«Para construir una escuela hay que pensar hacia dónde miran los niños», dijo el director nacional de infraestructura educativa

No lo dijo Francesco Tonucci, sino un tocayo: Francisco Javier Candioti, el Director de Infraestructura del Ministerio de Educación de la Nación (Argentina). Escucharlo fue para mí una revelación, porque sus declaraciones podrían sustentar tantos proyectos alternativos que acompañan sus rupturas pedagógicas recreando con gran creatividad los espacios físicos donde ocurre el aprendizaje. Y que suelen ser rechazados o sancionados precisamente por esa reinterpretación del aula clásica.

Cuando estudiaba en Santa Fe, dice Candioti que tuvo una epifanía. «A partir de un trabajo práctico del taller de Arquitectura Escolar descubrí que mi trayectoria educativa podría haber sido distinta. En particular, usando el espacio como excusa para pensar una manera diferente de enseñar y aprender«.

Su tesis, dirigida por la especialista Margarita Trlin, le permitió entrevistar a gran parte de los directores de secundarias de Santa Fe y «entrar al corazón de los problemas de esos edificios». Desde 2004 forma parte del Ministerio, y eso le permitió conocer el territorio nacional. «No hay una sola forma de abordar la creación de un edificio escolar por nuestra diversidad geográfica, cultural, en seis regiones bioclimáticas diferentes. Son 60 mil establecimientos en un país donde la mitad de sus usuarios, niños, niñas y adolescentes, no tienen sus necesidades básicas satisfechas» le dijo a Jorge Raedo, moderador de las muy valiosas charlas «Anidar. Arquitectura y niñez».

-Pareciera haber un diálogo conflictivo entre pedagogía y arquitectura.

-Una conclusión casi inevitable es que no puede existir una división entre arquitectura y pedagogía. Es indispensable para que el tema del espacio escolar se resuelva armónicamente y de una manera adecuada. Incluso, un uso alternativo del espacio no necesariamente debería estar ligado a un edificio nuevo o una ampliación. Se puede repensar cómo se está administrando hoy un espacio escolar, porque uno puede encontrarse con obstáculos que interfieren con determinadas prácticas pedagógicas. Hay un montón de cambios, de apropiaciones, que podrían repensarse en términos materiales e intangibles.

-¿Has vivido alguna experiencia donde el profesorado influya en la mejora de estos espacios?

-Me viene a la cabeza una escuela especial en Jujuy para estudiantes con discapacidad auditiva. Allí la comunidad tuvo una participación virtuosa. Creo que la arquitectura es un reflejo del campo de la pedagogía, y si bien no quiero entrar en un ámbito que no es el mío, parecería que hay cuestiones pensadas de manera distinta en los primeros años de desarrollo infantil, en donde la concepción pedagógica se refleja en el espacio. Pareciera que en las escuelas infantiles es donde algunas innovaciones han sido mas fáciles de implementar que en otros niveles. Ahí se ven rincones, diferentes formas de apropiación, incluso espontáneas, espacios vacíos. Hay también mucha más relación entre la sala y el espacio exterior. El juego es una parte intrínseca en el nivel Inicial y eso se nota.

En otros niveles, es una cuestión difícil de romper desde la arquitectura; no debiera hacerse solo desde allí, es un trabajo múltiple y conjunto. El aula suele ser un espacio normalmente ya resuelto de 7,20 por 7,20, para treinta pupitres. Y no lo cuestionamos tanto. Pareciera que en el paso de los 5 a los 6 años el niño no tiene más necesidad de jugar. Y aparece el patio como playón de cemento, muy distinto a lo que vivieron hasta esa edad. La sala, que era ese espacio tan diverso y de golpe, a los 5, se gradúan de la niñez. Los baños empiezan a dividirse por género. A algunos les cuelgan las patitas en los bancos. Descuidamos el uso del color, del espacio natural. Es una gran deuda pensar a la niñez como algo más orgánico. Necesitamos ponerle más atención a ese paréntesis de los 6 a los 18.

-Es cierto. El pensamiento pedagógico de 0 a 6 es más avanzado y arriesgado, con espacios más interesantes. El otro día me decías que la cabeza del docente transforma el espacio.

-Sí, por eso pongo la diapositiva de la escuela de las hermanas Cossettini, que fue disruptiva en el siglo 20. Su arquitectura era decimonónica, similar a las escuelas clásicas compartimentadas y secuenciadas, con galerías y aulas. Pero las cabezas de las hermanas fueron mucho más allá de esas paredes. Hicimos un seminario donde participaron experiencias piloto. Lo más llamativo de esas experiencias era para mí el momento en que el docente empieza a tirar esa pared con su cabeza. A sentir la necesidad de dar clase de otra manera. Construir el deseo en las comunidades de vivir el espacio de otra manera, para que la transformación sea palpable y virtuosa. Porque las paredes que se tiran abajo sin un convencimiento vuelven a erigirse. Es una lucha constante. Desde la Dirección alentamos el uso de puertas móviles y salas que se vinculen entre sí, pero encontramos resistencia de los docentes. Casi como, a nivel hogareño, la clásica dicotomía entre la cocina cerrada y la abierta. Si no está trabajada con las comunidades, la arquitectura pasa a ser un estorbo inclusive. Tampoco sirve hacer escuelas departamentalizadas, con espacios especializados (área de Lengua, laboratorio, etc.) si no hay disponibilidad de plantas docentes y otras variables que deben estar resueltas antes.

