Alarma: el parlamento inglés quiere aumentar controles sobre la educación en casa

El aumento de las familias que sacaron a sus hijos e hijas de las escuelas inglesas para educarlos en su casa durante esta pandemia disparó alguna preocupación política. La comisión de Educación del parlamento inglés acaba de publicar un informe llamado «Fortaleciendo la educación en casa», que no se refiere a la situación de emergencia que por momentos obliga a una educación escolar remota, sino a la que eligen decenas de miles de familias por elección en el Reino Unido. El informe concluye que hacen falta datos nacionales para poder crear políticas públicas que sean efectivas para ese sector de la población. Y para eso, propone que los educados en casa deban registrarse, cosa que hasta ahora no es obligatoria. Las familias se oponen; en esta nota consultamos a algunas.

Pero, ¿por qué podría importarnos esto en Latinoamérica? En principio, porque Inglaterra, junto con otros países de influencia anglosajona, es la referencia mundial en materia de educación formal sin escuela. Una especie de metro patrón de la libertad educativa mundial. Allí, la educación no es sinónimo de escolarización, como sí suele serlo en la mayor parte de nuestra región. En segundo lugar, es interesante notar que en Reino Unido se usa el término «elective home education (EHE, o educación en casa electiva)» en lugar del «homeschooling» (escuela en casa), preferido en la normativa y la práctica de los Estados Unidos.

La encuesta de 2020 de la Asociación de Directores de Servicios Infantiles (ADCS) proyecta que hay 75.668 niños y niñas educados en casa en el Reino Unido. Y sugiere que el 25% comenzó a hacerlo en pandemia, a partir de septiembre de 2020. La comisión parlamentaria insiste, sin embargo, en que no se puede fiar de la información aportada por las autoridades locales si no existe obligación de registrarse por parte de os padres y madres que hacen EHE. Les preocupa no saber si reciben efectivamente educación adecuada o están en entornos seguros. También quieren saber si las familias son realmente libres y están informadas a la hora de elegir la educación en casa o lo hacen porque sus hijos no son bien atendidos en las escuelas, especialmente en casos de bullying o necesidades educativas especiales. Por último, también quieren ponerse más estrictos con las escuelas que consideran «ilegales»: cualquier agrupamiento de niños y niñas, aunque sea part-time, de los que a veces las familias que educan sin escuela participan.

¿Por qué eligen educar en casa los padres y las madres? Fuente: ADCS

Si bien el informe parlamentario reconoce a la educación en casa como «una opción perfectamente legítima» y dice que el Estado «no debe ponerles barreras ni considerarlos sospechosos», también enuncia que «como sociedad debemos encontrar un equilibrio entre el derecho de las familias a tomar las mejores decisiones para ellos con la responsabilidad de promover buenos resultados para todos los niños y jóvenes, vayan o no a la escuela. Es razonable pretender cierta seguridad acerca de si obtienen una educación adecuada». ¿Pero qué es una educación adecuada? Para la normativa inglesa significa, textualmente, que «les permita, cuando crezcan, funcionar como un ciudadano independiente del Reino Unido y la comunidad en la que elija vivir».

También se contempla allá que esa educación fuera de la escuela no debe ser evaluada según los métodos, sino por los resultados. Y aunque no exige que las familias usen un determinado curriculum -como el nacional, que se usa en las escuelas- ni que niños y niñas adquieran determinadas habilidades, ahora los legisladores del comité educativo dicen estar preocupados porque esa guía general no sea lo suficientemente específica y limite su utilidad en el futuro de los niños y niñas. Lo extraño es que se basan en informes de la OECD que dicen que 9 millones de adultos trabajadores tienen habilidades muy pobres en materia alfabética y numérica. Pero, si la la educación en casa es una práctica minoritaria, ¿no reflejan esas cifras la realidad de la educación escolar? ¿Por qué, entonces, no concentrarse en mejorar la escuela en vez de poner los reflectores en quienes educan en casa?

Junto con Holanda, el modelo inglés es más permisivo que otros países europeos, donde la educación fuera de la escuela es monitoreada y evaluada. Así lo muestra Eurydice, una agencia de la Unión Europea que describe y recaba información sobre los sistemas educativos de 38 países de ese continente. De esos, en 28 es posible por el solo requerimiento de la familia, mientras que los restantes 10 solo lo permiten en determinadas circunstancias o no lo permiten. Según la encuesta realizada por la comisión parlamentaria inglesa entre 2020 y 2021, respondida por 900 personas, las familias suelen elegir la educación en casa por motivos filosóficos y de estilo de vida, ideológicos, por insatisfacción con el sistema escolar o porque las necesidades educativas especiales no son bien provistas.

