Crece el interés por la «educación libre» en Argentina y la región

Se podría decir que la «educación libre» es ya una corriente pedagógica en sí misma. Primero, por su crecimiento en la práctica, a través de experiencias que florecieron en otros países y ahora lo hacen acá, en Argentina. Y, segundo, porque sus fundamentos teóricos también tienen ya larga data, aunque provengan de campos tan diversos como distintos enfoques de la psicología y el desarrollo humano, el movimiento de la desescolarización, el anarquismo, la psicomotricidad o las pedagogías críticas del siglo pasado. Sin embargo, decidí escribirla entre comillas para llamar la atención sobre algo: es casi imposible educar en la libertad completa, es decir, liberados de creencias, culturas, dependencias e influencias de todo tipo.

Prefiero pensar que es más acertado decir que se pretende educar para la libertad, aunque también ella sea una utopía. O educar libres de los condicionamientos que impone la estructura escolar. De hecho, esa fue la definición que abracé cuando la elegí para educar a mi hijo, como si fuera más fácil describirla por la negativa. Para mí, la educación libre es un estilo de vida, una forma de cuestionar lo que se da por sentado, de criar y educar sin premios, castigos, exámenes, segregación por edad, capacitismo, sexismo, existismo y otros etcéteras. Creo que la «educación libre» es la más parecida a la vida: a la forma que tenemos de desarrollarnos, aprender, trabajar, sentir, construir, expresar y anhelar. O, también, la que tiene mayor capacidad para involucrar a una comunidad educativa en una transformación real.

La «educación libre» es, sin embargo, la mirada más cuestionada, la más difusa y diversa, la menos certificada y estudiada. Precisamente, porque se resiste al corset que las instituciones, por definición, imponen. Porque se necesita una mirada aguda para ver dónde y cómo se produce el aprendizaje en un mundo donde la mayoría solo puede detectarlo en ámbitos escolares y académicos. La buena noticia es que Germán Doin, director de «La Educación Prohibida», preparó este año un curso destinado exclusivamente a hablar de ella, a intentar una geneaología, a observar su diversidad y sus contradicciones. Se llama «Los tres sentidos de la educación libre» y estará disponible desde el 15 de octubre próximo. El 14 de octubre hay un webinar para presentarlo: https://fb.me/e/2NGxGVRsB

Comparto con él la visión de que la «educación libre» es de las más poderosas e integrales para nuestra era, aunque su complejidad siga dejando pasmada a la mayoría. Sobre eso charlamos.

-¿Por qué decidiste profundizar en la educación libre en este segundo curso sobre educación alternativa?

-La educación libre es una corriente que me fascina. Cuando salí a buscar material para filmar «La educación prohibida» hace tiempo, no conocía de estas prácticas, más que nada los modelos ya conformados, como la educación activa, Montessori, Waldorf y otras similares. Fue la que más tiempo me costó conocer. Primero, porque no la entendía, no me cabía como posibilidad. Cuando fui indagando más me fui conectando con sus principios, con las oportunidades que presenta en términos de desarrollo y aprendizaje. Fui conociendo a ex estudiantes de escuelas libres famosas, como el Pestalozzi de Ecuador. Y me fui metiendo en la teoría. Para mí, es la corriente de la educación alternativa que más tiene para ofrecer a los problemas del mundo de hoy, que mas complementa la decadencia que vivimos en la actualidad, que no solo tiene que ver con el campo de lo social, donde tiene mucho para ofrecer en términos de práctica democrática, de construcción de autonomía, de ciudadanía, sino también en términos personales e individuales, que es un campo me interesa particularmente. Yo cito mucho a Claudio Naranjo y su visión de que los males del mundo son fruto también de males psíquicos, individuales. Y la educación libre ahí también tiene muchísimo para ofrecer. Y ni hablar en el campo del aprendizaje, donde creo que quienes vienen desarrollándola desde hace mucho tiempo han encontrado una manera donde niños/as pueden conectarse con sus deseos de aprender, su curiosidad, y desarrollarlos hasta niveles insospechados.

-¿Creés que se puede decir que existe un movimiento creciente de educación libre en Argentina, en Latinoamérica en general?

-Es difícil hablar de un movimiento de educación libre. A nivel internacional, las experiencias democráticas están bien organizadas hace tiempo, pero solo en términos de comunicación y divulgación, no diría que es un movimiento. A nivel latinoamericano hay bastantes intentos, con el Encuentro Nuestra América, por ejemplo, y en Argentina con diferentes agrupamientos que conectan experiencias de educación libre o con otros denominadores, como «educación viva». Pero la verdad es que no hay todavía movimiento organizado en esta práctica.

