La escuela técnica Roberto Rocca renovó su didáctica con ABP, tríadas docentes, habilidades sociales y arte

El 29 de junio pasado fui a conocer la Escuela Técnica Roberto Rocca (ETRR) en Campana, dentro del corredor industrial de la ruta 9 del gran Buenos Aires. Fue en el marco de la «1a. Jornada de Inmersión a la Transformación educativa» que organizó como parte de una red de escuelas, terciarios y universidades que buscan junto a los municipios de Campana y Zárate mejorar la calidad educativa en la zona.

La ETRR no es cualquier escuela técnica del nivel medio argentino. En primer lugar, debe ser la mejor equipada del país. Tiene detrás los recursos de una multinacional de origen local, el Grupo Techint. La arquitectura es de vanguardia y el diseño interior tiene el sello de la reconocida Rosan Bosch. Se trata de una escuela privada donde el 100% de sus cerca de 500 estudiantes está becado (los porcentajes de beca oscilan entre el 50% y el 100%, dependiendo de cada caso particular). No es la única, sino que forma parte de una red regional junto con la ETRR de Pesquería (México) y la ETRR de Santa Cruz (Brasil), que comenzará a funcionar en febrero de 2025

Sin embargo, la riqueza material no alcanza para definir a un proyecto que proponga una alternativa a la enseñanza convencional. Tampoco asumir que las escuelas técnicas son el ejemplo perfecto de la máxima pedagógica de moda de «aprender haciendo».

María Florencia Toscano es una de las coordinadoras docentes de la escuela. Nos encontramos en una pausa de la jornada, así que aprovecho para preguntarle cómo se organizan. «Funcionamos con nodos: técnico, arte, ciudadanía y comunicación. Transversalmente, las habilidades STEM nos permiten mediar en el aprendizaje. El departamento de sociales, que dirijo, se fue diluyendo con el paso del tiempo porque hace tres años tomamos la buena decisión de romper la fragmentación en disciplinas. En su lugar, generamos espacios de aprendizaje activo basados en proyectos, donde los chicos aprendan haciendo, a partir de desafíos reales y problemas cercanos. Combinamos los equipos de ciencias sociales, naturales y arte para formar tríadas pedagógicas: son tres docentes planificando los proyectos que inviten a aprender a partir de una inquietud o necesidad, sin importar de qué materia sean. Corrimos el foco del aprendizaje basado en el curriculum al de habilidades necesarias para la vida. Y el gran desafío que nos ponemos es conquistar al estudiante para que tenga ganas de aprender y seguir aprendiendo», me cuenta.

Marcela es docente y amplía la explicación. «Desde que trabajamos así vemos más ganas en los chicos y en los docentes; todos entendemos mejor el sentido de lo que se enseña. Nuestra metodología guía es el Aprendizaje Basado en Proyectos y el producto final siempre está atravesado por el arte y sus distintas expresiones«.

«Entendemos que los chicos, por suerte, son todos distintos, con diferentes talentos y destrezas. La escuela en la que nos formamos trataba de homogeneizar, y en el camino se apagaban muchos brillos. No había lugar para el joven más lúdico, corporal, estético, manual, que a la hora de evidenciar su aprendizaje la única salida que tenía era la escritura o la oralidad. Hoy valoramos la autonomía y le ofrecemos a nuestros estudiantes que nos muestren lo que comprendieron del modo que mejor les salga. Para eso tuvimos que cambiar también la forma de evaluar. En la escuela hay retroalimentación personalizada semanal y todos los profesores somos, además, tutores de un estudiante en particular», amplía María Florencia.

¿Quiénes vienen a esta escuela?

En principio, hay que tener muchas ganas de venir a esta escuela. Está en una zona alejada, es de doble jornada (de 8.30 a 17 horas) y técnica, con 7 años de cursada en lugar de 6 (con dos especializaciones, electromecánica y electrónica). Para tener la posibilidad de entrar hay que inscribirse y pasar primero por un proceso de integración que dura seis meses y se hace mientras se cursa el último año de primaria. Implica asistir a dos clases semanales a partir de Junio, presencial y virtual, donde se refuerzan y ejercitan matemáticas, prácticas del lenguaje, inglés y algo de experiencias técnicas.

Es probable que estos requisitos, bien explícitos, ayuden al compromiso y la baja deserción que se evidenció en los últimos años. No es lo único. Durante todo el proceso reciben acompañamiento de un equipo de trabajadores sociales, psicopedagogos, psicólogos que trabajan uno a uno con los estudiantes y sus familias.

En este lapso semestral de integración tienen distintas instancias para demostrar sus posibilidades. Pero hay que aclararlo: no entran los 72 con mejores notas, sino que se consideran muchas variables hasta el final del proceso. La actitud positiva, el compromiso, la capacidad de sobrellevar la frustración y de trabajar en equipo también cuentan.

Como la escuela tiene la misión prioritaria de dar oportunidades y romper barreras de acceso, se consideran los niveles socioeconómicos de los inscriptos y el 100% de los que ingresan son becados según su necesidad.

Esta visión integral es probablemente la razón por la cual resultó finalista entre las 50 mejores escuelas del mundo del premio de la T4 Foundation el año pasado, junto con otra secundaria de la ciudad bonaerense de Junín. «Es una escuela técnica con mucha humanidad y alto desarrollo de las habilidades sociales y emocionales», me aseguran. «El tiempo semanal dedicado al aprendizaje autónomo, el espacio en el aula para conversar problemas y un equipo de profesores técnicos que no solo entran al taller para enseñar el torno, hacen la diferencia. La personalización y la atención a las necesidades de cada uno hace que los chicos puedan explotar sus propios talentos «.

