Montessori Trevelin, pionera de la pedagogía que ya tiene tres experiencias en Chubut

En Septiembre pasado viajé a Esquel y aproveché para conocer el proyecto educativo Montessori Trevelin. Empezó, como muchos otros, con un grupo de madres y padres primerizos inquietos por la educación de sus hijos. Sin cupos en la escuela provincial municipal experimental «El Molino», decidieron organizar un grupo de juego rodante junto con una profesora de nivel inicial. «Primero estuvo Luisina y después tomó la posta Jaquelina Myburgh, que hoy es asistente de Casa de niños», me cuentan Clara Huffmann e Inés Cavallo

«Yo venía formándome en Montessori (es Guía de 3 a 6 por IMI), y en 2018, ya con la idea latente de fundar una escuela, empezamos un grupo de estudio para leer a María  Montessori. En ese momento se sumó Melina Moreno, que llegaba desde Córdoba con sus dos hijos. Sol Tiesso también fue una figura fundamental en los inicios de la escuela en 2019″, recuerda Clara. «Gracias a la Fundación Argentina María Montessori (FAMM),  contacté también a Idalea Aun, que casualmente se había formado con Inés hacía un tiempo. Ella es de Tucumán y su hijita también estaba en sus primeros años», recuerda Clara.  

«La pandemia, a pesar de la disrupción, nos hizo pensar mucho en la tecnología y la educación, y armamos nuestra propia forma de seguir adelante. No nos parecía lógico hacer encuentros por Zoom con niños de esa edad, así que decidimos armar unos cuadernillos mensuales que dejábamos en un punto para que las familias los retirasen. Tenían actividades y juegos acordes a la edad de cada uno. También grabábamos videos breves con las guías leyendo un cuento, para que no perdieran el contacto y tuvieran registro de que ellas seguían ahí». 

En esta historia hay un detalle que no es menor. Inés Cavallo es hija de Valery Mayer, que fue una de las dueñas del jardín de infantes Olivos Montessori, pionero del método en el país (leé mi nota acá). Sus primeros años de desarrollo fueron allí, y cuando terminó la escuela se formó como guía en FAMM y trabajó junto a su mamá. Llegó a Trevelin por una oportunidad en turismo, cuando su hermano la llamó y le pasó el contacto de Clara, una ex compañera de colegio que también estab viviendo ahí. Ellá también esperaba su primer hijo y se sumó al grupo. 

Hoy forman parte de una cooperativa de enseñanza junto a Melina Moreno (que había llegado de Córdoba con sus dos hijos en ese momento), Jaquelina Myburgh, Jorgelina Orellano y Heliana González. También trabajan en los ambientes Paloma, Ayelen, Marcela, Paula y Sharon. Cuatro de los hijos e hijas del grupo fueron abriendo el proyecto, que hoy ofrece Taller 1 y 2. Los primeros trámites para el reconocimiento como escuela en el sistema educativo provincial ya fueron iniciados.

Crecimiento sostenido

En estos cinco años, el proyecto logró asentarse e ir creciendo. Al principio, una rareza, hasta que el “boca en boca” empezó a funcionar y las recomendaciones eran buenas. Hace unos días, incluso, Clara fue convocada para dar una charla a los estudiantes de Educación Inicial en Esquel. Y no sólo eso: hace poco recibieron a «Espacio Siembra» de Playa Unión (una madre homeschooler y otra profesora de primaria formándose en Montessori) y a «Pisa pisuela«, un escuela infantil de Comodoro para hacer observaciones en sus ambientes. “Se contactaron y nos pidieron venir. Dijimos que sí, porque nosotras también empezamos a pulmón y queremos estar abiertas a proyectos que arrancan. Además, nos gusta que nos hagan una devolución. Porque uno empieza a trabajar y enseguida aparece el ojo crítico; entonces, el mensaje de lo bueno que se ve desde afuera es hermoso, y nos hace muy bien”, relata entusiasmada Inés.

También recibieron un piropo de una maestra de Inicial que trabaja en la colonia de verano del polideportivo del pueblo. “Ella empezó a interesarse en nuestro proyecto porque podía reconocer cuáles venían del Montessori, por la autonomía o la capacidad de defender sus ideas”, me contaron orgullosas. Suenan pomposos los halagos, pero lo cierto es que estos proyectos que se inician por una poderosa motivación intrínseca y todo en contra, los necesitan como agua en el desierto. El desconocimiento, el aislamiento, la desconfianza y la falta de recursos pegan fuerte. En este momento, son la única institución educativa del pueblo que no recibe apoyo económico de fuentes externas.

