Así trabajan y se forman como guías en Ayni, una propuesta porteña de educación viva

Les conté en otra nota sobre Ayni, uno de los primeros y únicos espacios de educación viva en la ciudad de Buenos Aires (se puede leer acá). Es un espacio de juego espontáneo para niñas y niños de 2 a 9 años, con proyección de acompañar hasta los 12. En Ayni se respetan los “procesos de vida”, lo cual implica acompañamiento personalizado y «plena aceptación de las diferencias, las maneras de ser, sentir, pensar y vivir de cada una/o», explican sus fundadores.

En la dinámica diaria, las/os niñas/os eligen en qué lugar estar y qué hacer en cada momento, «con espacios preparados y tres reglas básicas: cuidado de una/o misma/o, del otre y del espacio común compartido». Para esta nota les pedí a las personas que acompañan a los nenes y las nenas en su día a día que me cuenten cómo lo hacen y qué aprendieron en este tiempo. Esta es la primera parte, con los testimonios de Elizabeth Verón y Camille Bastos.

Elizabeth Verón

-¿CÓMO TE HAS IDO FORMANDO PARA ACOMPAÑAR NIÑOS Y NIÑAS EN AYNI?

-En este punto siento fundamentales tres aspectos: la formación académica, las experiencias tanto en la educación formal como en diferentes proyectos de educación alternativa y mi trayecto de vida. Siento que todas fueron determinantes para construir y deconstruirme constantemente en el acompañamiento. Tengo cursado hasta el cuarto año de la licenciatura en fonoaudiología, eso me facilitó la perspectiva en cuanto a lo vincular con niñxs, tanto en lo terapéutico como lo psicológico. También obtuve el título de docente de nivel inicial. Estuve unos meses en un jardín maternal y luego tuve la maravillosa suerte de que en La Casita de Rosario estaban buscando una docente. Fue allí donde me seguí formando y «deformando» junto a Majo (María José Vaiana). Estuve dos años allí, acompañando niñxs y familias, conociendo todo este mundo «paralelo». También pasé un tiempo en un jardín del Barrio 31 hasta llegar a Ayni casi desde sus inicios.

Considero que mi recorrido por instituciones académicas me sirvió de trampolín para lanzarme hacia lo desconocido, para elegir lo que sí quería como “trabajo”. Gran parte de mi compromiso con el acompañamiento a niñxs tiene que ver con el autoconocimiento, por medio de talleres vivenciales junto a Majo, Pere Juan Duque, Ivana Jauregui, Virginia Blaistein, Celine Hameury, entre otrxs. También el haber participado de los EPEP (Encuentro Plural de Educaciones Posibles) y de algunas formaciones más personales que fueron moldeando mi modo de acompañar las infancias.

-SI ES QUE FUE ASÍ, ¿QUÉ SIENTEN QUE HA CAMBIADO EN SU PRÁCTICA EN RELACIÓN A SU ANTERIOR ACOMPAÑAMIENTO DE NIÑOS Y NIÑAS EN OTRAS INSTITUCIONES O INSTANCIAS?

-Debido a que estuve en instituciones formales, tuve que seguir algunas normas propias de dichos lugares. Fue por la contradicción interna que terminé abandonando, porque sentía una controversia constante: quería dar más espacio a lxs niñxs, vincularme con ellxs a través de la escucha y respeto hacia sus emociones. Verlos desenvolverse tan naturalmente en los espacios libres y menos en espacios más restringidos me hacían cuestionarme el sentido de las aulas. También sentía confianza en la real conexión con lo que acontece más allá de lo estipulado en la currícula.

Una vez que ingresé a la educación alternativa fui ampliando más la mirada, comprendiendo que la necesidad de juego es de lxs niñxs y que yo como adulta tengo que enfocarme en vislumbrar en qué momento vincularme con ellxs a través del juego, de la mirada o desde el silencio de la presencia. También fue cambiando mi percepción de lo individual hacia lo grupal. Sigo descubriendo en qué momento es preciso atender una necesidad individual y en qué momento priorizar lo grupal ante un determinado acontecimiento.

-¿QUÉ ROL VES QUE JUEGA LA DISPOSICIÓN DE LOS AMBIENTES, LOS MATERIALES Y LOS ESPACIOS FÍSICOS EN GENERAL?

-Es fundamental y determinante para que se pueda dar la vivencia de educación viva de forma plena. Ayni funciona en una casa que está especialmente adaptada para el uso de niñxs. El tener ese espacio físico en la ciudad es un gran tesoro. Lxs niñxs cuentan con amplios ambientes para decidir por donde transitar y de qué manera, los materiales se encuentran a su alcance para su libre exploración. Cada espacio tiene su regla para que la casa pueda funcionar como un lugar respetuoso para niñxs y también para adultxs.

