Ya les conté que en Holanda conocí una escuela democrática que practicaba la sociocracia como forma de gobierno, tanto en los aspectos de gestión como de pedagogía (pueden leer la nota acá: https://alteredu.com.ar/2019/10/11/asi-funciona-una-escuela-democratica-holandesa/). Se llaman democráticas porque son parte del movimiento que considera que los y las estudiantes, de cualquier edad, pueden decidir sobre su aprendizaje como parte de sus derechos humanos. Algunas optan por la sociocracia por considerar que ninguna voz es minoría y para poder seguir organizándose de forma horizontal cuando el tamaño de sus organizaciones aumenta. La sociocracia privilegia el consenso, y el truco está en que eso no impida el avance de las decisiones y las acciones.
Muchos proyectos educativos y escuelas inician muy motivados el camino de la autogestión pero con poco conocimiento o hábito para tomar decisiones compartidas que, además, funcionen. Por eso, para aprender más, me puse a leer el manual que gentilmente me compartió la rama de habla hispana de la organización Sociocracia para todos. En «Muchas voces, una canción«, se explica que se trata de «un conjunto de herramientas y principios que aseguran el poder compartido«. Hasta ahí, lógico, pero la pregunta es ¿cómo? La propia democracia se queda floja a la hora de asegurar participación genuina e integración de las minorías. «Para distribuir el poder se requiere un plan. Porque el poder está en todas partes, todo el tiempo y no aparece o desaparece – siempre hay alguien que lo sostiene. Tenemos que tomar decisiones intencionadas acerca de cómo queremos distribuirlo (…), a diferencia de las organizaciones con poder jerárquico acumulado y centralizado».
Al principio, generar un sistema puede ser cansador. Pero «no tener un sistema o tener solo un sistema vago significa que hay mucho espacio entre líneas que se llenará con la vida diaria en las organizaciones. Como la analogía del agua: el poder fluirá hacia alguna parte. Si no somos intencionales respecto a la equidad, el poder fluirá de vuelta a un depósito». El consentimiento es el método básico de toma de decisiones en sociocracia. «Quiere decir que si yo le hago una propuesta al grupo, será aprobada si nadie tiene una objeción. Con consentimiento, un grupo puede decidir hacer lo que sea, por ejemplo, que quieren votar. Deciden cómo es su sistema de gobernanza en todo momento, y lo único que no podemos hacer es ignorar las objeciones razonadas». El manual se extiende por 300 páginas, recordando el origen de la práctica y detallando el funcionamiento de los círculos y subcírculos, objetivos, dominios, roles, rondas, objeciones, ajustes, agenda, etc. Incluso, se detiene en la reactividad emocional, la conversación cruzada o la falta de tiempo que suelen aparecer en los encuentros autogestivos con consejos para que las rondas sean mucho mejores.
Una experiencia latinoamericana
Para arrimarme más a nuestra realidad, conversé de manera virtual con cuatro mujeres de la Red de Educación Transformadora de Uruguay, que la ejercita desde hace ya un par de años, tanto entre los miembros de la red como con algunos ensayos dentro de sus escuelas. Me interesa saber si la sociocracia es aplicable a lo largo del tiempo y qué ventajas o dificultades han sentido hasta el momento.Con esas preguntas previas, ellas organizaron nuestra charla como una pequeña demostración de la dinámica sociocrática: elegimos una facilitadora y otra guardiana del tiempo. Nos propusimos una hora quince y, una por una, consentimos. Luego, nos turnamos para pasar la palabra.
«Suficientemente bueno por ahora y seguro para intentarlo» es uno de los mantras que recitan los sociocráticos para darse fuerzas y avanzar en un sistema de gobierno al que no estamos tan acostumbrados. Luciana Pérez Andrada propone presentarnos. Recuerda que, cuando la Red quedó conformada en un encuentro en la localidad de Florida, ella estaba justo haciendo una capacitación al respecto. Nació en Venezuela y vive en Uruguay desde 2011. Se graduó en su país natal como licenciada en Educación e hizo la formación AMI de Montessori 3-6 en Minas. Es fundadora de «Caballito de mar», una escuela en Punta del Diablo con énfasis en Montessori y el arte, que además es una Cooperativa de Trabajo. Su escuela tiene niños y niñas de edad de jardín y primaria, y proyectan seguir con liceo.
Alicia Montes de Oca fue alma mater de «INCRE» (en Montvideo) hasta que se jubiló en 2016. «Esta herramienta de gobernanza nos está resultando, tenemos mucho para aprender y para expandir también hacia los demás», adelanta.
