Ya hay guías Montessori AMI de 6 a 12 años formadas en Argentina (y entrevistamos a una)

Romina Soledad Acuña es parte de la primera camada de guías Montessori de Taller (6 a 12 años, la etapa que la escuela convencional llama Primaria) formada por AMI (Asociación Montessori Internacional) en Argentina. Después de tres años y seis módulos impartidos por una formadora mexicana en la Fundación Argentina María Montessori con sede en Boulogne, provincia de Buenos Aires, hoy expande esa mirada pedagógica en su ciudad natal de Río Grande (Tierra del Fuego), una zona donde el famoso método se demoraba. Y si bien ejerce de maestra en otro tipo de escuela no convencional, conocida como Experimental, dirige un espacio Montessori no formal llamado Golondrinas. Desde ahí, todo lo que ha aprendido lo irradia por igual a niños y niñas, sus padres y madres y docentes curiosos.

¿Cómo se te dio, cómo lo viviste y cómo describirías la experiencia?
-Me inicié en la filosofía Montessori con Celine Hameury cuando vino a Tierra del Fuego a dar sus cursos. Quedé encantada, y fue ella la que me informó sobre los centros de entrenamiento que existían para hacer la formación. A los pocos meses me animé a hacer el curso de Asistente de Casa de Niños (3 a 6 años) y me quedé con muchas ganas de seguir aprendiendo. Al mes vi que iban a iniciar por primera vez la titulación de Guía de Taller en la Fundación Argentina María Montessori (FAMM) y no lo dudé. Fui la primera en presentar todos los papeles, aunque lo que más me angustiaba era cómo iba a pagar esa cantidad de dólares. Por suerte, siempre desde la Fundación me ofrecieron facilidades de pago y me acompañaron en este camino. Para una mamá soltera, docente y que encima vivía muy lejos de Buenos Aires, parecía una utopía.
El camino fue muy arduo; siempre digo que estudié muchísimo más que cuando estaba en la Universidad. La formación es exigente no solo a nivel académico, sino también a nivel familiar, personal y económico. Fueron 6 módulos que incluyeron resignar, por sobre todas las cosas, 3 veranos. Para mí eso implicó no ver a mi hija por muchas semanas (al comenzar la formación tenía 2 años y ahora tiene 5) y contar con la ayuda de mi familia para su cuidado. En lo económico, cambié de trabajo para tener un ingreso mayor y poder pagar las cuotas, que al estar en dólares, iban incrementándose. Comenzamos pagando un dólar a 20 hasta hoy, que está a 90. Imaginate: en un momento pensé en dejar todo, pero la institución siempre fue comprensiva con mi situación y me alentó a seguir.
Para una persona que vive tan lejos de todo entrar en el ambiente y estar en contacto con personas que venían de distintos lugares de Sudamérica fue increíble. En las redes hay mucha información de Casa de Niños, pero casi nada de Taller. Descubrir los materiales, saber cómo se usan y cómo es el rol de les adultes en el Segundo Plano del Desarrollo es motivador. Sin embargo, a lo largo de los tres años pasás por una transformación interior. Te encontrás con tu experiencia como estudiante en la primaria, con tu rol de docente de un sistema tradicional y todo lo que conocías se expande. Yo, que vengo del campo de Letras, le tenía un poco de miedo a las matemáticas. Hoy agradezco haber tenido la posibilidad de aprender con material concreto lo que no pude aprender cuando era niña. Tanto la entrenadora como el personal de la Fundación está siempre a disposición de les estudiantes y eso vale muchísimo en una formación docente.
Quizás al haber sido el primer grupo de Taller hubo que tomar ciertas decisiones para acompañar una formación presencial que mutó su último trayecto a la virtualidad por la pandemia. Estoy segura de que la segunda promoción se verá beneficiada por esta experiencia. Armar un ambiente Montessori de Taller desde cero no es tarea sencilla, puesto que los materiales se adquieren en el exterior y otros deben ser confeccionados por la entrenadora, que en este caso es de México.

