Por necesidad, por interés, por placer: las enseñanzas del aprendizaje libre reunidas en una formación única

¿Es posible el aprendizaje que llamamos «formal» fuera de los ámbitos que también nombramos como formales? ¿Es posible aprender sin pupitres, clases escolares, materias, exámenes, tareas o notas? ¿A toda hora y sin distinción de edad? Nuestra memoria cortoplacista parece olvidar que, hasta hace unos doscientos años, lo hacíamos así. A esa posibilidad que hace único al ser humano, algunas personas la llamamos ahora «aprendizaje libre». Libre del corset de etiquetas o instituciones que parecen imponer un sentido único. Y con la honestidad de saber que la libertad sin responsabilidad no existe y que, aún pudiendo elegir muchas cosas de nuestras vidas, siempre estamos condicionados.

El «aprendizaje libre», hechas estas aclaraciones, es una expresión que usan escuelas, comunidades, educadores o familias en todo el mundo para describir algo que, sin distinción de época o cultura, nos ha conmovido re-descubrir. Comprobar que en distintas partes del mundo y a lo largo de la historia las personas hemos aprendido sin necesidad de la parafernalia escolar, es fascinante. Y, sin embargo, poco de eso se habla o se investiga. El aprendizaje está casi enteramente asociado a lo que ocurre en las aulas, y así lo demuestra la teoría construida y repetida en universidades, profesorados y estudios de científicos sociales. En cambio, la teoría y la documentación sobre el aprendizaje extra-escolar es menos abundante. Principalmente, porque no se conoce (la gran mayoría de las infancias y adolescencias están escolarizadas), porque tiene menos recursos y porque no es un incentivo estudiarlas. Si no puedes verlo con tus propios ojos, es posible que te parezca imposible, pura nostalgia o una pérdida de tiempo.

El aprendizaje libre desborda cualquier categoría pedagógica porque es, en sí mismo, la anti-pedagogía. Hay pocos que se le atreven y, por suerte, estamos en una época especialmente propicia para hablar de eso. El alcance global de las comunicaciones ha logrado que nos encontremos en la virtualidad -ese mundo paralelo- y que descubramos que no éramos tan pocos. Lo valioso de esta época es que esas personas tienen la práctica, el recorrido y la madurez para transmitir que otra educación es posible, no en el futuro, sino ahora mismo. Ellos y ellas lo han vivido y lo han visto.

Yo soy una de ellas. Mi hijo no fue a la escuela primaria: se educó en casa, en las circunstancias de nuestra vida y en una comunidad de aprendizaje que fundamos junto a otras familias para estar acompañadas, Tierra Fértil. No hay manera de que me pueda guardar lo que descubrí junto con él en estos años y, en parte, por eso nació AlterEdu. Este 2022, además, tendré la suerte de compartir mi experiencia por primera vez en una formación junto a otras 30 personas de distintas latitudes e historias. Todas, eso sí, con el hilo común de haber experimentado el aprendizaje sin coerción: por necesidad, por biología, por placer, por interés, por imitación, por interacción, sin la escuela como mediadora o, al menos, sin su estructura industrial piramidal clásica.

A partir de marzo vamos a estar en «Acompaña», una formación de tres años inédita por varios motivos. Porque convoca formadores de distintas regiones y con experiencias variadas (escuelas homologadas, escuelas icónicas, clubes de crianza y juego, comunidades de aprendizaje, profesores y universidades poco convencionales, familias homeschoolers y unschoolers). Y porque incluye pasantías en 24 proyectos vigentes en distintas partes del mundo, dependiendo desde dónde te inscribas. Una experiencia verdaderamente fuera del molde que no ofrecen ni profesorados ni universidades del sistema de enseñanza terciaria.

Cada uno a su manera ofrecerá sus herramientas para alentar a los participantes a propiciar la capacidad de aprender que tenemos todos. Conozco a varios, por compartir charlas, formación, casa y encuentros o por seguir su trabajo desde que empecé mi propia investigación hace ya 11 años. Cada cual es único, pero hay algo que todos tenemos en común: la persistencia y la confianza en la capacidad de los seres humanos para trabajar en entornos cooperativos, no coercitivos. Y la certeza de que queremos compartirlo con el mundo porque vemos que funciona.

