Por Mónica González Aguilar*
En Antioquia, Colombia, la tarde del 22 de marzo de 2023 comenzaron a encontrarse personas provenientes de distintas regiones de Colombia, Ecuador, El Salvador, México, Nicaragua, Puerto Rico, República Dominicana, Argentina y Estados Unidos. Ana Yris Guzmán y Justo Méndez (Puerto Rico) dieron un cálido mensaje de bienvenida a las personas y organizaciones que llegamos esa noche al Centro VID, un hermoso paraje en Río Negro, a cuarenta minutos de Medellín.
“Llevamos tiempo viéndonos y trabajando a través de las pantallas, y el día de hoy muchos de nosotros por primera vez nos abrazamos. El Encuentro de Nuestra América nació en marzo de 2012, en Nuestra Escuela. Surgió de la vigésima Convención de Educación Democrática. Desde 2012 se ha celebrado cada dos años en distintos países latinoamericanos. Es una jornada por la emancipación y decolonización de nuestra América”, explicaron.
La plaza de la esperanza
El jueves 23 la actividad comenzó temprano con el XIX Encuentro de Semilleros de Investigación del Oriente de Antioquia, que desde hace más de dos décadas cultiva la afición de investigar, por el puro gusto, sin ningún tipo de obligatoriedad ni calificación. Blanca Gallardo, de la Red Colsi, (Colombia) comentó que 250 proyectos de investigación llevados por niñ@s y adolescentes se encontrarían ese día para compartir sus preguntas, experiencias y avances. En la plaza contigua al teatro principal de la preciosa localidad El Retiro, pude sentir el entusiasmo de diversos equipos de jóvenes investigadores. Me maravilló la manera como presentaban sus preguntas, planteamientos del problema, hipótesis, fuentes de investigación y en algunos casos ya conclusiones o propuestas. Con seguridad y alegría.
El equipo con el que tuve la oportunidad de dialogar más tiempo estaba formado por Isabella Franco y María Lucía Muñoz, de 13 y 14 años. Su proyecto de investigación se llama “FalsaMente”, donde abordan de manera fresca y a la vez bastante seria algo que nos interpela a muchos de los adultos que convivimos con adolescentes: el tiempo dedicado a redes sociales. Se preguntan: ¿podemos hablar de adicción? Ellas han avanzado en investigación documental, y al momento se proponen diseñar encuestas y aplicarlas a distintas personas de su edad para descubrir qué factores están presentes en la necesidad creciente de l@s jóvenes por pasar tiempo en redes como Instagram, Tiktok, Twitter, entre otras. ¿Cuánto tiempo dedican a ello, qué efectos les causa y cuáles son sus motivaciones?
Pude platicar también con Matías y Juan José, otro equipo de chicos que se preguntan sobre la tecnología y me hablaban genuinamente de la necesidad de su generación de construir criterios para saber usarla. La función de los árboles en el planeta era el tema de investigación de Dana y María José, que con brillo en la mirada compartieron conmigo sus avances, deteniendo en las manos una laptop que mostraba gráficas, fotografías y esquemas cíclicos de la relación entre los árboles, los mantos friáticos, nosotros y el calentamiento global.
La algarabía de niñ@s más pequeñ@s explicando el ciclo de vida de las mariposas y decenas de equipos ávidos de poner en común sus descubrimientos emitían un poderoso mensaje: la curiosidad, el deseo de saber y compartir de cientos de jóvenes pueden tomar una plaza, una ciudad, una mañana de este lado del mundo. La chispa en su mirada comunica una certeza: la niñez y adolescencia siguen siendo por excelencia la geografía de la esperanza.
Un “detalle”: los visitantes no veíamos adultos, hasta que se acercó la hora de recoger, cuando de algún lugar salieron para ayudar. Pude platicar con Deisy Castañeda, maestra de Biología en la escuela La Presentación (Rio Negro), quien me dijo, sonriendo: “la adolescencia es el tiempo más duro: es un tiempo de retos, es un tiempo en que los estudiantes están definiendo en su personalidad. Y están encontrando muchas cosas a su alrededor que de pronto les dan miedo, o que quieren probar. Entonces la idea es hacer una educación más bondadosa que les permita acercarse al aprendizaje, a la investigación, al descubrimiento de nuevas cosas”. Junto a ella se encontraban dos niñas encantadoras: “yo me llamo Amalia, a mí me gustó investigar sobre las flores”. “Yo me llamo Emily, y a mí me gusta investigar, salir a ver con el microscopio, y de grande quisiera ser una científica”.