¿Qué opinan las familias?

La organización de educadores sin escuela HEAS (Home Education Advisory Service) se pronunció en contra de la propuesta de registro porque considera que no tendría efecto en la seguridad o el bienestar de los niños y niñas educados en casa. Creen que sería caro y una pérdida de tiempo y, como las cifras van variando rápidamente, ponen en duda su exactitud. Pero, sobre todo, la organización recordó que la educación en casa tiene el mismo estatus en las leyes que la educación escolar estatal y la independiente (algo así como nuestra privada) y como tal debe ser respetada. También arguyen que las autoridades locales ya saben quiénes son los niños y las niñas en situación de riesgo en sus municipios a través de otro tipo de seguimientos.

Mike Connolly, director de la organización defensora del homeschooling en EE.UU, HSLDA, y colaborador del Global Home Education Exchange Council, explica en una entrevista por qué los homeschoolers y unschoolers suelen ser reacios a entregar información. «Es cierto que pueden ser independentistas feroces y negarse a entregar datos a los gobiernos o encuestadores privados. Sobre todo cuando el status legal de la educación sin escuela es borroso, prefieren no llamar la atención. Pero también es cierto que más datos pueden ayudar a los movimientos a favor de la educación en casa, especialmente en los países donde las políticas son hostiles».

Consulté a cinco madres que educan en casa. Rebecca lo decidió este año, justo cuando su hijo cumplía la edad considerada como el comienzo de la obligación educativa. «La preocupación es que se convierta en algo estandarizado, con objetivos y evaluaciones que socavan la libertad de los padres de educar como ven que mejor funciona, además de ponerles presión a los niños que, precisamente, funcionan mejor fuera del sistema de controles y exámenes. No creo que usen los datos para mejorar las políticas públicas, sino que esto es una alarma que nos muestra su agenda oculta: imponernos restricciones», me dijo. Kathleen, que se considera como activista de la justicia educativa, es contundente: «Actualmente no estamos obligados a registrarnos y así queremos seguir». «Deberían preocuparse por arreglar el sistema escolar si quieren menos gente afuera de ellas. ¿Acaso han considerado que la gente se está yendo porque el sistema no cumple su función?», razona. Y pide que sea al revés: que si quieren más control, que se ejerza sobre quienes deben velar por una educación en casa de calidad. Por ejemplo, que se facilite el acceso a los exámenes que permiten el ingreso a la Universidad (GCSEs/A levels), que son gratuitos para los alumnos de la escolaridad estatal y pagos para los de la independiente y los educados en casa (a la escuela primaria o secundaria pueden entrar y salir cuando quieran, siempre que haya cupo, al nivel que corresponde a su edad). También sugiere un entrenamiento adecuada del personal educativo local para que conozcan la modalidad e incluso puedan recibir quejas si sus derechos no son respetados. Jax, otra de las madres consultadas, considera justo que los exámenes sean pagos, tal como lo hacen quienes van a escuelas privadas, pero alega que en muchas zonas del país no hay mesas disponibles, y que las autoridades locales deberían facilitar el acceso. Le pregunto también a Liz qué sería lo realmente útil para quienes educan en casa. «No es una respuesta sencilla. Que se financie el acceso a los exámenes sería bien recibido por algunos. Si es por registrarlos para cuidarlos, nuestros hijos ya lo están: en los médicos a los que van, en las clases y los grupos a los que pertenecen. Para ser realista, no necesitamos cambios. Lo más útil para nosotros sería que nos dejen en paz. Que confíen en que como madres y padres podemos cuidar a nuestros hijos».

