Una comunidad intencional de Córdoba abre su programa educativo a otras familias

Amatreya es una comunidad intencional y reserva natural ubicada en Alta Gracia, sierras chicas de Córdoba, donde conviven unas 50 personas de distintas partes del mundo. Por tercer año consecutivo, deciden abrir a otros su programa «Ariaté” (educación evolutiva) a través de un seminario virtual llamado «Familias en transformación».

«Esta formación nace para dar respuesta a la necesidad de familias y personas en búsqueda
de herramientas que les permitan acompañar la maduración de sus hijos, desde una forma más natural, armónica correspondiente al cambio evolutivo», explican. Será un ciclo de encuentros quincenales que comienza el 22 de abril y del cual participarán también las familias de Amatreya.

«Los temas que iremos abordando en este recorrido son: conciencia general de la educación evolutiva, orden familiar, vínculos, patrón educativo, nutrición del arte y la naturaleza en la transformación de la vida, las distintas etapas de la vida y su conciencia, comunicación evolutiva, cultura de paz», anuncian en la página del ciclo que propone «generar estrategias concretas que permitan contener la participación de las familias y personas interesadas en el proceso educativo del nuevo tiempo» (ver más detalles acá).

«Partiendo del respeto por el desarrollo natural de la vida, la escuela se presenta organizada en ciclos formativos que se relacionan con los diferentes estadios evolutivos. Así cada ciclo ofrece ciertos contenidos que propician una maduración mas completa del estudiante en el tránsito por cada estadio: 3 a 7 años, 7 a 14 y 14 a 18», se explica. El objetivo último es aprender a ser.

Así, el año se organiza en distintas etapas. La primera, llamada «intensiva», tiene una duración de tres meses en primavera. En ella los guías imparten la totalidad de los contenidos correspondientes a cada ciclo formativo. «En paralelo se desarrolla la escuela de padres y madres, en la que además de sostener la elaboración del proceso que realiza cada estudiante, se les ayuda a integrar los contenidos pertinentes al ciclo formativo por el que transitan sus hijos/as».

La segunda instancia la llaman «recreación», y tiene lugar durante el resto del año. «En ella, los estudiantes van aplicando los contenidos recibidos en la intensiva, a través de actividades vinculadas a su vida cotidiana. La labor de la familia en esta etapa es fundamental, pues es la encargada de brindar las experiencias en las cuales el estudiante pueda recrear y completar su formación según necesidad. Se realizan viajes e intercambios culturales», en los cuales se pretende poder conectar con espacios sagrados del planeta, conocer diferentes culturas e intercambiar saberes».

Existe una evaluación que, para ellos, es «la capacidad de estar atentos a cómo vamos desarrollando la experiencia. La entendemos como un medio que nos permite darnos cuenta de los resultados que emergen de la experiencia educativa para enriquecerla y mejorarla. Lo cual nos permite reajustar y actualizar el programa y las estrategias de enseñanza de forma permanente. Y caminamos en ella de forma integral, evaluando todos a la par, estudiantes, guías, padres y madres. De forma espontánea y sencilla. Soltando el hábito de la comparación y adhiriéndonos a caminar y crecer desde una auto observación». Así, al término de la intensiva, los guías recogen los aportes y evaluaciones desde las familias, estudiantes y ellos mismos para actualizar el programa educativo para el siguiente año».

Le pregunté a los organizadores si algo del programa se parece al curriculum escolar. «Tenemos un programa propio que se va adecuando según cada niño o niña lo va necesitando, acompañando la etapa de la vida en la que está y lo que ese ser necesita. Creo que más que los temas específicos lo importante es el cómo educamos, en la naturaleza, a través del arte, el juego y la vida en comunidad. Los contenidos relacionados con la educación escolar se dan en clubes específicos cuando los chicos los piden», explicaron.

-¿Cómo fue surgiendo la educación de los chicos y jóvenes, como una actividad específica y coordinada para niños y jóvenes o no necesariamente?
-En la comunidad desarrollamos diferentes áreas, como el aspecto de salud holística, alimentación vegana, formación integral, construcción natural, integración con el ecosistema, desarrollo de productos artesanales y artísticos y participación en aquello que sentimos que favorece la cultura de paz. En cada área desarrollamos tareas variadas, y nos organizamos de forma circular, buscando funcionar desde la conexión con la consciencia que vamos alcanzando momento a momento. Ejerciendo el consenso apoyado en la guía a través de cada quien, según la función que va asumiendo dentro del juego de la unidad.
En cuanto a lo formativo… está permanentemente. Todos, incluidos los niños, niñas, adolescentes, jóvenes, nos integramos en la comunidad, asumiendo nuestro lugar según la etapa en la que estamos. Vamos enseñando y aprendiendo juntos, asumiendo los padres y madres su lugar de guías, complementado con los hermanos y hermanas adultas o jóvenes presentes en la comunidad, apoyando el proceso formativo, compartiendo saberes desde la experiencia misma realizada a través de las áreas comunitarias, o abriendo clubes, si algunos quieren aprender algo más específico.
En estos años hemos sido gestores de varios programas de trabajo, entre ellos, el programa de formación integral Ariaté (Educación Evolutiva) para niños, niñas, adolecentes, jóvenes, adultos o adultas, abuelos o abuelas que acompañan este proceso, de formas más o menos directa, sea por vinculo familiar, o como desarrollo vocacional de acompañar y asistir el proceso de aprendizaje de otras personas.
Fue surgiendo también a través de la integración de distintas influencias como formaciones en pedagogía Waldorf, Montessori, Paulo Freire, Chopra, monjes tibetanos, y muchos formadores más, que nos aportaron sobre todo en las claves de la formación presente en el arte, el espíritu, la naturaleza y el trabajo interno, así como el trabajo terapéutico, lúdico y holístico con niños y adolescentes.