Agua, tierra, aire y fuego
Al volver al Centro VID nos dimos cuenta que durante el día habían ido llegando más compañer@s desde distintas geografías. La hermosa diversidad de acentos y fisonomías asomaba también algo en común: somos Latinoamérica. Pero decidimos hace tiempo dejar de nombrarnos con el prefijo colonial que porta disputas extranjeras. Nosotros queremos reconocernos no tanto por fronteras o por lealtades a quienes han pretendido ser imperio, sino por lo que decidimos ser y vivir. Así que nos decimos Nuestramérica. Somos nuestramericanos, así seamos hijas de colombianos nacidas en Nueva York, o de dominicanas recuperando derechos e identidad en Atlanta o Nueva Orleans. Somos quienes venimos desde distintas historias y latitudes para encontrar puntos comunes y fortalecer nuestras apuestas cotidianas por una educación que libere y no que oprima. Que vincule y no que fragmente. Que defienda y no que destruya a la madre tierra y a las diversidades que le dan vida.
Luisa Ramírez, María Thompson y Simón Martínez se aseguraron de crear un ambiente donde colores y símbolos comenzaron a acercarnos y a lograr que quienes íbamos llegando a este Primer Encuentro Regional de Centro América y el Caribe sintiéramos la calidez de estar en casa.
Compartir esfuerzos, avances y desafíos
La mañana del viernes 24 de marzo nos dividimos en dos grupos. Uno hacia El Retiro, donde se compartió una conferencia sobre Cooperación Genuina, a cargo de ABACOen red (Nicaragua). El otro grupo, donde yo estuve, fuimos a Rionegro. Allí tuvimos dos actividades: una interesantísima visita por el Museo de Artes de Rio Negro, más una conversación sobre Educación Alternativa entre maestr@s de distintas regiones cercanas y Ana Yris Guzmán, quien fue compartiendo los inicios, formas y logros de Nuestra Escuela, que, con 22 años de trayectoria, es la escuela alternativa nuestramericana más consolidada que conozco.
Nuestra Escuela tiene hoy 260 estudiantes, un equipo de 80 adultos que desempeñan funciones de maestr@s, trabajadoras sociales, equipo organizativo y administrativo. Pero empezó con un sueño al que sus fundadores decidieron dar vida. Pasaron por etapas de dificultad extrema, de no tener espacio ni recursos y ser un equipo fluctuante entre dos, siete, tres personas. “Lo imposible es simplemente un desafío a nuestra capacidad de pensar y crear alternativas”, aseguró Ana Yris con una sonrisa. Partiendo de preguntas del auditorio que se reunió a escucharla, fue dejando en claro los rasgos de la educación alternativa en la que muchos creemos y que la organización a su cargo encarna:
Partir de la escucha, responder a los estudiantes, a sus intereses y necesidades.
Sentido de complicidad y acompañamiento.
Las preguntas permanentes: ¿en nuestras escuelas los estudiantes tienen voz? ¿Eligen? ¿Tienen bases para desarrollar la inteligencia? ¿Son libres?
Cuando hablamos de libertad es muy importante que sepamos que estamos en una sociedad y que esa libertad debe ser usada para el bien de la sociedad.
Aspiramos a la democracia y por ello educamos en la democracia. Mecanismos bien apropiados para consulta y escucha. Participación de los estudiantes en la toma de decisiones. Incluirles incluso en asuntos económicos y organizativos es parte de su educación y de su aporte a la comunidad (muestra la foto de una mesa de trabajo en la que están tres adultos, un joven y una niña, revisando esquemas de ingresos y egresos).
Nuestra Escuela es una escuela amorosa y abraza a sus estudiantes todos los días. Hay jóvenes a los que nunca nadie los abrazó, a los que nunca nadie les dijo: “confío en ti” y desde ahí debe partir la transformación a la que aspiramos.