Jornada de Transformación Educativa

El cambio escolar ya es un campo con entidad propia dentro de las ciencias de la educación. Tal es así que varias universidades argentinas tienen ahora especializaciones, diplomaturas o posgrados dedicados a la transformación educativa. Alfredo Vota es el impulsor de la construcción de esta alianza que involucra a la Escuela Rocca, a otras y a terciarios y universidades de Campana y Zárate. Fundador del Centro de Innovación Educativa Dante Alighieri (CIEDA) y vecino de la ciudad es, además, el flamante subsecretario de Innovación Educativa de la Secretaría de Educación de la Nación.

Junto con Mauro Di María, director ejecutivo del programa «Hacer escuela» de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) que ya se aplica en la ciudad -además de otras en Chubut y Neuquén-, anunció una nueva diplomatura conjunta dedicada a la transformación educativa que acompañará la capacitación que ya dan a directivos, docentes y supervisores de la zona con el programa «Campana aprende», co-diseñado con la fallecida Inés Aguerrondo. Se inspiran en ciudades que han logrado priorizar la educación con el esfuerzo de varios sectores, como Barcelona, Pernambuco o Lisboa.

Entre los asistentes a esta jornada de capacitación que tuvo como anfitriona a la directora de la Escuela Rocca, Mariana Albarracín, pude conversar con directivos y docentes del Colegio Santo Tomás de Aquino de Campana, Holter de Cardales, La Salle de Florida, la Fundación Germinare y estudiantes del Profesorado 116 de la Escuela Normal de Campana. Llegaron, según sus propias expresiones, para «abrir la cabeza, aprender a enseñar y trabajar en la transdisciplina y a crear comunidades de aprendizaje atentas a los nuevos desafíos».

La primera oradora de la jornada fue Victoria Abregú, que dirige la Diplomatura «Dirección Escolar para la Transformación Educativa» de la Universidad de San Andrés. Que no la ha vivido sólo a través de la academia, sino también en su vida personal como mamá de una hija que va a una escuela Waldorf de Traslasierra. «La transformación se aprende y se enseña haciendo. No es sencillo ni en el aula ni en el sistema. En parte, porque la docencia es la única profesión a la que ya llegamos con una mochila didáctica de nuestra experiencia de 14 años en la escuela», dijo en la apertura.

«Entre las muchas palabras que usamos, como cambio, mejora o innovación, me quedo con transformación. Porque nos invita a ir a lo profundo sin dejar de ver lo bueno, pero alterando lo que apaga el deseo de aprender». A través de diferentes «llaves», animó a encararla para replantear las costumbres escolares en materia de tiempo, espacio, curriculum, evaluación y vínculos. Convocó urgente a hacer una nueva alianza con las familias para «sentarnos del mismo lado» y a hacer que el aprendizaje sea significativo, «algo que en una escuela técnica se ve más claro que en otras secundarias». Por último, nos invitó a hacer un «cadáver exquisito» en el que cada participante describió la escuela de sus sueños y el resto fuimos escribiendo debajo una traba y una palanca/ayuda para concretarla.

Le siguió Axel Rivas, director de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés. Habló sobre la incertidumbre de convivir con el material sintético generado por la inteligencia artificial, sus repercusiones en la distinción de lo real y la reconstrucción de las fuentes, la nueva lógica de los buscadores y otros desafíos que tienen sus repercusiones en el aula. Donde hay que salir a «conquistar la atención», pero también superar el falso dilema entre la enseñanza directa y la basada en el descubrimiento.

Santiago Bellomo cerró la mañana. El decano de la facultad de Educación de la Universidad Austral (el de Pilar es, también, otro polo educativo reciente que une esfuerzos gubernamentales y privados a lo largo de la ruta 8) fue contundente: la de la inteligencia artificial generativa no es una revolución más. Es tan trascendente como lo fue la del libro y marca un antes y un después en el mundo de la educación.

«La IA es como una nueva roseta, que busca patrones al infinito, aprende y reconstruye». Distinguió las áreas donde tendrá más impacto, sugirió usos recomendados y no recomendados. Señaló que, más que como muleta, la IA debe funcionar como una garrocha que apalanca el aprendizaje. Contó, también, que a partir de este año los maestros primarios de Estados Unidos usarán de asistentes virtuales para enseñar a leer un programa desarrollado por la Khan Academy Microsoft. Por último, nos dio acceso a su libro «Educación aumentada. Desafíos de la educación en la era de la inteligencia artificial» (descargar gratis acá).

Visita guiada

Una linda costumbre de los estudiantes es conducir ellos mismos durante el año visitas guiadas a su escuela. La próxima será el jueves 15 de Agosto de 9 a 12 horas. Es gratuita, pero hay que inscribirse en este enlace: https://forms.office.com/r/zp8i4dkBza

Contacto con la Escuela Técnica Roberto Rocca: https://www.tecnicarobertorocca.edu.ar/campana. Correo: info@etrr.edu.ar / Tel. 03489 15-51-6632

Contacto con la red de innovación educativa de Campana: https://www.instagram.com/ciedacampana/

Fotos: AlterEdu y gentileza de la escuela Técnica Roberto Rocca.

Agustín Valdez y Franco Sarrachibi, ex alumnos, hoy enseñan en la escuela

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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