Para muchas parejas que ya tenían plantada la semilla de la curiosidad en materia de crianza y educación, la pandemia fue un catalizador. Es el caso de Mariana Erramouspe, Milagros Lema y Darío Laborato, vecinos del mismo barrio y con hijos chiquitos de edad similar. Milagros es maestra de nivel Inicial y guía Montessori con 15 años de experiencia. En ese momento terminaba su licencia por maternidad, pero en vez de retomar su trabajo en un colegio, decidió organizar una colonia con la filosofía Montessori en su casa.
Mariana es abogada y una de las madres que se había sumado. Cuando las cosas retomaban su ritmo le preguntó por qué no se agrandaban y hacían una escuela. Cristian, el marido de Mariana, se sumó como inversor y lo mismo hizo Darío, otro papá de la colonia. Así nació Campus Montessori, un sueño de tres familias que ahora en Octubre cumple dos años.
Un proyecto diferente
En estos días fui a conocerlo. El terreno sobre el que está instalado es bellísimo, en una zona que aún no está completamente urbanizada, con entrada sobre la avenida Italia en Benavídez. Con la suerte de que, al fondo, linda con un centro ecuestre, por lo que los chicos conviven con sus vecinos los caballos alambrado de por medio. Hay también una huerta pedagógica construida especialmente con las medidas para que ellos puedan trabajar. Se nota que el espacio natural es una prioridad, porque las diferentes estructuras están proyectadas hacia afuera, con acceso a las áreas verdes.
Las familias fundadoras son las que van dando forma a la propuesta y sus opiniones forman parte del crecimiento de la institución, que poco a poco comparten con las nuevas. Para construir la comunidad pusieron en marcha una escuela para padres, con talleres sobre educación y crianza respetuosa. «Muchas ya conocen Montessori cuando se convierten en madres, pero vienen con una crianza muy distinta y arraigada. Queremos explicarles el por qué de cada decisión que tomamos en los ambientes para que puedan poner en acción los mismos valores en su casa también. Hasta ahora hemos ofrecido talleres sobre la pedagogía, alimentación sana y disciplina positiva», me cuenta Milagros.
Esta semana el proyecto fue presentado a las familias cuyos hijos ya están terminando Casa de niños. Como el proyecto de Taller aún no está cerrado, se hacen lluvias de ideas para entender qué es lo que los padres consideran esencial en la educación de sus hijos para el futuro. La educación para la vida real, la gestión emocional y la innovación son los ts ejes centrales.
Otro de los aspectos interesantes de Campus Montessori es que desde el principio se pensó una unidad de negocios separada que contribuya a la generación de fondos para el espacio de aprendizaje. Se construyó un salón de eventos con acceso independiente que también se usa para las actividades educativas, de movimiento o los días de mal clima. En otro bloque edilicio también hay un espacio habilitado para las familias que buscan un lugar de encuentro y coworking, más un instituto de inglés que funciona por las tardes.
Milagros me lleva de recorrida por los ambientes de Comunidad Infantil y Casa de Niños. «Si bien la mirada Montessori resalta la independencia y la autonomía, no todo lo hacen solos», me explica mientras vemos la actividad desde afuera. Hay chicos trabajando con perlas o preparando todos los pasos para armar un florero.
Me cuenta que a partir del año que viene van a dedicar dos horas semanale los viernes para encontrarse entre los docentes y guías para lograr un buen manejo de herramientas y recursos a disposición del equipo docente y así compartirlos con sus alumnos, que es donde está puesto el foco de la escuela.
Orígenes
El primer alumnito Montessori de Milagros fue su hijo mayor. Una compañera de trabajo le pasó libros de Montessori y empezó a practicar en casa. También tuvo influencia en su formación el Colegio Lasalle, donde fue alumna y después maestra. «Me dejaban hacer porque veían que los resultados eran buenos. Yo le decía ambiente a mi sala, hacíamos otras cosas y salíamos al recreo en otro momento. Les agradezco que me hayan dejado aportar mi granito de arena dentro de un sistema tradicional, del cual, igual, siempre rescato muchas cosas buenas», recuerda.
Mariana ya sabía sobre el método cuando estaba embarazada, así que preparó el cuarto del bebé para garantizar la autonomía y el movimiento libre que propone la pedagogía. Cuando se sumó a la colonia de Milagros estaba encantada, y muy pronto empezó a ayudarla y organizar la comida dentro del espacio. «Nos hicimos amigas y empezaron a llegar otras familias que estaban peregrinando. Y digo peregrinando porque realmente es una lucha buscar escuela fuera de lo tradicional, hay que poner el cuerpo y no es fácil estar convencidos«, reflexiona.
En Octubre de 2022 arrancaron en el nuevo predio esos primeros 17 nenes y nenas de la colonia. Hoy vienen 140 niños. Me cuentan Mariana y Darío que ese número permite estar en el punto de equilibrio económico, pero que aún es necesario seguir en movimiento para construir el próximo edificio para la Primaria. «La parte difícil es invertir en Argentina, pero vamos a ser creativos, tenemos el predio a disposición y una hermosa comunidad de padres que acompaña. También estamos convocando empresas proveedoras de soluciones sustentables para que nos equipen y puedan tener beneficios impositivos«.
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