Foto: Instagram: @Bekkie_Graham / www.heuristictudy.co.uk 

Bekkie tiene cuatro hijos, que educa sin escuela desde hace 8 años. Uno de ellos está ahora en la universidad. Me cuenta que no es la primera vez que pasa. «Cada tanto hay oleadas: alguien hace un informe y dicen que nos quieren ayudar, pero en general los legisladores están desinformados y quieren regularnos porque no entienden la diferencia pedagógica entre la escuela y la educación sin escuela». «A mí me da miedo que se avance, no tanto por nosotros, porque vamos a seguir como hasta ahora, sino porque se comprometa, por ejemplo, el futuro de mis nietos: que mis hijos no puedan elegirlo para sus hijos si lo desean», me contó. Le sugiero que esta maniobra en su país pareciera formar parte de una tendencia mundial de controlar a quienes están fuera de la escuela en vez de tratar de mejorarla. «Estoy de acuerdo, creo que hay una tendencia mundial a tratar de controlar lo que entra a la cabeza de los niños y las niñas. Están usando el aumento de familias que sacaron a sus hijos de la escuela como excusa, cuando si les preocupaba tanto deberían dejarlos educar en casa hasta que consideren que es seguro volver a las aulas. Es un problema de ellos, no nuestro. Estamos ejerciendo un derecho perfectamente legal, y es peligroso cómo usan las palabras y las sutilezas en todo esto».

Bekkie dice que, además, ni siquiera prestan atención a los resultados de la encuesta que los mismos legisladores hicieron, donde de 900 respuestas, el 78% por ciento rechaza el registro obligatorio. Subraya, que existen variados estudios sobre el impacto de la educación en casa de diferentes investigadores, pero que los gobiernos no los consultan. «La ayuda del gobierno que nos vendría bien es que entrenen a sus empleados educativos para que apliquen las leyes actuales, no las que a cada uno le gustaría que fuera. Necesitamos que no sean parciales y que no nos discriminen por la elección filosófica de educar en casa. Muchos padres que educan en casa agregarían que también debemos recibir ayuda para pagar los exámenes estandarizados, pero a mí me da un poco de miedo la cola que esa demanda podría traer y que nos perjudique», me explicó. Por último, le pregunto si tiene algún consejo para las familias de países sin regulación sobre educación en casa. «No me siento como para opinar sobre las leyes; todavía estoy entendiendo las propias. Pero una cosa que sí puedo decirles es que se rodeen de su comunidad, que formen lazos fuertes entre ustedes, que se apoyen mutuamente. Conozcan todas las leyes de arriba a abajo, y no solo las educativas, también las que existen sobre derechos humanos y derechos de la infancia, por ejemplo».

Bekki es artista visual y productora de la muestra y el libro UNSCHOOLED: A HEURISTIC STUDY,  que registra visualmente la vida cotidiana de las familias que eligen educar a sus hijos sin recurrir al sistema escolar masivo. Dos de las fotos de esas series ilustran esta nota.

Las familias que se oponen a las implicancias del informe parlamentario, que recibió el apoyo del secretario de Educación inglés, crearon una petición dirigida al parlamento inglés. «Creemos que no hay evidencia acerca de la necesidad de incrementar los requerimientos a la educación en casa, ya sea mediante un registro, evaluaciones o exámenes. De introducirse, estigmatizarían y hasta destruirían su verdadera esencia: no es la escuela», afirman ahí.

La opinión académica

Harriet Pattison es profesora principal en Primera Infancia en la Liverpool Hope University, además de especialista en educación en casa. «Es claro que el Comité no escuchó ni a los niños educados en casa ni a sus padres, que trataron de explicarles la diferencia entre alguien educado en casa y alguien que no va a la escuela. Es inconcebible que se establezca un registro obligatorio para una minoría. Si así fuera, sería el segundo en el país: el primero es el registro de agresores sexuales», declaró al periódico sobre educación superior FENews.com.

Pattison tampoco considera buena idea exigir «pruebas» de aprendizaje a los educados en casa. Argumenta que, como las autoridades locales no están formadas en las particularidades de la educación sin escuela, no son capaces de evaluar su efectividad. “El informe no aclara cómo evaluarán, cuando solo saben hacerlo en función del Curriculum Nacional. Pedir muestras de trabajos realizados demuestra cuán poco saben acerca de cómo opera la educación supraescolar. No tiene sentido usar los mismos estándares para evaluar una educación que está personalizada a los intereses y habilidades de cada uno y cada contexto. Yo misma me ofrecí a hablar con ellos y mostrarles mis estudios acerca de los procesos de alfabetización en niños y niñas educados en casa, pero no la aceptaron».

Otra foto de @Bekkie_Graham / www.heuristictudy.co.uk 

Foto de portada: versión libre del mapa del crecimiento de la educación en el hogar registrada en el Reino Unido entre septiembre 2020 y abril 2021, comparado con los mismos períodos 2018-2019 y 2019-2020. En rojo, los distritos donde más aumentó. Fuente: BBC.com

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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