Verónica Castellino es nacida y criada en Miramar, provincia de Córdoba. De chica, fue alumna de las únicas tres escuelas que hay, de gestión estatal: un jardín, una primaria y una secundaria. Cuando fundó la «Escuela Alternativa» en 2021, la reacción de sus antiguas maestras fue excelente. La apoyaron porque también vieron la necesidad de que haya una opción más.
«Somos pioneros tanto en la localidad como en la región de San Justo. Y si bien somos un pueblo muy chiquito con una comunidad bastante estructurada, en estos tres años se está viendo la transformación; se está considerando a la escuela alternativa como una opción. Cuesta muchísimo, pero la recepción es positiva y nos anima a seguir adelante. Sabemos que en otras partes de Córdoba hay muchísimas experiencias como la nuestra y que algunas ya tienen aprobación del Ministerio. Si se nos permite sostener nuestra orientación y nuestra identidad, vamos a ir presentando el proyecto oficialmente», le dijo entusiasmada a AlterEdu.
Romper el cascarón
Verónica es profesora de Inglés. Me cuenta que siempre logró un buen ambiente en sus clases aplicando su mirada pedagógica y didáctica. De alguna forma, en sus primeros años de ejercicio docente el proyecto fue madurando dentro suyo en la práctica. Pero no fue hasta la larguísima cuarentena durante la pandemia que se sentó por primera vez a madurarlo y finalmente abrirlo. 2021 fue también el año de nacimiento de su primer hijo, y ése, me confiesa, fue un gran empujón.
Como fue difícil encontrar una primera locación, usaron el salón desocupado de un bar. Ya sabemos, cuando el deseo va tomando forma, cualquier lugar es bueno: han surgido escuelas en garajes, gallineros, quinchos, livings, fábricas y a la sombra de un árbol. Para este año, ya consiguieron una casa con muchas habitaciones y un gran patio. Funcionarán dos salas multiedad, de 3 a 5 y de 6 a 8 años, que se irán continuando a medida que surja la necesidad.
«Lo lindo es que ya hay un sentido de pertenencia de las familias, y ganas de trabajar para que se sostenga. Está todo saliendo todo muy bien y este año es clave para abrirnos un poco más a la sociedad», asegura Verónica, que trabaja con los chicos pero es también quien coordina todo el proyecto y forma a las docentes, que estudiaron en profesorados convencionales pero muestran un gran interés en aprender otras formas de enseñar.
«Como ejercicio, planificamos nuestras actividades en torno a la normativa del Ministerio de Educación cordobés. Proyectamos el año y lo plasmamos en el proyecto con el currículum oficial, pero nos tomamos la libertad de ir hacia adelante, hacia atrás, y elegir los contenidos para ver cuáles son los más apropiados para nuestros grupos. Enseñamos lo mismo que una escuela tradicional, pero de otra manera. Y también hacemos muchas salidas, porque vivimos en un entorno natural único y lo aprovechamos (la reserva natural Mar Chiquita está dentro de la región)», explica.
Verónica es muy optimista y me cuenta una última anécdota emocionada. «El año pasado, uno de los nenes vino a nuestro espacio además de ir a la escuela del pueblo. Este año le dijo a sus papás que había elegido y quería quedarse con nuestra escuela. Y ellos están acompañando su decisión. Eso es maravilloso».
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