¿Qué te animó a hacer semejante esfuerzo?
-El motivo fue mi hija. Acá en Tierra del Fuego escasean las propuestas alternativas de educación. Por lo cual pensé que al terminar la formación mi hija iba a tener 5 años, lo que me llevaría a tener luego un año para preparar un ambiente para acompañarla a ella y a otres niñes en una educación Montessori de Primaria. Sin duda, ser madre me enfrentó a replantearme cómo quería acompañarla. Vengo de una educación católica y tradicional. Cuando tuve que elegir a qué escuela enviarla, mi familia no estaba de acuerdo porque existía ese mandato que tenía que anotarla en la que yo había ido. Sin embargo, con el tiempo fueron viendo cambios en mi hija. Por ejemplo, cuando se sacaba los pañales y ella iba a tirarlos a la basura. Al principio me tildaban de «mala madre», claro, estaba muy instalada esa imagen de la mujer como proveedora de todo, a punto tal de no dejar hacer nada a les niñes. Les llevó tiempo entender cuando les decía «ella puede hacerlo sola» o «respeta sus tiempos». Ahora son abuelos montessorizados. Ver a su nieta que crece independiente, libre y segura de sí misma, es la mejor prueba de que Montessori es una filosofía de vida.

¿Cómo te formaste antes, en qué trabajás y cómo te gustaría trabajar a partir de ahora, con estas nuevas herramientas?
-Soy Licenciada en Letras y Correctora Literaria. Hice la formación pedagógica para enseñar en secundaria, pero por sobre todas las cosas soy una persona a la que le encanta aprender. Trabajé muchos años en Buenos Aires en educación no formal en sectores vulnerables y enseñando español para extranjeros, por lo cual nunca me sentí muy cómoda en lo tradicional. Hace 7 años volví a mi ciudad natal y trabajé en secundaria, primaria y terciario. Cuando nació mi hija quise compartir con ella y otras familias el placer de la lectura, entonces formé un taller para trabajar con la Primera Infancia. Así nació Las Golondrinas y fue mutando hasta convertirse hoy en un ambiente Montessori de after school donde asisten niñes que son educados en casa y/o familias que buscan brindarles a sus hijes otra manera de aprender. Actualmente divido mi tiempo como docente de una escuela Experimental y como guía Montessori en mi proyecto Golondrinas.
Me encantaría poder llevar Montessori al ámbito público de educación, que haya más docentes que se animen al cambio de mirada. Nuestra provincia cuenta con una ley de educación alternativa y creo que ese antecedente puede ayudarnos a crear una escuela pública de gestión estatal Montessori.
A partir de la creación de mi espacio, hace 4 años, hubo muchas personas que se animaron a pensar la crianza desde otro lugar. Mi lema es que lo que uno comparte, crece; así que estoy segura de que esos cambios ocurrirán, solo hay que darles tiempo y acompañarlos.

Golondrinas en Río Grande, Tierra del Fuego

-¿Pensás que nuevas escuelas Montessori de nivel Taller se abrirán a partir de ahora? ¿O que guías formadas podrían mejorar la enseñanza en escuelas comunes?
-Creo que los ambientes que tienen Casa de niños están necesitando tener la continuación del Taller. Una familia que ingresa a Montessori y descubre cómo se acompaña a las infancias, lamenta mucho cuando tienen que inscribir a su hije en una escuela tradicional por esa falta. Hemos egresado 19 guías de Argentina, la gran mayoría ya pertenecía a una escuela Montessori. Las que no estamos vinculadas a una institución sin duda estamos deseosas de abrir nuestros propios espacios. Quizás la dificultad radica en los trámites burocráticos que conlleva, más aún la apertura de una escuela Primaria.
Por otro lado, siento que hay muchos docentes interesados en saber cómo se trabaja en Taller. Desde mis redes, busco difundir y hacer visible que Montessori puede aplicarse en el sistema tradicional. El año pasado dimos varios talleres y hace unas semanas una docente de Bahía Blanca me envío fotos de sus estudiantes trabajando con el material de matemáticas. Según ella era increíble verles aprender con alegría y entusiasmo.

