Bolivia creó un viceministerio de Educación Alternativa para aplicar la educación popular como política pública

Noel Aguirre es el primer Viceministro de Educación Alternativa que conozco en mi vida. Ya no está en funciones, pero lo estuvo durante 14 años del mandato de Evo Morales en Bolivia (2005-2019). Cuando me enteré de que estaba de paso por Buenos Aires, me acerqué a entrevistarlo. Nos encontramos en el aeropuerto: venía de Montevideo, invitado al Encuentro Internacional de Educación de Personas Jóvenes y Adultas, y volvía para La Paz.

Es aliado del nuevo gobierno y lo sigue «apoyando de otras maneras, porque ya hice lo que tenía que hacer y la salud se resiente», me explica entre despegues y aterrizajes. Hablamos sobre la «revolución educativa» de la que fue parte y sobre la necesidad de que los países vecinos sepamos más sobre nuestros respectivos sistemas. También me contó cómo implementaron políticas públicas que atienden a las demandas de educación de las comunidades, sumando valor a los saberes y prácticas ya existentes.

-¿Qué es la educación alternativa en Bolivia?

-Es una novedad que exista, y que tenga un viceministerio a la par de la educación regular, que es la mayoritaria (con sus niveles Inicial, Primaria y Secundaria). El sistema educativo boliviano tiene ahora tres subsistemas: el regular, el de educación superior y el alternativo. Este último atiende fundamentalmente a dos tipos de población. A los jóvenes y adultos desde los 15 años, a las personas con necesidades educativas especiales y a las que quieren seguir aprendiendo a lo largo de la vida y forman parte de organizaciones sociales y comunitarias. En principio, era para resolver lo que no había podido resolver la educación regular. Pero la diferencia es que ahora este subsistema tiene maestros especializados formados en estas educaciones alternativas. Antes, simplemente trataban de adaptar el curriculum de la educación regular. En este sentido, la formación de maestros ha cambiado, procurando ser lo menos formal posible: esa es la consigna.

-Se asume oficialmente entonces que la educación formal puede fallar…

-Obviamente. Cuando no responde a las características de la población. Por eso hemos diversificado la oferta y adecuado a las poblaciones. Si bien hay un grueso que quiere hacer primaria y secundaria para adultos, hay otra población que está en espacios de desarrollo y trabajo distintos. Uno de los mejores ejemplos son las mujeres asalariadas trabajadoras del hogar, que en nuestro país se ocupan de la limpieza, la preparación de la comida y el cuidado de niñas y niños. Ellas trabajan de lunes a sábado y se quedan a dormir en la misma casa donde están empleadas. Cuando empezamos a difundir la posibilidad de ser bachiller independientemente de la situación en la que se encontraran, aparecieron ellas. Les pedimos solamente que tuvieran ganas y les ofrecimos los cursos en nuestros centros de educación alternativa, que trabajan de lunes a viernes de 7.30 a 10 de la noche. Pero nos respondieron que no podían, que no las entendíamos, que ellas solo tenían libres los domingos. Entonces, adecuamos la currícula absolutamente a la población. Por ejemplo, se enseña lenguaje discutiendo las normas propias de su trabajo, hacen química hablando de gastronomía. Pero no solo eso, también se adecua la organización. Van domingo por la mañana y tienen los miércoles por la tarde como día de consulta con sus profesores. Entonces, de repente se ha vuelto una modalidad semi-presencial. Y el docente ha tenido que dejar lo cómodo de trabajar de lunes a viernes.

Eso mismo se hace con grupos de trabajadores de otras áreas. O con los jóvenes que a sus 18 hacen el servicio militar obligatorio, que reclamaban que al ir al cuartel perdían un año. Ha sido una de las cosas más difíciles, pero hemos logrado convencer a las FF.AA. que no miren solo la instrucción militar y que alienten también la formación que en Educación Alternativa les preparamos.

