Sin dudas, los últimos diez años las opciones pedagógicas se vienen ampliando en Argentina. Las nuevas formaciones docentes, diferentes al profesorado convencional, han contribuido, y en la misma proporción la curiosidad y búsqueda activa de madres y padres. Rosario, uno de los mayores conglomerados urbanos del país, no es la excepción. Hoy quiero mostrarles algo de Karmel Montessori, que está en la zona de Funes, en las afueras de la ciudad.
Para saber más, consulté a Paula Lo Celso, profesora de educación preescolar y pedagoga social, que acompañó la formación de otras propuestas consideradas novedosas en la zona y hoy es asesora de Karmel. Me cuenta que el proyecto nació del deseo de una madre y un profesor. «Ella conocía el método porque su hijo iba a otra escuela en la ciudad y quería que siguiese aprendiendo así, pero con otros valores, que consideraba debían estar presentes en su educación», cuenta. Hoy Karmel tiene una dueña, una directora, una asesora pedagógica, una secretaria y una persona de limpieza, más diez guías (dos por ambiente), además de profesores especiales de inglés, música, arte y educación física. Las edades están divididas entre la Comunidad Infantil y los Talleres 1 y 2. Karmel es una escuela autorizada pero no incorporada, por lo cual no recibe subsidios y se sustenta con el aporte económico de las familias.
La visión pedagógica, explica Paula, «tiene que ver por sobre todo con el método y el acompañamiento del desarrollo evolutivo de una manera respetuosa, donde cada niño pueda hacer una elección sobre los contenidos y los aprendizajes desde un deseo genuino y propio. Se acompaña en la adquisición de autonomía, en la conquista de nuevas libertades y el autoconocimiento».
Le pregunto cómo recibió la comunidad esta propuesta. Hace 8 años apareció la primera Montessori reconocida en la zona, y ahora ya hay al menos cuatro, también homologadas por el ministerio de Educación provincial. «Además, existen otros espacios que intentan reproducir ciertas generalidades de la mirada Montessori», agrega. «En un primerísimo momento costaba que fueran reconocidas como legítimas, pero en la actualidad estos proyectos más jóvenes tienen menos dificultades. Creo que hay otro tipo de apertura, porque para ellos se trata de nueva oferta educativa».
En lo personal, Paula cree que hay que darle la bienvenida a cualquier mirada que respete y acompañe con cuidado el desarrollo de niños y niñas. «Sirve también para empezar a despertar curiosidad y conciencia en otros actores educativos que aun reproducen una sola manera de educar», opina. «Como asesora, tengo la premisa de no perderme en la ortodoxia Montessori, aunque esa mirada nos acompañe con fuerza con los materiales, la disposición del ambiente y las características de los adultos guía. Busco siempre enriquecerme con otras miradas. De hecho, algunas de las guías se están formando en Educación Libre con «La Casita». También desde el aporte de las artes y, por supuesto, todo lo que cada adulto tenga para aportar. No se trata de pararse detrás de una presentación acotada de materiales, algo que en su época fue un gran descubrimiento, pero que ahora nos invita a re-pensar las pedagogías que nos acompañan. Tenemos que ver cómo llevarlas a un lugar verdadero y que sean acordes a un contexto de niño y de infancia que estamos acompañando», termina.
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