-¿Crees que los procesos arquitectónicos deben ser participativos?

-Hay que tomar nota de las cosas que sí suceden y dar cuenta de una manera arquitectónica (muestra fotos de niños de Primaria jugando como los de Jardín, o de adolescentes en el piso, descansando o leyendo).

Nosotros como Ministerio recibimos los proyectos elaborados por las provincias. Somo articuladores y somos los que financiamos las obras, pero las necesidades y las prioridades las establecen las jurisdicciones. Y de qué manera hacerlo también es una potestad de las jurisdicciones. Entonces, ése es el gran desafío si puedo darte mi lectura de estos años. Que esta articulación que tratamos de dar a nivel nacional se replique metódicamente en las jurisdicciones. No es lo mismo trabajar una caso particular que un sistema de varios establecimientos. A veces están dentro de las secretarías o ministerios de Obras Públicas, no siempre dentro de su ministerio de Educación. Las instancias de financiamiento son muy cíclicas, hay momentos bonanza y otros donde se retrae. Por eso es una realidad la premura por salir con proyectos cuando hay dinero. Y por eso quizás no son óptimos los procesos de articulación de los proyectos. También sucede que es raro encontrar en esos equipos diseñadores industriales, paisajistas o diseñadores gráficos que podrían ayudar a definir otros tipos de escuelas.

Y otra cuestión es que hay una tensión muy fuerte entre el caso y el sistema, en términos de que las comunidades tienen particularidades y que aspiramos a un diseño que contemple las particularidades, pero a la vez, el sistema educativo general tiene unos tiempos diferentes. Una comunidad educativa es hoy una y mañana es otra. He sido testigo. A veces cuando cambia el director o directora y cambian las condiciones demográficas. Eso es muy fluctuante, mientras que en el sistema hay cuestiones más duraderas en el tiempo. Pero es interesante estudiar y poner esto sobre la mesa para poder abordarlo. Una escuela pide espacio para danzas y música, pero desde el sistema vemos que con dos aulas más eso equivale a una escuela completa en otra provincia, por ejemplo. Tenemos que asegurarnos un uso de ocupación plena. El sistema va regulando, me tengo que abstraer del caso puntual para tener una visión de 360 grados.

En cuanto al uso y naturaleza, priorizamos que haya un bajo mantenimiento. La normativa que hay es del año ´98, cuando no había algunas agendas como las actuales, como el uso eficiente de la energía. Pero sí figura como un tema a considerar.

-¿Qué imaginás como la definición de un nuevo espacio escolar?

-Traigo de nuevo a Olga Cossettini como metáfora, porque yo no sé si tenemos que ir tanto al futuro sino echar mano del pasado y ponerlo en práctica de una vez por todas. Creo que la pólvora ya se inventó y hay que articularlo e institucionalizarlo en una política pública. Significa que forme parte de la currícula de la formación docente y de la formación arquitectónica, por ejemplo. Estamos hablando de las escuelas pospandemia y parecería que la ventilación cruzada se descubrió hace dos meses.

No creo que haya que descubrir nada. Siempre quisimos que la escuela sea un espacio amable, lúdico, estimulante, colectivo, posibilitante. Y eso no está en el futuro, en la NASA, sino en algo muy humano, muy antropológico. Hay que pensar hacia dónde miran los niños. Que sean espacios de goce. Eso es lo que me pasó cuando hice la tesis. Me di cuenta de que la trayectoria debe ser una trayectoria de goce, porque de otra manera sería una trampa. Y hay parte de nuestra herencia histórica educativa que es altamente posibilitante, no restrictiva.

Ver la conversación completa de Arqa/Conversaciones Anidar en: https://www.instagram.com/tv/CZ-VMnBMlYB/?utm_source=ig_web_copy_link

Desde 2015 existe en la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Nacional del Litoral una especialización en Arquitectura Educativa. Conocela: https://web9.unl.edu.ar/noticias/news/view/nueva_especializaci%C3%B3n_en_arquitectura_para_la_educaci%C3%B3n_2#.YgwphlXMLIU

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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1 Respuesta

  1. gisselle dice:

    buen dia estoy muy interesada en formarme en educacion reggio educacion viva y conciente y temas relacionados a una crianza diferente. para mis mellizas lola y esmeralda. me siento perdida buscando info porque no tengo experiencia en esto.
    gracias