La Red de Educación Viva y Consciente ofrece todos los días charlas formadoras desde Brasil, Argentina y Uruguay

Hasta el 30 de abril, todos los días a las 11 de la mañana la Rede de Educacao Viva e Consciente invita a sus encuentros en directo a través de la cuenta de Instagram @educacaovivaeconsciente. Suelen ser habladas en un portugués muy comprensible y se suben al canal de YouTube una vez concluidas. Este es el programa del ciclo de encuentros:

En Argentina tres espacios educativos forman parte de la Red: Abrakadabra Escuela Monte, en Las Calles, Córdoba, Amanecer, en Tigre y El canto del Fuego en Mar del Plata, provincia de Buenos Aires. La mayoría se conoció tras visitar la comunidad intencional de Piracanga, en el estado de Bahía, en Brasil, donde funciona una escuela viva llamada Inkiri.

Durante meses, por la mañana formaban parte de dinámicas de trabajo interno para adultos y por las tardes acompañaban a sus hijos e hijas al espacio infantil. Ivana Jauregui, cofundadora de Inkiri y de la Escuela Viva del Bosque en Uruguay, fue una de las mayores impulsoras de la unión.

«Todos los proyectos que nacieron desde entonces compartimos la misma esencia, que aplicamos en nuestros propios ecosistemas», me cuenta Maky, desde Córdoba, donde vive con su marido, su hija de 8 y su hijo de 5. «No direccionar el aprendizaje, no emitir juicio sobre el proceso de aprendizaje, respetar los tiempos y confiar en que cada uno tiene su «curriculum interior»», enumera. «Nuestro rol como adultos es acompañarlos de esa forma. Hoy en la red tenemos espacios de aprendizaje de Brasil, Argentina y Uruguay, más uno nuevo de Venezuela. Cuando podíamos viajar, íbamos visitando e invitando proyectos a formar parte, viendo si todos hablábamos de lo mismo».

«Abrakadabra nació a partir de una comunidad de adultos que nos replanteábamos qué queríamos para nuestros hijos. Conversamos mucho acerca de qué era la libertad para cada uno, y desde ahí partimos. En principio fuimos un nodo de Pedagogía 3000 porque Noemí Paymal venía a dar sus cursos, con herramientas de re-conexión con el ser, la naturaleza y el entusiasmo de aprender. Comprendimos que nuestros hijos/as no necesitaban re-conectar, sino que debíamos proteger la conexión que ya tenían con la inquietud y la curiosidad verdadera. Así no tendrían necesidad de «volver a conectarse», me cuenta Maky mientras me muestra con la cámara del celular el pino donde todo empezó.

«Un día pusimos una lona a la sombra, nos sentamos y nos dimos cuenta de que la escuela estaba dentro nuestro. Había que generar el espacio para que los chicos pudieran estar juntos unos con otros», recuerda. Sin embargo, el primer impulso no fue una escuela, sino un taller de artes y oficios para ofrecer a los viajeros, que por esa zona son muchos. «Pero cuando vimos que cuando los nenes y nenas estaban entre ellos surgían otras cosas, el aprendizaje sucedía de forma más orgánica, entendimos que era importante que tuvieran su espacio. En el monte aterrazamos una parte y organizamos dos lugares. Los mayores pueden entrar al de los más peques, pero no al revés, esencialmente para cuidar los materiales que aún no son para ellos».

Como todas las propuestas de educación viva, Abrakadabra ofrece en simultáneo momentos de auto-observación para los adultos. En una zona donde las distancias son largas, solucionaron la logística mediante un transporte que sube desde los pueblos más cercanos, como Villa Las Rosas, Mina Clavero y Arroyo Los Patos. Hay unos 20 niños y niñas que se agrupan en dos espacios, el de 3 a 6 y el de 6 a 12 años. Durante el verano el número se amplía, porque muchas familias eligen hacer la experiencia de la educación viva y pueden alojarse en las dos habitaciones que se construyeron para tal fin o en la eco posada Casa Buda, que está muy cerca y pertenece a una de las familias.

Le pregunto a Maky cómo es la circulación de familias a lo largo del tiempo y el pasaje a la escuela tradicional para quienes la eligen. «Vimos varios chicos y chicas ya entrar al secundario en escuelas comunes y no tuvieron ningún problema. Es así: cuando tienen el motor prendido y buscan otra cosa, lo logran. Se van buscando algo muy elemental, seguir estando con pares de su edad». El «pase» lo hacen de distintas formas: algunos rinden libre y otros se sienten más seguros yendo a una escuela Waldorf o una rural cercana, por ejemplo, para hacer el último año de primaria. «Ninguno ha tenido problemas, ni para estudiar ni de tipo emocional. Tuvimos incluso familias que se han ido y han vuelto. A todos acompañamos por igual».

La plataforma Voske también es un anexo de la propuesta de Abrakadabra. Organiza conferencias presenciales y virtuales con educadores y asesora a directivos con la mirada de la educación viva.

Foto de portada: Abrakadabra Escuela Monte

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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