Jimena Brienza forma parte de «Imaginate» en Montevideo, una escuela con 25 años que comenzó su mamá y hoy la siguen ella y su hermana. «La Red nos ha hecho crecer mucho. Tenemos los niveles maternal, inicial y primaria, y hay colonia de verano y club. Y un proyecto para secundaria que es una cooperativa de trabajo que aspirábamos a comenzar el año pasado pero calculamos podremos arrancar recién en 2022», explica.
Daniela Sosa es madre y se formó en el ámbito de la medicina complementaria. «Fue recién cuando nació mi hija, hace 11 años, que me involucré con la educación cuando empecé a investigar a la hora de escolarizarla. Así empecé a conectarme con personas que estaban buscando lo mismo y nos encontramos en el encuentro de Florida. Me considero activista de la educación y hoy formo parte de un proyecto itinerante que ha trabajado en el verano, atendiendo durante la pandemia a familias que buscaban soluciones que el sistema no brindaba. «La sociocracia permite dar pasos y buscar soluciones de forma colectiva desde un lugar no autoritario. Pasar tosas las cosas que decimos y hacemos por nosotros mismos nos hace tener mucha conciencia de lo que estamos haciendo. Eso nos da una responsabilidad gigante y no hay culpables de nada. Nos hacemos cargo», describe, y recuerda que «el primer mapa de la Red que hicimos para organizar la sociocracia fue muy exigente. Fuimos muy puntillosos y a la larga terminó siendo tedioso de tantos círculos. Pero en un momento hicimos una actualización, porque el asunto es revisando todo el tiempo, porque como sistema vivo permite que no colapse.
Luciana asegura que la compañía de Lucía (ver la entrevista más abajo), que ejercita la sociocracia en su vida diaria como parte de un ecoaldea y otras organizaciones, es vital. «Nos ha sostenido y nos ha ayudado a darnos forma, a encontrarnos en nuestras diferencias. Estamos en una época donde el activismo es necesario, sobre todo en temas abandonados, incluso silenciados. La participación desde un lugar honesto es difícil de sostener. Hay muchos grupos que se forman y así como se formaron, caen. La sociocracia permite que cada persona tenga voz al consentir, al nominar, al tomar tareas puntuales. También en la flexibilidad: ver si lo sostenemos o lo cambiamos», afirma. «Está siendo eficaz; los procesos quizás son más lentos para los impacientes, pero es más sólido lo que se decide. En Caballito somos 9 personas adultas. Conformamos un círculo de coordinación, otro de encuentro anual de la Red y otro de «guardianes de la misión». Al principio estábamos todos en varios círculos, pero nos fuimos bajando y confiamos en quienes los llevan adelante. Con el grupo general de primaria también hacemos prácticas sociocráticas en la redacción de acuerdos o para la elección de actividades. Por ejemplo, querían cambiar una clase de arte por otra cosa. Nos reunimos para escuchar las propuestas y se organizó un taller de música y otro de teatro. También intentamos llevarla a las comunidades, a las familias. Querían viajar por Rocha, entonces chicos y chicas compusieron una canción, armaron actividades. La sociocracia se trata de empoderar a todos lo que son parte con un fin común; lo jerárquico se diluye«.
Según Jimena, «al principio nos queríamos encasillar, perdimos mucho tiempo, pero al menos sirvió para integrarlo. Pero fue desgastante. Hoy encontramos nuestra forma y lo tenemos más naturalizado. En el colegio, muy tímidamente, lo he llevado a los chicos de 5to. y 6to., y fue vivir con ellos lo que nos pasó a nosotros. Aprendemos a decir las cosas y ponerlas en la conciencia en vez de taparlas. Este año veo necesario que los docentes se involucren. La sociocracia te da la coherencia de conectar lo que pensás y lo que sentís».
Cuenta Daniela que hoy forman la Red de Educación Transformadora más de 30 proyectos, personas y escuelas. «Bajamos la cantidad de círculos, y hoy tenemos de Coordinación, Centros y Proyectos, Comunicación y de Contención y bienvenida. «A los plenarios acceden las escuelas, proyectos o personas que hayan ingresado a la Red. Se van empapando mientras participan. Desde afuera parece que son grupos cerrados, inflexibles, que toman decisiones. Pero eso no pasa porque siempre es abierto. Nos propusimos hacer autoevaluaciones al año, una revisión de quiénes están en cada círculo, hacer nuevas nominaciones. El plenario anual es en febrero y luego hay plenarios mensuales, y cada círculo tiene sus reuniones».