-¿QUÉ ES LO MÁS DIFÍCIL DE MODIFICAR O APRENDER COMO ADULTOS EN ESPACIOS DE EDUCACIÓN VIVA?

-Según mi perspectiva, lo más difícil de aprender es el modo de vincularnos entre adultxs. También, el poder vislumbrar cuándo una decisión es tomada en pos del grupo de niñxs/adultxs sin basarse en las individualidades ni malestares personales. El tránsito del conflicto, los modos de escuchar y dar respuesta, saber hasta dónde dar lugar a ciertas incomodidades y, el mayor desafío, que las familias no intervengan en la modificación del proyecto en función de sus propias necesidades.

En cuanto al grupo de guías, aprender a delegar y confiar. Y a tomar algunas decisiones colectivamente, con el mismo desafío de dejar a un lado las necesidades individuales.

-¿QUÉ CAMBIOS, PERCEPCIONES, BENEFICIOS VES EN LOS NIÑOS/AS Y LAS FAMILIAS QUE ACOMPAÑAN EN AYNI?

-En primera instancia se pone en evidencia los modos en que las familias se vinculan con sus niñxs. Hay un re-pensar constante en cada intervención y puesta de límites; hay quienes se animan y van un poco más a fondo para revisar su propia historia y ya dejar de pedirle al niñx cosas que ellxs necesitan cambiar internamente.

En cuanto a lxs niñxs, se evidencia que van cambiando su manera de vincularse entre ellxs, la autorregulación en sus vínculos, aprenden unxs de otrxs y lxs adultxs aprendemos junto a ellxs. También, la autonomía que van adquiriendo y la conexión con su deseo interno sin estar condicionados ni por el adultx ni por sus pares. Aprenden a generar acuerdos, turnos y juegos tanto colectivos como individuales.

-¿TENÉS ALGUNA ANÉCDOTA QUE REFLEJE ALGO QUE QUIERAS CONTAR SOBRE AYNI?

-Ayni significa reciprocidad en quechua, dar y recibir, y casualmente en los momentos en que sentimos que lo dimos todo y el proyecto estuvo tambaleando, fue cuando se notó ese recibir. Cada resurgimiento fue de la mano de un crecimiento inesperado. Pasamos de estar montando y desmontando el espacio todos los días para 10 niñxs en un centro cultural (OiHoy), hasta contar hoy con una casa que nos aloja con mucha comodidad. Siento que Ayni es eso: inmenso por donde se lo mire, solo que no somos conscientes de ello.

Camille Bastos

-¿Cómo te has ido formando para acompañar niños y niñas en Ayni?

-Primero pasé por la educación formal y tengo la Licenciatura en Educación Física, luego hice la formación en Pedagogía Waldorf. Fui buscando otras alternativas para trabajar junto a les niñes. En ese camino docente fui entendiendo que lo que más me hacía sentido es que se trataba de acompañar el aprendizaje más que enseñar. Hasta que fui madre, y se tornó más clara la importancia de permitir y acompañar el aprendizaje libre, que naturalmente sucede. Luego participé de algunos seminarios de educación viva. Hasta que conocí a Ayni y me sumé al proyecto como tallerista de acrobacia. El año siguiente entré como guía y seguí con las formaciones de educación viva de Ayni.

-Si es que fue así, ¿qué sentís que ha cambiado en tu práctica en relación a tu anterior acompañamiento de niños y niñas en otras instituciones o instancias?

-Actualmente hay mucho más escucha y observación de mi parte y menos intervenciones. Más confianza en el aprendizaje libre del ser humano, más convicción de que solo en estar vivo estamos aprendiendo a diario. También cambió la construcción del vínculo y la comprensión del rol que ocupo como guía/acompañante.

-¿Qué rol ves que juega la disposición de los ambientes, los materiales y los espacios físicos en general?

-El de acompañar intereses, y para eso hay que observar qué tipo de contacto tiene cada niñe. Debe estar puesto a su disposición para que acceda desde su interés. Y en paralelo nos preguntamos: ¿qué ofrecemos para que se les despierten intereses?

-¿Qué es lo más difícil de modificar, aprender como adultos en espacios de educación viva?

-Confiar, sacar la necesidad de enseñar y explicar todo. Ponerse en el lugar de que aprendemos todes, ellxs y nosotrxs con solo convivir. Identificar mis necesidades como persona adulta y separarlas de las necesidades de les niñes.

-¿Qué cambios, percepciones, beneficios, ves en los niños/as y las familias que acompañan?

-En el vínculo y en la comunicación principalmente, tanto entre niñes cuanto entre niñes y adultes. Percibo un espacio para las palabras y la auto-observación.

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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