¿Qué cosas del método Montessori te parecen completamente actuales y cuáles un poco más obsoletas o menos aplicables en este momento histórico, en este país o en tu contexto inmediato?
-Montessori en la etapa de primaria tiene una visión holística del aprendizaje, por eso al plan curricular se lo denomina Educación Cósmica. Saber que todo está relacionado, que no por estudiar matemáticas estamos dejando de lado el lenguaje o la geometría, a mí me pareció increíble. En el ámbito tradicional hablaríamos de contenidos transversales o de un enfoque por proyectos. Me sigue sorprendiendo que María Montessori observó y habló de eso hace muchísimos años.
Por otro lado, entender el desarrollo de les niñes me parece esencial para un docente, pero también para las familias. Saber que un ambiente de Taller no es silencioso porque les niñes a esa edad gustan de hacer grupos, de conversar e intercambiar sus ideas, es primordial al momento de abordar los contenidos o de armar un ambiente. El material concreto es una pieza fundamental para el aprendizaje: a veces me pregunto por qué cuando ingresamos en primaria todo tiene que estar escrito en un cuaderno o por qué dependemos de los libros de texto.
Hace poco, una amiga me manifestó su alegría porque su hija iba a comenzar a usar un nuevo manual. Yo le pregunté: ¿acaso si no lo tuviera no seguiría aprendiendo? Les niñes en primaria necesitan de la experiencia, pero aún más de los desafíos. Cuando un docente se convierte en proveedor de toda la información, queda poco lugar para las preguntas. Si queremos niñes curiosos entonces limitemos la información que les damos. Si vienen a hacernos una pregunta, antes de darles las respuesta quizás le podamos decir ¿y vos qué pensás? Así como en la etapa anterior les niñes buscan hacer las cosas por sí solos, en Taller tenemos que ayudarlos a razonar por sí mismos.
Montessori propone que les niñes hagan salidas para seguir investigando. Se tienen que encargar de saber cuánto van a gastar, qué medio de transporte tomar, comunicarse con el lugar para anticipar su visita… Esto lo veo poco aplicable en las grandes ciudades donde las infancias no se trasladan solas por razones de inseguridad. Quizás en mi ciudad, al ser un lugar más pequeño sea viable, pero las familias siguen teniendo temores en dejar a les niñes libres, incluso para ir al almacén a comprar algo.
Otro aspecto que veo poco viable es la posibilidad de acceder al material específico. Actualmente la mayoría se consigue en el exterior y obviamente a precio dólar, eso hace que sea más difícil armar un ambiente.
El uso de la tecnología es otro factor a considerar. María Montessori no vivió esta era de las computadoras y los celulares, entonces no hay mucho abordado sobre cómo utilizar esas herramientas. En la mayoría de los ambientes es un elemento de consulta cuando realizan investigaciones.

¿Formás parte de redes de «educación alternativa»? ¿Qué te aportan? ¿Pensás que son necesarias, o que terminan separando de la llamada educación convencional?
-El año pasado, en plena pandemia, realicé muchos cursos con distintos referentes de la «educación alternativa» y siento que fue un camino de mucho crecimiento e intercambio. Creo firmemente en que las redes nos nutren y nos sacan de ese lugar doctrinal donde solo vale una mirada. Quizás la información no llega de la misma manera a todas las personas o lugares y eso hace que, por ejemplo, en la Patagonia no haya tanto camino recorrido en cuanto a compartir experiencias. No obstante, es una tendencia que está creciendo año a año, aunque me preocupa que en las formaciones docentes sigan sin darle lugar a estas miradas.

Golondrinas en acción

¿Cómo reaccionan los docentes frente a esta nueva formación, hay curiosidad?
-Sí, muchas personas se acercan a preguntar, aunque la mayoría son familias. El ambiente de Golondrinas siempre está abierto para que vengan a tocar, preguntar o bien observar un encuentro con les niñes. Aún así, siento que en ocasiones se asustan por el costo de las formaciones y desisten rápidamente de embarcarse en esa aventura. Al estar lejos, todo nos resulta muchísimo más costoso. Cuando preguntan, siempre intento transmitirles la idea de que solo poniendo una jarra con agua y un vaso a disposición de cuaqluier niñe, están generando un cambio enorme en sus salones.

