Alguien que estuvo escolarizado obligatoriamente -desde los 4 en Argentina- recibe recién a sus 18 una pregunta inquietante: ¿qué vas a ser? ¿Qué vas a estudiar? Por primera vez los adultos que lo han criado y formado quieren saber insistentemente y en ese punto exacto, qué le gusta. Y si no sabe, ¡qué ansiedad! Se ponen en marcha consultas y tests para sondear, ahora sí, cuál es la famosa vocación.
La escuela, como institución social, estableció la edad cronológica como parámetro para comenzar a desarrollar una vocación, un oficio, una profesión. Hasta hace muy poco -menos de 100 años-, esto sucedía tan pronto como la pubertad, cuando la escuela media no existía o no estaba extendida como hoy. Consulté a la especialista en orientación vocacional Cecilia Crouzel para saber si la psicología detecta algo así como «períodos sensibles» a la vocación a lo largo del desarrollo humano, más allá de la compartimentación que produce la escuela. «La identidad vocacional va evolucionando con el paso del tiempo. Ángela López Bonelli y Leone Ginzburg explican que hay, básicamente, tres períodos,. Hasta los 10 u 11 años hay elecciones fantasiadas ligadas al deseo de ser grande: voy a ser bombero, médico, maestra. El niño juega a adoptar diferentes roles en un proceso de aprendizaje continuo donde interactúa con el medio. Después aparece un período tentativo de proyectos hasta los 17 años. Y el tercer período es el de de mayor realismo y exploración para definirse», explica.
Le pregunto si hay alguna diferencia entre la orientación vocacional que hice yo, por ejemplo, a finales de los ´80, y la que ella ejerce ahora, con un enfoque integral. «En efecto, antes se centraba en la psicología de las diferencias, en la medición de aptitudes, intereses, rasgos de personalidad a través de pruebas y test. La idea era darle al consultante un resultado y un pronóstico sobre las carreras y ocupaciones más adecuadas para él. En cambio, la orientación vocacional actual e integral tiene una modalidad más clínica, y si bien puede emplear algunas técnicas de diagnóstico vocacional, se basa principalmente en la entrevista, en el autoconocimiento y en promover el protagonismo de la elección de la persona que consulta. Ya no es un diagnóstico con un pronóstico, sino un proceso que promueve la reflexión profunda. El objetivo es ayudar al orientado a comprenderse a sí mismo, a explorar motivaciones, valores, metas y a tomar decisiones vocacionales de manera autónoma e informada. Tiene en cuenta todas las dimensiones de la persona, no solamente las relacionadas con el trabajo o las competencias intelectuales. Se invita a pensar en su proyecto de vida de manera holística teniendo en cuenta aspectos intelectuales, corporales, emocionales, sociales y espirituales. Entonces se reconoce que el despliegue de la vocación no se limita a una sola actividad única y a una sola dimensión de la persona, sino que se manifiestan diferentes facetas de la vida», resume.
-¿Creés que en la secundaria debieran poder comenzar a tomar decisiones sobre su aprendizaje? En ese caso, ¿qué actividades o pautas de autoconocimiento creés que podría proveer la escuela?
-Sin duda digo que sí. Me parece fundamental, ya que ante todo aprender a elegir es un proceso A veces pretendemos que los chicos aprendan a elegir una carrera y nunca han elegido nada en su vida. Creo que la escuela es un lugar privilegiado para darle la importancia que se merece al despliegue vocacional desde que son muy chiquitos. De dos maneras: en un eje sincrónico y otro diacrónico. El eje diacrónico supone un conjunto de acciones educativas que se van desarrollando a lo largo del proceso escolar, que permitan el desarrollo de competencias que van a favorecer que continúe sus estudios y pueda incorporarse al área laboral. Desde nivel Inicial hasta el último año de secundaria, la idea es que se vayan promoviendo el desarrollo de competencias para la vida. La educación emocional y las habilidades sociales, por ejemplo. Y el eje sincrónico es generar un espacio determinado para acompañar a los alumnos a elegir áreas o carreras al finalizar la escolarización. Pero este eje se apoya en el otro, es decir, que tiene que haber habido una serie de acciones educativas para preparar a los jóvenes para la gran pregunta que es ¿quién soy y a qué me quiero dedicar?
