Hace dos años un grupo de guías (la forma en que prefieren nombrarse los maestros de los incipientes espacios de educación viva/libre/democrática) de la zona metropolitana y la provincia de Buenos Aires, empezó a reunirse periódicamente para compartir sus desafíos en la gestión cotidiana. Algunos proyectos llevan cinco o seis años de experiencia, otros recién arrancan, pero tienen en común haber sentido la necesidad impostergable de empezar y aprender directamente en la práctica, sin importar la escasez de recursos formativos en el país.
Esta mitad de año volvieron a encontrarse con Ayni, en Villa Devoto, como anfitrión, miembros de Ayni, Utinghami, Munay, LiberTerra, Magnolia, Tierra Fértil, Cultivando Educación Viva, Espacio Senderos y Proyecto C ausente con aviso. Cada uno con sus peculiaridades y contextos, todos tienen en común el enfoque de la escuela viva o la educación libre, autogestionada. Los adultos acompañan en recorridos de juego y aprendizaje motivados por y desde los niños; también proponen actividades, ponen límites y marcos, ayudan a aprender y resolver conflictos con la autonomía como horizonte.
El tiempo nunca alcanza en estas reuniones. Pero aunque sólo se usara para verse las caras, abrazarse, escuchar del otro que le pasan las mismas cosas y juntar ganas para seguir, sería muy suficiente. Pero siempre se trata de indagar un poco más, tratar de resolver cuestiones que se reiteran o son urgentes, incluso, compartir datos e información valiosa que no circula por otros ámbitos. A fuerza de ser los raros, nos volvemos detectives expertos.
Estos son algunos de los temas que se trataron:
. El vacío o la precariedad legal para estas propuestas educativas. La responsabilidad asumida por los que encabezan estos espacios.
. La necesidad de definir y establecer los límites también para los adultos de las familias que integran los proyectos. Suele haber mucha confusión al pasar de un sistema autoritario y dirigido a otro que requiere el manejo responsable y colectivo de la libertad.
. El miedo a no escolarizar o desescolarizar. Muchas familias eligen una propuesta respetuosa pero al cumplir los seis años no se animan a seguir sosteniéndola.
. ¿Cuáles son los criterios para seleccionar a las personas adecuadas para acompañar a los niños y niñas en estos espacios?
. Sistemas de organización: acuerdos, tipos de jerarquías, entre otros.
. Sistemas de financiamiento.
. Articulación de la participación de madres y padres.
Después de esta reunión, Daniela recordó la primera vez que pensó en su soledad, cuando en un curso alguien le preguntó: «Vos te dedicás a acompañar a otros, ¿pero a vos quién te acompaña?». «Muchas veces comparto lo que siento con diferentes personas de mi entorno: familia, pareja, amigas… Pero no es lo mismo que compartirlo con alguien que cumple tu misma función. Porque sólo quien cumple tu mismo rol, aunque sea en otra comunidad, en otro contexto, sabe tan bien como vos por lo que estás pasando.»
«Ser guía en un espacio es una tarea tan gratificante como agotadora. Mi cuerpo es sostén de todas las emociones de los niños, niñas y de sus familias. Es barrera de golpes cuando intervengo en un conflicto físico, es contención cuando alguno patalea frustrado, es árbitro cuando entre los padres no pueden ponerse de acuerdo en la crianza de sus hijos…», resume.
«Cumplimos montones de roles, que inevitablemente se van quedando con trocitos de nuestras energías. Encontrarse con otros que atraviesan por las mismas situaciones pareciera que hace más liviana toda esa parte «pesada» de sostener estos espacios. Y entonces uno vuelve a sentirse más entero para continuar».
La sensación de desistir no es nueva para ninguno, todos la han sentido alguna vez, aunque sea fugazmente. Hay mucho más en contra que a favor: se trabaja fuera del sistema de reconocimiento social y normativo, con los recursos justos, sin abundancia de referentes cercanos y con el cuestionamiento de familiares y amigos siempre sobrevolando cerca.
«Muchas veces siento que sostener nuestro espacio es demasiado para mí, aunque lo haya soñado toda mi vida. A veces quiero soltarlo todo. Y creo que es el gran desafío que presenta este tipo de educación o crianza: el ponernos todo el tiempo a prueba. A prueba de quién somos verdaderamente, de lo que somos capaces. Hacer este camino en compañía de otros creo que es indispensable para no bajar los brazos, para no abandonar el sueño antes de tiempo».
Luciana, psicomotricista y madre de dos, reconoce que generan pocos espacios para sostenerse entre sí. «Pero cuando aparecen uno vuelve a la práctica desde otro lugar, valorando, agradeciendo, volviendo a elegir este camino».
En este video, Iván de Munay invita a sumarse a esta red:
En Mar del Plata también sucede esto desde hace un año. Nos juntamos cada un mes El canto del fuego, La escuela del mar, Jacaranda, La casita de la luz y Caminantes del cielo. Hermoso sabernos tejiendo una red gigante desde la hermandad.
Siento deseos enormes de iniciar un espacio compartido,pero estoy sola en la iniciativa y no se como empezar.
Soy mamá de una niña de 6 años con quien hago escuela en casa,y de un niño de 2.
Me encato encontrar este sitio. Voy a leer todo para ver que saco en limpio😊 muchas gracias!
Hola Paula! Estoy en el misma situación. Mi peque tiene 2 años y no va a ser escolarizada. Quiero crear un espacio porque de los que hay no me terminó de cerrar ninguno. Por qué zona estás? En una de esas coincidimos 🙂
Soy de Bahia Blanca. Y vos?
En Bahia Blanca está Flore Ser, Alquimia Educación y el encuentro Pedagogías Abiertas del Sur que nuclea a varios proyectos y familias: https://red.reevo.org/events/event/view/35031/pedagogias-abiertas-del-sur-pas-2019