Argentina fue uno de los pocos países del mundo en recibir muy tibiamente las ideas Montessori, incluso en América Latina. ¿Por qué creés que fue así? ¿Está cambiando?
-No tengo mucho conocimiento sobre la parte histórica de esa primera visita de María Montessori a Argentina o sobre la implementación de sus ideas en nuestro país. Sé por haber leído una nota en AlterEdu que se han encontrado materiales en distintas escuelas o bien relatos de personas que mencionan que utilizaban material concreto para aprender. Últimamente hay una mayor visibilidad de sus ideas, pero a su vez hay un mal uso de su legado cuando se comercializan «juguetes» o «plazas» que se dicen Montessori.
Año a año hay más personas formadas, por lo tanto hay más proyectos que se desarrollan. Eso tiene un impacto profundo en la comunidad. Actualmente, hay casi en todas las provincias de Argentina algún ambiente Montessori, y eso refleja que hay un cambio que se está forjando.

¿Qué cosas de Montessori crees que se pueden usar en clases de Lengua en cualquier escuela?
-¡Qué tema apasionante! En Primaria el rol del adulte se centra en ser un narrador de historias. Se vuelve la mirada sobre el relato, sobre la comunicación, pero por sobre todas las cosas sobre el trabajo de la importancia del lenguaje en la vida de los seres humanos. Por lo tanto, invitamos a les niñes a razonar sobre la gramática con material concreto, a realizar grandes investigaciones donde pondrán en acción su comprensión lectora, pero también su capacidad de ponerse de acuerdo con su grupo. Expresar una opinión, escuchar, ampliar el vocabulario y leer por placer son pilares fundamentales en el trabajo del Lenguaje en Taller.
Al convivir en un ambiente no graduado, la guía puede observar y acompañar el desarrollo del lenguaje, pues al no ser un aprendizaje directivo son les niñes quienes se autoconstruyen.

¿Se sigue sin recomendar la literatura fantástica en espacios de formación Montessori?
En Taller vale todo. Les niñes en esta etapa están desarrollando su mente razonadora, por lo cual ya no existe esa recomendación que se hace en la etapa de 3 a 6, donde se sugiere que los libros apelen a un contenido real.
Es muy común ver que un niñe recomiende leer un libro a otre. Los libros de sagas, de misterio, de aventuras, de ciencia ficción, suelen ser los grandes protagonistas. Al tener la libertad de elegir qué leer, la variedad de géneros y autores promueve el intercambio y despierta el interés.

¿Cómo se deberían evaluar los aprendizajes en cualquier escuela primaria? ¿Cómo lo sugiere Montessori y por qué?
-Yo trabajo en una escuela Experimental, donde la evaluación no se da a partir de exámenes y notas, al igual que ocurre en un ambiente Montessori. Por lo tanto, puedo decirte que es posible evaluar observando los trabajos que realizan les niñes. Además, un factor importante es que les tenemos por varios años, lo que favorece el conocimiento profundo de cada niñe. En Montessori les niñes tienen unas carpetas donde van colocando sus trabajos en proceso y terminados, y además cuentan con una bitácora en la cual anotan los trabajos que realizaron durante cada jornada. Una vez a la semana o cada quince días la guía tiene una entrevista personal con cada niñe, donde conversan sobre su trabajo. Es un encuentro muy significativo porque, por medio de la charla, tanto la guía como el niñe van analizando su proceso, es decir, lo van evaluando. En ese espacio la guía comparte su mirada sobre el trabajo que realizó, le pregunta cómo se sintió esa semana, cuáles serán sus próximos trabajos, en qué siente que necesita trabajar más. La idea es que les niñes sepan qué esperamos de ellos y que también conozcan el curriculum de su país. Propiciamos en ellos la responsabilidad por su proceso personal de aprendizaje, de esa manera no hay un adulte que juzga sino un niñe que construye su camino.

¿Dónde podemos ver tu trabajo?
-En Facebook o Instagram como @golondrinasmontessori. Actualmente, ofrecemos talleres y asesorías. Además, junto con dos guías creamos un proyecto que se llama “Tribu Montessori”, que ofrece un acompañamiento a las familias y docentes que quieran conocer actividades o propuestas para Primaria.

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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