Verónica Reguera es maestra de nivel Inicial. Varias cosas empezaron a hacerle ruido ni bien salió al ruedo a trabajar en los jardines de infantes. Nacieron sus hijas y ese malestar de fondo la llevó a explorar alternativas para ellas. Para una fue bien. Para la otra, no tanto: antes de los seis ya tenía mucho interés en las letras y la pedagogía que habían elegido desalentaba la lectoescritura hasta cumplir los siete. Se topó de primera mano con las rigideces que, a veces, también tienen las propuestas educativas no convencionales. Además, su paso por varias escuelas distintas siendo niña le permitió tener un panorama amplio acerca de las formas que pueden tomar las organizaciones.
Corría el 2001 y la gran crisis desatada ese año la llevó a reinventarse como emprendedora con la ayuda de su marido artesano. Fundaron Ainé, una marca de juguetes blandos pensados para familias que quieren ofrecer estímulos suaves y nobles para los primeros años. De tanto fabricarlos caseramente en sus salas como maestra, Verónica sabía el qué, el cómo y el porqué. Su filosofía acerca de esa etapa de la vida quedó plasmada en los juguetes, que se siguen encontrando en las didácticas del país.
Pero el emprendimiento no alcanzó para enterrar la esperanza de, alguna vez, poder trabajar con niños y niñas pequeños como ella quería, volviendo a lo obvio, a lo esencial: propiciar el juego y el respeto por la cultura infantil. Así, en 2019 nació Ainé, un Espacio Educativo Cultural en el barrio de Florida, Vicente López, provincia de Buenos Aires.
De lunes a sábado la casa recibe niños y niñas hasta los 6 años. Se puede ir tres, cuatro o cinco veces por semana. Para que todos se beneficien de los distintos espacios, los grupos van circulando con sus maestras de referencia. La ratio de acompañantes es alta, y una condición que Verónica quiso establecer desde un principio para que las educadoras se sintieran cómodas y con resto para disfrutar del ambiente de trabajo. Ella misma es maestra y sabe que, sin eso, poco margen queda para que familias y niños estén cómodos de verdad.
La casa es amplia y luminosa, con dos patios delanteros y uno lateral. La estrella del lugar es el enorme jardín trasero, con un roble, un nogal, un ciprés, más arbustos y enredaderas. Un oasis en pleno suburbio. Cajones de huerta y un rincón vivero de nativas que, pronto, compartirán con los vecinos como parte de las propuestas de atelier del horario de la tarde. Antes de instalarnos en el jardín –Verónica le dice “mi oficina”-, pasamos por la cocina, donde ya están listas las meriendas de frutas, agua y galletas de arroz.
Algunas de las maestras están formadas en pedagogías como Waldorf, Montessori o Reggio Emilia. Sin embargo, la propuesta institucional no adscribe a ninguna en particular. La experiencia y la mirada de Verónica y otras dos coordinadoras son las que marcan el tono y el ritmo del lugar.
Complementa la propuesta un club de juego para ir a pasar la tarde o celebrar un cumpleaños en familia, más cursos de yoga y actividades prenatales en una sala especialmente preparada para el movimiento y la música. Además, se organizan periódicamente talleres para madres y padres son temas de interés para la crianza.
Como desafío a futuro, Verónica sueña con poder crear una escuela primaria. Muchas familias ya se lo piden. Sabe muy bien que la demanda por escuelas más integrales y amorosas crece. Las dificultades para financiarla, encontrar un lugar adecuado y poder adaptarse a la reglamentación educativa ralentizan la materialización de sueño. Sin embargo, no es la única que lo ha deseado y concretado. AlterEdu está lleno de esas historias.
Conocé más sobre Espacio Ainé en su web: https://allmylinks.com/espacioaine
O en el Instagram: https://www.instagram.com/espacioaine/
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