Además de Jóvenes y Adultos, tenemos el área de Educación Permanente. El Estado ofrece, a través de un conjunto de maestros distribuidos en todo el país, toda clase de cursos de poco tiempo. Aunque algo así ya existía, estaba basado en un curriculum fijo. Decidimos estructurar eso y lo hicimos en función del análisis que hicimos. Así, creamos un programa para organizaciones sociales y comunitarias. Es que en Bolivia, dados los últimos cambios, miembros de esas organizaciones han ascendido a ministros, viceministros, alcaldes, concejales, diputados o senadores. El ascenso de esos líderes generó en algunos casos debilidad en la organización. Y esos nuevos funcionarios, si bien han agradecido que los llamen a discutir sus intereses en el Estado, también han sentido la necesidad de formarse en lo social y político. En cada reunión de gabinete, cuando se presentaba una propuesta, el ex presidente Evo Morales preguntaba siempre si estaba consensuado con el sector social correspondiente. Así que esta área se ocupa también de formarlos para ser buenos dirigentes, que puedan entender la realidad y discutir normas y leyes.

Cuando lanzamos este programa que se hace con organizaciones, vino una avalancha de pedidos en todo el país. Los profesores que detectaron esa demanda también descubrieron a los nuevos líderes, que podían enseñarse entre ellos, y así nació el Programa de Facilitadores Comunitarios. Lo que hace es partir de una discusión de las organizaciones, donde se ven sus necesidades y ellos mismos designan a las personas que son de confianza y tienen nivel de liderazgo para formarse. Ese curso tiene una estructura básica, pero se va desarrollando a medida que se trabaja con ellos. La metodología es la educación popular, y al mes siguiente tienen que aplicar esos conocimientos, compartir con el resto, hacer ajustes. Hay un módulo dedicado a la historia y el análisis de la realidad, porque a decir verdad todavía medio mundo se pregunta qué es un Estado Plurinacional. La idea es que puedan enfocar las cosas con sentido ético y político.

Otra cosa que nos pedían era aprender a hacer proyectos. Porque los alcaldes, que son la autoridad más cercana, se abrieron a su población y cuando les hacían demandas, les respondían que tenían que entregar un proyecto. Entonces, ahora hay un módulo para aprender a redactar proyectos. Al final de los cinco módulos presentaban una sistematización de su trabajo a su propia comunidad. Y discutían juntos qué hacer al año siguiente. El resultado de este programa ha generado una nueva dinámica, y es que la comunidad se ha metido a ser parte de los municipios.

Otro programa es el de Educación Permanente Productiva Comunitaria, donde tenemos gran demanda. Primero ubicamos territorios clasificados por organización productiva. Hicimos pruebas modelo en Araca, una zona que produce la mejor papa cercana a La Paz. Les pedimos a profesores y técnicos que fueran a vivir con ellos para conocerlos, ganar la confianza. Para hacer un sondeo de qué saben, qué necesitan saber y qué pueden compartir de lo que ya saben. La intención de esas tres preguntas, que parecen tan sencillas, era saber cuál era el punto de partida. Se dieron cuenta que sobre la base productiva sabían todo y más. Tenían dificultades o mejor dicho necesidad de diversificar el producto, o saber cómo competir por mejores precios en el mercado. Además, adecuamos el cronograma de actividades educativas al ciclo de la producción, en este caso agropecuaria. La evaluación se hacía en función de la producción y lo que buscaba la comunidad. Así, la evaluación no era tanto al estudiante en el sentido tradicional, sino en qué medida había beneficiado a la comunidad: si algo había cambiando, mejorado.

Eso ya fue la ruptura total: no había un curriculum establecido. Había que trabajar con ellos y armar con ellos, y la advertencia al técnico era: no vayas por lo que te interese a tí, que es la lógica del sistema educativo formal. Fue uno de los programas más interesantes, y derivó en este formato de trabajo por regiones. Por ejemplo, en Tarija, donde se producen uvas y vinos, desarrollamos un plan regional educativo y productivo y pusimos toda la estructura de Educación Alternativa a su disposición. Se comenzó a fusionar lo educativo y lo productivo, que era lo que más nos preocupaba. Porque hablando con ellos, la mayoría lo que busca es vivir en mejores condiciones. El título es buena cosa en el sentido de la autoestima, pero no es determinante. En conclusión, el área de Educación Permanente rompe la estructura de lo formal que no termina de hacer del todo el área de Personas Jóvenes y Adultas.