No dejen de visitar la web de esta formación, www.aprendizajelibre.com.ar, donde están todos los detalles de la cursada. Es una aventura que vamos a construir entre todos. Nada más lejano a una carrera, porque acá no nos va a correr nadie. Y cada uno de nosotros estará disponible para quienes se sumen. Ahora te cuento algo de los participantes que conozco y, más abajo, te dejo el video donde nos presentamos para que tengas una idea de qué es lo que vamos a hacer.

A José María y María Gabriela los tuve de huéspedes en casa. Vinieron a exponer su proyecto pionero en Ecuador, Inka Samana, cuando organizamos el ciclo «Otras miradas sobre la infancia y el aprendizaje» entre 2010 y 2012. Con ellos hicimos un «pago a la tierra» al modo andino en el jardín de casa. Querían propiciarle un buen comienzo a Tierra Fértil, nuestra comunidad de aprendizaje que funcionaría en nuestro quincho familiar a partir de 2013.

A Yvonne Laborda la conozco a través de Internet, es parte del ecosistema de aprendizaje virtual que agradezco a la globalización de la tecnología y el conocimiento. Es una activista de la crianza respetuosa conocida en España, que educa a sus hijos sin escuela y ahora en Ojo de Agua, Alicante. Un proyecto pionero que me ha inspirado también.

Con Herman Van de Velde, de Nicaragua, me he cruzado en un webinario, y me han hablado de él quienes lo conocieron en la Semana de la Educación Alternativa en Colombia. Su fuerte es la educación popular y comunitaria.

Beatriz y Tierra Martínez me han invitado a un webinario donde unimos los puntos en común entre la permacultura, que ellos practican y transmiten a conciencia, y la educación transformadora. Con base en Misiones y dos hijas educadas sin escuela, trabajan con las comunidades y personas interesadas en el enfoque de la regeneración de toda América.

A Ginés Del Castillo y su esposa Cecilia Giudici los conozco desde que los visitamos en su escuela La Cecilia, en Santa Fe, la única democrática reconocida en el país. Es uno de los pioneros, y comparte su experiencia con generosidad. También ofrece su disponibilidad para traccionar junto con su equipo la acción política y la comunicación en las redes que vamos armando en las distintas regiones.

Con Micaela Morales y Gisele Wagner nos cruzamos siempre en el Encuentro Plural de Educaciones Posibles (EPEP), que en 2019 las tuvo como anfitrionas en Chapadmalal. Sostienen el espacio de aprendizaje «El Canto del Fuego» en Mar del Plata.

Velia Bianco es una prócer de bajísimo perfil. Trabajó con Olga Cossettini y con maestras de la corriente pedagógica experimental. También ayudó a fundar escuelas. Nos hemos cruzado en Internet y hace tiempo que le insisto para hacerle una entrevista. Ella esquiva el bulto con risas, y aunque es Profesora de Letras, dice que prefiere mantener sus intervenciones en el plano de la oralidad. Todavía no nos conocemos en persona.

Sigo el recorrido de Karina Intellisano porque forma parte de la historia local de escuelas libres y la educación autodirigida en el ámbito de la ciudad de La Plata desde hace tiempo, junto con sus hijos. También nos hemos cruzado en algún Encuentro Plural de Educaciones Posibles.

A Sandra Majluf la conocí a partir de su testimonio en la película «La Educación Prohibida». Desde entonces le seguí los pasos cuando salió de las escuelas experimentales en Ushuaia y recorrió escuelas vivas latinoamericanas hasta llegar a Caranday, la comunidad de aprendizaje que promueve hoy en San Luis. Además, fue la anfitriona del EPEP 2021.

A Romina Vernaz la conocí por intermedio de Sandra. Es una de las tres organizadoras de esta formación de acompañantes en aprendizaje libre. Se mudó de Ushuaia a Entre Ríos, donde hoy vive con sus hijos, también educados por fuera del sistema escolar convencional, y es iniciadora y acompañante de jóvenes en la Universidad Libre (UnLi).