Creo que principalmente tiene que ver con que es un fenómeno muy amplio, que incluye muchas prácticas distintas, y que no hay un común que esté claro todavía. De hecho, parte del curso tiene que ver con eso, con ayudar a entender el común y las diferencias, y, ojalá, abrazarlos desde esas diferencias. Entender que las experiencias nos complementamos con nuestras miradas diversas. Creo que hay un largo camino por recorrer que todavía es filosófico además de político. Primero, es importante comprender que la naturaleza del aprendizaje es mucho más amplia de lo que se puede expresar en un curriculum. Y creo que ahí la educación libre es la que tiene la experiencia para sostenerlo, pero todavía no tiene el portavoz para poder transmitir ese mensaje con fuerza. Y en Latinoamérica es cierto que las experiencias que existen son aun muy nuevas, hay quienes tienen décadas, pero son las menos. Tenemos u largo camino por recorrer tanto en la legitimidad y el reconocimiento como en la formación.

Sí es verdad que está sucediendo un florecimiento de la educación libre en Argentina. Particularmente, cada vez hay más experiencias que se reconocen en este marco, y esto se debe a instancias de formación de distinto tipo que se han ido multiplicando. Lo que creo es que sigue siendo caótica, difusa; bueno, ¡como la educación libre! Me parece que no ha tomado una forma organizada, como sí ha pasado en España o en otras partes. No está clara cuál es la forma de educación libre que se proponen en estas experiencias que van creciendo, y eso abre campo para que haya mucha diversidad, muchas contradicciones. Me parece que en algún momento toca organizar o encontrarnos y generar espacios y criterios comunes, que todavía no están. Uno de los desafíos más grandes es no caer en nichos de mercado que alimenten una visión elitista de la educación libre. Eso es lo que ha pasado en España lamentablemente, donde gran parte de las experiencias son muy costosas. En parte, por eso mucha gente se está volviendo a mover a la prácticas de la educación pública, porque incluso las educaciones libres están empezando a dejar de ser espacios de transformación para ser espacios de comodidad.

-Desde que opté por educar sin escuela, siempre creí que la educación libre y la educación sin escuela, desescolarización o unschooling, son la misma cosa. ¿Vos que pensás?

-Para mi la desescolarización tiene su origen teórico en la educación libre, no la práctica de educar fuera de la escuela, sino el hecho de elegir concientemente, a partir del siglo 20, criar y educar a los hijos fuera de la escuela, en una lógica no escolar, que también es distinta a la que propone la escuela en casa o homeschooling. Y ahí Iván Illich tiene mucho que decir, pero también otros autores de la época como Paul Goodman, John Holt y todos esos referentes que de alguna manera crecen y desarrollan sus teorías en un clima de fundamentos de la educación libre. Es decir, con elementos propios de las perspectivas anarquistas y libertarias, con perspectivas críticas que vienen de esos campos, con reflexiones desde posturas de psicología post-revoluciones sexuales, como la Gestalt por ejemplo, o las psicologías humanistas. Es decir, hay muchas conexiones entre la prática de la desescolarización y la educaci´ón libre.

Dentro de las experiencias de la educación fuera de la escuela, el unschooling comparte fundamentos de la educación libre en el sentido de construir estructuras, formas que rechacen las lógicas directivas y autoritarias de la escuela, que propongan una educación integral, que piensen al aprendiz en el centro de la escena y como protagonista de su propio aprendizaje. Entonces sí creo que esa práctica está relacionada, no así la escuela en casa, que creo que es una versión no institucional de las formas de educación activa.

-¿En quiénes pensaste cuando desarrollaste tu nuevo curso, a quiénes está destinado?

-El curso «Los tres sentidos de la educación libre» está destinado a padres, madres, educadores y entusiastas de la educación alternativa. Que hayan o no hayan hecho incluso formaciones en este campo. Es una forma de introducir estas ideas para quienes no las conocen, de ponerlas en cuestión para quienes ya han hecho algún tipo de formación. A mí me gusta integrar ideas de la educación libre desde diversas miradas. A quien haya hecho alguna formación, seguro se va encontrar con ideas de otra corriente que tal vez no hayan conocido y que pueden ser interesantes para revisar la práctica. Y a las familias les puede llegar a interesar porque nos ayuda a orientar en la búsqueda o creación de espacios para nuestros hijos. En ese sentido es para todo público. Va a estar disponible desde el 15 de octubre de 2021 y hasta ese día con un 40% de descuento.

Las inscripciones al curso, con 40% de descuento hasta el 15 de octubre, se hacen por acá: https://www.desaprenderonline.com/educacionlibre

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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