La Montessori de carne y hueso contada en un ensayo que se lee como novela

La periodista italiana Cristina De Stefano dice haber hurgado en documentos familiares y exclusivos para reconstruir en detalle las épocas que atravesó la vida de la pedagoga más famosa de Italia. Una niña amada que jugaba a curar a sus muñecas pero que fue rechazada cuando pidió ingresar a la carrera de medicina en Roma. Que tuvo que conformarse con las ciencias naturales hasta ganarse su lugar en un mundo predominantemente masculino.

Como en los ambientes preparados montessorianos, De Stefano nos organiza prolijamente los escenarios en los que ocurrieron sus años hasta su muerte en la casona costera de Holanda. Sufragista encendida y voluntaria de las causas sociales en su primera juventud, un embarazo la sorprendió en medio de la carrera. El punto de partida de un dolor punzante que, se intuye y se sugiere, es parte del frenesí que la guía a hacer todo lo que sigue. Seis meses después del parto y de entregar a su único hijo a una nodriza del campo, hace su primera aparición pedagógica en Turín en 1898.

María no fue profeta en su tierra. Su carácter casi dictatorial y sus convicciones no la dejaban adecuarse a las exigencias de algunas oportunidades que ella no sentía coherentes con su tarea. Su humanidad en este libro es descarnada y ahí reside su maravilla. Observadora científica y febril de la niñez como nadie, católica profunda también: un salvavidas que la resguarda en su época más oscura, pero que oculta para no contradecir su racionalidad en público. María ya es una mujer con dos secretos que se entrega a una obra cuyo valor muy pocos ven.

Cuando el primer reconocimiento llega, ella vive aún del dinero de sus padres. Se pasa años intentando rasguñar una cátedra que le permita algún ingreso fijo mientras da conferencias, funda y refunda ambientes y escuelas. En Milán consigue apoyo para fabricar sus primeros materiales seriados, y luego construye una trama cerrada y celosa de amistades y aprendices de confianza para ofrecer sus primeras formaciones.

Lo que sigue es la expansión de sus ideas al otro lado del Atlántico y, en la misma proporción, de las críticas. Rigidez del método, comercio educativo, copiona de Seguin, carácter intratable, control absoluto. Pero no en vano María ha pasado por todo eso: ella sabe lo que quiere y está dispuesta a sostenerlo hasta el final. Es por lo menos interesante ver que las acusaciones de ese momento se parecen mucho a las de hoy.

Hay dos menciones a la Argentina. La primera, en ocasión de la Exposición Internacional de San Francisco en 1915. Montessori había mandado construir un ambiente con paredes de cristal donde, junto a sus guías, niños y niñas aprendían según su método durante los meses que duró la feria. Según se cuenta en el libro, un funcionario argentino vio el espectáculo y le aseguró que «harían mil escuelas Montessori» en su país. La segunda menciona su viaje de 1923, invitada por una organización italiana de fomento y alimentada por la estrecha relación de ambos países debido a la inmigración masiva de italianos.

El libro logra contar con clímax de novela una historia apasionante, aún para quienes ya han leído otra biografía. En Argentina cuesta $499 en su versión electrónica y se consigue acá: https://www.megustaleer.com.ar/libros/el-nio-es-el-maestro-vida-de-mara-montessori/MES-116268

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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