Alicia recuerda que cuando conoció qué era la sociocracia se maravilló: por la coherencia, la transparencia y porque es como un organismo vivo. «Venía de más de dos años de búsqueda de comunidad, y cuando lográbamos el consenso nos pasaba que luego no lo queríamos tocar más. Eran cosas que, con ese mecanismo que tiene la vida, era complicado seguir manteniendo, pero nos resistíamos, por eso ese mantra es una parte esencial… En cada encuentro veo cómo se profundiza el conocimiento entre todos. En general tratamos temas de agenda en los círculos, y una de las cosas que decidimos para el próximo año es profundizar la sociocracia, porque nos mantiene atentos a lo que vamos sintiendo para manifestarlo. Cuando alguien no consiente, aporta elementos que los que consentimos no tuvimos en cuenta, y eso hace al tejido de la red más fuerte. Tenía a la sociocracia como algo circular, pero es interesante ver que plantea las dos cosas, porque las decisiones verticales existen pero desde una confianza que deposito en otro para que en determinado tiempo tome determinado rol.
¿Cómo logro que mi grupo la ponga en práctica? «Lo primero es hacer una reunión y preguntar a los integrantes si están dispuestos a cambiar de paradigma. Estamos muy metidos en las mayorías y las minorías, algo que nos hizo hacer agua cuando empezamos y aun teníamos una cabeza diferente. Para empezar, en la Red, todos debimos escribir qué entendíamos por red, qué por educación y qué por «transformadora». De esa tormenta de ideas y sentires surgen los fundamentos. Y en este momento sentimos que hay que volver a leerlo, por ejemplo. Cuando alguien decide sumarse a la red, debe leer el manual de sociocracia y los fundamentos de la red», describe Alicia.
Luciana se acuerda de que muchos de los miembros de la Red se pusieron en contacto entre sí gracias a Stefan, un documentalista de la educación alternativa de Uruguay. Algo como lo que nos pasó en Argentina con Germán Doin, director de «La educación prohibida». Sobre la vida útil de los círculos, Luciana explica que algunos van diluyéndose. «Teníamos dos, «Vínculos institucionales» y «Círculo económico», pero ahora cada uno hace el aporte que considere a la red. Y está la propuesta de hacer una publicación de la Red, así que seguramente se forme un círculo para la edición».
Les pregunto si este modo de gobernarse suaviza, de alguna forma, las emociones intensas que suelen aparecer en la conformación de los grupos intencionales. «Totalmente. No hay que tomarse las cosas de forma personal; hay mucho de comunicación no violenta». También quiero saber cómo documentan las reuniones. «Miguel es quien lleva todas las actas. Las hace rápido y se comunican rápido, al día siguiente. Hay un banco de actas en un Drive. El orden ha sido muy positivo porque es fluido. Se ha conversado muchas veces y revisado las políticas sobre cómo hablar por WhatsApp, por ejemplo. En general, si te vas con energía de las reuniones significa que fueron buenas, ágiles» explica Alicia, que además es pareja del encargado de actas. «Más allá de las diferencias entre proyectos, centros y escuelas, tenemos en común que nos salimos de la versión oficial de la educación. Y estamos todos de acuerdo en que educamos con el ejemplo. Por eso hoy te dimos esta entrevista sobre sociocracia practicándola».
El apoyo de Lucía
Las uruguayas destacan el acompañamiento que, para internarse en el camino sociocrático, recibieron de Lucía Battegazzore. Que, si bien no representa a ninguna organización en particular, su vida es «un entretejido interdependiente de colectivos y organizaciones». Vive hace muchos años en una comunidad intencional rural, a una hora de Montevideo. Desde ese lugar es parte de «Volviendo a casa», que define como «un espacio de vida y aprendizaje, desde donde abrimos la comunidad y compartimos herramientas de cuidado de la tierra y de las personas». Está involucrada en colectivos que buscan regenerar los territorios que habitan, como Domo Tortuga, es parte de un colectivo itinerante de Permacultura Popular, guardiana de visión de la red CASA Latina y Embajadora de la red global de Ecoaldeas (GEN – Global Ecovillage Network).
Se formó como facilitadora de procesos participativos en el Instituto de facilitación y cambio (www.IIFAC.org). «En ese camino aprendí que es posible ayudar a hacer emerger la sabiduría de un grupo, y es parte de la metodología de trabajo que utilizo con los grupos en las diferentes cosas que hago», me cuenta, mientras aclara que no da formaciones teóricas de sociocracia. «Creo que es un momento donde está cambiando nuestra forma de ver el mundo, y con eso nuestra forma de vernos dentro de las estructuras organizativas, como algo más orgánico. La sociocracia es de este tiempo y trae muchas cosas que nos ayudan a los grupos y comunidades en ese sentido», reflexiona. «Lo que yo hago es acompañar a los grupos a moverse hacia estructuras mas vivas y dinámicas, que llamo organizaciones bio inspiradas, usando la Sociocracia como marco. Facilito que las organizaciones/ comunidades/redes adopten en su funcionamiento propiedades de los sistemas vivos para volverse más orgánicas y flexibles y puedan adaptarse a los grandes cambios que están ocurriendo. Y esto generalmente resulta muy parecido a la Sociocracia».
