Si sos homeschooler o unschooler, no estás solo: hay redes de apoyo para que educar sin escuela sea más fácil

Cuando mi hijo tenía 4 yo ya sabía que su educación no iba a incluir la escolarización. Por lo menos, no a sus 6, la edad que en Argentina marca el comienzo de la escuela primaria. Aún así, no concebía la idea de hacerlo sola. Mi marido trabaja 12 horas al día, mi familia vivía lejos y en mi barrio la doble escolaridad y las actividades extraescolares son la norma, por lo cual no es fácil el encuentro con pares durante el día. Criar en soledad no era para mí, así que decidí intentar algo intermedio: reunir familias para generar un espacio de aprendizaje compartido, libre de estructuras escolares de cualquier tipo y autogestionado por nosotras mismas. Así, entre 2011 y 2013, fue formándose el primer grupo que dio lugar al nacimiento de Tierra Fértil en el quincho de casa.

La experiencia del «unschooling colectivo» que vivimos con Vito fue sumamente rica, en muchos sentidos. Grandes amigos y amigas de mi hijo salieron de allí -míos también-, y la variedad de estímulos y posibilidades que ofrece un espacio fijo grupal me parecieron, por lo menos a mí, mejor que hacerlo en forma individual, como familia. Hace diez años, además, las redes de apoyo no estaban organizándose como empiezan a hacerlo hoy. Aún así, nos falta mucho. Para inspirarnos con ejemplos de otros países, entrevisté a miembros de dos redes con años de historia: la Asociación por la Libre Educación (ALE) de España y la Red Colombiana de Educación en Familia.

Marta Arnau me atiende representando a la red española ALE y me cuenta que en 2019 se asociaron 80 familias y que en este 2020 ya se han unido unas 225. «Calculamos que en España hay entre 4 mil y 8 mil familias que educan sin escuela, y por supuesto no todas están asociadas», dice, y me responde cuando le pregunto si cobran cuota que cada familia aporta 50 euros anuales a la asociación para los gastos mínimos. «Nuestro objetivo es formar red, tribu. Tenemos una lista de correos en la que compartimos recursos pedagógicos y humanos. Por ejemplo, si eres de una zona y quieres contactarte con otras familias cercanas». Sin embargo, se ocupa de aclarar que «no nos ceñimos solo a ALE, también estamos en contacto con otras redes. Hay que romper poco a poco el mito de que solo estamos en contacto con la gente de ALE, porque no todos se asocian y hay incluso grupos virtuales en las redes sociales». «Damos quizás la seguridad de un entorno más protegido, donde se resguardan los datos personales. Y ofrecemos a los socios una consulta gratuita con el abogado especializado en homeschooling que lleva defendiéndolo 10 años en el país», detalla.

Mucho del trabajo de la red se hace de forma voluntaria y gratuita. «Todo eso nos ha permitido crear una red muy interesante, con una estructura de comunicación por zona para resolver y hacer seguimiento de los conflictos cuando los hay. También van surgiendo grupos de trabajo conforme las necesidades. Por ejemplo, se ve quién está disponible para las reuniones informativas». El único criterio de admisión es el respeto por los ritmos de aprendizaje, me contesta Marta. «Entendemos que quien se hace socio ha leido bien quiénes somos y desea ser parte». Llevan asambleas y, en parte, este tiempo de virtualidad les ha ayudado incluso a organizarse mejor de forma remota.

Una de las cosas más importantes para ellos son los encuentros presenciales que suelen ocurrir dos veces al año, en semana santa y en verano, que ahora tiene una organización independiente y se llama Festival Alternativo de Creatividad y Educación (FACES): ahí confluyen no sólo los miembros de ALE, sino también familias no asociadas, otras redes, escuelitas alternativas y artistas en general. Y aprovechan para hacer alguna de las asambleas. Le pregunto cómo funciona la asesoría legal, un servicio que en Argentina aún no está organizado o al menos sistematizado en una instancia grupal. «El abogado asesora a las familias cuando están en un proceso judicial, o sin llegar a eso, sobre los pasos adecuados, si presentar un escrito o mejor no. Además, aquí las comunidades autónomas tienen diferentes normativas. En el País Vasco, por ejemplo, hay un decreto que se llama BALORA y que ayuda a las familias cuando las autoridades encuentran que el homeschooling es la única causa considerada de «desprotección» de un niño o niña, entonces el caso se archiva. Esa es una peculiaridad del norte de España. Y en el resto del país pueden ser más o menos estrictos», describe. En Brasil, la ANED, una asociación de familias, ha celebrado el año pasado la aprobación de una medida similar, un protocolo de actuación de los servicios sociales más benéfico ante casos de niños, niñas o adolescentes desescolarizados (leé la nota que escribí sobre eso en https://alteredu.com.ar/2019/06/12/brasil-tiene-protocolo-para-homeschoolers/).

