Los límites: punto fuerte y flaco de la crianza y la educación respetuosas

Se requiere no poca habilidad para contener y dar aire al mismo tiempo a través de los límites, eso que sin lugar a dudas es uno de los cucos de la maternidad, la paternidad y la educación en general. Sobre todo porque, más allá de los matices de cada familia de origen, muchos de los adultos actuales nos criamos en una sociedad más autoritaria que la actual. Entonces, llegado nuestro turno, no sabemos muy bien qué sustancia y tensión darle a las riendas con las que manejamos el carro de nuestra propia familia.

La escena también es válida para los entornos colectivos y comunitarios, donde queremos educar con el mismo respeto que criamos a esas personas pequeñas que tienen desde que nacen los mismos derechos que nosotros. Abusar o prescindir de ciertos límites es como no saber usar bien las especias al cocinar. Las consecuencias son evidentes en la vida de los niños tanto como en la de los adultos a cargo. Y aunque hay literatura sobre el tema, siempre me pareció que hablan de límites quienes ya de por sí tienen una mirada bastante limitada -en el mal sentido- de la infancia: por acción u omisión, avalan la falta de movimiento y juego en las instituciones escolares y sociales, el exceso de tareas y horas dedicadas a actividades educativas que no están basadas en las necesidades ni los intereses de desarrollo de cada etapa, la falta de tiempo de calidad de los padres con los hijos, la negación de la autonomía para tomar pequeñas decisiones de acuerdo a su maduración, entre otras.

Por eso me gustó la idea de hablar con Ana Bellavigna, que desde hace tres años da cada mes un «Taller de límites» desde su propia mirada respetuosa de la infancia, la de la «educación viva». Ya pasaron por allí más de 500 personas.

-Te formaste como licenciada en Educación, en Educación Especial y en Gestalt. Ahora trabajás con el enfoque de la Educación Viva. ¿Cómo llegaste de un marco más convencional a éste? ¿Hay algo que te haya hecho click?

-En principio creo que la educación especial y la Gestalt son marcos para nada convencionales (en el sentido asociado a la educación tradicional). Cuando yo me formé en educación especial ya estaba vigente el paradigma inclusivo, que tiene varios puntos de contacto con la educación viva ya que propone un marco de atención centrado en la persona y ofrece un modelo educativo abierto, que aloja la diversidad humana. La Gestalt, por su parte, se nutre de muchas fuentes teóricas comunes con la educación viva y pone la autorregulación al centro del proceso terapéutico, con lo cual también se hermana con la educación viva.
Particularmente, cuando conocí la educación viva, me di cuenta que, en cierto punto, ya la estaba ejerciendo, sin saberlo, sin conocer esa denominación. Pero encontrar la Educación Viva me permitió validar y sentirme más segura en mi búsqueda profesional.
Más allá de todo esto, el click fuerte lo tuve trabajando en una escuela pública muy particular de la ciudad de Buenos Aires. Era «la» escuela común del distrito que alojaba a todxs lxs niñxs que “se salían de la norma, que no se adaptaban, que no aprendían”. Durante esos años me tocó acompañar a muchxs de esxs niñxs, que llegaban a la escuela cargados de frustraciones, etiquetas de fracaso escolar o problemas de conducta, baja autoestima… Me tocó ver de cerca la tristeza y el dolor de muchxs niñxs lidiando con un mundo adultxcéntrico que no era capaz de sentir su necesidad. En un comienzo creía que mi trabajo era ayudarles para que pudieran adaptarse. Trabajaba con mucho esmero, desplegando recursos y estrategias de lo más innovadoras… pero me faltaba algo: des-anestesiarme ante su dolor. La historia es larga, pero ellxs me fueron demostrando que ese no era el camino, que no eran lxs que estaban mal, sino que la escuela (con sus actores incluidxs), era la que debía modificarse para alojar a cada niñx con su necesidad. Fue tan fundante la experiencia que la escribí: “Lo que aprendí con Manuel”. Ahí relato una de esas “situaciones maestras” que me fueron mostrando el camino.

-Ya dabas formaciones antes de ser mamá. Ahora que pasás por el cuerpo esa experiencia, ¿te están sirviendo tus conocimientos y situaciones previas con otras familias? ¿Sentiste las mismas dificultades por las que te suelen consultar?
-Sí, aprendo mucho con cada familia que acompaño o acompañé. Incluso muchas veces vuelvo mentalmente al pasado, recuerdo escenas, dichos, y hoy puedo verlos con otros ojos y encontrar nuevas aristas en lo vivido. Sin duda la experiencia de ser madre me invitó a ver con otra profundidad lo ya sabía con la cabeza.
Y sentí (y siento) en ocasiones las mismas dificultades por las que me suelen consultar. De hecho, también como mamá he necesitado acudir a profesionales que me orienten, que me ayuden a ver por dónde.

Ana y su hija

-Parecieran florecer nuevas formas de ejercer la maternidad y la paternidad. Más flexibles que las de nuestros padres, pero a su vez con sus propios problemas. ¿Cuáles creés que son esos problemas más frecuentes en la crianza y educación hoy?

-Si, completamente. Hay mucha confusión. Sabemos lo que NO HAY QUE HACER (pegar, gritar, retar, castigar, etc.), pero no sabemos LO QUE SÍ. Es un espacio nuevo a construir y es lógico que aparezcan confusiones, por eso siento que son tan importantes los entornos para encontrarse con otras familias, para acompañarnos, nutrirnos, informarnos, reflejarnos y construir juntxs estas nuevas maneras.
Esto de no querer ser autoritarios a veces confunde, porque nos corre del lugar de autoridad, de guías de lxs niñxs. Lxs adultxs somos autoridad en el sentido de que nos corresponde CUIDAR y GUIAR a lxs niñxs. Que no es lo mismo que ser autoritario/a. Se puede ser autoridad sin ser autoritario/a. El desafío es construir una autoridad empática… que no es lo mismo que hablar bonito y suavemente. Me refiero a poder establecer límites que tengan en cuenta las necesidades del niñx, que cuiden su integridad y potencien la libertad, en lugar de coartala.
Y llevado al campo de la educación viva/libre/respetuosa a veces aparece la intervención, las reglas o la propuesta como malas palabras, como si fueran acciones contrarias a la libertad.

-¿Cuáles suelen ser los temas candentes de tus talleres sobre límites?
-Hay cuestiones que aparecen siempre, pero siempre. Por ejemplo: “no sé cómo sacarlo del enojo”; “¿hasta que punto hay que explicar los límites?”; “no me hace caso hasta que le grito o lo amenazo”; “trato de explicarle bien pero no entiende, no sé cómo hacer para que entienda”; “no quiere vestirse, no quiere lavarse los dientes, no quiere entrar a bañarse y después no quiere salir”; “me desbordo a la par de mi hijx”.
En todos los casos el taller va llevando, mediante dinámicas prácticas, información teórica y mucho intercambio grupal, a tratar de entender qué es lo que lxs niñxs nos dicen con sus comportamientos y qué podemos hacer para acompañarles.

Para saber más sobre Ana y los talleres que ayudan a poner buenos límites, visitá los sitios y redes sociales de EduCrianza Viva:

Instagram / Facebook / Web

Estas son las distintas formaciones que ofrece Ana Bellavigna:

Taller de Alfabetización Viva / Taller de Introducción a la Educación Viva / Taller de Limites y Acompañamiento Emocional / Formación de Guías – Nivel 1 / Formación de Guías – Nivel 2

Más información sobre cada una en: https://linktr.ee/cultivandoeducrianzaviva

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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