Le pregunto cuál considera que es el tamaño de un grupo en el que es posible la sociocracia. «Yo vengo de la de la escuela del consenso, desde mi curiosidad de ver cómo se gobiernan las comunidades sustentables. En esos varios años validé esa herramienta maravillosa, donde se construye confianza para tomar decisiones colectivas. En mi experiencia personal, cuando un grupo crece en número y complejidad, el consenso queda lento y poco efectivo, y es ahí cuando la sociocracia aporta agilidad y efectividad sin perder los valores. En grupos chicos creo que sigue siendo mejor el consenso». Aprendí sociocracia orientada a Comunidades con Diana Leafe Christian en la Red de Casa Latina (un Consejo de asentamientos sustentables), donde luego de formarnos la implementamos. Experimenté su efectividad en una amplia red continental multicultural, con encuentros mayormente online. La utilizo a escala de comunidad y a su vez, como la red continental es parte de una red global (Global Ecovillage Network), que también utiliza sociocracia, puedo decir que la estructuración fractal ayuda un montón a las redes internacionales y a organizaciones grandes y complejas».
-¿Cuáles son los beneficios de la sociocracia en espacios educativos y escuelas?
-En el acompañamiento que hice a la Red de Educación Transformadora de Uruguay y a algunos centros educativos, pude vislumbrar que lo que es permeable en la educación no es lo que se enseña sino cómo se transmite. Entonces, la forma en que se gestiona el centro educativo es fundamental en la coherencia para una nueva educación. De esta forma es que a les niñes les llegan los valores, integran las propiedades de auto organización, de autorregulación, la organicidad y plasticidad de los sistemas vivos, y entonces sí, veo un potencial enorme en las escuelas que usan sociocracia para su gestión. En cuanto a la organización de los propios niñes no tengo todavía experiencia cercana, pero sí creo que es para donde vamos,. Adoptar la metodología para la gestión en la escuela, en esa visión fractal que hablaba, se puede extender orgánicamente para todas las escalas: desde la gestión del centro a la gestión de una red de centros, así como desde la gestión del centro a la gestión del aula, creando una forma totalmente nueva de aprender.
-Visité una escuela democrática holandesa donde la practican (Vivere) y vi la película “School circles”. Me queda la duda de si la sociocracia puede congeniar bien también con nuestra cultura latina.
-Cada organización adapta a su propia cultura esos principios, a su manera, y terminan usando la sociocracia con las variantes necesarias para cada particularidad. Y aunque se originó en el norte europeo, creo que en el contexto latino es muy adaptable si comprendemos los conceptos y principios detrás de cada cosa, sobre todo el inspirarnos en cómo se organiza la vida. De hecho, la red latina de Ecoaldeas incorpora la sociocracia antes que la red europea o la global, y eso ayudó a expandirla e implementarla en toda la red, al revés de lo que yo hubiera imaginado.
-Acompañando a organizaciones locales, ¿qué dificultades y respuestas viste?
-Uno de los desafíos que vi en la Red y que veo comúnmente en organizaciones de base pioneras, acá en Uruguay y en el sur global, es el poco apoyo qué hay para el desarrollo de este tipo de iniciativas innovadoras, que no son valoradas como la punta de flecha que son, y que tienen que hacerlo todo muy contracorriente. Una re-estructuración organizativa requiere de tiempo, de formación, de plata, de facilitación, de cantidad de cosas que no están tan disponibles ni para los centros educativos ni para las redes. Es lindo ver cómo, así y todo, son imparables, ya que todas esas personas que vienen trabajando en ese marco educativo ya tienen incorporada todo esta visión del mundo de funcionar como organismo y no como máquina. Entonces, es súper fácil que lo adopten, que lo transformen, que se apropien.
-¿Qué organizaciones de la vida pensás que tienen naturalmente un funcionamiento más sociocrático? Es decir, ¿podemos tomar ejemplos y similitudes con alguna práctica biológica o cultural ya establecida?
-Yo lo que veo es que cualquier grupo horizontal que se junta, de forma natural, orgánica, cuando aumenta su complejidad pasa de ser un solo círculo (un organismo unicelular) a tener una asamblea (organismo multicelular), con comisiones operativas (órganos)… Hay una tendencia para ese lado y yo creo que, instintivamente, los grupos con valores de equidad y transparencia, cuando funcionan desde el nuevo paradigma, adoptan formas que son las que hacen que el sistema funcione orgánicamente. Muchas organizaciones, sin tener idea de la sociocracia, adoptan formas muy parecidas a las sociocráticas u holocráticas o con variantes, pero con la misma escencia.
Más sobre el trabajo de Lucía y su red en www.volviendoacasa.info.
Foto de portada: https://www.facebook.com/GlobalEcovillageNetwork
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