Tras las huellas de Montessori en la arqueología escolar estatal de Argentina

El informe que preparé sobre la pedagogía Montessori en Argentina a propósito de los 150 años del nacimiento de la médica y pedagoga italiana me dejó con ganas de seguir investigando. Especialmente, para corroborar o descartar algún vínculo entre la obra socioeducativa de Eva Perón y la italiana, sugerida por uno de los entrevistados. Después de leerlo, una bióloga y profesora egresada del ENS No. 8 de la Ciudad de Buenos Aires me contó que durante su formación había visto materiales en una vitrina. Les escribí para corroborar el dato y me respondió Marcela Fornek, directora de Nivel Inicial. «Efectivamente, en nuestro edificio teníamos en exposición materiales didácticos de Montessori, Froebel y Decroly. El año pasado estuvimos en obra y se guardaron a resguardo para luego volver a exhibirlos, pero este contexto dejó todo en suspenso», me contó. «Fueron utilizados en nuestro jardín, inaugurado en 1949, y algunos de ellos se siguen utilizando el día de hoy en nuestras salas. De algunos tenemos incluso colecciones completas», detalló, y me ofreció para cuando reabran ir a ver los viejos álbumes de fotos escolares donde se ven niñas y niños trabajando con ellos.

Además, después de escucharnos en el podcast de «La educación prohibida» de los domingos, me escribió Eva Eleonora Massarotti, que trabaja en la escuela especial que funciona en el Complejo Escuela Hogar Eva Perón de la ciudad de Paraná, en Entre Ríos. «Hace unos años encontré en un depósito gabinetes de geometría Montessori. En el museo, que está en el inmenso predio del Complejo, hay algún otro material específico de esta pedagogía, pero cuando llevé las reliquias encontradas no supieron decirme nada de esta historia». El Museo está en proceso de digitalizar su patrimonio, que pronto podrá visitarse en su sitio web. En la foto de portada se ve un material que se parece a los «cilindros con botón» de las series sensoriales de Montessori, con la marca Vallardi, una editora de Milán. En Milán estaba la Societá Umanitaria, entidad aliada de la pedagoga, uno de sus primeros fabricantes de material y primer centro de entrenamiento autorizados por la propia María Montessori. Sin embargo, no pude establecer un vínculo entre la editorial y la Umanitaria.

Jimena Franco es integrante del Museo y de la Universidad Autónoma de Entre Ríos, casa de estudio que llevó a cabo el proceso de investigación del Museo. «Es difícil encontrar fuentes porque la «Revolución Libertadora» destruyó casi todo lo que tenía sello de la Fundación Eva Perón. Acá encontramos dos materiales, un gabinete geométrico y unos cilindros. El museo es parte de la Escuela Hogar, similar a otras 19 construidas en los ´40 y ´50 en el país. Por lo planos y actas de obra estimamos que se terminó en el ´54, y en el ´55 queda cerrado; nunca se inauguró. Había llegado mobiliario, juegos, ropa. Nuestra investigación empezó en 2018, y nadie sabía si eran cosas de la escuela, si se han usado. En el ´60 se inaugura con todas las cosas que tiene adentro cuando la Nación le cede el Complejo a la provincia. El complejo tiene su propia mística, llevó cierto tiempo verificar qué objetos fueron enviados por la Fundación Eva Perón. No tenemos actas de recepción de esos dos materiales y el inventario que tiene la escuela es de 1960, cuando la provincia lo recibe. Sin las actas originales de recepción en muchos casos, porque se quemó mucho material y se conservaron las cosas mínimas para seguir funcionando, como los planos. Todavía se ve que en los lugares donde estaba el sello de la Fundación habían puesto una chapita o se pintaba con tinta. Así que fuimos reconstruyendo en base al material que tenemos más testimonios, fuentes, fotos y otros hogares similares. Las fichas que hicimos de cada juguete o material fue en base a descartar las fuentes de compras del Estado o datos sobre las fábricas que los hacían».

