La imagen que me recibe es contundente: entre las ruinas de la cárcel de Caseros y el ex CENARESO se construyó un ambiente Montessori. La pregunta está ahí sin que tenga que formularla: ¿puede una educación integral en la infancia ser preventiva para la vida adulta de las personas?
Vengo a conocer «El jardín de los abrazos», primer proyecto educativo Montessori dentro de un hospital público en Argentina. El hospital ya no se llama CENARESO sino «Hospital Nacional en Red Laura Bonaparte», y está dedicado específicamente a la salud mental y las adicciones. El simbolismo es aún mayor si recordamos que la pedagoga italiana comenzó a desarrollar su método precisamente a raíz de observaciones de niños y niñas en instituciones de salud mental.
Me reciben Noelia Palombarini, directora, Fernanda Diéguez, vicedirectora y Melisa Marco, coordinadora del área pedagógica e interdisciplinaria del flamante espacio de cuidado y aprendizaje creado para los hijos e hijas de los trabajadores de la salud. Todas se formaron como psicólogas clínicas y las dos últimas son, además, madres del jardín. Con ellas recorro los dos nidos, las dos comunidades infantiles y la casa de niños, los nombres que reciben los ambientes multiedad creados por María Montessori a principios del siglo pasado. En este momento, «El jardín de los abrazos» aloja a más de 80 bebés y niños de trabajadoras/es de distintos organismos dependientes o descentralizados del Ministerio de Salud de la Nación.
Desde los 45 días hasta los 5 años, se distribuyen en dos turnos (10 en cada nido, 15 en las comunidades y 30 en casa de niños). Además de los ambientes preparados con la totalidad de los materiales requeridos por el método, hay dos amplios patios, una huerta, un lactario y dos espacios para el equipo, además de la secretaría y los baños. ¿Cómo es posible esta calidad en un servicio del Estado? Como casi siempre, tras este tipo de historias hay una suma de personas convencidas y apoyo de quienes tienen el poder de decisión.
-¿De dónde surgió el impulso para hacer esto realidad?
-Noelia Palombarini: Cuando se fue la directora de otro jardín que está a la vuelta del hospital, que atendía también a los hijos de los empleados de salud, me postulé, ya con la idea de hacer algo diferente. Mi hija había ido a ese jardín, incluso. Como psicóloga clínica, cuando conocí el método Montessori me gustó mucho, porque tiene que ver con las bases psicológicas esperables para los niños en las primeras etapas de sus vidas. Yo trabajaba con Fernanda coordinando el programa de adolescencia del gobierno de la Ciudad, ella era una de las operadoras sociales y había hecho la formación de guía de la Fundación Argentina María Montessori (FAMM). Y con Melisa también nos conocimos trabajando en el servicio de niñez y adolescencia.
Fuimos a verla a Constanza Carballo en la FAMM para contarle de nuestras intenciones. Todavía no sabíamos si contaríamos con los recursos, pero le pedimos una propuesta lo más económica posible y empezamos a escribir el proyecto. Lo presentamos y fue un sube y baja, principalmente por cambios de gestión y por la pandemia. Pero en octubre de 2021 vino la ministra Carla Vizotti de visita al hospital y le contamos. Le mostramos esta parte del edificio, que estaba muy abandonada, y se entusiasmó con nuestro proyecto. A eso se sumó el apoyo de Edith Benedetti, que luego fue nombrada subsecretaria. Así que de octubre de 2021 a enero de 2022 esto fue un torbellino. Se hizo la licitación con FAMM para abrir 3 nidos, 2 comunidades y una casa de niños. Había que contratar al personal y formarlo, no solo a quienes serían guías, sino que queríamos hacerlo con todo el personal, que es un equipo interdisciplinario contemplado desde el principio en el proyecto, y que ahora es de 52 personas.
El desafío en los inicios, allá por el 2018, fue explicarlo a las autoridades, que en materia de educación suelen ser muy estructuradas. Pero Edith Benedetti, que hoy es Subsecretaria de hospitales, y Pamela Pacheco, la administradora del Bonaparte, se pusieron el proyecto al hombro y, aún con todas las necesidades que hay, ellas siempre contemplan al jardín.
-¿Podría decirse que la integración cotidiana de especialistas de otras disciplinas es la impronta del Jardín de los Abrazos?
