias en jardines, situaciones naturalizadas de engaño. “Acá vamos a validar la necesidad de la familia toda y por lo menos intentar acompañarlos con la verdad». En verano habrá un taller de tres días a la semana y en 2022 arrancan lo que llaman “Grupo fijo”, todos los días, que será un “espacio de aprendizaje para niñes y familias basado en la educación activa y viva. “Me gusta esa forma de llamarla porque se contrapone a una educación que yo creo que está muerta o, me disculpan la polémica, al menos yo creo que debería morir. Para nosotras el desafío total sería acompañar a nuestros hijos en una escolaridad convencional a esta altura. Sentimos que hay como un punto de no retorno”.
Contacto: @casakuntur
Gracias por compartir tan inspiradora historia personal y el proyecto que estás desarrollando. Me reconozco mucho cuando afirmas que este camino por la educación es uno que se va construyendo juntos (niño y adulto), creando espacios de juego, respeto y amor.