El Árbol: un espacio de Rosario que confía en el protagonismo de madres y padres en el desarrollo de sus hijos

Así como otras ciudades de Argentina, Rosario está viendo, de a poco, la apertura de nuevos espacios respetuosos de acompañamiento a la infancia y la niñez. En esta caso, vamos a contar la historia de «El Arbol», que aloja niños y niñas de 2 a 5 años en un ambiente multiedad. Hablé con sus coordinadoras, tres mujeres que se definen como «compañeras de trabajo y de vida»: Lucía Oleaga, Lucía Pansa y Romina Santi. Se formaron como profesora de nivel Inicial, licenciada en Psicopedagogía y Doula, pero prefieren enfatizar que son acompañantes de las infancias desde la mirada de la educación libre.

«El Árbol nació el 18 de enero de 2021 con una colonia de verano, luego de conseguir un espacio provisorio que alquilábamos por día. Difundimos la propuesta vía whatsApp entre algunas familias conocidas, luego creamos un perfil en Instagram y así dimos a luz este proyecto que veníamos gestando desde septiembre del 2020, en sincronía con el proceso de cierre de nuestro amado espacio La Casita, en donde éramos parte del equipo», relatan. «Mientras hacíamos el duelo, fuimos soñando y jugando, sintiendo y pensando nuestro propio proyecto. Lo que empezó como parte de nuestra imaginación, de a poco y casi mágicamente fue convirtiéndose en un proyecto concreto y tangible».

Retrocediendo en el tiempo, cuentan que sus recorridos profesionales e inquietudes personales las encontraron en La Casita -el primer espacio de educación libre reconocido en la ciudad de Rosario-, seis años antes. «Las tres fuimos llegando en distintos momentos y allí nos quedamos, con la certeza interior que nos conectaba con esa manera de acompañar a las infancias y de acompañarnos a nosotras mismas. Fue un encuentro con la educación libre que nos transformó a cada una y nos unió en un trabajo colectivo».

Actualmente, la comunidad de El Árbol está conformada por el equipo pedagógico que integran las tres y que trabajan en un esquema de horizontalidad tanto en las decisiones pedagógicas como logísticas, y las 25 familias que se sumaron desde el primer momento «con total confianza, entrega y compromiso», celebran. «Nuestra proyección es seguir creciendo, y que se vayan sumando más acompañantes, talleres y formaciones al espacio. De a poco, dando pasitos firmes, de manera orgánica, tal como lo hacemos con les niñes, respetando sus tiempos y procesos», apuntan.

Mirada pedagógica y propuesta diaria

«Nuestra visión pedagógica es la mirada de la educación libre, nutrida por la Psicomotricidad, el movimiento libre y autónomo. La propuesta está basada en la no directividad, el respeto por la singularidad y ritmos de cada niñe. Se desarrolla de lunes a viernes de 9 a 12.30. Cada mañana las acompañantes preparamos los diferentes espacios y ofrecemos una propuesta por día, siempre opcional. También vamos invitando a personas afines al acompañamiento a las infancias a modo de taller, como percusión, movimiento, huerta o arte. Nos gusta recibir invitades, ya que sentimos aporta renovación, siempre la presencia de alguien de “afuera” nos enriquece». detallan. «Además, hacemos celebraciones de rituales con las estaciones del año, o eventualidades como el día de la Pachamama. Por ejemplo, damos la bienvenida al otoño, ritualizamos celebrando los ciclos de la vida, vivencia do e integrando con el cuerpo aquello que deseamos transmitir».

La propuesta está destinada a niñas y niños a partir de los dos años hasta los cinco, que comparten el mismo espacio, generando esto encuentros e intercambios entre pares con diferencia de edad. En sus reuniones de cada lunes, las acompañantes comparten los procesos observados de cada niño y hacen planificaciones semanales con propuestas, de acuerdo a lo que ven que están necesitando. «También compartimos nuestros procesos personales, nuestras emociones frente a lo que vamos viviendo, ya que sentimos sumamente importante poder reconocer y habilitar nuestro mundo emocional, darle lugar, para luego acompañarles a elles en el reconocimiento y validación de lo que sienten».

«Además, vamos acompañando a las familias, a las mamás en procesos de adaptación, organizamos reuniones y encuentros que nos permitan compartirnos y acompañar de manera conjunta. Las familias son partícipes activos en El Árbol. Creemos de suma importancia en la unión entre familias y acompañantes, familia y educadores, familia y proyecto, teniendo como eje el protagonismo de las mamás y los papás en el acompañamiento de los procesos de sus hijes».

Sobre el nivel institucional, explican que por el momento son un proyecto particular en vías a conformarse como cooperativa. «Tenemos habilitación municipal como instituto de enseñanza para talleres artísticos destinados a las infancias. Éste fue el encuadre con el que más nos sentimos identificadas y el que mayor libertad nos daba frente a la propuesta que queríamos brindar. Nuestra sustentabilidad está basada en las cuotas mensuales que aportan las familias y los talleres que funcionan por la tarde y alquilan el espacio. Eso es lo que nos permite sostenernos».

En relación a la red con otros proyectos, contaron que tuvieron algunos encuentros con otras personas que venían con un recorrido que colaboraron en el momento de la habilitación, aportándonos información que necesitábamos. «Nuestra proyección es poder generar más encuentros y hasta incluso visitarnos con proyectos cercanos, recibirles también en El Arbol».

Contacto con El Arbol en Rosario: https://www.instagram.com/elarbolrosario/ Correo: elarbolrosario@gmail.com

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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