«La historiografía educativa sobre la obra de Eva Perón suele superponer un análisis doctrinario (el contenido partidario en materias, didácticas y materiales escolares) con el de las políticas púbicas efectivas», advierte la historiadora Mara Petitti. Luego del ´55, muchas de las huellas de esa obra fueron borradas a propósito. No quiero caer en la trampa, así que consulto también a Daniela Pellegrinelli, una experta local en historia de los juguetes y la infancia. «Nunca encontré un vínculo directo -entre Eva Perón y María Montessori-, pero en esa época los materiales montessorianos circulaban por todas las escuelas infantiles, todos los jardines, era muy común. La influencia de la escuela nueva se nota mucho, no sólo en los Hogares escuela o la Fundación». Pellegrinelli me recuerda la incidencia de Margarita Ravioli, que había asistido a las conferencias que la italiana dio en Buenos Aires a fines de los años ‘ 20 y que en 1930 se inicia en la docencia preescolar en la Escuela Normal Nº 1, «donde organiza y dirige un ensayo de «sección montessoriana» en 1932″, tal como recuerda la web del Instituto Sara Eccleston. Ravioli participa, con la Dirección de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, en la redacción del anteproyecto que se convierte en la ley 5096 por la que se establece obligatoria y gratuita la educación preescolar, difundiéndose los jardines de infantes en el ámbito de esa provincia.

Parte de un gabinete geométrico Montessori encontrado en el Complejo Eva Perón de Paraná

Montessori vs. Froebel

Marcela Pelanda es directora del programa «Huellas de la escuela», que abarca patrimonio escolar de la Ciudad de Buenos Aires. Es especialista en el movimiento de la «Escuela Nueva» y fue la primera en organizar el archivo de las hermanas Cossettini, que hoy forma parte del IRICE-Conicet. También, en la época en que Daniel Filmus era ministro de Educación, diseñó un programa nacional que reunía archivos escolares y armó en el Normal 1 el reservorio de Rosario Vera Peñaloza. Según Pelanda, «el movimiento escolanovista llega ya con las maestras sarmientinas formadas en Friedrich Froebel (que fue discípulo de Pestalozzi), y aparece la hipótesis de que si bien hay una rama del normalismo que es estricta, hay otra sumamente innovadora. Creo que María Montessori no es la innovadora, pero tiene un buen soporte, una estructura comercial organizada. En los primeros años de 1900 nuestro gobierno miraba a Europa y buscaba innovaciones externas de nivel mundial. El aporte de Montessori está, para mí, a la misma altura de las innovaciones americanas, y creo que su gran diferencial es lo que hace con la educación de los chicos que en su época se consideraban fuera de la normalidad».

Así es que en 1916 ya había un equipo de maestros formados con el método Montessori actuando en el Normal 1. Se compró material para todas las escuelas del país, y por eso se lo puede seguir encontrando en toda la geografía argentina (la funcionaria me confirma que recuerda haber visto la boleta de compra en la Biblioteca Nacional de Maestros). Lo que siguió, según Pelanda, fue una discusión acerca de las concepciones filosóficas que había detrás de los enfoques que se aplicaban en el jardín de infantes, y luego, la primaria de ese entonces. «Se organizó un debate muy serio y se aplicó el método experimental con grupos de control Montessori por un lado y los que se sostenían en la concepción frobeliana por el otro, para ver cuál era más eficiente en la enseñanza. Hubo reticencias de quienes estaban en el aula, y se desembocó de alguna manera en las dos conferencias de Rosario Vera Peñaloza en el Normal 1 defendiendo la postura froebeleina, la del kindergarden. «Prevaleció la idea de que la visión montessoriana era algo externo, extraño, distante, y además en Argentina la concepción del respeto por el niño ya estaba, algo que luego fue tomando forma una pedagogía vernácula vera-pestalozziana», apunta. «Ya Adolphe Ferriér afirmaba que cualquiera que aplique al menos 15 de los 30 principios puede considerarse escolanovista», reflexiona Pelanda.

Si no leíste mi informe sobre Montessori en Argentina por el homenaje de sus 150 años, podés hacerlo acá: https://alteredu.com.ar/2020/09/14/montessori-en-argentina-una-historia-de-pequenos-pasos-desde-1910-hasta-hoy/

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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