-¿Certifican aprendizajes en escuelas o mesas de examen? ¿Qué suelen hacer los jóvenes al cumplir la mayoría de edad?
-Cada familia ha ido decidiendo certificar o no y de qué forma hacerlo. Hay diversidad de historias y caminos que han ido eligiendo cada uno. Actualmente hay jóvenes que han crecido en la comunidad, tomando el programa de la educación evolutiva, que siguen viviendo en la comunidad integrándose en la vida comunitaria. Otros jóvenes están viajando y otros viviendo y trabajando en la ciudad cercana. Algunos tienen certificado de secundaria y otros ingresaron a la educación universitaria pública.

Para los jóvenes de 18 a 25 años que permanecen desarrollamos el programa universitario «Jóvenes por la paz», para brindarles la posibilidad de encontrarse con su vocación, definirla y poder generar su propia malla curricular y forma de aprendizaje. Es decir, tomar su propia formación a través del área de trabajo de la comunidad que les llame y aprendizajes más específicos, brindados por quienes están desarrollando ese conocimiento aplicado en el trabajo cotidiano.

-¿Creen que es posible replicar la educación que ustedes practican en ciudades, pueblos o grupos de personas que no están ligados por una comunidad intencional?
-El propósito de la formación es compartir las diferentes herramientas educativas y terapéuticas que hemos ido desarrollando en la comunidad para acompañar a las familias y personas implicadas en el ámbito educativo, en la transformación de las formas y patrones que nos salen al momento de enseñar. Así como integrar el alma, el arte, la naturaleza y la experiencia cotidiana como grandes maestras. Independientemente de la forma de educación que cada uno elija, estas herramientas sirven para todos y son una forma de poner al servicio de la humanidad las bases de la educación que vivimos en la comunidad.

Vivir y educar en comunidad

Amatreya nace de la unión de dos comunidades fundadas en 1995 en Uruguay y Argentina. «Cinco años depués cocreamos una organización internacional, llamada Universidad de la Luz, Iluí Amaní, cuyo propósito es aportar en la creación del nuevo tiempo. Creamos centros en México, Colombia, Uruguay, Chile, España y Argentina. En el año 2009, nos mudamos ambas comunidades, más personas de diferentes centros de la Universidad de la luz, a un mismo predio en las sierras chicas de Córdoba, Argentina. Es así como nace Amatreya, para ensayar un modo de vida en comun-unidad con la naturaleza, plasmando la conciencia en la experiencia», describen.

¿Por qué un grupo de personas decide vivir en una comunidad intencional? «Vivir en comunidad es un regalo, a nuestro modo de ver, es la forma natural y espontánea de ser. Recordar que más allá de los vínculos biológicos estamos juntos, cocreando la forma en que sentimos que corresponde vivir. Asumimos que hemos participado de forma más o menos directa (y seguimos haciéndolo a veces) de la creación de un sistema social que agobia la creatividad interna, la expresión de lo divino y la restauración de los vínculos con las personas y la naturaleza”, expresan.

Personalmente, nunca experimenté la vida dentro de una comunidad intencional. Lo más cerca que estuve fueron los relatos que nos trajo de la escuela Inkiri de la comunidad de Piracanga, en Brasil, uno de los integrantes de Tierra Fértil cuando estábamos dándole forma a nuestro espacio de aprendizaje en Béccar. Poder observar estas organizaciones sociales a través de una ventana que ellas mismas abren, me parece una experiencia valiosa más allá de sus posibilidades de aplicación en otros ámbitos.

Actualmente, Amatreya lleva adelante además la campaña #lanaturalezatellama, mediante la cual reforestan el predio que habitan y solventan los costos de juicios de pedidos de explotación minera. 

Más información sobre la educación evolutiva en Amatreya: https://educacionevolutiva.org/escuela/

Más información sobre el seminario virtual «Familias en transformación»: https://educacionevolutiva.org/familias-en-transformacion/

Inscripción al seminario: Teléfono +549 3547 628 440

Amatreya en Instagram: @amatreyacomunidad

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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