-Exacto. Queremos darle coherencia, en el sentido de que nuestra singularidad es que somos un espacio dependiente de un ministerio de Salud, y específicamente dedicado a la salud mental. Queríamos cruzar a la pedagogía con lo esperable en materia de salud, así que la función del equipo ampliado es ver cuáles son las necesidades de cada niño, no solo en función de la propuesta de aprendizaje, sino también ver cómo está para recibirla en su singularidad. No olvidamos que nuestra área se dedica a prevenir desde la atención temprana, que puede cambiarle la vida a ese niño y a su familia.
Por eso tenemos en el equipo una fonoaudióloga neurolingüística. una psicóloga perinatal, una puericultora, una psicomotricista, una nutricionista, una pediatra, una psicopedagoga y una músico terapeuta, además de las guías, las auxiliares y una persona extra de apoyo en cada ambiente para cubrirse.
Nos reunimos todas una vez por semana y pensamos los abordajes juntas y los acercamientos a las familias cuando hace falta. Así fue pensado el proyecto desde el principio y pudimos concretarlo.
-¿Creen que una pedagogía como la Montessori por sí misma es preventiva en materia de salud mental?
Noelia: Totalmente convencida, especialmente por el acercamiento que uno tiene, porque se trabaja mucho desde lo individual. Uno puede ver mejor las necesidades e intereses. De hecho, las observaciones que el método propone que las guías hagan tienen que ver con eso, atender a qué les pasa a nivel orgánico, anímico, familiar.
Melisa: Creo que se necesita la mirada de otras disciplinas, desde otro marco teórico, para detectar cosas que quizás a una guía se le escapa. Pero sí creo que el hecho de ser uno a uno es preventivo, y diferente en relación a la educación tradicional. Creo que les da seguridad en sí mismos y autonomía desde temprano.
-¿Habían explorado otras miradas pedagógicas integrales, además de ésta?
-Noelia: Yo conocía algo de la escuela Waldorf y nos habían hablado del enfoque Reggio Emilia. Pero a mí me gusta de Montessori que el ambiente ya tiene normas, límites y valores, que quizás en las otras no sucede, están más libradas a la demanda del niño. Para mí, los límites y las rutinas desde lo clínico son necesarias para un psiquismo saludable.
-¿Qué han observado en este tiempo de funcionamiento?
-Nada es perfecto y llevamos recién un año y medio, pero vamos aprendiendo en el andamiaje. Los nidos y comunidades están funcionando muy bien, porque es más fácil iniciar cuando son pequeños. Es en la casa de niños donde tenemos más desafíos, porque llegan desde otro lugar, sumado a que tuvimos un recambio de guías.
En la capacitación de FAMM nos anticiparon que la mayoría de las veces el obstáculo es desandar las formaciones docentes convencionales. Por ejemplo, se percibe la falta de juego simbólico y cuesta entender que también se simboliza utilizando el material específico que hay en cada ambiente.
Nos impacta muchísimo ver lo que pasa con los niños y niñas, porque empezamos con todas las edades. Ver esa seguridad que tienen, por ejemplo, al poner la mesa y buscar sus platos a la hora del almuerzo, es maravilloso. Acá hacemos baby led weaning (BLW), algo que también fue parte de los lineamientos del proyecto desde el principio. Significa que van incorporando alimentos sólidos guiados por su propia necesidad y con autonomía, en lugar de las papillas administradas por los adultos. Cuando contratamos a la nutricionista, esa condición era un requisito. Hicimos talleres para todo el equipo y para las familias, ya que por falta de conocimiento muchas veces hay miedo al atragantamiento. De todas formas, también tienen la preparación adecuada para actuar en ese caso.
Otro desafío que tenemos es que no necesariamente todas las familias abrazan esta pedagogía. Hay algunas que vienen con dudas y otras que están sorprendidas y dispuesta a acompañar de esta forma también en sus casas. A veces, cuando vienen de otros jardines, la adaptación es difícil. Tanto para los que llegan como para los que ya están acá.
Tenemos guías que no son docentes sino que vienen del área de la psicología, que llegaron cuando el decreto que frenó las contrataciones del Estado a excepción del personal de salud. Y están fascinadas con esto de ver la teoría funcionar en la práctica. Fueron confiando en la pedagogía y en los niños.
En los casos donde hay necesidades especiales también se trabajaba muy bien. Por ejemplo, el equipo interdisciplinario aporta herramientas cognitivo conductuales, para adaptar las presentaciones de material y hacerlas más cortas o más directivas. Chicos que antes se desregulaban más fácilmente logran concentrarse y estar mejor.
-¿Cómo buscaron a las primeras personas del equipo?
-En realidad, nos costaba mucho conseguir guías Montessori formadas, por eso el filtro en las primeras entrevistas era detectar algo de entusiasmo por lo nuevo y una mirada particular hacia las infancias. También implicaba una renuncia al puntaje docente, porque estamos en el área del ministerio de salud. Ahora, las titulares y asistentes ya están formadas en FAMM.