Uno de los maestros le preguntó si en las escuelas alternativas hay notas (calificaciones). Ana Yris le responde que en Nuestra Escuela sí las hay, pero son colectivas. Cierra invitando a vincularnos con cada estudiante que tocamos, pues es desde ahí que tenemos la posibilidad de transformar. Me llamó la atención que al terminar su compartir las personas no solo aplaudían, pasaban a abrazar, a agradecer, y nadie se iba.
De vuelta en el Centro VID continuamos compartiendo esfuerzos, propuestas y desafíos. Supimos de algunos de los proyectos en los que trabajamos quienes estábamos ahí:
Ábaco en red (Nicaragua) Akará (Colombia), Aflatoun (Organización internacional, portavoces de Puerto Rico), Alas (Nueva Orleans, Estados Unidos), Alas, Comunidad de Aprendizaje en Libertad (Guadalajara, México), Arte Nativa (Atlanta, Estados Unidos), Charlie Foundation (El Salvador), Comisión Nacional Hostos 180 (Puerto Rico), Fundación Oro Molido (Colombia), NaSer (Colombia), Nuestra Escuela (Puerto Rico), Mayday Space (Nueva York, Estados Unidos), Red COLSI Semilleros de investigación (Colombia), Red de Comunidades Educativas por la Paz (El Salvador), Vamos (Puerto Rico).
Al escucharnos fuimos encontrando similitudes, diferencias y estrategias para sortear dificultades parecidas. Pero sobre todo intereses comunes. Al conocer nuestras historias y nuestros haceres se contagiaban esperanza y una certeza que llevamos de vuelta a cada una de nuestras geografías: no estamos solos. Después de atividades de escucha e intercambio surgieron propuestas para seguir compartiendo saberes, áun en la distancia.
El sábado 25 éramos ya un nosotros que no quería despedirse, que se organizaba en mesas de trabajo para nombrar los que identificamos como principios escenciales del ENA y conversar de cómo los entendemos en el presente:
– Seguir fortaleciendo las identidades nuestramericanas
– Favorecer la decolonización del pensamiento y del ser
– Continuar promoviendo la emancipación como proceso personal y colectivo que va desmontando la opresión, la explotación, el despojo y el patriarcado
– La voluntad de vivir construyendo desde la escucha, el cuidado a la madre tierra, la inclusión de todas las diversidades, la equidad y la lógica de economías solidarias
– El empeño de continuar encontrándonos en distintas geografías de Nuestramérica.
La siguiente cita apunta a Santa Fé, Argentina, y aunque quizás no tod@s los prestentes logremos llegar a ese sur nuestro, reconocemos ahí la continuidad de nuestros pasos y encontraremos la manera de aprender de lo que ahí suceda. El ENA regional terminó con agradecimiento, abrazos, fuego en la chimenea de la noche antioqueña. Y tenía que ser así, con ritmos caribeños que una Estrella dominicana escribía en el espacio como nadie, llamando a movernos, pase lo que pase, para no dejar de sabernos.
*»Nací en 1973 y vivo en Guadalajara, México. Me interrogo sobre la educación desde que tengo memoria, y trabajo en proyectos que la cuestionan desde los 19 años. Mi formación ha pasado por la Universidad, por el trabajo en organizaciones, por la maternidad de Natalia y Matías, a quienes considero mis dos más grandes maestros. También han sido fuente de aprendizaje mi familia de origen, mi pareja, mi experiencia en la Escuelita Zapatista, mis alumnos, y el coincidir en talleres, cursos, libros y encuentros con otros buscadores que comparten saberes, preguntas, desafíos y pasos de esperanza. Desde 2014 trabajo en Alas, una comunidad de aprendizaje para adolescentes donde se cultivan los vínculos, la curiosidad, el gozo, el pensamiento crítico y la conciencia». Contacto con Mónica González Aguilar en Instagram: @alasaprendizajeenlibertad
Contacto con el Encuentro de Nuestra América: https://www.instagram.com/encuentrodenuestraamerica/
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