Desde hace unos cinco años, referentes de espacios que garantizan el juego libre en la niñez de la ciudad y la provincia de Buenos Aires se encuentran para compartir los avatares de su trabajo. Algo que empezó muy espontáneamente, ya se convirtió en un hábito. Se buscaba la reunión con quienes hablan un lenguaje similar para poder cotejar situaciones en los respectivos ámbitos de juego y aprendizaje. En ese entorno relajado de atención y escucha, cada cual cuenta sus novedades, preocupaciones, preguntas, experiencias. Se va tejiendo una red de confianza y ayuda que puede ser difícil encontrar en otros contextos más formales relacionados con la educación, la psicología o la niñez en general.
El sábado pasado se reunieron representantes de siete espacios que albergan niños y niñas desde los dos hasta los once años, con diez de historia algunos, con solo tres meses de funcionar otros. Acompañé el encuentro y me propuse resumir algunos de los temas que se hablaron allí:
. Efectos de la pandemia. La pandemia generó que muchas familias buscaran espacios físicos alternativos a la escolaridad virtual. Sin embargo, vueltas las clases presenciales, algunas se retiraron. Se preguntan si estas entradas y salidas, que también se producen cuando la edad de niños y niñas avanza, son beneficiosas para este tipo de proyectos y las familias que sí tienen a esta mirada pedagógica como una elección consciente e informada. Existe siempre la tensión entre «caer» en el proyecto porque no abundan las propuestas o elegirlo por convicción. Relataron cómo, en un caso, los propios niñxs conversaban de su «escuela de mentira» y su «escuela de verdad».
. Cuidados. Estos espacios suelen percibirse como una extensión de la familia para los cuidados, donde el juego y el aprendizaje no se disocian.
. Organización autogestiva. La mayoría de las referentes y coordinadoras tienen reuniones semanales de equipo y mensuales o a demanda con las familias. La mayoría realiza también tareas de limpieza, y junto con las familias suelen ocuparse de las jornadas de mantenimiento, las compras y la organización de salidas o eventos. «Le corté las patas a la mesa de mi casa y la llevé al espacio».
. Economía. Todas tienen una economía comunitaria sin fines de lucro. Que funciona con diversos ingresos: aportes de las familias; rifas, ferias y eventos de recaudación; trueque de productos y servicios; redes de compras y emprendimientos gastronómicos comunitarios; donaciones y alquileres no cobrados; ahorros comunes (utilizados cuando la comunidad se achica, la inflación de precios y alquileres), etc. Esta economía suele estar transparentada en el grupo.
. Red. Estos encuentros se viven no solo como informativos: son espacios seguros para la expresión de emociones adultas y generan vínculos de confianza que van tejiendo redes en la región.
. Se reflexionó acerca de la incomodidad: de cómo estos espacios de honestidad, despojados de ciertas rigideces institucionales, provocan necesariamente momentos incómodos, de conflicto, tanto entre los adultos cuidadores como entre y con los padres y las madres.
. Todas relataron y valoraron cómo las familias muy involucradas reaccionan y protegen el proyecto ante situaciones de crisis. «Ver cómo la comunidad responde me hizo dar cuenta de que estoy donde quiero estar».
. Forma jurídica. Otro de los temas frecuentes en estos encuentros es la forma jurídica que adquieren estos proyectos. Por un lado, la formalización suele traer aparejados costos en dinero y tiempo voluntario que exceden la posibilidad de la comunidad. Pero, por el otro, otorga seguridad para el funcionamiento y la proyección en el mediano y largo plazo.
. Flexibilidad. Coinciden en que estos espacios suelen ir adaptándose a las posibilidades y la demanda de quienes sostienen el compromiso. Cada año y cada contexto es diferente, y en eso mostraron su capacidad para acomodarse, aun en pandemia. Flexibilidad para usar diferentes espacios, adentro y afuera, para armar y desarmar ambientes preparados, para adecuar cantidad de días y horarios mas convenientes, por ejemplo.
. Propuesta pedagógica. Sobre el registro de la cuestión pedagógica, las referentes comparten «escenas» observadas y las herramientas que cada cual tiene de su propio recorrido personal y formación, tanto formal como empírica. Para su propia preparación, también se apoyan mutuamente. «Hace poco nos reunimos, porque una de nosotras dijo que era un momento donde necesitaba más teoría. Como podemos, por fuera de las reuniones habituales y con nuestros hijes rondando, armamos días de lectura».
. Se habló de la neurodiversidad y sus formas de abordaje. La importancia de sugerir y participar de interconsultas siempre, trabajar en conjunto con familias y otros profesionales. Puede pasar que estos entornos sean propicios, como muchas han observado, pero también que no, que ese niños o niña necesite otro tipo de acompañamiento o estructura. O, incluso, que no existan las herramientas o las posibilidades materiales entre quienes acompañan.
. Una de ellas reflexionó sobre el diálogo permanente con las familias y cómo, muchas veces, se trata solo de «devolverles la confianza en ellos mismos y sus hijos»
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