-¿Organizan encuentros con las familias?
-Arrancamos con talleres de crianza para hablar sobre los desafíos, tenemos una psicóloga perinatal en el equipo. También pensábamos instalar talleres de cómo acompañar el método Montessori en casa, porque ahora lo que pasa es que los propios nenes y nenas lo llevan al ámbito familiar y hay quienes quieren saber cómo acompañar eso.
Es usual que en algunos de esos encuentros surja el reproche: «¡Ahh, pero entonces hice todo mal!». Y lo cierto es que no, que se hace lo que se puede con la información con la que se cuenta.
-¿Cómo fue el acompañamiento de la FAMM?
-El convenio incluye la formación de guías y los materiales. Luego, un acompañamiento de un año durante el inicio del proyecto. Lo cierto es que estuvieron mucho más allá de ese plazo, y estamos muy agradecidas. Nos dan mucha confianza cuando dudamos. Y ahora nos pidieron si las guías en formación pueden venir a hacer observaciones a nuestros ambientes y por supuesto dijimos que sí. Se nota que tienen un compromiso importante con difundir esto y dan más allá de los contratos.
-Las tres son madres. ¿Se habían planteado una educación así antes de serlo?
Melina: No, pero cuando se dio esta oportunidad estaba embarazada, el proyecto nació junto con mi maternidad. Y ahora estoy feliz como trabajadora y como mamá, comprometida a interiorizarnos cada vez más.
Fernanda: Yo en 2015 trabajé en un jardín en Bogotá que no era Montessori, pero tampoco muy convencional, y me resultó muy interesante, así que cuando volví hice mi formación en FAMM. No estaba segura de poder acceder a esta educación si es que alguna vez me convertía en madre, pero en ese punto ya tenía la convicción. Ese jardín fue un cambio de paradigma revolucionario para mí. Teníamos un equipo interdisciplinario que cada lunes conversaba sobre los niños. Era muy singular, se respetaban las subjetividades, y viniendo de la psicología y el psicoanálisis, esa forma de pensar las infancias me parecía más convocante. Pero jamás imaginé esta oportunidad.
Noelia: Yo tengo una hija de 17 años ya, que fue al jardín tradicional del hospital y luego siguió en una escuela convencional pero pequeña. En esa época no había opciones Montessori accesibles, por lo menos no cerca. En el recorrido escolar propio me quedo con algunos docentes que suman muchísimo, y me pregunto qué cosas no tendríamos que estar debatiendo en cuestiones de género y resolviendo hoy si hubiéramos accedido a esta pedagogía.
-¿Qué sienten acerca de la separación de los bebés desde los 45 días?
-No se juzga a nadie y entendemos el contexto de este jardín, que es para hijos e hijas de trabajadores. Se respeta a los que pueden tomarse una licencia más larga sin goce de sueldo y por igual a los que eligen no cortar su carrera. Sí creo que es necesario aumentar las licencias, incluso la de paternidad, porque si no hay una presión constante sobre una sola persona que cría. Pero tenemos miradas interdisciplinarias y eso nos ayuda a entender que puede haber un buen apego con otros referentes diferentes a los padres. Acá tenemos un lactario, así que mamás o papás que estén cerca vienen a alimentarlos.
-¿Tienen resto para poder transmitir esto que están viendo?
-¡Sí! No creo que lleguemos este año, pero el hospital hace jornadas anuales de salud mental en el mes de Septiembre y quiero organizar una mesa específica para contar el entrecruzamiento entre la pedagogía y las bases psicológicas del desarrollo. Algo que también podría ser útil para el servicio ambulatorio de niñez y adolescencia.
Conocé el programa «Montessori para el Desarrollo Humano» de la FAMM, dedicado al sector público y las organizaciones sociales: https://www.fundacionmontessori.org/montessori-impacto-social/
NO PODIA FALTAR LA FOTO CON LAS PERSONAS ABOZALADAS!!! DIOS MIO, DESPUES DE TODOS ESTOS AÑOS NO SE DIERON CUENTA QUE TODO FUE UNA FARSA Y QUE LOS BOZALES INTOXICAN, ESTAS RESPIRANDO RESIDUOS QUE NO DEBEN VOLVER A INGRESAR AL ORGANISMO, POR DIOS!!! BASTA DE PUBICAR FOTOS CON BOZAL!!! BASTA DE AGENDA 2030 DE DESTRUCCION DE LA HUMANIDAD