Tienen que tener la oportunidad de participar activamente en el proceso de aprendizaje para ir desarrollando un sentido de autonomía, empoderamiento y responsabilidad sobre su propio desarrollo educativo. Cuando hablo de competencias para la vida, me refiero a competencias que ayudan a desarrollar la inteligencia emocional, la empatía, habilidades de comunicación, resolución de problemas, son fundamentales para el crecimiento personal y también ayudan muchísimo a relacionarse con los demás y potencian el despliegue vocacional
-¿Qué actividades podría hacer la escuela para fomentar el autoconocimiento?
-Incluir actividades de reflexión y diálogo en debates, grupos de discusión, actividades de escritura reflexiva, incluso sesiones de tutoría individualizada. Esto hace que puedan tener un espacio para expresar pensamientos, sentimientos, metas y también recibir retroalimentación constructiva de los compañeros y docentes, porque nos vamos haciendo en interacción con otros y la vocación se va construyendo a lo largo de la vida en interacción con los demás. En segundo lugar, actividades de autoevaluación. Que los ayudena a reflexionar sobre sus propias actitudes, sobre sus habilidades, sobre sus preferencias, sobre sus características personales, sus luces y sombras. Además, la escuela puede colaborar pensando talleres de orientación vocacional en los últimos años . Y otra idea interesante es la de las mentorías, facilitando la conexión entre los alumnos y, por ejemplo, ex alumnos, algunos padres que en algún punto estén relacionados con ellos por el tema del campo laboral o campo de interés de los chicos.
-¿Hay alguna situación frecuente o habitual que observes en los chicos que se acercan a consultarte?
-A mí un poco lo que me llama la atención es que a veces no entienden el sentido de las materias, los temas que ven. No tienen idea de para qué les sirve. No saben que a veces hay temas y trabajos que los ayudan, por ejemplo, a desarrollar los razonamientos abstracto, espacial, verbal. Creo que los docentes ayudarían mucho contextualizando los temas y dando ejemplos de la vida. Otro de los temas que también me llama la atención es que no se trabaja sobre la diferencia entre la mentalidad fija y la mentalidad de crecimiento: hay chicos que piensan «ésta es mi capacidad y hasta acá llegué», cuando la verdad es que las habilidades no están talladas en piedra, que se pueden seguir desarrollando a lo largo de la vida. Y, por último, creo que la educación emocional, la autorregulación emocional, debería estar integrada a la curricula.
La vocación en las escuelas «alternativas»
Le pregunté a Ginés del Castillo qué visión tiene acerca de esta tema de la vocación en la escuela que fundó, «La Cecilia« (Monte Vera, Santa Fe). «Nuestro interés es ayudar a jóvenes a conocerse, a descubrir y desarrollar sus verdaderos intereses y capacidades para luego poder ver, también, cómo hacer de ellos un medio de vida con sentido social. Se trata de descubrir los intereses propios debajo de los mandatos familiares y sociales. Muchas veces también se debe ayudar a encontrar aquellos que no aparecen porque han atravesado años de educación convencional, que no les ha permitido valorar sus intereses ni tomar iniciativas sino esperar a que le digan qué hacer», destaca este refrente de las alternativas educativas locales desde hace 30 años.
¿Cómo lo hacen en «La Cecilia»? Además de la posibilidad de elegir clases en la secundaria y un sistema de evaluación que no es punitivo, se pone gran énfasis en los encuentros semanales de autoconocimiento con los jóvenes.
«También, se trata de entender que no todo pasa por estudios superiores sino que hay muchos aprendizajes útiles e interesantes por afuera de las universidades y que posiblemente estén aprendiendo toda la vida, sobre todo por los avances tecnológicos. Hoy no hay carreras sagradas que garantizan todo (ni que aseguren algo) y los aprendizajes que uno necesita cuando sabe qué quiere hacer están disponibles de múltiples maneras, dentro y fuera de las casas de estudio», continúa.