Si se abren nuevos programas, el esquema es el mismo: partir de la comunidad. No se cuenta por cantidad de estudiantes atendidos sino por comunidades atendidas. Cambia el sujeto. Lo único que tiene de formal es la certificación. Y aunque no me gusta el tema de los cartones, a veces lo necesitan por requerimientos laborales. Creo que debería desaparecer, pero aun no es el tiempo. La Educación Permanente es lo más próximo a la educación popular. Mi pretensión sería que ese espíritu ocupe todo el servicio educativo público.

-¿Y qué opina la Educación Regular de eso?

-Hay un debate. Ellos como subsistema dicen que están resolviendo todo el tema de la escolaridad. Porque ahora en Bolivia hay 97% de cobertura para el nivel Secundaria, que antes de la presidencia de Evo llegaba al sesenta por ciento. Inicial, lo mismo, ahora está casi como secundaria. El razonamiento de sus técnicos es que pronto todos van a estar dentro y que se va a acabar la gente que no entra por la vía del sistema regular. Es cierto en número, pero hemos demostrado que pueden haber analfabetos funcionales, o que un licenciado necesita otra formación. Creemos que la Educación Alternativa no debe ser un remedio, algo asistencial, un sustituto. Partimos del principio de que una sociedad necesita continuar sus estudios. Por ejemplo, ahora, después de la pandemia, me encuentro con muchos profesionales que me dicen que se están reinventando. Esas personas necesitan educación alternativa, es nuestro convencimiento.

Hasta 2019 nuestra tasa de analfabetismo había bajado al 2,2 por ciento. Pero hemos aprendido que no hay que relajarse, que el analfabetismo funcional persiste. Y que ya no se trata de enseñar solo a leer y escribir. Ahora hacemos alfabetización ahí donde haga falta: un mercado, por ejemplo. Logramos que nuestro susbsistema y todos sus programas ya no sean parte residual del regular, sino que ahora son una estructura dentro del sistema educativo.

Creamos también el Centro Educativo Plurinacional para hacer Educación Alternativa a Distancia. Es que según la ley nacional de Educación del 2010, se la debe garantizar a todos los habitantes de Bolivia, incluidos los extranjeros y los bolivianos que viven fuera del país. Teníamos ese encargo por ley, y nuestra primera hipótesis era educarlos a distancia para el título de bachiller. Pero resultaba que para ellos, a veces, eso era más fácil hacerlo en el sistema educativo del país donde estaban viviendo. Lo que no tenían era una formación en lo que trabajaban. Encontramos cinco grandes especializaciones de nuestros compatriotas en el mundo: construcción civil, confección textil, producción agrícola, atención de adultos mayores y niños de temprana edad. Encontramos que necesitaban formación en eso. Cuando creamos el Centro, nos preguntábamos cómo hacer la parte práctica. Entonces, les pedimos que estuvieran en funciones para que pudieran hacerlas en su trabajo. Cuando salí de mi cargo en 2019 teníamos presencia en 21 países y atendíamos a 20 mil estudiantes. Así, además, empezamos a aprender algo que no dominábamos, que era la educación a distancia. Así la Educación Alternativa resolvió ese problema de educar a los bolivianos que viven fuera del país.

Nosotros heredamos un modelo educativo que quería certificar mano de obra barata que supiera lo básico como exigencia del mercado. El objetivo era solo la empleabilidad y dependía del Ministerio de Trabajo. Nosotros lo transformamos y ahora depende del subsistema de Educación Alternativa. Que resuelve la formación que se ha aprendido en la vida diaria, en la práctica. Oficializamos el hecho de que no solo se desarrollan saberes y conocimientos en la academia. Entonces, alguien que quiere seguir educándose hoy comienza desde el lugar que le corresponde. Sus saberes ahora se homologan por ley, y claro que eso no siempre es comprendido. Pero logramos esa ruptura y llegamos a certificar a cerca de 160 ocupaciones de lo más diversas.