En ese sentido, la conformación de una cooperativa tiene tanto que ver con gestionar de forma horizontal entre sus seis integrantes como la de tener una figura legal que permita conseguir fondos de distintos orígenes. Según me explican, el equilibrio económico actual se explica por el hecho de que no pagan alquiler por los dos locales donde funcionan porque son propiedad de las familias integrantes. También ayuda el alquiler turístico de un cuarto anexo durante la temporada alta, de Octubre hasta Abril. Sin embargo, sienten que los retornos de las guías y auxiliares están muy por debajo de lo que trabajar con este método exige.

Los ambientes

Llegué a Trevelin justo cuando todos los ciruelos de las calles y las casas estaban florecidos de rosa. Como era de suponer con ese entorno natural imponente, me contaron que las salidas a la naturaleza son frecuentes. El río Percy está a unas cuadras, pero todo el Parque Nacional Los Alerces está a disposición.

También van con frecuencia a la Biblioteca Popular. Hablando de ciruelas, los chicos y chicas de Taller cosecharon e hicieron dulces para vender y con esa plata comprar materiales de perlas. “En Taller hay un tesorero, que administra la plata que puedan ir generando con sus proyectos y que definen en asamblea”, me explican Clara e Inés. Ahí en un costado está todavía anunciada en la pizarra la venta de panqueques, que se usó para reponer el libro «Emocionario» de la biblioteca. 

“Los materiales son nuestra columna vertebral. Pero ya en Taller se empiezan a estructurar los proyectos en torno a los intereses de los chicos y el curriculum. Esos muñecos que ves ahí son parte de una obra sobre un mito griego que seleccionamos, guionamos y ahora vamos a representar para las familais”, me cuenta Clara.

Estos dos últimos años han sido de grandes movimientos. Hasta ahora, en una de las casas funciona el ambiente para los de 2 años en la planta baja y el de mayores de 6 en la planta alta. Tienen un jardín común, con horno de barro y hasta un pequeño gallinero que este año no habilitaron. Pero ahora, como ingresan más chicos en Taller, decidieron dedicar la casa completa a esa franja de edad y salir a buscar un nuevo espacio para lo que consideran el semillero de todo el proyecto. Es que la guardería municipal tiene lista de espera y son la única otra opción de cuidados en el pueblo. Las jornadas son de medio día, pero agregaron la opción de Inglés por las tardes, con clases que adoptan la impronta del método.

Luego de pasar un rato en taller, donde los chicos y las chicas de distintas edades están en plena tarea, nos vamos en auto hasta “Diente de león”, el ambiente de Casa de niños. Está en la esquina de un boulevard con más ciruelos florecidos. Me siento en un almacén gauchesco del siglo pasado, con su pared de ladrilos y adobe. Por dentro es una belleza: lo restauraron con ayuda de las familias y con criterios específicos para el método.

Me cuentan que es un desafío encontrar educadores que entiendan que trabajar en una cooperativa es mucho más que ganar un sueldo y que, a la vez, se adapten a ser docentes con el método Montessori. “Sin embargo, cuando alguien se incorpora vemos que lo hace con mucho compromiso. Además, nos interesa la diversidad de perfiles dentro de la escuela, porque uno también como adulto tiene espacio para mostrar sus pasiones y contagiar a los chicos ese entusiasmo”.

Igual con las familias. Al principio, llegaban principalmente las personas cercanas a las fundadoras. Pero poco a poco se acercaron también los nacidos y criados, incluso desde Esquel, y familias de otros países”, comenta Clara. “Nos interesa esa diversidad y por eso, si bien nos sostenemos con los aportes de las familias, estamos abiertos a intercambios y acuerdos económicos distintos para quien se quiera sumar con compromiso”.

Con mucho esfuerzo siguen formándose, ofreciendo desde la cooperativa esa posibilidad a quienes llegan sin conocer el método. También hacen reuniones virtuales de supervisión con Romina Acuña, una Guía de Taller y Casa de niños formada en FAMM, que vive y trabaja en una escuela Montessori de EE.UU. Con ella consultan las observaciones y dudas que surgen en el cotidiano, considerando que es el espacio de aprendizaje más nuevo.

Me despido y las felicito con una alegría doble. Por tener la oportunidad de ver con mis propios ojos cada uno de estos destellos de educación que transforma a las personas y porque compruebo que los humanos siempre nos abrimos camino en cada geografía que nos toca habitar.

Contacto con Montessori Trevelin: https://www.instagram.com/montessoritrevelin/

 

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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