«O se puede emprender alguna actividad y aprender al mismo tiempo. Es un proceso interminable y una cosa hace a la otra: actuar-aprender-actuar. Son escasas las personas que tienen un solo interés, una sola “vocación” para toda la vida. Lo más común es que nos interesen varias cosas y vayamos transitando diferentes actividades durante la vida, obteniendo ingresos de unas, disfrutando de otras, ayudando a otras personas y creciendo». Él mismo es una prueba de ello: un consultor técnico de obras de ingeniería que devino director de escuela en la mitad de su vida.
«Deberíamos quitarle gravedad, solemnidad a esto de terminar una etapa (la secundaria) y empezar otra. Sería ideal que fuese algo así como continuar con lo mismo en un escenario diferente y entendiendo que nada es definitivo y que siempre podemos empezar algo nuevo a la vez que nos seguimos nutriendo de lo anterior. Dejar que la vida nos sorprenda y nos ofrezca oportunidades, al fin y al cabo, hay todo un mundo y miles de personas a nuestro alrededor y no todo depende de nosotres mismes. Y que la preocupación por “ganarnos la vida” no nos haga perderla», subraya.
Alas para volar
«Julia acaba de cumplir 18. Desde que tenía 8 participaba en algunas actividades con nosotros, y hace dos años se incorporó a la comunidad de aprendizaje. Empezamos a imaginar trabajos y carreras y fue descartando. Estaba entre estudiar restauración de arte, interiorismo o arqitectura. Y lo que hicimos fue agendar visitas en dos universidades y ver si accedían a que fuera de oyente. En la primera, la ESARQ de Guadalajara, resulta que conocían nuestro proyecto y les dio mucho gusto recibirla. La acompañé a platicar con la responsable de admisión y a partir de ahí ella empezó su camino. Está yendo de oyente y participa de eventos y talleres. Pensamos que es una extraordinaria primera experiencia y eso seguiremos haciendo con los próximos que quieran estudiar en la universidad. Iremos tocando puertas para que cuando se vayan de Alas tengan referentes». La que me contó esta historia es Mónica González Aguilar, cofundadora de Alas, una comunidad de aprendizaje para adolescentes en Guadalajara, México.
ONGs que acompañan vocaciones y egresos
El apoyo del entorno es fundamental a la hora de perfilar un proyecto de vida. Muchas oportunidades de formación y trabajo se asientan en los contactos y los acompañamientos en círculos de confianza. Para los adolescentes y jóvenes que los necesitan, existen organizaciones que acompañan específicamente esta transición. «Puerta 18», en la ciudad de Buenos Aires, es un programa social de educación no formal que tiene como protagonistas a jóvenes de 13 a 24 años en el que la tecnología es una herramienta central para lograr sus objetivos. Por su parte, la Asociación Civil Doncel, trabaja con los jóvenes que deben incorporarse de modo progresivo a una vida independiente luego de haber vivido en hogares.
Arbusta, Reciduca y Fundación Pescar son otras organizaciones dedicadas al apoyo de los jóvenes en la búsqueda del primer empleo o el proyecto de vida.
Nadia Soledad Perino y Cecilia Blanco Pinto lideran la asociación civil Humanitarismo Comunidad. «Creemos y confiamos que para acompañar a los adolescentes en este recorrido de descubrimiento es fundamental escucharlos activamente, es decir, corrernos nosotros como adultos de la experiencia que creemos mejor para ellos y facilitarles espacios seguros y de creatividad donde puedan explorarse. Nosotros proponemos un programa que se llama «Proyecto de Vida», donde las carreras y las vocaciones son una opción más de un todo más abarcativo que incluye la formación de la Conciencia o Identidad, entre otras. Un proyecto de vida se vive con más salud y compromiso, es elegido desde el trabajo de autoconocimiento y fortalecimiento de recursos internos, que pueden variar ampliamente y no sólo proyectar en una clásica carrera universitaria. Además, consideramos indispensable que se trabajen fuertemente otros dos pilares en la Comunidad, sobre todo donde se hay menores de edad (escuelas, familias, centros deportivos, etc.): el trabajo de desarrollo personal de los adultos y el fortalecimiento de autoestima, habilidades sociales y gestión emocional desde la primera infancia. Construir entornos saludables es tarea y responsabilidad de todos, tal vez en la adolescencia se pone de manifiesto este desafío vital, pero proyectar nuestros caminos de vida es un día a día en todas las etapas evolutivas.