A Germán Doin lo conozco desde que, en 2010, fue el primer invitado de mi ciclo «Otras miradas sobre la infancia y el aprendizaje». Proyectó los avances de la película, que aun estaba en etapa de edición. Profundizamos el vínculo a lo largo de los años, desde el multitudinario estreno en el Paseo La Plaza de Buenos Aires, los encuentros y redes que ha ido organizando (REEVO, EPEP, ENA) hasta un podcast en vivo que compartimos en en 2020. Hoy coordina el «Proyecto C» en Buenos Aires.

Virginia Blaistein fue mi primera chispa en la aventura de imaginar otra educación para mi hijo Vito. Ella conoció el mítico «Pesta» de Ecuador y creó un curso de lectura y reflexión para madres y padres, del que participé por cerca de un año. Con ella hicimos las primeras entrevistas para convocar familias que quisieran ser parte del proyecto educativo que sería Tierra Fértil. En los ´80 fundó «un anti-jardín» en el barrio de Palermo, «El Pezquepez». Es una de las defensoras del juego en la infancia más relevantes del país y hoy es formadora con su proyecto itinerante «Flor de juego».

María José Vaiana vino a vernos al quincho durante el primer año de Tierra Fértil. Ella venía con la enorme experiencia de La Caseta de Barcelona y la XELL, que es la red de educación libre de Cataluña. A pesar de lo nuevas e inexpertas que éramos, ella valoró y elogió lo que nos estábamos animando a hacer. Fundó «La Casita» en Rosario y es una de las primeras referentes formadoras del país.

A Gustavo Esteva lo sigo como referencia de la educación libre destinada a jóvenes. La Unitierra de Oaxaca es un faro insoslayable en materia de aprendizaje autodirigido y comunitario en México, el país donde Iván Illich desarrolló su obra desescolarizante.

Malala Erhart es compañera fundadora de Tierra Fértil, la comunidad de aprendizaje que creamos y sostuvimos para nuestros hijos hasta que se hicieron adolescentes. Ella tiene una formación montessoriana, ha organizado encuentros regionales junto con Germán Doin y ha sido parte de Proyecto C. Trabajó en la primera Casa de Niños de Argentina y generó una colonia de arte y juego libre en su casa mientras maternaba. Es una de las contadas formadoras con experiencia en la franja etaria de 6 a 12 que hoy también integra el equipo de La Casita Educación Libre.

Con Paula Lago nos encontramos tres veces. Fui a verla al Abasto cuando organizaba charlas de familias que educaban sin escuela. También compré su cuadernillo: era la primera vez que dos madres se sentaban a escribir consejos legales para las familias que querían la opción de educar en casa en Argentina. También la vi cuando organizó la charla con otra madre homeschooler, pero española, Laura Mascaró. Y nos visitó en Tierra Fértil junto con sus dos hijos.

A Ivana Jáuregui la conocí porque dio una charla sobre educación viva a solo cinco cuadras de mi casa, en la que en ese entonces era la Escuela Viva Amanecer, también en Béccar. Había fundado la escuela libre Inkiri en Brasil y promovía una red de escuelas vivas que se llamó «Las Rosas». Fundó la Escuela del Bosque en Uruguay, su país natal, y la Escola de Educadores en Brasil, donde vive.

A Maky Serena la conocí, muy probablemente, dentro de ese mismo movimiento de escuelas vivas, del que ella y su familia eran pioneros en Córdoba. También nos cruzamos en los EPEP.

Por último, conocí a Cristina Romero Miralles en una charla organizada por REEVO, la red y el mapeo de educación alternativa que surgió luego de «La educación prohibida». Ella es logopeda y maestra de educación especial en España y ha formado parte junto con sus hijos de espacios de educación libre. Tengo en mi biblioteca el libro que escribió a dúo con Laura Gutman, «Mi hijo no quiere ir a la escuela», y otros dedicados a los niños y niñas que formaban parte de las estanterías de Tierra Fértil.

La oportunidad para escuchar a todos ellos y conocer su trabajo de primera mano es única. Yo también voy a estar ahí, para contar mi experiencia como madre/educadora y gestora de un proyecto colectivo. Tenemos mucho para dar: ¡esperamos verte por ahí! Más información e inscripciones en el sitio https://aprendizajelibre.com.ar/

Este es el video donde presentamos la formación «Acompaña» el 16 de febrero pasado:

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

Tambien puede interesarte...