Generamos una metodología, haciendo una especie de reconstrucción histórica del oficio, con sus características socioculturales. Siempre primero vemos el historial y después el curriculum. Siempre cito que hemos certificado hasta payasos. De su educación participan las personas escogidas por ellos como los referentes. Con ayuda de los técnicos se hacen observaciones, entrevistas. También nos pidieron que los certifiquemos los bomberos de los aeropuertos, por ejemplo. Con este programa, lo que se hace es descolonizar el saber, porque el saber popular es tan importante como el académico. Mapeamos el país, lo mismo con la Educación especial. Nuestra virtud fue haber leído lo que hacían las organizaciones de la sociedad, recuperándolo y convirtiéndolo en política pública. Educación Alternativa es un área llena de creatividad.

-¿No los acusaban de construir un esquema educativo paralelo?

-Bueno, hubo algo de temores, envidia, menosprecios. Como nosotros sacábamos técnicos medios igual que el sistema regular en sus escuelas secundarias técnicas, el subsistema de Educación Superior intentaba darle más lugar al regular que a nosotros. Pero la ventaja de haber sido Viceministro era que yo me sentaba con el otro y teníamos el mismo poder para discutir de igual a igual. Yo usaba una frase para mostrar eso. Que el sistema regular por algo se llama regular… Es como un viejito que avanza lentito, mientras que nosotros somos los waynuchu, una palabra aymara que habla de un joven lleno de energía. ¡Estamos saltando, gozando, bailando, viendo otras alternativas!

La Constitución Nacional de 2009 dice que el sistema educativo boliviano está compuesto por estos tres subsistemas y que todos ellos deben desarrollar sus acciones en armonía. También dice que el Estado debe garantizar el derecho a la educación de todas y todos. Se reconoce como parte del sistema educativo a la educación no escolarizada. De manera expresa se reconoce lo no escolarizado.

Andragogía es el aprendizaje de los adultos, y es diferente a la pedagogía.

-¿Cómo se traduce esto en el nivel del presupuesto?

-Claro que no se resuelve todo. El tema presupuestario es el más complicado. Educación Alternativa ha empezado con el 2,5% del total del presupuesto educativo y logramos llegar al 7%. En Bolivia, actualmente el presupuesto educativo equivale al 9% por ciento del nacional. Inclusive, hemos llegado a 11%.

-Pareciera que en Sudamérica no miramos mucho a los países vecinos en materia educativa. ¿Por qué cree que pasa eso?

-Nosotros nombramos eso de manera expresa. Es parte de lo que llamamos «la revolución educativa» en Bolivia. Identificamos grandes problemas estructurales en un sistema que mantenía rasgos coloniales, patriarcales y capitalistas. Por ejemplo, era motivo de orgullo haber incorporado la corriente constructivista. Posiblemente se dominaba la teoría, pero en la práctica, encontramos que se lo adoptó casi mecánicamente. No es que no haya que mirar afuera, pero hay que analizarlo, adaptarlo y recuperar lo que sabemos hacer. El modelo educativo socio comunitario productivo es un modelo desde la perspectiva boliviana. Antes, hablar de la educación de jóvenes y adultos se consideraba un desperdicio. Obviamente, seguimos teniendo grandes dificultades. La pandemia y el golpe de Estado han frenado un poco. Pero hay que retomar.

-Y en la Educación Regular, ¿se hizo algo nuevo?

-La educación Regular y Superior también han cambiado. Había que trabajar en el curriculum. Como estado plurinacional adoptamos nuevos valores, como el «vivir bien». ¿Cómo bajamos eso a la educación?Acordamos que uno de sus propósitos centrales es trabajar en la formación de las personas, pero ¿cómo concebimos a una persona? Recuperamos lo que dice nuestra cultura, que es un ser holístico, con varias dimensiones que se complementan entre sí. La del ser, relacionada con la identidad, los valores, la trascendencia, los principios. La dimensión del saber, porque todas las personas desarrollamos y creamos saberes y conocimientos. La otra dimensión es la del decidir en convivencia: formas de organización, manejo del poder, toma de decisiones. Y la cuarta es el hacer, porque todos creamos, producimos, no solo lo material, sino también lo intangible, como las ideas, etc. Entonces, sobre esa base se estructuró el nuevo modelo educativo. No puede formar solamente en lo cognitivo, porque se vuelve al mundo racionalista y se enreda otra vez en una mirada tradicional. Por eso, definimos los objetivos holísticos y los maestros para planificar tienen que considerarlos, igual que para las evaluaciones.