También creen que la forma en que está estructurada la educación secundaria puede resultar insuficiente para apoyar la búsqueda de los jóvenes en cuanto a sus metas futuras. «Con el fin de fomentar una mayor conexión antes de los 18 años, es necesario implementar diversas estrategias específicas. Los adolescentes pertenecientes a poblaciones vulnerables enfrentan desafíos adicionales al elegir su camino en la vida, carreras y vocaciones. Estas poblaciones pueden incluir a aquellos que provienen de entornos socioeconómicos desfavorecidos, comunidades marginadas, familias en situación de pobreza, así como aquellos que han experimentado dificultades emocionales o traumas. Muchas veces, tienen acceso limitado a recursos educativos, carecen de modelos a seguir en profesiones o campos específicos, y no cuentan con un adecuado apoyo y orientación. Por eso les damos apoyo complementario para que puedan explorar sus intereses y descubrir su potencial. Algunas estrategias útiles incluyen: proporcionar programas y actividades que fomenten el desarrollo de habilidades sociales y emocionales, tales como la comunicación efectiva, el trabajo en equipo, la resolución de problemas y la gestión del estrés. Les planteamos siempre una pregunta esencial: ¿qué valor pueden aportar para el crecimiento y la mejora del lugar donde viven? Estas sugerencias tienen como objetivo proporcionar a los jóvenes de poblaciones vulnerables un entorno más enriquecedor y equitativo, permitiéndoles explorar y conectarse con sus intereses y aspiraciones antes de los 18 años. Al hacerlo, se les brinda la oportunidad de construir un futuro más prometedor y romper los ciclos de desventaja».
Guías de carreras
En cualquier caso, cuando el momento de poder tomar decisiones sobre el propio aprendizaje llega, Argentina es uno de los países de Latinoamérica con mayor oferta de estudios terciarios y universitarios, con la ventaja de que existe variada oferta gratuita. El Ministerio de Educación creó un buscador de carreras con localizador geográfico que puede consultarse acá: https://guiadecarreras.siu.edu.ar/
El sitio web «Qué vas a estudiar» también ofrece un buscador y un test vocacional online gratuito: http://www.quevasaestudiar.com/test-vocacional/
Por otra parte, en muchas capitales provinciales y municipios se organizan ferias de carreras y empleos para jóvenes, donde los estudiantes pueden visitar y consultar en los stands de las instituciones, además de asistir a charlas y conocer a otros en la misma situación.
Si la carrera elegida está dentro de las 9 áreas consideradas estratégicas por el Estado argentino para «el desarrollo económico y la igualdad social», se puede obtener un ingreso mensual hasta su finalización mediante las Becas Manuel Belgrano: https://www.argentina.gob.ar/educacion/becas/becas-manuel-belgrano. Se trata de carreras para los sectores de Alimentos, Ambiente, Computación e Informática, Energía convencional y alternativa, Logística y Transporte, Petróleo y Gas, Minería y Ciencias básicas.
Un mundo de posibilidades
Es curioso. Hoy existen variedad de carreras, oficios y actividades que nunca antes hubiéramos imaginado. Aunque parece un beneficio, puede sentirse abrumador. Por suerte, también hoy está socialmente permitido cambiar, desarrollar oficios y profesiones distintos, al mismo tiempo o en diferentes etapas de la vida. Hay una expresión japonesa que define el buen vivir y se condensa en la palabra IKIGAI, relacionado con el trabajo que hacemos durante nuestras vidas.
Foto de portada: Alas, comunidad de aprendizaje
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