Reportan problemas en el examen libre de marzo en CABA

Por Ivana Vallenari (@ivanavallenari)

La semana pasada, niños de todo el país se presentaron en las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires para certificar sus estudios a través de la modalidad de examen libre. Sin embargo, muchos nos llevamos una ingrata sorpresa al encontrarnos con que el propio Ministerio de Educación había rechazado a muchas familias por no cumplir con determinados requisitos.

Hace años que el Reglamento Escolar de CABA contempla en su artículo 53 el derecho a examen libre de todos aquellos que son educados en sus hogares o en instituciones no reconocidas. Pero ahora, al parecer, surgieron ciertas modificaciones en la normativa, o tal vez algunas rigurosas formas de implementarla, que impidieron validar la educación de un gran número de chicos. Así fue que el martes pasado sólo pudieron ser evaluados aquellos que habían desaprobado o estado ausentes en el examen anterior, en noviembre de 2021.

Muchas familias empezaron a elegir esta fecha de febrero o principios de marzo (propuesta por la misma Dirección de Escuelas Primarias) debido al caos que se estuvo viviendo los últimos años en el mes de noviembre. La cantidad de familias que han decidido optar por metodologías de aprendizaje alternativas y certificar estudios a través de este medio se incrementó considerablemente, excediendo muchas veces el número de niños esperados en cada colegio. Por esta razón, y para descomprimir los establecimientos asignados, varios padres y madres preferían últimamente presentar a sus hijos al comienzo del nuevo ciclo lectivo. Pero, esta vez,  fueron rechazados incluso un día antes del examen, a pesar de que muchos habían viajado kilómetros para asistir a la escuela que todos los años anteriores los había recibido amablemente.

Lo peor es que las trabas del Ministerio no se limitaron exclusivamente a las fechas. El año pasado hubo inconvenientes con los chicos con Altas Capacidades Intelectuales, a quienes no se les permitió certificar años más avanzados a los que les correspondía por edad. También existieron conflictos con aquellos que no tenían domicilio en CABA y con las familias que rindieron siempre en una misma institución, viéndose obligados este año a presentarse en una nueva y desconocida. Sin mencionar el maltrato que muchos experimentaron por parte de varios establecimientos por el hecho de no recibir una educación convencional.

Claramente, estamos empezando a ser presionados y limitados por las autoridades, quienes ponen cada vez más objeciones para validar en las escuelas públicas los estudios que las propias familias se hacen cargo de brindar. Así, dificultan las cosas para estos niños que podrían estar dentro del sistema sin exigir ninguna plaza escolar en un Estado hoy colapsado. Una situación de ganar-ganar que podría ser incluso aprovechada y fomentada, pero que pretenden dinamitar por el simple hecho de educar distinto. Me pregunto yo dónde está la inclusión en todo esto.