En Educación Alternativa no teníamos maestros formados, solo se formaban como normales. Que ahora convertimos en escuelas superiores de maestros y generamos una carrera de formación de grado y posgrado en la Universidad Pedagógica, gratuita y financiada por el Estado. En Secundaria generamos un área que no estaba clara, que es la Técnica. Tenemos debilidades todavía, como concretar más en el aula, en el día a día de la práctica educativa. Ahí nos hemos quedado, porque es mucho más complejo su avance y menos creativo por todo el peso que tiene.

-En Argentina también hay familias y educadores que se agrupan autogestivamente por afinidad a una mirada pedagógica o a un proyecto común. Y a eso le solemos llamar «educación alternativa». Incluso, se conocen las escuelas de los siete pétalos, impulsadas por una antropóloga Boliviana, Noemí Paymal.

-Creo recordar que nos hemos cruzado con ella en un programa. En un medio de comunicación que se ha dedicado a lo espiritual y lo vinculado a nuestras culturas que dirige Mónica Medina.

En Bolivia la organización no suele provenir de familias, aunque uno podría generar lo organizativo y comunitario y pedirle al Estado que se le atienda; eso está reconocido. Esa es la discusión: lo alternativo no es marginal. Usamos la figura del buffet: algunos escogen verdura, yo prefiero la carne. Es una educación «otra», pero de iguales posibilidades. Puede haber alguno que diga a mí no me interesa la educación regular, necesito otro tipo de educación. Puede recurrir a la Alternativa. Procuramos que siempre sean organizaciones y comunidades porque el Estado existe para generar políticas públicas, para darle valor a esa educación alternativa. Si es una sola familia, eso no incide. Es ir ayudando a que todo el sistema educativo cambie.

-¿Está admitida la opción de educar en casa (homeschooling o home education, como se llama en otros países)?

-Dentro de la Educación Alternativa tenemos un programa para estudiantes con enfermedad o discapacidad, con lo cual se ha incrementado la matrícula por cinco. Nos dimos cuenta que por más buena voluntad, a veces toca estar en la casa. Identificamos los lugares y un maestro equidistante atiende a las familias que lo necesitan. Hemos ido adecuando, algunos logran grandes avances y otros llegan a ciertas habilidades sociales. También promovemos que sus compañeros vayan a la casa y lo visiten. Y como está dentro de Educación Alternativa, no necesitan mostrar un papel. Demuestran lo que han hecho y aprendido y lo homologamos y habilitamos para el nivel que corresponda.

-¿Existen en Bolivia escuelas con miradas pedagógicas, métodos o curriculums diferenciados del convencional?

-Hemos procurado que haya una línea general como política de Estado, y sí se ven algunas unidades educativas con estas corrientes. Nuestro curriculum tiene tres niveles de concreción: el nacional, que contiene lo básico de ser boliviano. El segundo nivel es el regionalizado, como por ejemplo en territorio aymara, el Instituto de Cultura Aymara hace su curriculum, que complementa al nacional. Y el tercero es el diversificado. Y allí pueden estar las nuevas metodologías o corrientes. También en ese nivel se trabajan los temas de un barrio determinado, de un contexto local.

Esa fue la discusión que tuvimos con la Iglesia Católica, que suele probar métodos innovadores pero que tenía centros exclusivos de formación de maestros. Ahora el Estado genera una forma de hacer educación y en los lugares donde tienen dominio pueden generar nuevas metodologías y aplicarlas. En ese sentido, no puede uno negar que la educación relacionada a la religión católica está generando cosas nuevas. Si eso es válido y se puede tomar como política pública, conversaremos.

-¿Qué porcentaje de escuelas estatales y privadas hay en el sistema educativo boliviano?

-Las unidades privadas llegan al 15 por ciento, y hay cada vez menos. Porque hemos aumentado las exigencias, el seguimiento y el control. Porque había unidades que se abrían más por afán de lucro, así que regulamos las mensualidades que pagan las familias.

Conocé y descargá la Guía Metodológica para la Planificación Curricular en los Centros de Educación Alternativa: https://es.slideshare.net/fenciscoapaza/guia-planificacionalternativa

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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