Sobre la validación de saberes para obtener títulos oficiales, Marta me cuenta que existe una serie de exámenes libres que siempre es dos años más tarde que los de los alumnos regulares de escuelas, por ejemplo para validar la ESO (secundaria), lo hacen a los 18 en vez de la los 16, la edad que marca el fin de la obligatoriedad en España. Si un homeschooler o unschooler quiere entrar a la escuela, tiene derecho a entrar al curso que corresponde a la edad que tiene, entre los 6 y los 16, que es el rango de escolaridad obligatoria. Quiero saber si participaron como red de algún trabajo de lobby parlamentario para dar un marco legal a la educación sin escuela en España. «Se intentó hace años, hubieron unas 40 reuniones con políticos a escala nacional de diferentes partidos, se intentó avanzar con una legislación, pero finalmente en el último momento se echaron para atrás y no se aceptó nada. Y eso dio tanta decepción que, aunque se retoma de vez en cuando alguna reunión, no hay muchas esperanzas. Por eso creemos que es más importante trabajar en a escala local, porque es desde la cercanía cuando se ve que los niños y las niñas están cuidados aunque no vayan a la escuela».

La red que se tejió en Colombia

La Red Colombiana de Educación en Familia es una unión de familias que tiene en común la «educación en casa», y declara no estar afiliada a «ninguna religión, ideología, filosofía o pedagogía». Con respecto a sus objetivos: «basamos la manera de relacionarnos en el respeto mutuo; buscamos apoyar y conectar a las familias, propiciar espacios para compartir tiempo, experiencias y aprendizajes y queremos seguir fortaleciendo una comunidad de educación sin escuela diversa y sólida en todo el país». Si bien no tiene personería jurídica, la red tiene cierto nivel de sistematización: una página web con recursos, organización por regiones, «reuniones de acogida» para las familias nuevas en las cuales se comparte la experiencia de las que ya tienen unos años; seminarios de padres con temas específicos como pedagogías y recursos. También, explican, «se producen encuentros que son completamente informales, donde los niños juegan, los adolescentes conversan, las madres y padres charlan». Por último, «actividades con un programa específico, como feria de productos realizados por los chicos, presentaciones artísticas, tarde de juegos, jornadas deportivas».

Hablé con Ana Paulina Maya, madre y miembro de la red y autora de un libro sobre el tema que acaba de salir, me explicó que funciona «de manera informal y orgánica, basada en el trabajo voluntario de las personas que se animan a colaborar. Se hacen aportes únicamente en el caso de que alguna de las actividades planeadas requiera que se cubra algún tipo de gasto, destinando el dinero recogido a este fin únicamente. Quienes ayudan o “trabajan» para la red lo hacen de manera voluntaria y no remunerada». Le pregunté también si tienen abogados trabajando o colaborando para resolver posibles conflictos legales y me dijo que no. «No los tenemos aún, quizás porque todavía no hemos tenido que enfrentar un situación legal demasiado compleja. Lo más grave han sido las denuncias que algunas familias reciben ante el Instituto del Bienestar Familiar, pero casi siempre esas demandas se solucionan fácilmente demostrando que no se está vulnerando el derecho de los hijos a la educación», relata. Quiero saber de su relación con el Estado y sus instancias educativas, y Ana Paulina admite que «el Ministerio de Educación (MEN) de Colombia sabe de nosotros, igual que sabe de otras de las redes y comunidades de aprendizaje que existen en el país. Hay un grupo de funcionarios dentro del MEN que lleva varios años revisando el tema de la educación en casa, conociendo el fenómeno y a las familias, con la intención de sacar unos lineamientos o recomendaciones para reglamentarlo. Con ellos hemos tenido una relación directa y amable hasta ahora. Pero no todos los funcionarios del MEN son tan comprensivos con la opción de educar sin escolaridad y algunas veces, cuando las familias se acercan a ellos para realizar alguna consulta, han recibido respuestas amenazantes o les dicen que tienen la obligación de escolarizar».

¿Y en Argentina cómo andamos?

En Argentina no existen aún redes con organización más compleja como personería jurídica, asesoría legal o aportes de socios para sostener el trabajo regular de apoyo a la desescolarización. Sin embargo, hay familias o docentes que ofrecen asesoría pedagógica y acompañamiento, grupos de WhatsApp y redes de escuelas alternativas y espacios de aprendizaje no oficializados en las distintas regiones del país. Para conocerlas, leé esta nota: https://alteredu.com.ar/2020/07/08/guia-argentina-de-alternativas-en-educacion-y-redes-de-apoyo/

Foto de la portada: @fundacionyakuy1

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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